EL SILENCIO
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HERMANDAD DEL CRISTO DE LA MISERICORDIA (SILENCIO)
Antonio Padial Bailón
PRIMERA PARTE DE 1923-1940
Antecedentes de su titular
La historiografía sobre el Cristo de la Salvación, advocación que tuvo la imagen del hoy Cristo de la Misericordia desde su misma entronización en la iglesia de San Gregorio Bético de los frailes caracciolinos, la había atribuido a José de Mora. Sin embargo, la fecha de su realización se había venido señalando por dicha historiografía, como correspondiente a un tramo histórico que ha oscilado entre 1673 y 1695. Hoy, según investigaciones de José Antonio Díaz, tenemos la certeza de que el escultor bastetano labró la imagen entre los meses finales de 1687 y el primer semestre de 1688. La portentosa talla y obra cumbre de José de Mora se realizó para presidir la capilla de enterramiento de la familia de la Barreda-Palacios Cano de la Calle en la citada iglesia, bienhechores del convento, que sufragaron el coste de la capilla e imagen, ésta última por el precio de 2.000 reales de vellón, que pagó Josefa Cano de la Calle, suegra de Juan de la Barreda, el abogado de la Real Chancillería que encargó la talla (1).
Desde tiempos cercanos a la realización de la imagen ya se le reconocía por Palomino su valía y autoría, y, asimismo, el Padre Echevarría en 1773 en su obra Noticias sagradas del glorioso patrono de Granada San Gregorio Bético y de su sacro templo, dice:
"No se puede omitir el esfuerzo que hizo la destreza del famoso Mora en la imagen del Santísimo Cristo de la Salvación, de tal suerte imitó en él lo natural, que ha sido, desde que se colocó en este templo, el encanto de los que lo miran y la admiración de los que penetran en la fuerza del arte, siendo ésta en tanto grado, que uno de los mejores artífices no ha dudado en estampar que sola otra imagen se halla en el Reyno que la iguale" (2).
Los Clérigos Regulares Menores (Carracciolinos) parecían conscientes de que el valor de la imagen era superior, teniendo en cuenta, además, otros trabajos que les había realizado el artista, y dada su reconocida fama y ser escultor del Rey, parece que decidieron compensarlo con seis pinturas paisajísticas de gran valor. La imagen no contará con una hermandad o congregación cultual hasta 1740, que se funda por los oficiales mayores de la Real Chancillería de Granada (3), que seguramente le realizó la cruz de taracea cartujana con madera, carey y marfil.
Se exigía, dado que eran conscientes de la gran valía artística de la imagen, que no se la sobrevistiera. No obstante, como se verá más adelante, al Cristo se le cubrió en la zona del perizoma de tela encolada con unos toneletes, según el gusto de la época. La hermandad o congregación fue poco duradera, pues solo perduró unos veinte o treinta años.
Sin hermandad la imagen quedaría reservada en su capilla para el culto de vecinos y fieles hasta la exclaustración de los clérigos menores de San Gregorio Bético en 1836, realizándose un inventario de la iglesia el 10 de julio de 1837, en el que aún figura la imagen con la advocación de Cristo de la Salvación:
"(...) un Santo Cristo de la Salvación de talla sobre una
cruz de madera de con embutidos de concha y nácar; diadema de hojalata y
enagüillas de tisú de oro bordado con encaje, un velo dividido en dos partes de
damasco morado con sus varas de hierro; cuatro candelabros pequeños, dos de madera
y dos de metal; dos pedestales de piedra para los ciriales" (4).
Según esta descripción la imagen conservaba todos los elementos típicos con los que se exponían los Crucificados, es decir: diadema o nimbo que iba unida a la corona de espinas, ambas de orfebrería; el faldellín, del que las imágenes solían contar con diversas piezas para vestirlas según las épocas del año, funciones o procesiones y un velo que se podía correr para ocultar la imagen cuando no estaba en exposición a los fieles. A ello hay que unir el velo de tinieblas, orbe o mundo, con diversos significados simbólicos, y que, también, llevó el Cristo de la Salvación (Misericordia), y lo llevaron y lo siguen llevando en determinadas funciones el de la Salud de San Andrés y el Cristo de San Agustín.
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Cristo de la Salud de San Andrés con diadema, corona de orfebrería, faldellín y "Orbe". |
Según el citado inventario poseía otros tres faldellines más que se guardaban en la sacristía "(...) tres pares de enagüillas más del Santo Cristo de la Salvación, una con ramos de plata, otro de raso con lentejuelas y otro de gasa de realce, todos con encaje (...)".
¿Cuándo llegó la imagen a la iglesia de San José? Cambio de advocación de Salvación por Expiración
La imagen no llegó a la albaicinera parroquial de San José de forma inmediata a la exclaustración y supresión del convento de clérigos menores de 1835. Contra la opinión generalizada vertida en algunos artículos, la imagen no llegó a dicha parroquial hasta de década de los años sesenta del siglo XIX.
El cambio de advocación de Cristo de la Salvación a Cristo de la Expiración se produce entre 1837 y 1847, pues entre los días 3 al 5 de diciembre de ese último año se celebran en San Gregorio Bético unos cultos de jubileo al que ya se llamaba Cristo de la Expiración: "Jubileo. Iglesia de S. Gregorio por el Smo. Cristo de la Espiración" (5).
Una vez que se ausentaron los frailes en 1836, diversas dependencias de su convento fueron dedicadas a actividades industriales y comerciales, incluso un establecimiento de venta de sanguijuelas para efectos curativos (6). Sin embargo, en la iglesia se seguía manteniendo el culto a esta imagen de José de Mora, ya con la advocación por la de Cristo de la Expiración, como se ha dicho. Después de la Semana Santa de 1853, el día 3 de abril, se celebró un septenario a la imagen del Santísimo Cristo de la Expiración, exponiéndose las indulgencias que habían concedido los arzobispos don Blas Álvarez de Palma (1814-1837) y don Luis Folgueras y Sión (1848-1850), lo que nos hace pensar que este septenario pudo realizarse durante años anteriores a esa fecha de la noticia de 1853. Este culto era costeado por un grupo o asociación de devotos y continuaba en los siete domingos siguientes, culminándose con una función principal. En el septenario se rezaba el Santo Rosario y se predicaban los versos de las Siete Palabras (7).
No es correcto, como se dice en algún estudio reciente sobre el Cristo de Mora, que la imagen adquiriera el título de Expiración con la llegada de la Restauración Borbónica (1874); pues tenía esta advocación de Expiración unos cuarenta años antes de dicha Restauración, ya que aparece con ella, al menos, desde 1847, en el que se celebró el jubileo en San Gregorio Bético con dicho título.
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San Gregorio Bético en la Calderería |
Estos septenarios eran frecuentes en esa época que se dedicaran a otros Crucificados de histórica devoción, como el Cristo de la Esperanza de la Magdalena, el de la Salud de San Andrés o el de San Agustín, también se les dedicaban septenarios por sus respectivas hermandades durante esos años y posteriores del siglo XIX.
En 1860, todavía la imagen permanece en San Gregorio Bético, pues el 20 de enero de ese año se le hace una rogativa para pedir por el éxito del ejército español en la Guerra de Marruecos, actuando como orador sagrado el párroco de San Ildefonso. Pero poco tiempo más permanecería la imagen en San Gregorio, pues en 1863 la iglesia estaba dedicada a escuela pública; así que, pasaría a la iglesia de San José en el tiempo transcurrido entre 1860 y 1863, fecha esta última en la que ya estaba en esta parroquial albaicinera (8). También pasarían las imágenes de San Gregorio y del Beato Caracciolo de José de Mora.
Desaparecidas las imágenes del templo de los frailes menores caracciolinos, éste y el convento se dedicaron, además de a colegio público, a otras celebraciones festivas, como los bailes de carnaval, al que también se dedicaba el de San Felipe Neri, según la prensa de la época. Será en 1887, cuando las monjas dominicas de Sancti Espíritu ocupan el convento e iglesia de San Gregorio Bético, que reforman en profundidad. Ya la imagen del Cristo de Mora, llevaba más de veinte años en la iglesia de San José.
Desde la llegada de la imagen a la iglesia de San José parecen decaer sus cultos y apenas se encuentran referencias sobre la misma hasta 1909, primer año en el que se celebra el denominado Santo Entierro Antológico. Un grupo de eruditos granadinos apoyados por el arzobispo Meseguer y Costa, entre ellos, Francisco de Paula Valladar, presidente del Centro Artístico, consiguen que en la procesión del Santo Entierro se procesionen imágenes de reconocido valor artístico de las que se conservaban en iglesias y conventos. Una de estas obras de arte que primeramente llamó la atención para este fin fue el Crucificado de José de Mora.
El periódico El Defensor de Granada informaba de que el paso del Crucificado lo representaba la imagen de José de Mora, que se veneraba en la iglesia de San José, y se "(...) había colocado sobre un templete severo adornado con paños negros, lo mismo que sus dos escalinatas, entre cuatro candelabros de plata". El conjunto tenía una altura de seis metros y era la primera vez que los granadinos de la época contemplaban al portentoso Crucificado en sus calles, componiéndose su comitiva por penitentes con hábito negro, que en 1911, llevarán un escapulario con los atributos de la Pasión, y por componentes de la antigua hermandad de carpinteros del Patriarca San José, con sede en su iglesia.
Al año siguiente, los socios del Centro Artístico pretendieron fundar una hermandad para darle culto a la imagen y procesionarla el Viernes Santo, pero todo quedó en un mero proyecto; si bien se seguirá en los siguientes años hablando de dicho proyecto.
La composición del paso, al menos en 1911, la realizaba el escultor Nicolás Prados Benítez, escultor y padre de Nicolás Prados López, también escultor, que dejó diversas obras para las posteriores hermandades de Semana Santa en los años cuarenta y cincuenta de ese siglo.
El imagen seguirá saliendo en el cortejo antológico en los sucesivos años, acompañada de una banda de música, determinándose en 1918 que se presentara con la Dolorosa Servita de Mora a sus pies, la hoy Soledad del Calvario, lo que se repetirá en los años siguientes, al menos, hasta 1922 (9).
Dificultades en los socios del Centro Artístico (no sabemos de qué índole) determinaron que esta institución no pudiera sacar al Crucificado de Mora en la Semana Santa de 1923, siendo los cofrades de la nueva cofradía del Santo Vía Crucis los que ese año lo procesionan. Puede, que dicha renuncia a sacar la imagen acelerara la fundación de su Hermandad para dar culto y procesionar a este Crucificado, la que se formaliza al siguiente año de 1924, en que ya aparece con la advocación de Cristo de la Misericordia, tercera que tuvo la imagen.
Fundación de la actual hermandad del Cristo de la Misericordia, El Silencio
I. La advocación en Granada
Esta advocación de Cristo de la Misericordia la encontramos en la ciudad en el convento de agustinos descalzos, cuya imagen se describe en el inventario de la Exclaustración de 1837, como portando corona y diadema de hojalata y sudario de tejido. También, en la iglesia de los Santos Justo y Pastor tenía dicha advocación el Crucificado, hoy en la sacristía, al que se celebraba un quinario y tuvo una rogativa en 1860 con motivo de la Guerra de Marruecos. Por último, el del convento de dominicas de la Piedad, que celebraban un quinario al Cristo de dicho título que se conserva en su capilla. De tal culto, que comenzaba el Lunes Santo, hay noticia desde 1888 hasta 1921, seguramente el periodo fue más amplio.
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Cristo del Convento de la Piedad
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Cristo de la Misericordia de los Hospitalicos |
Imágenes de otros templos también llevan desde antiguo esta advocación, como el Crucificado del siglo XVI, situado sobre el tabernáculo del presbiterio de la iglesia de los Hospitalicos; el Cristo de las Misericordias situado en el primer retablo del lado de la Epístola de la iglesia del Monasterio de la Concepción, imagen atribuida por algunos a Jacopo Torni "Florentino" y por otros a Jerónimo Quijano, este Crucificado tuvo los brazos articulados mediante unos cueros que figuraban en sus axilas, señal inequívoca de que con la misma se realizaba la ceremonia del descenso de la cruz y sepultura, hasta la reciente restauración que ha suprimido dicha articulación (10).
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Cristo de las Misericordias del Monasterio de la Concepción antes de la restauración con los brazos articulados |
II. La Fundación
Todos aquellos previos intentos de fundación de la hermandad, que se venían produciendo desde el inicio del Desfile Antológico, van a ir cuajando de forma sólida a partir de 1921, cuando se celebran una serie de reuniones de devotos y admiradores de la imagen, algunos vinculados por su trabajo a la Delegación de Hacienda, en las que se va conformando la próxima fundación de una hermandad de penitencia.
Estos futuros fundadores se reúnen algunos domingos en una tertulia en el decimonónico Café Colón, situado en Puerta Real, dando a Mesones y en la esquina con la calle de Reyes Católicos. En ella participaban, entre otros, José M. Domínguez Nieto, el pintor Gabriel Morcillo, los hermanos Carazo, el párroco de San José, Sr. Guevara Horcas, y otros, que a medida que aumentaba su número deciden trasladar la tertulia a una casa de la calle de Reyes Católicos, que hacía las funciones de incipiente casa de hermandad, que llamaban El Cuartillo.
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Puerta Real Café Colón, el local de los toldos |
En estas reuniones se va modelando la hermandad en el sentido de, no solo dar culto a la imagen y procesionarla en Semana Santa, sino también imprimir en la misma estación de penitencia sentido de severidad y, a la vez, ofrecer a los granadinos, la pura expresión artística encarnada en la valiosa imagen, y en la inmersión de su comitiva en el más peculiar y ancestral paisaje urbano granadino, como es la Carrera del Darro y el Albaicín, imprimiendo con ello un clímax en el que se fusionan la admiración, la devoción y el misterio. Quizás, este conjunto de elementos hacía y hace que acudan los granadinos en masa, a veces, independientemente de sus creencias, a aquellos lugares de indudable magia, por donde pasa la cofradía.
La hermandad estaba formada de hecho en la Cuaresma de 1924. En ese tiempo, la capilla del Cristo se encontraba en obras, para colocar a la imagen de la forma más digna posible, y mientras duraron, ésta se trasladó a otra capilla de la iglesia (11). Esas obras de acondicionamiento y ornato de la capilla fueron dirigidas y proyectadas por el pintor y profesor de la la Escuela de Artes y Oficios Manuel Garnelo, hermano y directivo de la cofradía.
Los meses anteriores a la Semana Santa de 1924 los fundadores de la hermandad, entre los que figuraban el propio párroco de la iglesia de San José, Sr. Guevara Horcas (venía de ser párroco de San Ildefonso y consiliario de la Hermandad del Cristo de la Yedra), Nicasio Montes Garzón, José M. Domínguez Nieto, Cleofás Zubeldia, Eugenio Martín Lopera...etc. trabajan para preparar la salida de la imagen en la procesión del Viernes Santo, inscribiéndose para la misma 115 hermanos nazarenos. Las reuniones o sesiones para los acuerdos y preparativos se venían celebrando en el Círculo Católico, situado en la Gran Vía nº 26.
Ya, cuando se refiere la prensa de 1924 a la imagen de Mora aparece con el título de Cristo de la Misericordia, y se le realiza el primer quinario como tal y su traslado a la Catedral para su última salida en la procesión del Viernes Santo en el Desfile Antológico, que tras de ese año dejará de celebrarse para organizar en adelante la Semana Santa las propias cofradías ya fundadas (12).
Poco después de la Semana Santa, el día 6 de mayo de ese año, se aprobó canónicamente la hermandad por el Cardenal don Vicente Casanova y Marzol, si bien en su primer estatuto, editado en 1926, se dice que la aprobación canónica fue en marzo de 1924. En realidad lo que ocurrió fue que el día 25 de marzo de ese año en una sesión convocada en el Círculo Católico de Obreros, situado junto a la iglesia del Sagrado Corazón, se aprobaron las bases o reglamento por las que había de regirse la hermandad, que había sido redactado por el Sr. Domínguez Nieto. Dicho reglamento lo había previamente aprobado el Cardenal Casanova, incluida la sede canónica de la cofradía en la iglesia albaicinera de San José. Añadía el comunicado que "(...) llamará la atención, en modo extraordinario el paso de esta cofradía, por salirse de los cauces de costumbre"(13).
Se adoptaron cinco acuerdos en esa junta o sesión:
1º. Celebrar un solemne quinario en la iglesia de San José, que comenzaría el día 9 de abril a las seis de la tarde. 2º. Asistir todos los hermanos con hachones al traslado del Santo Cristo, desde su parroquia a la Catedral el Miércoles Santo a las 9 de la noche. 3º. Asistir a la procesión del Santo Entierro con otras corporaciones que habían prestado su consenso. 4º. Nombrar una comisión organizadora que lleve a la práctica durante 1924 todo lo relacionado con ese año y convoque una vez terminada la procesión del Santo Entierro un cabildo extraordinario que lleve a la práctica lo consignado en el reglamento.
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Revista Reflejos. El Cristo con la primitiva cruz, tal como estaba en 1924, sin restaurar |
Se nombra su primera junta de gobierno oficial el día 6 de mayo de 1924, eligiéndose como primer hermano mayor a José María Domínguez Nieto; como mayordomo mayor a Nicasio Montes Garzón (farmacéutico); secretario, Ricardo Serrano; tesorero, Cleofás Zubeldia Martín; albacea, Carlos Rodríguez López-Neira; vicesecretario, José Espinal Moral; vicetesorero, Antonio Zubeldia Amador (14).
También, se nombran diecisiete mayordomos entre los que figuraban algunos artistas y próceres, como el escultor montillano Manuel Garnelo; Antonio Ortega Molina, seguramente, el que fue alcalde de Granada en 1919-1920; Francisco Vergara Reyes, pintor; Luis Morales García-Goyena, corredor de comercio y escritor; José Casado Torreblanca, médico y académico; o Miguel Olmedo Villalobos, José Bermúdez Pareja...etc.
Es claro que una de las primeras preocupaciones de la nueva cofradía fue el darle el máximo prestigio devocional e institucional, gestionándose, en primer lugar, que se le concediera el título de Pontificia Hermandad, misión de la que se encargó el párroco, don Ángel Guevara, que dirigió a la Santa Sede la solicitud el día 15 de mayo de 1924, alegando la gran veneración y mérito artístico de la imagen (15).
También, el hermano mayor, Sr. Domínguez Nieto, había solicitado de la Casa Real se le concediera el título de Real Hermandad, solicitud que le fue contestada en julio de ese año por el Marqués de Torrecilla, mayordomo mayor de Palacio, comunicándole que el Príncipe de Asturias había aceptado el título de Hermano Mayor Honorario de la cofradía (16). Entonces el Príncipe de Asturias era don Alfonso de Borbón y Battemberg, hijo de Alfonso XIII.
En la Cuaresma de 1925 se celebró el quinario al Cristo de Mora en la iglesia de San José, repleta de hermanos y devotos, y el Miércoles Santo, a hombros de sus cofrades, se realizó el traslado de la imagen sobre angarillas y en posición horizontal
a la iglesia parroquial de San Pedro y San Pablo para colocarla en el paso. El traslado, que se repetirá en el tiempo hasta nuestros días, fue debido a la imposibilidad de poder salir de su sede de San José, ya que las escasas dimensiones de anchura de la puerta de dicha iglesia no lo permitía, y a la voluntad de que la Carrera del Darro fuese en adelante el marco artístico urbano por la que discurriera la procesión de penitencia.
III. Los primeros años
Todo estaba preparado el Jueves Santo, día 9 de abril de 1925, para la primera salida procesional independiente, es decir, no integrada en el Desfile Antológico. La hermandad contaba con su bandera de raso negro, bordada con el escudo de la cofradía en sedas moradas por Dª. María Morell, esposa de Nicasio Montes, y con su estandarte, bordado sobre terciopelo negro con dibujos hilo de oro en 1924 y el emblema de JHS por Rosa Ramírez Antrás, viuda de Behetis o Behty (17). Otros elementos procesionales, como las varas de los mayordomos, ya los tenía del año anterior.
La cofradía venía comunicando al público a través de la prensa que la procesión sería toda una sorpresa para los granadinos, como algo nunca vista en Granada. A las doce en punto de la noche del Jueves Santo, la estrecha Carrera del Darro y los puentes del río estaban repletos de gente, así como Plaza Nueva. Las luces se apagaron y se abrieron las puertas de San Pedro, comenzando a salir dos hileras de nazarenos con cirios y túnicas negras, que terminaban en largas colas arrastrándose por el pavimento; entre las secciones de nazarenos iban otros 20 portando faroles de mano hexagonales de hierro forjado y asa rectangular que se añadieron en 1929 y aún se procesionan. El Ayuntamiento mandó una representación a la procesión con los concejales Sainz Pardo y Rodríguez Acosta.
El marfil de la encarnación de esta portentosa imagen era la única luminosidad que resaltaba en la oscuridad de la noche, en la que un Orbe natural de estrellas acompañaba a la Luna detrás de la silueta del Crucificado. En unas sencillas andas se elevaba un calvario de roca sobre el que se erguía el Cristo de Mora, prodigio del arte andaluz y español.
Más del doble de nazarenos que el año anterior formaron parte de la comitiva, y algún medio de comunicación, como la revista La Pasión, decía que fueron 375 nazarenos. Quizá, esta cifra fuera alta para los algo más de 600 cofrades de su nómina, aunque a las juntas que celebraba la hermandad asistían más de cien cofrades, lo que nos da idea de lo comprometidos que estaban los hermanos en aquellos tiempos.
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1925, primera salida. Foto de Reflejos de abril 1926 |
No sabemos los motivos por los que el hermano mayor, José María Domínguez Nieto, dimitió del cargo después de solo un año y medio de ejercerlo y de haber sido quien con verdadero entusiasmo y dedicación, junto con el párroco Sr. Guevara, impulsaron el proyecto fundacional de la hermandad. Había redactado sus primeros estatutos y su casa de la calle Hileras nº 1 había sido uno de los centros de inscripción de hermanos, junto con la farmacia de Montes Garzón, en calle de Reyes Católicos 20. Al no proseguir en el cargo, el día 18 de octubre de 1925 se celebró una junta general en el local de la Sociedad de Amigos del País en la calle Duquesa, para elección de hermano mayor en la que resultó elegido Nicasio Montes Garzón, el mayordomo mayor anterior. Como mayordomo mayor se nombró a Severiano Benavides Maurell, aunque parece que lo sustituyó en 1926, Francisco Vergara (18); de secretario, José Godoy Fonseca, y como tesorero a Cleofás Zubeldia Amador. La nueva dirección de la cofradía preparará los actos tendentes a celebrar la Semana Santa de 1926, precedida del quinario y traslado del Cristo a la iglesia de San Pedro, actos que se harán continuarán hasta nuestros días.
Noche tibia y perfumada la de la madrugada del Viernes Santo de 1926. Desde horas antes a la salida de la hermandad, la gente había ocupado la Carrera del Darro y las saetas en estilo granadino y sevillano se sucedían al paso de la imagen entre el impresionante silencio, sin otra luz que la de las llamas de los cirios y faroles. El Cristo, iluminado por tres reflectores de batería, escoltado por la Guardia Civil, era portado por catorce hombres con horquillas para apoyo de las andas y vestidos con túnicas moradas sin capirote, realizando el itinerario fijado, que finalizó en la iglesia de San José, sede de la hermandad ya muy entrada la madrugada. El Gobernador Civil representó a Príncipe de Asturias y varios concejales al Ayuntamiento, además, la presidía el obispo Medina Olmos (19).
La procesión, después de abandonar Plaza Nueva, fue hacia la calle de la Cárcel, Capuchinas, Plaza de la Trinidad, Mesones, Puerta Real, Campillo, Plaza de Mariana Pineda, San Matías, Navas, Plaza del Carmen, Reyes Católicos, Elvira y subió por la Calderería Nueva, San Gregorio Bético, Caños de San José a la iglesia de este nombre, su sede.
El Noticiero Granadino informaba que el traje de los nazarenos era "idéntico al del famoso Silencio de Sevilla", llevaban cirios largos y los mayordomos, sin capas ni cola y con escudo bordado en el brazo derecho. Encabezaba la procesión un tambor con sordina y el mayordomo mayor más la cruz y dos faroles. Delante del Cristo iba la cruz parroquial de la iglesia de San José y los ciriales.
Ese año, para sufragar los gastos de la hermandad, se había sorteado un dormitorio de conformidad con el sorteo de la Lotería Nacional del 22 de marzo, que fue previamente expuesto en el comercio denominado "Almacenes la Paz", situado en la Gran Vía, en el edificio y local del hoy comercio de Cortefiel. El agraciado con el sorteo fue Antonio Martín Zegrí, con domicilio en Cocheras de Santa Paula.
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El Cristo hacia Los Caños de San José |
IV. Reforma de estatutos y reglamento de 1926
En el mes de mayo de ese año de 1926, concretamente el día 15, la hermandad aprueba una reforma sus estatutos con 54 artículos y aprueba un reglamento de su procesión con 14. En él se fija la salida a las doce de la noche del Jueves Santo y se determina en sus normas, que los hermanos vayan en absoluto silencio cualquiera que sea la circunstancia que se presente; no asistirán a ella bandas de música, ni campanillas, solo un tambor con sordina delante de la procesión; el hermano mayor presidirá la procesión y dirigirá el trono; que el mayordomo mayor la procesión, con mayordomos bastoneros que cuidarán del orden y silencio; todos los cargos y cofrades vestirán el hábito general, salvo que se acuerde algún distintivo para los primeros; Si algún cofrade asistiere de forma no conveniente o desobedeciere será expulsado desde ese momento de la Cofradía; no se publicarán en periódicos ni revistas el nombre de los cargos, pues la base de la Cofradía es la mayor modestia, y el mayordomo que sea amonestado perderá el derecho a seguir en el cargo. Todas esas normas eran abiertas a otras disposiciones que la experiencia aconseje y no se oponga a lo acordado.
Entre las normas del Estatuto Reformado, se proclama el culto al Cristo de la Misericordia como fin primordial de la hermandad, al que se le dedicarán funciones en la iglesia y procesiones en la calle; se establece como órganos la Junta Directiva, presidida por el capellán, junta que se nombraría cada año en la primera quincena de mayo en Junta General; la Comisión Ejecutiva, que resolverá los casos urgentes e imprevistos, pero deberían de ser sancionados por la Junta Directiva, y los de ésta por la Junta General.
Luego la cofradía tenía los cargos normales de secretario, tesorero con sus sustitutos o ayudantes y un albacea al que correspondía atender al culto y cuidado del altar y capilla del Cristo, así como conservar en su poder la cera, trajes y demás efectos propiedad de la hermandad y de su inventario.
Califica a los cofrades en tres categorías: honorarios, activos y cooperadores, siendo los honorarios el arzobispo y obispos de la diócesis; las autoridades civiles y militares; y aquellos que por sus méritos nombre la junta general. Los activos serán los cofrades varones mayores de 16 años que paguen una peseta al mes de limosna. Los cooperadores serían las personas de ambos sexos que abonen de limosna menos de una peseta mensual. Las mujeres podían ser cofrades, salvo las casadas, que necesitaban autorización expresa de su marido, las jóvenes solteras autorización escrita o verbal de sus padres o tutores ante testigos. También, se crea un cuerpo de aspirantes para los menores de 16 años con autorización de los padres.
V. Cultos y siguientes salidas procesionales
En lo referente a los cultos, se diría cada viernes una misa rezada en el altar de la imagen y el primer viernes de cada mes por la tarde había ejercicio religioso ante el Santo Cristo, que podían sufragar los cofrades que lo deseasen, al igual que el quinario matinal de Cuaresma, al que asistiría una capilla de música, celebrándose función matinal, y el último día, una comunión general por la tarde con la función principal solemnísima. Asimismo, la capilla del Cristo tendría luz diariamente, de lo que cuidaría al albacea. Algunos de estos años, como el de 1927, la función se celebraba con la asistencia de la capilla de música, que interpretó el Miserere del Maestro Palacios.
La cruz original que sustentaba al Crucificado de Mora presentaba un patente deterioro por el transcurso del tiempo, que hacía que no fuera idónea para procesionar. Probablemente, esa sería la razón por la que la hermandad decidió encargar en 1926 al artesano Inocencio Molero Peche una nueva cruz, que realizó en taracea cartujana con incrustaciones en marfil, carey y nácar, más cantoneras de plata. La cruz fue costeada y donada a la cofradía por doña Rosa Collado, viuda de don Andrés Montes Marín, gran devoto de la imagen, que había fallecido en 1924.
El Cristo de la Misericordia se procesionó sobre dicha cruz por vez primera en la madrugada del Jueves al Viernes Santo de 1926. Sin embargo, se presentaban ciertas dudas sobre si dicho hecho se produjo ese año o lo hizo en 1927, pues en el periódico el Noticiero Granadino de 1 de abril de ese año se decía que "La Cruz es nueva este año con incrustaciones, llevando severo adorno y el alumbrado es una batería eléctrica (...)". No obstante, esta descripción se hace en el número del periódico de la mañana del Jueves Santo, antes de saber lo que iba a ocurrir a partir de las doce de la noche de ese día, y en el periódico de día siguiente, que describe la procesión, no se menciona nada sobre la nueva cruz. Pero una fotografía de la revista Granada Gráfica de abril de 1927, que se editó antes de la Semana Santa de ese año viene con una fotografía del Cristo en su nueva cruz con cantoneras de orfebrería, luego la foto sería de 1926, por lo que ya la imagen iba sobre su nueva cruz el Jueves Santo de ese año.
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Estación de penitencia de 1926. Granada Gráfica 1927 |
La Cofradía había crecido en 1927 y se ampliaron la secciones de nazarenos en la procesión de penitencia. También, se ampliarían las andas, porque ese año las llevaron 24 portadores, en lugar de 14, probablemente hermanos que iban vestidos con la túnica morada, y el itinerario fue, básicamente, el mismo desde el primer año; solamente al regreso, en lugar de ir por la calle de Elvira hacia la Calderería para encerrarse en su sede de San José, no lo pudo hacer por obras en el Pilar del Toro, que estaba entonces en Elvira lindando con la entrada en la Calderería, obras que también se realizaban en la calle Cárcel Alta, junto a la Audiencia. Así que la hermandad tuvo que encerrarse ese año en la iglesia de San Pedro, de donde había salido (20). Ese año de 1927 el escultor Navas Parejo le había realizado el escudo de la hermandad repujado en plata de ley, que se utilizará después para colocarlo en el guion sacramental, cuando la hermandad adquirió ese carácter en tiempos recientes.
No finalizaba en esos años la madrugada del Viernes Santo granadino con la procesión del Silencio del Cristo de la Misericordia, después de terminar la procesión en San Pedro la gente subía al Albaicín para ver la salir la Cofradía del Santo Vía Crucis, que lo hacía a las 7 de la madrugada. Mientras, algunos aprovechaban el intervalo entre ambas procesiones para "calentarse" en las tabernas, según el periódico El Noticiario Granadino: " (...) la Cofradía del Vía Crucis retrasó su salida por la cantidad de
borrachos que acuden después de encerrarse el Silencio, que convierten aquello
en zahurda desvergonzada". El articulista que lo escribía, con el seudónimo de Gil Blás, pedía que se garantizara el orden por la autoridad competente.
Después de la Semana Santa de ese año la cofradía volvió a realizar obras en la capilla del Cristo, por lo que la imagen quedó en la iglesia de San Pedro hasta los primeros días del mes de mayo, en los que terminada la obra se procedió al traslado de la imagen a su iglesia y capilla el día 3 de mayo a las ocho y media de la tarde (21). Entre las labores llevadas a efecto, estuvo el tapizado del frontal de la capilla con raso color carmesí, cuyo costo asumió el cofrade Domínguez Godoy. Un mes después, a principios de junio, se inauguró en el Centro Artístico una exposición de pinturas y esculturas granadinas de los siglos XVI y XVII en la que estuvo expuesta la imagen del Crucificado de Mora; así lo relataba en un artículo don Antonio Gallego y Burín. También, en el mes de septiembre asistió la hermandad a la procesión de la Virgen de las Angustias, Patrona de Granada.
Una práctica muy común en las cofradías, que ya se iniciaba en esos años veinte, fue nombrar hermanos mayores honorarios a personajes relevantes de los ámbitos políticos, económicos o artísticos, y esta Hermandad fue una de las primeras en hacerlo, nombrando ese año a Natalio Rivas Santiago hermano mayor honorario. El Sr. Rivas, natural de Albuñol, había sido Ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes, diputado y teniente alcalde de Madrid y otros cargos de relevancia provincial y nacional (22).
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El Señor de la Misericordia en 1925. Reflejos |
Normalmente, con estos nombramientos de personalidades se pretendía, no solo dar brillo social a la cofradía, sino también, obtener ayuda económica de la que tan falta han estado siempre las cofradías. En la mayor parte de los casos dicho apoyo económico no se solía conseguir, pero ese año sí que se obtuvo del Conde del Padul, Isidoro Pérez de Herrasti, que donó 2.000.- Ptas., cantidad importante en esos años, que se empleó en las obras de la capilla del Cristo de la Misericordia.
Nuevo hermano mayor tenía la hermandad, cuyos cabildos seguían celebrándose en la Sociedad Económica de Amigos del País, en la calle de la Duquesa. Se eligió a José Luis Valverde Márquez, que era concejal del Ayuntamiento y secretario del Tribunal de Niños de la Audiencia; también era el tesorero de la Federación de Cofradía, fundada ese año de 1927. De mayordomo mayor se nombró a José Godoy Fonseca y, también, otro director espiritual tenía la hermandad, el reverendo Pedro Ruiz Valdivia, siendo albacea el catedrático y vicerrector de la Universidad, Carlos Rodríguez López-Neira. La mayor parte de las personas que componían la junta de gobierno eran de reconocido prestigio en la ciudad y fuera de ella, en algunos de sus casos.
Los mejores oradores de la ciudad predicaban el quinario dedicado al Cristo en la Semana de Pasión, entre ellos, el Padre Fernández Arcoya, don Vicente Monroy o el obispo auxiliar de la diócesis, el hoy Beato Manuel Medina Olmos, después obispo de Guadix-Baza, y fusilado en Vícar (Almería) con un grupo de sacerdotes y seglares durante la Guerra Civil.
En 1928 la tarde del Jueves Santo se presentó lluviosa y tuvo la hermandad que suspender su estación de penitencia, aplazándola para las 12 de la noche del Viernes Santo y madrugada del Sábado Santo, cantándose a la imagen numerosas saetas en todo el recorrido. La cofradía realizó ese año una significativa modificación de su itinerario, pues la procesión fue desde la iglesia de San Pedro y Plaza Nueva, para seguir por Reyes Católicos hasta la calle Príncipe, entrando por vez primera en la Plaza de Bibrambla. Parece que el llegar a esta histórica plaza se debió a la "sugerencia" que le hizo a directiva de la cofradía el Cardenal-Arzobispo don Vicente Casanova, que deseaba ver la procesión desde el balcón del Palacio Arzobispal, que da a dicha plaza. Después, salió de ella por la calle de Salamanca, para continuar por Reyes Católicos, Mesones, Plaza de la Trinidad, Capuchinas, Cárcel Baja, Gran Vía, Reyes Católicos, Plaza Nueva, para regresar a la iglesia de San Pedro, como el año precedente.
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Misericordia con la nueva Cruz de Inocencio Molero
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Será en la Semana Santa de 1929, cuando la hermandad al finalizar su estación de penitencia vuelva a recorrer las calles del Albaicín para encerrarse en su sede de San José. Por ello, retomó el itinerario primitivo de regreso por Calderería Nueva, Placeta y Cuesta de San Gregorio Bético, Grifos de San José y San José, donde la imagen se ponía en posición semi-horizontal para poderla introducir en la iglesia, para lo que se ideó un resorte o mecanismo. La hermandad volvió a retomar el itinerario primitivo de dirigirse por Gran Vía a Cárcel Baja, Capuchinas, Trinidad, Mesones, Embovedado, Campillo, plaza de la Mariana, San Matías, Navas y subir a Plaza Nueva y Elvira, para entrar en el Albaicín por la Calderería Nueva y San Gregorio, aunque no se encerró en su iglesia de San José, sino que siguió para hacerlo en el atrio de la vecina casona del Almirante de Aragón, que está detrás de la iglesia, dedicado a asilo de huérfanos, aunque en la actualidad es una dependencia de la Universidad (24).
Fue un año de estrenos el de 1929, no solo del resorte citado, también se estrenaron unos faroles de hierro repujado para separar las veinte secciones de nazarenos que componían la procesión. Ese año, dado que se habían incorporado nuevas cofradías, se pretendió que la del Silencio pasara a las 12 de la noche del Viernes Santo, cosa que, evidentemente, no se logró por no aceptarlo la hermandad que tenía prescrito en su reglamento la salida procesional a las 12 de la noche del Jueves Santo. El Cardenal Casanova había prohibido que desde los Oficios del Jueves Santo a los del Viernes Santo se celebraran procesiones, pero condescendió con la del Silencio. En realidad, no fue tan significativa tal concesión puesto que en las horas de madrugada en las que se celebraba la procesión no había oficio religioso alguno.
Fue ese año la única procesión del Jueves Santo, aunque la cofradía de Santa María de la Alhambra contemplaba ese día como el de su salida, recurriendo esa hermandad a la estratagema, para no contrariar al Cardenal, de fijar su salida a las 12:30 de la noche del Miércoles Santo, y así realizar su estación de penitencia en la madrugada del Jueves Santo, día que señalaban sus reglas.
Parece, además, que no contentaba a algunos críticos de arte la nueva cruz de taracea del artesano Inocencio Molero, que afirmaban no ser la adecuada para tan importante talla, pidiéndose un informe sobre este asunto al arqueólogo e historiador don Manuel Gómez Moreno. Éste dio sus consejos, aunque no sabemos cuáles fueron, pero sí que los mismos se cumplieron, pues se decía en la prensa que "(...) se han seguido exactamente sus recomendaciones, habiendo quedado la cruz en consonancia con la escultura" (25). Quizá, una de dichas recomendaciones fue que se le suprimieran las cantoneras de orfebrería que llevaban los brazos de la Cruz, pues en fotografías posteriores carece de ellas.
Los cultos normales de la hermandad eran numerosos, pues cada día se decía misa en el altar del Cristo, y otra especial cada primer viernes de mes, siendo muy concurridos y solemnes los cultos del quinario de la Semana de Pasión. Desde la fundación de la cofradía, hasta el año 1930 tuvo, al menos, dos capellanes o directores espirituales: el fundador, Padre Guevara y don Pedro Ruiz Valdivia, ambos párrocos de la iglesia de San Pedro.
A partir de 1930, muchas menos noticias se tienen de la hermandad, así como del resto de las cofradías granadinas, debido a las nefastas circunstancias por la que atravesó España de disturbios y guerra. En la década anterior habían proliferado sus fundaciones o reorganizaciones, hasta alcanzar la cifra de doce cofradías, para una Semana Santa, como la granadina, que en la mayor parte del siglo XIX carecía de ellas.
Todavía, en ese año de 1930 se celebraron con normalidad los cultos de Cuaresma y las procesiones de Semana Santa. La Pontificia y Real Hermandad del Cristo de la Misericordia celebró su ya tradicional quinario en su sede de San José y realizó el traslado de la imagen el Miércoles Santo a la iglesia de San Pedro y San Pablo para su estación de penitencia. Allí se subía el Crucificado a las sencillas andas, minimizadas por la impactante y sobrecogedora imagen.
Llegadas las once de la noche se acotaba el espacio entre el primer puente del río Darro y la iglesia de San Pedro, para organizar las distintas secciones de nazarenos que componían la procesión de silencio. Dicho espacio se llenaba de túnicas negras con cinturón de esparto, extendiendo su cola sobre el pavimento, que pisaban sus sandalias franciscanas. Con las manos con guantes blancos se ajustaban sus capillos, que llevaban el escudo con la tiara pontificia, la corona real y una granada, sosteniendo el grueso cirio con una de ellas.
En la zona de la iglesia de Santa Ana y Plaza Nueva esperaba la multitud de gente. La fama de la procesión del Silencio había superado el ámbito local cofradía y la prensa así lo manifestaba diciendo que " (...) eminentes artistas españoles y extranjeros vienen ex profeso este día, para que desde la reja de Santa Ana ver avanzar esta comitiva".
Por estos años, abría la marcha de la procesión la guardia municipal montada a caballo, para seguirla el tambor con sordina con un mayordomo delante de la cruz de guía y dos nazarenos portando faroles de estilo granadino a sus lados; detrás tres mayordomos con sus bastones y las veinte secciones de nazarenos, formadas por catorce cada una con su mayordomo de sección; en medio, las insignias de la hermandad (guion, banderola, estandarte...etc.); la cruz alzada y los ciriales de la parroquia de San José con su preste revestido con capa pluvial, auxiliado por diáconos con dalmáticas, que preceden a la portentosa imagen del Cristo de la Misericordia, con la lívida luz de su policromía, destacando entre la tiniebla de la noche, portado por sus 24 porteadores con hábito morado, dirigidos por el mayordomo mayor. Rodeando al severo paso iba una sección de penitentes sin cola, llamados "cofrades de trono" y varias parejas de la Guardia Civil y un cabo con uniformes de gala (26).
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Primer plano de la imagen en revista "Reflejos" |
Presidía la procesión la representación del Príncipe de Asturias, que ostentaba el vice-hermano mayor, don Severino Benavides Maurell, delegado de Hacienda de Jaén y hermano de la cofradía; el gobernador civil de Granada, el general gobernador militar de la plaza, comisiones del Ayuntamiento y de la Diputación y el director espiritual de la hermandad, que ese año era don Antonio Banqueri Sánchez; el pintor don Manuel Garnelo, delegado real de Bellas Artes, y el artista don Francisco Vergara; el vicerrector de la Universidad, don Carlos Rodríguez López-Neira, también hermano y directivo. Cerraban la comitiva guardias de seguridad y la guardia municipal montada que hacía de dique de contención de la muchedumbre que solía ir detrás de la procesión.
El itinerario de 1930 fue el parecido que recorría la hermandad en esos años cuando se encerraba en su iglesia sede de San José. Ese año fue algo más corto, pues no bajó el Embovedado, para ir a Plaza de Mariana Pineda, Navas y Plaza del Carmen, como otros años, sino que conservando el casi tradicional de dirigirse por Gran Vía, Cárcel, Trinidad, Mesones y Puerta Real, volvió desde ésta a su templo por Reyes Católicos, Plaza Nueva Elvira, Calderería Nueva, Cuesta de San Gregorio y Grifos de San José. Entre la severidad del cortejo y el silencio, surgía el quejío de las saetas, que de trecho en trecho, lanzaban las gargantas desgarradas de los cantaores dirigidas al Cristo muerto en la cruz. Con las primeras luces del Viernes Santo llegó la hermandad a la iglesia de San José.
La madrugada del día 2 al 3 de abril de 1931 será la última procesión de penitencia que realizará la cofradía; se avecinaban tiempos difíciles para España en general y para las cofradías en particular. Aquella Semana Santa se encontraba en Granada el Infante don Jaime de Borbón y Battemberg, hijo de Alfonso XIII, que había sido invitado a participar en las procesiones de la Santa Cena y de la Esperanza.
Por la mañana del Jueves Santo el Infante estuvo visitando las Escuelas del Ave María y después se demoró una visita al Albaicín y al mirador de San Nicolás para dirigirse con su comitiva a la iglesia de San Pedro, donde fue recibido por el hermano mayor de la Hermandad del Silencio, don José Godoy Fonseca, y los componentes de su junta de gobierno, entrando el Infante, bajo un palio portado por cofrades. Al llegar al crucero del templo, donde estaba el Cristo de la Misericordia preparado para la procesión de la noche, el Infante oro ante la imagen, admirando la valiosa talla del Crucifijo de Mora de la que le informó el hermano mayor, Sr. Godoy, y le entregó una medalla de la hermandad (27). La visita al Albaicín se realizó después, visitando en la plaza de San Nicolás el Carmen-Museo del pintor Apperley.
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Cristo de la Misericordia en San Pedro |
Unos días después de la Semana Santa, el 14 de abril, se proclamó la II República, y apenas un mes después, el 12 de mayo, se empezaron a quemar conventos en gran parte de las ciudades de España; en Granada se ardieron los locales de los periódicos La Gaceta del Sur y el Noticiero Granadino, intentándose incendiar varios conventos, como las Comendadoras de Santiago, las Carmelitas, la iglesia de los Hospitalicos, los Maristas y Redentoristas, pero pudieron sofocarse dichos incendios, sin dejar éstos que fueran a más. Con este ambiente prerrevolucionario las cofradías temen celebrar sus cultos y no se reúnen sus juntas de gobierno o lo hacen de forma discreta o secreta.
El deterioro de la paz ciudadana con el aumento de los disturbios, que paulatinamente se va produciendo en los meses siguientes de aquel año, determinan a la Federación de Cofradías a acordar en su sesión de 22 de febrero de 1932 suspender, de acuerdo con el arzobispo, las procesiones de penitencia de ese año y cualquier acto externo de culto para realizar un acto penitencial colectivo, que se materializaría en la celebración de un vía crucis por parte de las cofradías en el interior de las naves de la Catedral. Dicho vía crucis penitencial sería presidido por la imagen del Crucificado de la Sacristía de la Catedral, atribuido en aquella época al escultor alcalaíno Martínez Montañés (hoy no se sostiene esta atribución, que se dirige hacia los Hermanos García). El que presidiera el vía crucis esta imagen fue una idea del directivo de la Cofradía del Rescate, Sr. Rojo, aceptada por el obispo de Tabbora, que ostentaba la titularidad interina de la diócesis por haber fallecido en año anterior el Cardenal Casanova.
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Crucificado de la Sacristía de la Catedral |
Comenzó a las seis de la tarde del Viernes Santo, abarrotando la Catedral un gran número de fieles y cofrades. Las once cofradías existentes con sus juntas directivas asistieron al acto portando sus guiones y estandartes. Una capilla de música precedía a la imagen, que iba sobre un "trono" con profusión de lirios, claveles y adelfas blancas, y escoltada por once cofrades, uno por cada hermandad, dando la comitiva la vuelta completa a la Catedral, finalizando su recorrido en la nave central, donde terminó el vía crucis con el cántico del Miserere del Maestro Ortuño a varios coros (28).
Durante el resto del año no se convocaron sesiones de la Federación y los disturbios no cesaban. Varias cruces callejeras e históricas fueron derribadas, provocando cierta zozobra en las directivas de las cofradías, que dejan de celebrar sus sesiones, o, al menos, se reúnen de forma clandestina. Solo al acercarse la Semana Santa de 1933 se celebró un pleno de la Federación para nombrar una comisión que organizara el vía crucis catedralicio de ese año, comisión en la que participó el hermano mayor del Silencio, Sr. Godoy Fonseca.
Ese año, la comisión eligió la imagen del Stmo. Cristo de la Misericordia del Silencio, para que presidiera dicho vía crucis. Comenzó a las siete dela tarde con un enorme gentío que llenaba todo el espacio de la Catedral y la plaza de las Pasiegas, por aquellos que no pudieron acceder al interior del templo, participando todas las cofradías en el acto. Antes se había celebrado un setenario a Nuestra Señora de los Dolores y el rezo del ejercicio de las Cinco Llagas ante el Cristo de los Favores a las tres de la tarde con el Campo del Príncipe repleto de gente, sin temor a algunos incidentes ocurridos el año anterior y a pesar de una lluvia casi torrencial que caía.
No mejoró la seguridad y el temor que padecían los cofrades en lo que restó del año 1933. En agosto fue incendiada la iglesia de San Luis de los Franceses en el Albaicín, de la que aún solo quedan los muros y la torre, perdiéndose archivos, retablo e imágenes, entre ellas, el Cristo de la Luz, devoción centenaria del Albaicín. También, la iglesia de San Nicolás sufrió parecida suerte el año anterior, pero, al menos se pudieron salvar los extraordinarios tapices, que hoy podemos contemplar en el Museo de la Catedral. En la iglesia de San José, sede de la hermandad, se roció de gasolina su puerta, pero el incendio fue sofocado y no penetró en su interior.
Las circunstancias no había variado en 1934 y su Semana Santa se celebró en el interior de los templos. Las juntas de gobierno de la mayoría de la hermandades apenas funcionaban o estaban desorganizadas, determinándose por la Federación, tras un largo debate en el que se analizan los pro y contra sobre realizar o no las procesiones, se decide volver a la celebración del vía crucis en el interior de la Catedral. En esta ocasión vistieron los cofrades sus hábitos penitenciales respectivos, que se llevaron de sus casas para ponérselos en la sacristía de la misma. Solo la Cofradía del Señor de la Humildad faltó a aquel vía crucis, excusándola de los gastos.
En aquel vía crucis de 1934 se procesionó por la Catedral con la imagen del Cristo de la Esperanza del escultor Pablo de Rojas, que se encuentra en la Sala de Beneficiados. El vía crucis partió a las cinco de la tarde de la Capilla Real, dónde se habían concentrado los cofrades con sus hábitos. La imagen del Cristo de la Esperanza iba sobre el paso de plata de Nuestra Señora de las Angustias de Santa María de la Alhambra, realizado por Indalecio Ventura y que había sido estrenado unos años antes (1931). Desfilaron las cofradías que lo habían organizado con sus estandartes y hermanos por orden de antigüedad de menor a mayor: Favores, Angustias de la Alhambra, Rosario, Santa Cena, Rescate, Soledad y Vía Crucis; tras de ellas, la directiva de la Federación y el paso de Cristo de la Esperanza entre un silencio, solo acompañado de las piezas dolorosas que interpretaba la música de capilla; detrás, la autoridad eclesiástica y señoras de mantilla de la Santa Cena, Santa María de la Alhambra y la Soledad, finalizando la comitiva diputados y concejales de los partidos de derecha (29).
El Cristo de la Esperanza fue asomado a la candela de la puerta principal de la Catedral, para que los fieles que llenaban la Plaza de las Pasiegas lo pudieran admirar. Ese año volvió a verse desbordada de gente la Catedral; los fieles granadinos así respondían con esa enorme manifestación de fervor silencioso a la privación de su Semana Santa popular. Según don José Gómez Sánchez-Reina, testigo presencial, "la plaza se llenó de sollozos" (30).
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Cristo de la Esperanza en paso de la Virgen de la Alhambra en foto Torres Molina |
Con un poco menos revuelta la situación político-social se presentaba el año 1935. Ese año tomaba posesión del arzobispado de Granada, el Cardenal don Agustín Parrado, a cuya recepción acude la Federación de Cofradías en pleno. Las cofradías, dada la situación de más calma política, deciden en acuerdo la autoridad civil y eclesiástica que las procesiones se celebran en la Semana Santa de ese año. Sin embargo, no todas las hermandades estaban en condición de hacerlo, algunas se encontraban con juntas directivas incompletas o carentes de ellas. No había existido en aquellos tres últimos años conexión y reuniones entre sus miembros, en muchos casos, debido al temor de significarse públicamente como personas religiosas; tampoco contaban con medios económicos para afrontar los gastos de las procesiones.
No obstante, y a pesar de las diversas dificultades, los cultos de Cuaresma se celebraron en muchas hermandades y el quinario al Cristo de la Misericordia se ofició ese año de 1935 en la Catedral, adonde fue trasladada la imagen. Se celebró allí por ser un espacio más amplio que el templo de los Santos Justo y Pastor, donde se había oficiado en 1934. Gran cantidad de gente acudió al Quinario del Cristo de Mora, predicado por el Padre Camarasa, a quien el pùblico interrumpía con sus aplausos enfervorecido por su oratoria, interpretándose piezas musicales sagradas, como Jesús vivir no puedo, Coro Dulcífico o Plegaria del Nazareno.
Una razón pesó en los directivos para que esos dos años no se celebrarse el quinario en la sede de la hermandad, la parroquial de San José. Fue el temor a hacerlo en esta iglesia del Albaicín, quizá el barrio más revuelto y con más inseguridad de Granada en aquellos años y donde se habían producido más incendios de iglesias y tentativas. Tanto la Catedral como la Colegiata de Santos Justo y Pastor, por estar situadas en el centro de la ciudad, les ofrecían a la junta directiva más garantías de seguridad y la expectativa de que asistieran más fieles al culto del quinario, como efectivamente así ocurrió.
Con todas las precauciones de seguridad las cofradías granadinas pudieron celebrar en la calle la Semana Santa de 1935. Esta Hermandad del Cristo de la Misericordia se opuso en todos los debates previos a salir en estación de penitencia por la preocupación de exponer a tan valiosa imagen al peligro de algún atentado o irreverencia y por temor a que no se dieran las condiciones de respeto y recogimiento adecuadas al carácter de silencio de la procesión. Tampoco procesionó la Hermandad del Cristo de los Favores, por estar su sede ubicada en el Realejo, otro barrio que no le ofrecía a la cofradía en aquellos años garantía de total seguridad, además de la desorganización que padecía la hermandad. Sí, por el contrario, procesinó una hermandad que estaba en constitución en aquellos años, la del Cristo de la Expiración y María Stma. del Mayor Dolor (Escolapios). Esta cofradía en ciernes procesionó al Cristo de la Sangre, como único Crucificado de aquella Semana Santa, que se veneraba en la iglesia de San Ildefonso, aunque procedía del contiguo Convento de la Merced, y fue una de las imágenes de la antigua hermandad de la Sangre de Ntro. Señor Jesucristo con sede en aquel convento.
Salieron a realizar la procesión once hermandades en 1935 y fue el primer año en el que se instaló una tribuna oficial en la Plaza del Carmen, aunque dando su frontal a la calle de Reyes Católicos. No existía aún itinerario oficial y las cofradías accedieron a la tribuna, unas desde Puerta Real y otras desde la Gran Vía, según la situación de la iglesia que les era sede canónica.
Pero ese año de 1935 constituyó un paréntesis de una época, entre 1932 y 1939, sin procesiones de Semana Santa. Al inicio del año de 1936 la Federación y sus cofradías se estaban preparando para la Semana Santa de ese año. El arzobispo y el gobernador civil habían dado su autorización para las celebraciones procesionales, y este último había mandado una circular al comercio e industria de la ciudad para solicitar su colaboración. Pero antes de la Semana Santa, el 16 de febrero, ganó las elecciones el Frente Popular de izquierda, aunque no en Granada, pero el clima de agitación social se desencadenó en el mes de marzo con el incendio del día 10 de la iglesia albaicinera del Salvador, en el que la Hermandad del Vía Crucis perdió su imagen y gran parte de enseres. Otras imágenes de gran valor artístico perecieron en ese incendio, como Jesús del Mayor Dolor recogiendo su túnica, del escultor José de Mora. Asimismo, se incendió el Teatro Isabel la Católica y la sede del periódico Ideal de Granada, en la calle de San Jerónimo.
Con este clima social se desistió de las salidas procesionales en aquella Semana Santa de 1936 y solo se celebró el acto de las Cinco Llagas en el Campo del Príncipe, ante el Cristo de los Favores, que también se realizó en 1937 como única manifestación externa, acudiendo al acto, como era tradicional, el paso de la Soledad de Nuestra Señora.
Algunas cofradías decidieron ocultar sus imágenes y enseres ante el temor de que perecieran en los incendios, que en muchos lugares de Andalucía se intensificaron y generalizaron al declararse la Guerra Civil en julio de ese año. Gran parte del patrimonio escultórico, retablístico y de archivos parroquiales se destruyeron para siempre. No ocurrió así en la ciudad de Granada, sus pueblos de la Vega, el Valle de Lecrín, ni de parte de la Alpujarra, en los que no prosperó el Frente Popular.
En 1937 la Federación de Cofradías acordó realizar un vía crucis el Viernes Santo, no sabemos si externo o por el interior de la Catedral, procesionando la imagen del Stmo. Cristo de la Misericordia y concurriendo en él cofrades de todas las hermandades en traje de paisano, pero en esta ocasión fue la autoridad militar la que no dio su autorización por no estimarlo conveniente en las circunstancia de guerra civil por la que atravesaba la nación española.
No obstante, el Cristo de la Misericordia se trasladó a la Catedral, colocándole en el altar mayor entre bellas colgaduras, para ofrecerle el quinario anual que en esta ocasión fue predicado por el jesuita Mariano Ayala. Al siguiente año (1938), lo celebró en la iglesia de Santos Justo y Pastor, donde seguramente estaba la imagen en estos años por ser templo céntrico. El quinario fue predicado por el famoso orador sagrado Ignacio Corrops Pescompte, que vino de Zaragoza invitado expresamente para ello. El lunes siguiente hubo un multitudinario traslado de la imagen en el que se le ofrecieron sentidas saetas. Otras cofradías celebraron también sus quinarios y la del Santo Vía Crucis ofició este ejercicio penitencial en la iglesia de San Bartolomé por tener su sede, El Salvador, destruida (31).
También, se celebró en 1939 el quinario a la imagen del José de Mora en la iglesia de Santos Justo y Pastor y trasladándolo desde la de San José entre un inmenso gentío, en cuyo trayecto se cantaron numerosas saetas, presidiendo la comitiva el General Lacal. En dicha Iglesia-Colegiata de los Santos Justo y Pastor se vino celebrando el quinario en los siguientes años, colocándose la portentosa imagen presidiendo su presbiterio (32).
Ese año coincidió la terminación de la Guerra Civil (1 de abril) con la Semana Santa el 2 de ese mes fue Domingo de Ramos. No hubo tiempo ni organización para poder celebrarla, aunque volvió a salir el Viernes Santo la Soledad de Nuestra Señora al Campo del Príncipe ante el Cristo de los Favores y la Virgen de las Angustias, Patrona de Granada, fue sacada en multitud el Domingo de Resurrección, tal como lo hacía a mediados del siglo XIX, para la función del voto y procesión de acción de gracias por el final de la Guerra Civil y la función del voto de la ciudad. Volvió a su basílica al domingo siguiente. A ambas procesiones asistieron algunas cofradías, entre ellas, esta del Silencio.
En el mes de julio la hermandad hizo un llamamiento a los familiares de los hermanos fallecidos en la guerra, para que dieran sus nombres en la secretaría de la cofradía, en la calle Santa Escolástica nº 7, 2º, posiblemente para celebrar algún funeral por dichos difuntos.
Las cofradías tenían un año completo para organizarse y celebrar procesionalmente la Semana Santa de 1940.
SEGUNDA PARTE DE 1940 A LA ACTUALIDAD
(En elaboración)
Los años cuarenta
A principios de los años cuarenta del pasado siglo la hermandad del Silencio y la extraordinaria talla de su imagen titular se habían convertido en la principal en una de las principales referencias de la Semana Santa de Granada, tanto en el ámbito local como en el nacional, a cuya fama se unía la Hermandad de Santa María de la Alhambra, por su especiales singularidades como: su ubicación en el recinto real nazarita y el paso de su cortejo procesional por el bosque de la Alhambra; la especial personalidad y belleza de sus hábitos y enseres, diseñados por Luis de Vicente, únicos y originales en el ámbito cofradiero, a lo que se unía la portentosa calidad artística del conjunto escultórico de la imagen titular. Aquel año 1940 se uniría a dicha fama una tercera cofradía fundada el año anterior: la del Cristo del Consuelo de los Gitanos y su recorrido por el Sacromonte granadino.
Las cofradías habían tenido un año, desde la finalización de la terrible Guerra Civil, para recomponerse y reorganizarse. Pocos eran los recursos económicos y humanos con los que contaban, pero todas decidieron realizar sus estaciones de penitencia. Al frente de la Hermandad del Silencio continuaba como hermano mayor don José Godoy Fonseca, que era a su vez vicepresidente de la Federación de Cofradías, en cuyo domicilio de la calle Darrillo de la Magdalena nº 3 se anuncia a los cofrades, que allí habían de recoger el hábito (sayón de con cola negro, cíngulo de esparto, "frailera" o sandalia, calcetín color hueso y guante blanco). También, en ese año, la hermandad había contactado con la Jefatura del Estado para nombrar al General Francisco Franco Bahamonde hermano mayor honorario de la cofradía (33), cosa que aceptó, mandando cada año un representante a la procesión, que recayó en 1940 en la persona del General de la Guardia Civil, Álvarez Arenas, Director de la Academia de Infantería de Granada durante la contienda civil. Se continuó con la costumbre de estos nombramientos, que antes se dirigían a la Casa Real, consistentes en la designación de hermanos mayores honorarios a personas de relevancia política, y con el nuevo régimen a dicha Jefatura, generales y ministros del mismo.
Será en el Jueves Santo de estos primeros años de la década, es decir, de 1940 o, tal vez en 1941, cuando los soldados artilleros del 4ª Regimiento Ligero de Artillería de Granada comenzaron a llevar la imagen del Cristo de la Misericordia sobre sus hombros en la estación de penitencia, sucediendo en esta misión a los hermanos vestidos con hábito que tradicionalmente portaban la imagen. Parece que la razón de que los artilleros hicieran de portadores del paso estuvo en una promesa o voto que durante la Guerra realizó al Cristo el coronel jefe de dicho regimiento, Mateos Pablos, que, también, fue nombrado hermano mayor honorario de la cofradía. Cada año lo estuvieron llevando los artilleros, hasta que a finales de los años sesenta se contratará a costaleros profesionales, haciéndolo, después, las cuadrillas de jóvenes, creadas a finales de los años setenta, hasta la fundación de su cuerpo de costaleros en la década de los años noventa. Desde entonces, siempre el arma de Artillería ha enviado su representación y, actualmente lo hace la institución del Madoc, únicas fuerzas del ejército que quedan en la ciudad, después de perder ésta la Capitanía General de la 9º Región.
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El Cristo portado por artilleros. 1942. Diario Patria |
El ya famoso quinario al Cristo de la Misericordia se radió para que llegara a todos los hogares granadinos y lo celebró u ofició el jesuita, Padre Corrons. La hermandad continuaba imprimiendo severidad a su estación de penitencia, ordenando que el paso de la imagen no se detuviera por ninguna circunstancia, salvo las paradas de descanso, ni aun durante el canto de las saetas, rogando a los fieles y público que no aplaudieran a los "cantaores", para mantener el silencio debido y, de lo contrario, la imagen se alzaría y continuaría su recorrido.
En esa primera estación de penitencia después de la guerra la hermandad salió de la iglesia de San Pedro y se encerró en su sede de San José, accediendo a la misma por la Calderería, entonces exenta de actual comercio de teterías y tiendas de "souvenirs" marroquíes. Desde la Carrera del Darro fue hacia la Gran Vía, Cárcel Baja, Pie de la Torre de la Catedral, Capuchinas, Trinidad, Mesones, Puerta Real, Reyes Católicos (tribuna), Plaza Nueva, Elvira, Calderería y Grifos de San José, itinerario que seguirá en los siguientes años.
Una comisión de la Federación de Cofradías, a cuyo frente se encontraba su presidente, don Santiago Valenzuela, y el vicepresidente, Sr. Godoy Fonseca, hermano mayor del Silencio, se entrevistó con don Agustín Parrado, arzobispo de Granada (cardenal en 1946), con la finalidad de solicitarle por vez primera la autorización para que realizaran las cofradías estación ante el altar mayor de la Catedral y fijar un itinerario oficial en la calle de Reyes Católicos, también por vez primera, para las procesiones de Semana Santa. Parece que ninguna de las peticiones fue atendida por la autoridad eclesiástica, que, por el contrario, sí dictó la prohibición de la que cofradías se encerraran en horas de la madrugada, lo que provocó la protesta de ciertas cofradías, como esta del Cristo del Silencio, cuya salida se iniciaba, precisamente, en la madrugada del Viernes Santo, y en gran parte de ellas a partir de las diez de la noche. Estos horarios tardíos se habían adoptado en muchas cofradías para permitir que sus hermanos, comerciantes y trabajadores en general, pudieran asistir a la estación de penitencia sin que ello afectara al desempeño de sus trabajos. No obstante, los anteriores razonamientos expuestos al Arzobispo, la mayor parte de las hermandades tuvieron que adelantar sus horarios, excepto la Soledad, que por su antigüedad, se le fijó como hora de salida la 21:30 horas. A ésta del Silencio se le asignó como hora de salida las 20:30 horas, horario que se siguió manteniendo algunos años desde la Semana Santa de 1941.
También, el arzobispo decretó determinadas medidas de austeridad en las hermandades, entre ellas, que se destinaran a los pobres parte de sus recursos económicos, lo que esta hermandad trató de cumplir, repartiendo en 1941 entre los pobres del barrio del Albaicín una cantidad empleada en comestibles igual al presupuesto dedicado a la procesión (34).
La hermandad en estos años de la década de los cuarenta seguía celebrando sus juntas en los locales de la Real Sociedad de Amigos del País, en la calle de Duquesa frente a la calle Cuenca y sus oficinas las seguía teniendo en la calle de Reyes Católicos 32, algo semejante a lo que hoy serían las casas de hermandad, locales que sólo se podían permitir cofradías con cierto desahogo económico. Allí continuaría aun sus juntas en la década de los cincuenta.
En 1942 se vuelve a celebrar el quinario en la iglesia de los Santos Justo y Pastor, por el padre Corrons, con los correspondientes traslados de la imagen desde San José a dicha iglesia. La cofradía estrenará ese año unos escudos bordados en seda y oro para los hábitos de los hermanos, que sustituirían a los que hasta ese momento llevaban que eran de "litografía", probablemente sería algo parecido a la serigrafía actual. Parece ser, que ese año solo los estrenarían los mayordomos, siendo una donación de la familia Guzmán.
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Granada Gráfica. Foto Torres Molina
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La cofradía, que aun no había podido en 1942 regresar a su horario habitual de la madrugada del Viernes Santo, volvió a salir el Jueves Santo a las 20:30 horas, alargando su itinerario para no interferir con la de las Angustias de la Alhambra. Después de recorrer la Carrera del Darro, Plaza Nueva y Gran Vía siguió hacia la calle de Azacayas, Cobertizo de la Botica, Duquesa, Mesones, para ir a la Plaza de Bibrambla, Salamanca, Reyes Católicos y Plaza Nueva para subir a San José por Cárcel Alta y San Gregorio. A parte de la representación del Jefe del Estado por el Director General de la Guardia Civil, asistieron las principales autoridades locales y provinciales, como José Luis Valverde Márquez, secretario de sala de la Audiencia, que había sido el anterior hermano mayor de la hermandad y era fiscal de la Audiencia; el Rector de la Universidad, Marín Ocete; el Presidente de la Diputación; Gobernadores Civil y Militar; tenientes de alcalde...etc.
En estos años el quinario al Cristo de la Misericordia se celebraba, como se ha dicho, en la iglesia de Santos Justo y Pastor (Colegiata), pero en 1943 volvió a celebrase en la Catedral, adonde se trasladaba la imagen, como se hacía en algunos años de finales de la década de los treinta. Ese año presidiría la procesión el alcalde de Granada don Antonio Gallego y Burín en representación del Jefe del Estado.
Al año siguiente (1944), también había sido trasladada la imagen para el quinario a la Colegiata, de Santos Justo y Pastor, que finalizado, se llevó la imagen en procesión a la Catedral el Viernes de Dolores, 31 de marzo a las seis de la tarde, junto con la de la Soledad de José de Mora (Dolorosa Servita) a sus pies. La finalidad fue celebrar una rogativa para la pronta terminación de la Segunda Guerra Mundial y por las intenciones de S.S. el Papa. La procesión de rogativa realizó un amplio itinerario, dirigiéndose hacia a calle de San Juan de Dios por San Jerónimo, Gran Vía, Cárcel Baja, plaza de la Trinidad, Mesones y Marqués de Gerona a la Catedral, donde el acto correspondiente fue presidido el arzobispo. Días antes, se avisó a los cofrades que quisieran portar las imágenes y a la sección de romanos de la hermandad del Santo Sepulcro, de la que era titular la Virgen Servita de Mora, para que acudiesen a la medición de talla en la Eléctrica Robles, en Reyes Católicos 33.
Aun ese año no se había resuelto el problema de la coincidencia en Plaza Nueva con la Hermandad de la Alhambra y tardaría años en resolverse. La austeridad con el apagado de las luces en las calles chocaba con la magnificencia, fastuosidad y brillo de la de las Angustias de la Alhambra (ésta a su regreso sufría el "apagón" de luces al paso del Silencio). Aunque dicho año se llegó a un acuerdo entre ambas cofradías, las denuncias de la hermandad alhambreña ante la Federación de Cofradías se venía repitiendo cada año (35). Ese de 1944 la hermandad estrenó el guion con el escudo de la cofradía bordado sobre terciopelo negro en hilo de oro, con pedrería y fleco de oro, que fue realizado por las monjas dominicas del convento granadino de Santo Domingo.
En febrero de ese año (1944) se acuerda por la Federación la obligatoriedad de las cofradías de pedir la venia para su paso por la tribuna oficial, fijándose el horario de entrada y salida del itinerario oficial. Este asunto de la venia no va a dejar de causar problemas entre la Federación y algunas cofradías, como la del Santo Sepulcro, que se negará sistemáticamente a solicitarla, cosa que hará hasta tiempos relativamente recientes. Alegaba dicha hermandad ser de gran antigüedad y que su procesión era la oficial de la Semana Santa de Granada, en la que participaban todas las autoridades, considerándose por ello exenta de pedir dicha venia. En estos años Hermandad del Santo Sepulcro hacía su salida desde la Catedral (36).
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1944. Foto de Dr. Fernando Mª. Abras Roca. Historia Gráfica... M. Lirola y F. López
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En 1945 parece que la Cofradía del Silencio estrenó hábitos, pues el año anterior había realizado un encargo de telas para ellos, que fueron recibidas a finales de marzo de 1944. Seguramente, después de la Guerra Civil el número de hermanos habría aumentado considerablemente, en esa nueva etapa en la que se fundaron también varias cofradías, en lo que fue la segunda oleada fundacional de cofradías de la Semana Santa Granadina actual.
Las prohibiciones o limitaciones que el arzobispo don Agustín Parrado había decretado para las hermandades se fueron relajando y éstas empezaron a no cumplir los horarios tempranos que se habían indicado por autoridad eclesiástica. Así, esta hermandad del Cristo de la Misericordia en la Semana Santa de 1945 fijó su hora de salida a las diez de la noche para pasar por la tribuna a las doce, atrasando hora y media su momento de salida con respecto a la de los anteriores años. Fue una Semana Santa en la que brillaron las cofradías con gran esplendor, a pesar de que los problemas de financiación eran acuciantes, para lo que se constituyó en la cuaresma de 1946 una comisión Pro-Semana Santa, para tratar de resolver dichos problemas.
En vista de que el atraso en 1945 de una hora y media en la salida de la cofradía no llevó consigo ninguna amonestación por parte del arzobispo, el Jueves Santo de 1946 se retrasó la salida una hora más, es decir, la hermandad salió a las once de esa noche de la iglesia de San Pedro. Se iba acercando a su horario tradicional de la madrugada del Viernes Santo. Ese año la hermandad aceptó que se cantaran saetas a la imagen, pero ésta no detendría su marcha durante el tiempo del canto.
1946 fue el año en el que la Federación modificó, de acuerdo con el Ayuntamiento, el sentido de la tribuna oficial, para instalarla delante de la fachada de la Casa Consistorial, en vez de dar cara a la calle de Reyes Católicos, como ocurría hasta el momento. Era el segundo itinerario oficial desde que éste se estableció en 1942. Ello llevó consigo que las hermandades entraran en la Plaza del Carmen por vez primera por la calle de Navas. La del Silencio accedió a dicha calle por la de Ganivet, entre derribos y tapias de solares, pues en esos años estaba formándose dicha calle, y la del Cuadro de San Antonio. Por lo demás, seguía manteniendo su itinerario de bajar por la calle Cárcel Baja, Trinidad y Mesones.
Ese año de 1946 la directiva de la Federación de Cofradías, presidida por el hermano mayor de la Sentencia, Luis González Rodríguez, eligió como motivo pictórico del cartel de la Semana Santa a la procesión del Silencio. Ya el de 1940, con una pintura de Párrizas, parece claramente que se aludía a la procesión de esta hermandad, con nazarenos de capirotes negros por la Carrera del Darro y un crucificado un tanto difuminado en la lejanía, teniendo al fondo de la iglesia de San Pedro y San Pablo. Este cartel de 1946, editado por Anel, sí refleja la imagen del Cristo de Mora en plano más cercano, al pasar la procesión por dicha Carrera y con la iglesia, asimismo, al fondo.
Fue costumbre en la Semana Santa de Granada, desde los años veinte del pasado siglo, que las cofradías enviaran mayordomos que las representaran en la procesiones de otras hermandades, cosa que con el tiempo tuvo su problemática y diversidad de criterios en cuanto a las formalidades que se debían de seguir con estas representaciones. Estos mayordomos representantes, ataviados con sus respectivos hábitos, se colocaban delante del paso titular de cada cofradía, formando un arco e imprimiendo cierto colorido a esa zona de la procesión. Con el tiempo, se fueron relajando las normas y muchas cofradías no enviaban mayordomos como representantes, sino a otros hermanos e, incluso, a niños, existiendo disparidad de criterios en cuanto a si habían de ir con hábito o de etiqueta. En 1946, la Federación trato de uniformar criterios, acordando que las representaciones cofrades fueran con sus respectivos hábitos y no con traje de etiqueta, acuerdo al que se opuso la Hermandad del Silencio, la de los Favores y la de la Aurora.
Lluviosa se presentó la Semana Santa de 1947 en la que varios días como el Domingo de Ramos, Lunes, Miércoles, Jueves y Viernes Santos la inoportuna lluvia deslució muchas estaciones penitenciales, hizo quedarse en sus templos o cambiar el día, como a la de los Favores. En esa época no existía la rigidez de hoy, en que una vez suspendida la procesión no pueda salir hasta el año siguiente.
El Jueves Santo la procesión del Silencio se pudo celebrar, pero la lluvia la interrumpió cuando la hermandad discurría por la tribuna oficial y el Cristo de la Misericordia iba por la calle de San Matías, teniendo que refugiarse la imagen y cofrades en el Ayuntamiento. No se pudo conseguir una tela impermeable para proteger a la imagen hasta su paso por la calle de Navas, aunque los artilleros aceleraron el paso para llegar con el Cristo al zaguán del Ayuntamiento (37). Allí esperó la Hermandad hasta que escampó para continuar su marcha entre una inmensa muchedumbre que lo acompañó hasta Plaza Nueva. En ésta, un niño le ofreció varias saetas, y muchos devotos siguieron al Cristo hasta la iglesia de San José, donde llegó a las cuatro de la madrugada. Parece que fue la primera vez que le llovió a la portentosa imagen y, desde entonces, la hermandad afianzó su propósito de suspender la procesión ante el menor atisbo de que pueda presentarse la lluvia.
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1947. Cristo del Silencio refugiándose en el Ayuntamiento. Fot. Torres Molina y archivo de Jorge Martínez
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Otra vez, en 1948, la imagen del Cristo de la Misericordia vino a protagonizar el cartel oficial de la Semana Santa. Como era costumbre desde que en 1931 se instauró por la Federación la elaboración de un cartel oficial de la Semana Santa de Granada, dichos carteles siempre habían sido representaciones de carácter pictográfico, y siguió siéndolo este de 1948, encargándose de pintarlo el afamado pintor José Carazo. Era un cartel sencillo, pero de gran belleza, al evocar ese Jueves Santo en una penumbra alumbrada por la Luna y por un cielo estrellado, bajo el que se resalta un primer plano del torso del Cristo de la Misericordia, tumbado como en los traslados y orlado de golondrinas que elevan sus alas de luto hasta el Cielo y, al fondo, difuminadas, aparecen las torres de la Alhambra.
En 1949, el quinario al Cristo se celebró en la iglesia albaicinera de San José, sede de la Hermandad. Ocho años habían pasado sin realizarlo en este templo, para celebrarlo en el templo de los Santos Justo y Pastor (Colegiata), a excepción de los que hemos señalado al principio de la década que se celebraron en la Catedral.
El Jueves Santo de finales de los cuarenta se desarrollaba con solo dos procesiones, pero ambas eran de las más emblemáticas de la Semana Santa de Granada: la de Santa María de Alhambra y la del Silencio. Ésta no había recuperado aún su horario de salida de la madrugada, pues el nuevo arzobispo, don Balbino Santos Olivera, no demasiado favorable a las cofradías, seguía manteniendo el horario de salida de la hermandad a las 11 de la noche (38). Pronto se les uniría al Jueves Santo la Hermandad del Cristo de los Favores, que parece haberlo hecho en 1949, pasando del Miércoles Santo al Jueves Santo.
La década de los años cincuenta
Como hemos anticipado, el control e intervención en las cofradías que había desarrollado el Cardenal don Agustín Parrado, que murió en 1946, a los pocos meses de obtener el capelo cardenalicio, lo siguió manteniendo e, incluso, endureciendo su sucesor Mons. Balbino Santos Olivera. Ambos prelados contaban con la férrea disciplina del consiliario de la Federación, el padre Fernández Arcoya, persona de gran carácter, pero, también, de gran entrega, pero, también, desempañaba una significativa mediación entre el arzobispado y las cofradías.
Al inicio de la década se mantenía el conflicto de interferencia en Plaza Nueva de las cofradías de la Alhambra y del Silencio, insistiendo ésta para resolverlo volver al horario de salida a las doce de la noche, sin obtener resultado su pretensión. La cofradía de la Alhambra, a quien se le propuso acceder a la tribuna por la calle de San Matías, mientras la del Silencio seguiría por la Gran Vía y calle de la Cárcel, alegó que los alrededores de esas calles estaban llenas de prostíbulos, cosa poco edificante para que por ellas pasara la procesión. Parece que, en realidad, la hermandad alhambreña no deseaba pasar por dicha calle por considerarla estrecha dada la magnificencia de su procesión. Finalmente, da la impresión que se llegó a un acuerdo, pues en el programa de 1952 el itinerario de la Hermandad de la Alhambra no pasaba por la calle de San Matías, accediendo al itinerario oficial por el Zacatín, Bibrambla, Mesones, Ganivet y Cuadro de San Antonio.
Tampoco, la del Silencio consiguió salir a las doce de la noche, incluso parece que intentó cumplir con lo ordenado primitivamente por el arzobispo Parrado de salir a las diez y media de la noche. La hermandad, como medida de presión, acordó no salir el Jueves Santo de 1951; después, reconsiderando su postura, sí realizó la estación de penitencia de ese año (39).
Ese año de 1951 en la renovación de cargos de la junta directiva de la Federación de Cofradías resultó elegido como presidente de la misma a don Inocencio Romero de la Cruz, hermano mayor de la Hermandad del Silencio, que no llegó a tomar posesión de su cargo por renunciar a él. Ante esta renuncia, el arzobispo don Balbino rogó al presidente saliente, don Ramón Contreras Pérez de Herrasti, que continuara en el cargo hasta que se pudiera elegir nuevo presidente (40), lo que se hizo en 1952 en la persona de don José Sánchez Reina, hermano mayor de la Santa Cena.
La hermandad ya no celebraba el quinario en la iglesia de los Santos Justo y Pastor, pasando a realizarlo en su sede de San José, efectuando el traslado a la iglesia de San Pedro y San Pablo el Miércoles Santo a las 13 horas, para su estación de penitencia, tal y como se ha venido haciendo hasta nuestros días, aunque en las últimas décadas el horario del traslado se adelantó a las 10:30. En la celebración de dicho quinario el templo quedaba totalmente a oscuras con solo la iluminación de unos cirios junto a la imagen y actuando una capilla de música sacra.
La amenaza de lluvia impediría la salida de la Hermandad del Silencio el Jueves Santo de 1952, la experiencia del año 1947 sirvió de prevención a la junta de gobierno para suspender la procesión. Finalmente, parece que no llovió pues la de las Angustias de Santa María de la Alhambra pudo realizar su recorrido procesional sin impedírselo el fenómeno meteorológico. El Cristo de los Favores tampoco salió, su procesión regresó apenas había salido, pero con la esperanza de hacerlo el Viernes Santo en la magna procesión que se organizó ese día para conmemorar el 25 Aniversario de la fundación de la Federación de Cofradías (1927-1952), y en la que iba a representar el misterio de la Crucifixión. Finalmente, tampoco pudo salir dicha magna procesión por impedirlo la lluvia que hizo que los pasos no pudieran llegar a la Catedral, desde donde tenía su salida.
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El Silencio por el Puente de Castañeda. "Granada Gráfica" abril 1952
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El Jueves Santo de 1953, una nueva y cuarta hermandad se unió a las tres existentes ese día: la de los estudiantes, con sede en la iglesia de los Santos Justo y Pastor, pero con salida desde la contigua Universidad, procesionaron al Cristo de San Agustín. Fue el único año que lo hicieron, pues un retraso en la devolución de la imagen a su convento del Santo Ángel Custodio motivo el que no obtuvieran el permiso de las monjas para volverlo a procesionar.
Antes de la Semana Santa de 1954, el Viernes de Dolores, la hermandad nombra hermano mayor honorario a don José Godoy Fonseca, tantos años hermano mayor de la cofradía y lo había sido, también, durante la Guerra Civil y la República. Asimismo, el que fue secretario de la hermandad, Andrés Molina Fernández se nombre secretario honorario perpetuo de la misma. También, la hermandad decide reformar la capilla del Cristo, para lo que se convocó un concurso de bocetos. La primera reforma se había realizado en 1924, según el proyecto del escultor Manuel Garnelo y Alda y otra que se realizó en 1927.
La capilla quedó, básicamente, como la hemos conocido después. Dicha capilla, que fue una fundación de Sancho Méndez de Espinal y su esposa Isabel Méndez de Salazar; a finales del siglo XIX aun pertenecía a un miembro de esta familia, el doctor Alonso Méndez de Salazar. Tenía en el lado derecho un retablillo de ángeles y frente a él, en el lado izquierdo, un retablo gótico de trípticos con tablas flamencas de la Asunción y el Calvario en el centro y, a los lados, la Flagelación y Quinta Angustia; el Nacimiento de la Virgen, la Visitación, Martirio de San Bartolomé y Predicación del Bautista con las pinturas orantes de los patronos de la capilla, los Núñez de Salazar, todas ellas atribuidas al pintor flamenco, Pedro de Cristo, realizadas entre 1509 y 1530. Delante del retablo una estatuilla de San Sebastián del arte alemán de finales del siglo XV (41).
También, ese año (1954) se aprobó realizar un nuevo paso para el Cristo de la Misericordia de gran austeridad, pero construido con ricas maderas, que no se verá hasta varios años después.
En marzo de 1956, poco antes de la Semana Santa, falleció el que fue hermano mayor de la hermandad y Delegado de Hacienda, don José Godoy Fonseca; fue su sepelio una gran manifestación de duelo en la que figuró el estandarte de la cofradía abriendo el cortejo fúnebre. Esa Semana Santa fue bastante lluviosa, a excepción de lunes y el martes, que a pesar de la inseguridad del tiempo pudieron salir las cofradías de esos dos días, no así ocurrió a partir del miércoles, que ninguna de las tres hermandades pudo hacer su estación de penitencia, algunas la retrasaron al Viernes Santo, a las que también se lo impidió la lluvia. El Jueves Santo la Hermandad del Cristo de la Misericordia, suspendió de antemano su procesión, atreviéndose a salir solo la de Santa María de la Alhambra a la que le llovió en varios momentos. No cejó la lluvia en la Semana Santa siguiente de 1957, aunque los claros dejaron salir a las hermandades, presentándose el Jueves Santo despejado, permitiendo que el público y las cofradías disfrutaran de sus estaciones penitenciales.
Por vez primera, para la Semana Santa de 1958 se elige por la Federación de Cofradías una fotografía para el cartel oficial de la Semana Santa; antes solo habían sido pinturas las que lo ilustraban. La imagen elegida para dicho cartel fue una fotografía del Cristo de la Misericordia del Silencio, realizada por Choin, según una exposición de carteles celebrada a principios del siglo XXI. Sin embargo, según el acta de la Federación de Cofradías de 30 de noviembre de 1957 la foto se encargó al estudio fotográfica más famoso de la época, el de Torres Molina. Ese año (1958) la lluvia hizo que la hermandad suspendiera su estación de penitencia, aunque sí la pudieron realizar la del Cristo de los Favores y la de Santa María de la Alhambra.
Mediados los años cincuenta, la hermandad dejó de realizar sus juntas en el edificio de Amigos del País, pasando a celebrarlas en los locales de la Cámara Provincial del Comercio, sita en la Acera del Casino, a la altura de la Fuente de las Batallas, pero seguía manteniendo como casa de reuniones de hermanos y directivos el llamado "El Cuartillo", en Reyes Católicos 12-1º, verdadera "capillica" que desempeñaba esta función desde la fundación de la hermandad. Esta contaba por esos años con más de 500 hermanos, realizando la estación de penitencia unos doscientos; no obstante, la procesión era extensa al llevar los nazarenos las colas del hábito extendidas, lo que propiciaba una separación entre ellos de unos tres o cuatro metros. La hermandad creció en estos años hasta contar con 750 hermanos a principios de la década de los años sesenta, participando en la procesión cerca de 300 hermanos.
Probablemente, el nuevo paso del Cristo a construir a que se refería el acuerdo de la junta de gobierno de la hermandad en 1954, sería el estrenado en la Semana Santa de 1959, para lo que convocó un concurso de bocetos. Se trataba de un paso austero en madera de caoba, que se le cubrió con un calvario de claveles rojos, andas que en 1966 cambió la cofradía por las actuales.
En esa Semana Santa de 1959 la Federación de Cofradías optó por cambiar la tribuna a la calle de Ángel Ganivet, con el fin de solucionar el paso por la esquina que forman las calles de San Matías y Navas, que por la estrechez del lugar tenían dificultades los pasos de grandes dimensiones, como los de la Hermandad de la Virgen del Rosario, a la que muchos años se le rompían allí los candelabros de esquina. Era la primera vez que se cambiaba la tribuna oficial de la Plaza del Carmen, pero pronto regresaría a este lugar.
A principios de los años sesenta, habían sido hermanos mayores honorarios: los Príncipes de Asturias; el General Franco, Jefe del Estado; el General Álvarez Arenas; el Duque de San
Pedro de Galatino; el Conde del Padul; el político granadino Natalio Rivas Santiago, ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes: Miguel Rodríguez Acosta, banquero; Monseñor Guevara Horcas, fundador de la hermandad; José Godoy Fonseca e Inocencio Romero de la Cruz, hermanos mayores de la cofradía, y el Regimiento de Artillería de Granada.
1959 es el primer año de que se tiene noticia de la instauración del besapies al Cristo de la Misericordia, realizado el Viernes de Dolores en la iglesia de San José, acto que se llevó a efecto después de finalizar su famoso quinario. El Miércoles Santo a la una de la tarde se realizaría el traslado en angarillas a la iglesia de San Pedro para preparar su paso para la salida penitencial de las doce de la noche del Jueves Santo, tal y como se realiza actualmente. Ya, desde 1957, la hermandad había conseguido que se le autorizara volver, después de muchos años, a realizar su salida estatutaria de las 12 de la noche, discurriendo su procesión en la madrugada del Viernes Santo, aunque de hecho, siempre había transitado en dicha madrugada.
En la Semana Santa de 1961 se incorporó a su itinerario la mítica calle Elvira hasta su confluencia con la calle de la Cárcel Baja, bajando por ésta hasta la Plaza de la Trinidad, Mesones, Puerta Real y Ganivet. No pasó por Cuadro de San Antonio, alargando su itinerario por la Plaza de Mariana Pineda y San Matías y entrando en la tribuna por la de Navas, para seguir el itinerario habitual hasta la Calderería.
En 1962, vuelve a prohibir el arzobispado, cuyo titular era don Rafael García y García de Castro, las las procesiones después de las doce de la noche, con la consiguiente protesta de las hermandades del Silencio y de Santa María de la Alhambra, que tras una reunión con el prelado se consigue por dichas hermandades que se les autorice a encerrarse después de las doce.
Al año siguiente (1963) la Federación de Cofradías presenta a la autoridad eclesiástica una nueva petición para que se le autorice la entrada en la Catedral para que en ella hicieran estación las hermandades. Era el cuarto intento desde la fundación de ese organismo, encargándose el hermano mayor del Silencio, don José Alemán Marín, de sondear sobre el tema al cabildo catedralicio, que le dio ciertas esperanzas de conseguir la pretensión. Con estas expectativas la Federación presentó formalmente su petición a través de una comisión de directivos a los que se les denegó de forma oficial la entrada en la Catedral, alegando que había acuerdos anteriores en ese sentido (42). El Sr. Sánchez Reina propuso que se hiciera en sustitución un altar en la Gran Vía, detrás de la sacristía de la Catedral, donde se hiciera estación, pero parece que no se llegó a un acuerdo.
Al año siguiente de 1964 se comenzará a consolidar la opción de fotografía para el cartel de la Semana Santa de Granada y será también, como ocurrió en 1958 (primer cartel de fotografía), la imagen del Cristo de la Misericordia, discurriendo por la Carrera del Darro a poca distancia de la iglesia de San Pedro y con la Alhambra iluminada de fondo, fue la foto elegida como cartel anunciador de la Semana Santa. Después, le seguirán varios años con esta modalidad artística. La Federación de Cofradías había organizado a través del Delegado de Propaganda de la misma, Sr. Rivas Anías, y del hermano mayor de la Sentencia, Sr. González Rodríguez, el primer concurso fotográfico durante las Fiestas de Otoño de 1963 para la elección del cartel de 1964, siendo elegida la citada fotografía del fotógrafo Ferrer, que llevó a imprenta la Litografía Anel.
En estos años primeros de la década de los sesenta la hermandad hace más corto su itinerario y horario (2:30 horas), quizá con la idea no encerrarse a altas horas de la madrugada; ya el libreto oficial de horarios e itinerarios de 1965 se había suprimido su tradicional recorrido por la calle de la Cárcel Baja, Trinidad, Mesones y Ganivet, para entrar en el itinerario oficial por la calles de la Colcha, San Matías y Navas, como hasta el momento se viene haciendo. Quizás, eran años de comienzos de la crisis de las cofradías, que duraría más de quince años, en una época en la que la gente tenía como novedad la televisión, que había llegado masivamente a los hogares, y otro sector de la población se retiraba a las localidades costeras. Las cofradías veían casi desiertos sus recorridos de madrugada, a excepción de los encierros que convocaban a los más entusiastas, como ocurría en el caso de esta hermandad, que siempre veía rebosante la pequeña placeta de la iglesia de San José.
El paso de caoba, estrenado en 1959, no cubría las expectativas que la junta de gobierno tenía para procesionar a tan prodigiosa imagen y pronto se pensó en sustituirlo por otro de mayor valía artística. La ejecución del canasto, que fue lo primero en realizar, fue encargada al tallista y escultor granadino Jiménez Mesa, que algunos años antes había realizado la Virgen de las Penas, encargándose de la ebanistería los Hermanos Romero Camero. El estilo elegido para dicho canasto fue el renacentista, de tanta importancia en Granada, cuyo pasado artístico nos legó monumentos, como la Catedral, el Hospital Real, la Real Chancillería, el Monasterio de San Jerónimo o el Palacio de Carlos V. Lleva medallones en marfil con el escudo de la cofradía; capillas alrededor que cobijan las imágenes del apostolado, también en marfil tallado, como lo son las cartelas con escenas de la Pasión (Jesús ayudado por el Cirineo, la Flagelación, la Coronación de espinas y la Oración en el Huerto), todo ello tallado por Jiménez Mesa. Dicho canasto, que actualmente procesiona y que se completó pasados los años con un respiradero, es sobre el que actualmente marcha la soberbia imagen del Cristo de Mora.
Se estrenó dicho canasto el Jueves Santo de 1966, debiendo la hermandad, por las dimensiones del nuevo paso, de modificar su recorrido tradicional de recogida por el Albaicín. Fue motivado este cambio por la estrechez y dificultad de la calle Grifos de San José de dicho barrio. Por ello, la procesión al regreso a su templo de San José, fue por la calle de Elvira hasta la puerta o arco de este nombre y subió por la Cuesta de la Alhacaba, hasta el Carril y Mirador de la Lona, y por la plaza de San Miguel bajó a su templo por las calles Cauchiles y de San José Alta; es decir, por la parte superior del Albaicín.
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Canastilla del Cristo del Silencio realizada en 1966 (Fot. Guzmán Úbeda)
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Un Jueves Santo lluvioso se presentó en 1968, que hizo que la hermandad suspendiera sus estación de penitencia con varias horas de anticipación a su salida, lo que mereció la protesta del secretario de la Federación de Cofradía, don Narciso de la Fuente, que elevó una moción para que dicho organismo cofrade tomara un acuerdo por el que sólo se podía suspender la estación de penitencia si a la hora de la salida procesional estaba lloviendo en dicho momento. Al año siguiente la Federación creó una comisión de vigilancia para que se cumpliera tal acuerdo. De forma paradójica, al año siguiente la Federación multó a la hermandad de la Soledad por esta causa con pérdida de la aportación económica y felicitó a la hermandad de los Ferroviarios, que salió con amenaza de lluvia, fenómeno que se hizo efectiva durante el trayecto procesional de dicha hermandad, e hizo que las monjas de la Encarnación, propietarias de esta imagen, atribuida a Diego de Siloé, dejaran de prestársela a la cofradía (43).
No le faltaban motivos a la Cofradía del Silencio, muy celosa y consciente de la valía de la imagen, para suspender la procesión de 1968 ante la amenaza de lluvia, pues el año anterior la talla del Cristo estuvo formando parte de la exposición conmemorativa del Tercer Centenario de la muerte de Alonso Cano (1667-1967), que se celebró en el Hospital Real. Las condiciones de sequedad de las salas de dicho edificio hizo que durante el tiempo en que allí estuvo expuesta sufriera deterioro en su policromía y ensamblajes. Quizá fuera éste el motivo por el que en la Semana Santa de 1969 la hermandad decidió que la imagen la procesionaran los artilleros tumbada sobre el calvario de su nuevo paso y se suprimió su recorrido por el Albaicín, no llegando a su sede de San José y regresando a iglesia de San Pedro.
La Hermandad del Cristo del Silencio no regresaría ya a la iglesia de San José, sino que en lo sucesivo, salvo los años que se encerraría en la iglesia de San Nicolás y un año en San Bernardo, de lo que trataremos en su tiempo, haría su salida y regreso a la iglesia de San Pedro, aunque siempre mantendrá su sede canónica en la de San José, donde se venera su titular, el Cristo de Mora, y allí seguirá celebrado sus quinarios.
La década de los setenta: crisis y comienzo de un nuevo ciclo
El Jueves Santo de 1970 se incorporó al Jueves Santo la Cofradía del Cristo del Consuelo "Gitanos", pero de manera puntual, pues ese día Televisión Española iba a retransmitir para toda España su procesión y la de Ntra. Sra. de las Angustias de Santa María de la Alhambra. No pudo resultar peor el acontecimiento, pues una lluvia abundante y persistente hizo que la procesión de los gitanos, que había salido ese año de San Miguel el Bajo, en el recorrido que estaba haciendo por el Albaicín se refugiara en San Nicolás, cayendo el agua por toda la escultura del Cristo de Risueño; incomprensible negligencia el no haber cubierto la imagen con algún plástico mientras la televisión rodaba la escena, cosa que hubiera sido escandalosa en nuestro tiempo. La procesión de Santa María de la Alhambra sólo salió a la puerta de su iglesia, sin traspasar su umbral, mientras televisión filmaba a la Virgen en la puerta de la iglesia entre una cascada de lluvia. Por supuesto, esta cofradía del Cristo de la Misericordia tuvo que suspender su procesión ese año, aunque no estaba en el programa de retransmisiones. Una de las contadas ocasiones en las que Televisión Española tuvo a bien rodar un día de la Semana Santa granadina, que resultó fallida.
En la Semana Santa de 1971 la imagen del Cristo de la Misericordia volvió a procesionar tumbada sobre su paso y portada por los soldados de Artillería, último año en que lo harían, pues ya en 1972 no lo procesionaron dichos militares. Tampoco, regresó a la iglesia de San José, sino que se encerró en la iglesia de San Pedro, de donde había salido. Se perdieron, de momento, aquellas bellas y casi mágicas visiones de la procesión por las cuestas y callejas albaicineras en la madrugada de la primavera granadina.
Reportaje del traslado de 1969 desde San José a San Pedro. Fotos. A.Padial
Por estos años era hermano mayor de la Cofradía del Silencio José Alemán Marín, que fue comisionado en 1971 por la Federación de Cofradías para tratar de restablecer la Hermandad del Cristo de la Buena Muerte y Ntra. Sra. del Amor y del Trabajo (Ferroviarios). Esta cofradía se hallaba prácticamente desaparecida desde que en 1969 los fuertes chaparrones que padeció la hermandad en la calle hicieron que las monjas del monasterio de la Encarnación le retiraran la imagen siloesca del Cristo. Este asunto sería la puntilla que causó la conmoción en una cofradía que venía arrastrando una decadencia apreciable en los últimos años. Las gestiones del Sr. Alemán Marín no dieron el fruto deseado y la cofradía de los ferroviarios quedó prácticamente disuelta y sin cultos durante los siguientes diez años. Eran, por otra parte, años de crisis en las cofradías que se vieron faltas de recursos económicos, de hermanos y de apoyo por las instituciones, de las autoridades y del pueblo granadino en general.
La Hermandad del Silencio, pese a la escasez de medios económicos, que como a otras cofradías igualmente le afectaba, seguía realizando su estación de penitencia con la misma severidad y recogimiento que la caracterizaba. Como su impronta principal la ofrecía su incomparable imagen y el clima misterioso y fascinante de su discurrir por el paisaje urbano de Granada, no se le notaba exteriormente decadencia alguna en esos años. Como siempre, las gentes absortas llenaban Plaza Nueva al salir la procesión de la Carrera del Darro en la madrugada del Viernes Santo y, por otra parte, no era una hermandad que requiriera demasiados gastos en su estación de penitencia, para que suscitara la devoción, respeto y admiración de las gentes.
No obstante, una de las dificultades de la cofradía que se pueden apreciar en estos años de la primera mitad de los setenta fue la retirada de los soldados de Artillería para llevar la imagen del Cristo, sustituyéndolos hermanos cofrades en esa labor. Es de pensar, que tal retirada se pudo deber al hecho y necesidad de llevar la imagen tumbada para evitar en lo posible su deterioro, cosa que aún en 1975 se llevaba la talla en dicha posición, incluso, ese año, la portaron la madrugada de aquel Jueves Santo los hermanos en las sencillas andas de traslado, que se utilizaban al mediodía del Miércoles Santo de cada año para llevarla a la iglesia de San Pedro y prepararla para la procesión de penitencia.
En el año 1973 sólo dos procesiones hicieron su estación de penitencia en el Jueves Santo: la de Santa María de la Alhambra y la del Silencio, habiendo pasado la hermandad del Cristo de los Favores a la tarde del Viernes Santo, pero su lugar lo vendría a ocupar al año siguiente la hermandad del Cristo del Perdón y María Stma. de la Aurora, que hasta ese momento la realizaba el Martes Santo, desde entonces esta hermandad de la Aurora realizará su estación de penitencia en la tarde del Jueves Santo.
La crisis de las cofradías que se venía arrastrando durante toda la década de los años sesenta del pasado siglo llegó a su momento más álgido en la Semana Santa de 1975, sólo pudieron realizar sus estaciones de penitencia trece cofradías y muchas de ellas con una presentación de visible precariedad. La del Cristo de la Buena Muerte había desaparecido y la del Cristo de la Expiración y María Stma. del Mayor Dolor (Escolapios) estaba a punto de hacerlo, aunque por fortuna ambas hermandades se recuperarían. (Para no abundar en repetición, nos remitimos a las causas de esa crisis relatadas en otras historias de las cofradías, que se han descrito en este blog de historia de las cofradías granadinas).
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1974. Traslado del Cristo del Silencio con plásticos por la lluvia. Diario Patria
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La Hermandad del Cristo de la Misericordia fue una de las trece que hicieron su estación de penitencia en la Semana Santa de 1975, no utilizando su paso sino las angarillas de traslado portadas por los hermanos. Se pensó, en principio, suspender la salida procesional, pero dado que se cumplía el L Aniversario de la primera estación de penitencia de la hermandad con la imagen del Cristo, se decidió realizarla, aunque fuese en las angarillas y por las intenciones de S.S., el Papa, al ser el Año de la Reconciliación (44). Dicho año fue el único en toda la historia de la hermandad que hizo su salida y regreso desde la iglesia de San Bernardo, de monjas del Cister, por estar la iglesia de San Pedro en obras. Dicha iglesia y convento está situado también en la Carrera del Darro, frente a la iglesia de San Pedro, por lo que el legendario recorrido de la procesión por dicha Carrera, junto al río Darro y bajo el bosque y los palacios nazaríes de la Alhambra, pudo ser disfrutado un año más por los granadinos y forasteros pese a dicha crisis.
Como hemos visto, el peligroso estado de conservación de la imagen hizo que desde 1969 y la cofradía decidiera procesionarla sin erguirla sobre el paso, y, por otra parte, la comisión de expertos de la Dirección General de Bellas Artes y de la Real Academia de Ntra. Sra. de las Angustias que habían dictaminado la inmovilización de la imagen en lo sucesivo en su capilla, determinó que la hermandad buscara una solución para contar con una imagen para procesionar. Por ello, se adoptó el acuerdo en 1975 de mandar que se realizara una copia por puntos de la imagen original y dejar de procesionar a ésta para evitar el avance de su deterioro. La copia por puntos fue encargada al escultor granadino Antonio Barbero Gor, hijo y sobrino de los escultores que habían trabajado para las cofradías granadinas y sevillanas. Para la financiación de la copia parece que prestó colaboración económica la Duquesa de Alba.
La cofradía para realizar la estación de penitencia de la Semana Santa de 1976 se vio con diversas dificultades: una de ellas fue que próxima la fecha el escultor Barbero aún no tenía finalizada la réplica del Cristo; otra y fue dicha réplica la que se procesionó en la Semana Santa de 1976 y en las que le seguirán. La copia por puntos se depositó en la iglesia de San Pedro por lo que no hubo el tradicional traslado. El Jueves Santo de ese año se incorporará a las tres que procesionaban ese día la hermandad del Cristo del Consuelo de los gitanos; serían, por lo tanto, cuatro las cofradías programadas para ese día (Santa María de la Alhambra, Cristo del Consuelo, Aurora y Silencio). Este año al procesionar la copia del Cristo de la Misericordia lo ya sacaron en posición vertical, después de varios años en hacerlo en horizontal. Siempre la programación del recorrido procesional de la cofradía fijaba la llegada a San Pedro a las 2:30 de la madrugada, pero la realidad era, que a esa hora la hermandad aún estaba pasando por la tribuna oficial, llegando encerrandose la imagen entre las tres y las cuatro de la madrugada; aún pesaban las prohibiciones eclesiásticas de no encerrarse las hermandades a horas demasiado intempestivas.
En esa Semana Santa vuelve a ser elegida por la Federación la imagen del Cristo como titular del cartel oficial de la misma. En estos años setenta se venía alternando las modalidades de fotografía y pintura en los distintos carteles oficiales, correspondiendo ese año 1976 a una pintura realizada por el pintor Miguel Garciaguirre. Fue un cartel sencillo en el como único tema se reproducía solo la cabeza de la imagen del Cristo de Mora.
Las hermandades iban recuperándose, aunque la crisis no había concluido, pero empezaba a amainar. En 1977 volvían los cambios en la nómina de hermandades del Jueves Santo, pasando la de Ntra. Sra. de las Angustias de la Alhambra, tan clásica en ese día, al Sábado Santo, donde actualmente aún permanece, y aprovechando que la del Cristo del Consuelo lo había hecho al Jueves Santo, con lo que este día seguía con cuatro cofradías.
Por otra parte, en 1978, las cofradías seguían dando síntomas de recuperación e, incluso, una nueva hermandad de penitencia se había fundado, la de Ntra. Sra. de la Concepción, Concha, que se incorporó al Jueves Santo, que volvió a tener cuatro cofradías. Con esa hermandad comenzaba la tercera oleada fundacional de cofradías de penitencia de la Semana Santa granadina, pues la continuaron otras once fundaciones más en los años siguientes, que van a conformar la Semana Santa de Granada como actualmente la conocemos.
Los llamados costaleros profesionales, que venían sacando los pasos de la cofradías desde el inicio en los años veinte de nuestra actual Semana Santa, por su coste y su comportamiento, vinieron a ser un elemento más de la crisis de esta década de los años setenta, aunque a esta del Silencio sólo la vinieron a afectar desde que los soldados de artillería dejaron de procesionar la imagen. Algunas cofradías y grupos de cofrades comenzaron al final de dicha década a fundar cuadrillas de costaleros, para llevar los pasos de su hermandad (Concepción, Penas, Santa Cena...etc.) o de otras hermandades, empezándose a resolver la problemática de los costaleros profesionales. Esta hermandad del Cristo de la Misericordia en 1979 conecta con Antonio Méndez, capataz de la nueva cuadrilla de los costaleros de María Stma. de la Victoria, llegando a un acuerdo para procesionar a la imagen en la siguiente Semana Santa de 1980.
La hermandad seguía celebrando su quinario de la Cuaresma y demás cultos en la iglesia de San José ante su imagen titular original, que seguía sin restaurarse, reservándose la realizada por el escultor Antonio Barbero sólo para la procesión de la madrugada del Viernes Santo. Un tiempo muy lluvioso se presentó en la Semana Santa de 1979, teniendo que suspenderse la estación de penitencia por algunas cofradías, aunque el Jueves Santo se celebraron dichas estaciones con normalidad. Pero hay que destacar una novedad importante ese año, como fue la autorización por parte del arzobispo, Monseñor Méndez Asensio, a la Federación de Cofradías, presidida entonces por don Francisco Gómez Montalvo, para que se eligiera una hermandad hiciera, a modo experimental, estación de penitencia en la Catedral granadina. Fue la Hermandad de Jesús del Perdón y María Stma. de la Aurora la que resultó elegida, entrando por primera vez en la Catedral a hacer estación como se realizaba por las antiguas hermandades granadinas en siglos pretéritos. Por las puertas de la Catedral no volvería a pasar a interior ninguna cofradía más hasta veinte años después en que otro arzobispo, don Antonio Cañizares, autorizaría su entrada a todas las hermandades de penitencia. Ese año también la Hermandad del Silencio pudo realizar su procesión con toda normalidad, siendo el primer año que no llevaba las varas exteriores; todos los portadores del paso iban en su interior (45).
Los costaleros de la Victoria con su capataz Antonio Méndez, que iban a llevar por vez primera el paso del Cristo de la Misericordia, no llegaron a hacerlo en 1980, porque una fuerte tormenta sorprendió a las cofradías del Jueves Santo de ese año. Las hermandades de la Aurora y de la Concepción, tuvieron que buscar refugio en el edificio de la Real Chancillería, cuando pasaban por Plaza Nueva; y la de los Gitanos sufrió todo el aguacero en la Cuesta del Chapiz cuando iba camino del Sacromonte para encerrarse en su abadía y la del Silencio tuvo que suspender su salida procesional, aunque ese año se había acordado volver al itinerario albaicinero de recogida, después de muchos años, para encerrarse en su sede de la iglesia de San José. Fue la de 1980 una Semana Santa espléndida a excepción de ese día y algún amago de lluvia en el Viernes Santo.
Desde 1978 la Federación había cambiado el itinerario oficial; después de su paso por la tribuna de la plaza del Carmen se dirigió ese año a la de Bibrambla, Pescadería y Marqués de Gerona para hacer estación ante las puertas de la Catedral, sin entrar en ella. Igual ocurrió en 1979, sólo que, en lugar de ir hacia Bibrambla las cofradías fueron por Reyes Católicos hacia Puerta Real, Mesones y Marqués de Gerona para acceder a la plaza de las Pasiegas y puertas de la Catedral. Sin embargo, en 1980, se vuelve al itinerario antiguo de subir por Reyes Católicos hasta la plaza de Isabel la Católica.
Las décadas de los años ochenta y noventa. Hacia el nuevo milenio
Nuevos tiempos, nuevas formas y nuevas cofradías son las características que van a definir la Semana Santa de Granada en las dos últimas décadas del siglo XX. La Hermandad del Silencio será una de las pocas cofradías granadinas que mantendrá en la esencia sus formas el mismo espíritu e ideas con las que fue fundada; no obstante, sí fue experimentando una transformación en cuanto al aumento y mejora de sus cultos, patrimonio y enseres más otras modificaciones secundarias, que ya evolucionaron discretamente en años anteriores y lo seguirán haciendo en lo sucesivo.
En la Semana Santa de 1981 las cofradías volvieron a las puertas de la Catedral, por la plaza de Bibrambla, Arco de las Cucharas, Mesones y Marqués de Gerona y lo seguirían haciendo en años sucesivos, hasta que consiguieron entrar en ella en el año 2000. La cofradía del Cristo de la Misericordia no regresó ese año a la iglesia de San Pedro, sino que recorrió el su antiguo itinerario albaicinero para encerrarse en San José, que tenía programado, pero imposibilitó la lluvia en el año 1980. Dadas las dimensiones del paso subió por la Calle Calderería Nueva, más amplia que la de Calderería Vieja. Bellas estampas urbanas, no conocidas por las nuevas generaciones, ofreció la hermandad en su recorrido por la Placeta y Cuesta de San Gregorio Bético y en los Grifos de San José, estampas que nos seguirá ofreciendo la cofradía en los siguientes años.
Siempre la imagen llevaba el clásico adorno floral del paso consistente en un calvario repleto de claves rojos, llevando aún reflectores para la iluminación de la marfileña talla del Cristo, desnudo divino que perfecciona la velazqueña anatomía, solo velado por el escaso perizoma de telas encoladas de color pardo rojizo, que resalta la palidez fría y mórbida de la muerte transitoria, que anuncia la resurrección de un Dios. Mirándolo en la oscuridad de la noche primaveral, nos sustraemos al mundo material que nos rodea, para seguir tras él entre el mutismo de las gentes y el silencio espeso, solo quebrado por el seco golpe del martillo, el rachear de sus costaleros y el quejío de la saeta.
Ese año de 1981 una nueva hermandad, también albaicinera, procesionará en la tarde y noche del Jueves Santo, la de Jesús de la Pasión y María Stma. de la Estrella, con los que serían cinco las cofradías de dicho día y todas del Barrio del Albaicín y su aledaño, el Sacromonte. Ello condujo a que Plaza Nueva y la Carrera del Darro se erigieran en protagonistas urbanos del Jueves Santo y de la madrugada del Viernes Santo, con los consiguientes problemas de concurrencia de público en esa zona de la ciudad, causando bullas y atascos.
Solucionado para la hermandad del Silencio el problema de coincidencias en Plaza Nueva, al haberse trasladado en 1978 la cofradía de la Alhambra al Sábado Santo, nuevos problemas de coincidencia se crearon a partir de ese año con la nueva albaicinera Hermandad de la Concepción. Ésta a su regreso llegaba por la calle de Elvira a Plaza Nueva cuando pasaba por esta plaza la hermandad del Silencio. Luces apagadas en Plaza Nueva contrataban con las encendidas de la calle de Elvira por donde llegaba la Concepción y el mutismo silente del Silencio con el estruendo de las bandas de música de la "Concha". Este problema tardaría bastantes años en solucionarse. Otra cofradía albaicinera, la de la Pasión y Virgen de la Estrella, optó por subir al Albaicín por la Cuesta de la Alhacaba, y la de María Stma. de la Aurora, cuando llegaba el Silencio a Plaza Nueva estaba ya en el Albaicín, sin provocar inconveniente alguno.
Nuevamente, en 1982, el Cristo del Silencio será el tema elegido para anunciar la Semana Santa de Granada en su cartel oficial. En esta ocasión será una fotografía de Cristóbal Martín que ofrece una instantánea del paso del Cristo, llegando a su iglesia de San José, y al pasar por la casona de los Gómez-Moreno, eminentes arqueólogos, historiadores y artistas, con el cancel del balcón y reja de la ventana de fondo. Era la sexta vez que se elegía un tema de la hermandad del Silencio desde que en 1931 se instaurara la edición de un cartel oficial.
Por estos años, era hermano mayor de la cofradía Rafael Sabatel Bueno, que parece que fue médico pediatra, pintor, escritor y uno de los fundadores de la Sociedad Pediátrica de Andalucía Oriental. En 1982 presentó una moción en el pleno de la Real Federación de Cofradías para que se instituyeran los censores de cuentas, no sin la oposición de varias cofradías que veían en ello la intervención del arzobispado para controlar las cuentas de las hermandades. No obstante, fue aprobada la moción a finales de ese año con la elección, en adelante, de dos censores con la calidad de hermanos mayores ejercientes (46).
Ese año las cofradías granadinas comienzan a experimentar un esplendor no conocido desde que comenzó la crisis, habiéndose recuperado al inicio de la década las dos hermandades que habían desaparecido: la del Cristo de la Buena Muerte Ferroviarios y la del Cristo de la Expiración, Escolapios, y fundado en estos años cinco más. El pueblo granadino comenzaba a tener otra vez interés por su Semana Santa.
Pese a la oposición de alguna cofradía, como la de los Gitanos, que veía su itinerario muy aumentado con la llegada a las puertas de la Catedral, la gran mayoría de las hermandades quiso consolidar esta estación ante el templo metropolitano y su acceso desde la Plaza de Bibrambla y Mesones (después se haría por dicha plaza y la de la Pescadería). También, ésta del Cristo de la Misericordia no era partidaria del mismo; finalmente, por una diferencia de un voto en el pleno de la Real Federación de Cofradías, se mantuvo básicamente, dicho itinerario hacia la Catedral con variaciones puntuales y, poco tiempo después, en 1984, se elevaría allí otra tribuna en la Plaza de las Pasiegas, frente a su fachada renacentista, que se irá ampliando posteriormente.
Ese año de 1984 se abrió al culto la iglesia albaicinera de San Nicolás, después de años de restauraciones, para subsanar el estado en que quedó tras su incendio en los años de la Segunda República. Careciendo de imágenes este templo, el arzobispo, don José Méndez Asensio, llegó a un acuerdo con la hermandad del Silencio, para que la imagen réplica del Cristo de la Misericordia, realizada por Antonio Barbero presidiera el altar mayor de la iglesia y allí se le diera culto en lo sucesivo. La imagen se colocó en este templo en octubre de ese año, donde estará hasta que la iglesia se volvió a cerrar en 2008 por mal estado de conservación.
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La réplica del Cristo en la iglesia de San Nicolás
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San Nicolás. Sede de la copia del Cristo de la Misericordia del Silencio
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Más largos itinerarios suponían una mayor tardanza en los regresos de las cofradías a sus templos; esta del Cristo de la Misericordia iría demorando su horario de recogida estos años -que lo seguía haciendo en la iglesia de San José- hasta hora próxima a las cinco de la madrugada del Viernes Santo. Parece que el arzobispo, don José Méndez Asensio, no tuvo en cuenta las prohibiciones sobre encierros tardíos, que en otros tiempos habían impuesto los prelados, o, al menos, no le dio la importancia al hecho que otros antecesores le habían dado.
Jueves Santo aciago el de 1985 en el que las cofradías de ese día se vieron sorprendidas en la calle por chaparrones de lluvia, teniendo que acelerar sus regresos a los templos y la alguna, como la de la Concepción "Concha", se tuvo que refugiar en Plaza Nueva en el Palacio de la Real Chancillería (Audiencia Territorial), hasta que escampó y pudo regresar al Monasterio de la Concepción. La hermandad del Silencio suspendió la estación de penitencia, pero sacó la imagen a dintel de la puerta de San Pedro, para que la contemplaran las gentes, decidiendo, asimismo, procesionar al Cristo de la Misericordia erguido en el propio paso hasta la iglesia de San José en la mañana del Sábado Santo. Fue la primera vez y una de las pocas ocasiones que hemos visto al Señor del Silencio con los rayos del Sol, iluminando su efigie. Bajada del paso la imagen ésta se trasladó en andas hasta la iglesia de San Nicolás.
A Rafael Sabatel Bueno lo sucederá ese año como hermano mayor del Silencio José María Ortiz Rodríguez, que pasará en 1985 a ser, también vicepresidente de la Real Federación de Cofradías y años más tarde a presidente de dicho órgano cofrade. Tenía como profesión la de oficial de correduría. Ese año la hermandad, junto con la de la Alhambra, apadrinarían a la nueva cofradía zaidinera del Cristo de la Redención y Ntr. Sra. de la Salud, a la que se le regaló un llamador del paso de Cristo.
Habían pasado veinte años desde que la cofradía había realizado el canasto del paso del Cristo y en 1986 la hermandad contaba con los medios necesarios para continuar en la obra del paso con la construcción del respiradero. Por otra parte, quizás en 1966 no se vio en la necesidad de realizar dicho respiradero puesto que entonces el paso se portaba por la parte exterior, mediante horquilleros, que entonces eran los soldados de Artillería, no siendo necesario por dicha circunstancia respiradero alguno. Esta necesidad surge en los años ochenta en los que el Cristo era transportado procesionalmente a hombros, mediante trabajaderas situadas en la parte interior del paso. La hermandad encargó en 1985 al tallista granadino Antonio Moreno Carrasco la realización del respiradero que lo tuvo finalizado para la Semana Santa de 1986, estrenándose el Jueves Santo en la salida procesional.
Con esta obra se completaba el paso, que es en el que actualmente se procesiona la imagen, siendo el estilo del mismo renacentista, como lo es el canastillo, pero tiene en su labrado elementos barrocos en las volutas caladas por donde pasa el aire a su interior para que respiren los costaleros. El respiradero se irá enriqueciendo en años sucesivos con diversos elementos como los ángeles pasionarios de plata de ley de 23,5 cm. de altura, al igual que las pilastras que lleva en las esquinas del respiradero y que conforman sus capillas.
Con el respiradero también había aumentado el volumen del paso con las dificultades que ello suponía para transitar por las estrechas callejas del itinerario de regreso a San José por el Albaicín. Ese año 1986 la hermandad hizo un largo recorrido por dicho barrio, hasta encerrase en la Iglesia de San Nicolás. Volvió a subir por la calle de Elvira y Calderería Nueva, para ir a los Grifos de San José y subir a la Plaza de San Miguel Bajo, y de allí, por Santa Isabel la Real llegar a la Plaza de San Nicolás, sede de la réplica del Cristo y donde se veneraba, encerrándose la procesión después de las 5:30 de la madrugada.
Esta hermandad en la calle seguía siendo puntera en organización, severidad y disciplina, realizando en 1987 la innovación de procesionar la imagen con la clásica diadema de plata, aunque sin el nimbo, con la que se presentaba la imagen de José de Mora en siglos pasados. Dentro del mundillo cofrade esta innovación parece que no fue acogida favorablemente, acostumbrados a ver la talla sin corona de espinas o con una sencilla. Da la impresión que a los hermanos tampoco llegó a satisfacerles esta forma de presentar la imagen, pues dejó de llevarla en lo sucesivo, para ponerle la trenzada de metal oscuro, que desde que se fundó la hermandad ha llevado.
Casi todas las cofradías estaban inmersas en una renovación de enseres procesionales y esta del Silencio en 1987 estrenó la nueva cruz de guía en estilo renacentista labrada por el tallista que hizo el respiradero, Antonio Moreno Carrasco, así como los faroles de acompañamiento, que fueron realizados por el orfebre granadino Rafael Moreno Romera. En la talla de la cruz de guía lleva motivos vegetales, así como en los remates, y en el crucero un cáliz con el emblema de Jesús con rayos, todo ello realizado en plata de ley por Rafael Moreno, así como las asas que las fabricó el sevillano Manuel de los Ríos. Ese año la imagen estrenó una nueva corona de espinas de plata, réplica exacta de una antigua de la que se conservan fotos; fue una donación de devotos, según el periódico "Ideal".
También se hicieron ocho faroles de escolta del paso del Señor y las varas del estandarte y del "Senatus" de Manuel de los Ríos, insignia que había sido bordada en 1984 por Miguel López Escribano en hilo de oro sobre terciopelo negro. El Sr. López Escribano era hermano mayor de la Hermandad de la Sentencia y, en ese momento, presidente de la Real Federación de Cofradías.
Quizá, la experiencia de 1986 de la recogida cerca de las seis de la madrugada de la procesión en la iglesia de San Nicolás, con un itinerario más extenso, fue considerada intempestiva o no adecuada, pues en 1987 la hermandad volvió a recogerse en su iglesia sede de San José, haciéndolo una hora más pronto, es decir, a las 4:30 de la madrugada.
La fusión con la Hermandad Sacramental del Patriarca San José y Ánimas. Algunas noticias de esta antiquísima hermandad
El 2 de febrero de 1987 se había ratificado por el Vicario General del Arzobispado en su decreto de esa fecha, la fusión de la cofradía con la antigua Hermandad Sacramental del Señor San José y Ánimas Benditas del Purgatorio, fundada primitivamente como Hermandad del Santo Patriarca San José el día 1 de enero de 1532, en tiempos del arzobispo don Gaspar de Ávalos.
Antes, en septiembre de 1624, el hermano mayor, Salvador Morales y el mayordomo, Luis Flores, se dirigen al Provisor de la diócesis, Gerónimo de Montoya, enviándole el original de la Bula Papal de 8 de mayo de 1621 y cartas apostólicas por las que se manda se guarde la fiesta del Santo Patriarca San José en toda a diócesis y la mande a todos los vicarios, cosa que hace, ordenando se guarde la fiesta para siempre jamás (47).
Esta antigua Hermandad del Glorioso Patriarca San José tenía por hermanos los maestros y alarifes del arte de la carpintería de Granada, siendo una hermandad netamente gremial. Sufrió durante la primera mitad del siglo XVIII cierta decadencia y falta de cultos al santo, por lo que el día 26 de enero de 1755 se convoca un cabildo general en la iglesia de San José ante el notario Pedro Felipe Monreal, a instancia de un grupo de hermanos y el hermano mayor Nicolás de Moya y el mayordomo Martín de Molina, que querían restablecer la actividad y cultos de la hermandad, para nombrar nuevos hermano mayor y mayordomo y la entrega de bienes de la hermandad a los nuevos elegidos, que lo fueron el 22 de febrero de dicho año, recayendo los cargos en Felipe de Tójar, como hermano mayor, y Salvador Marín, como mayordomo.
En octubre de ese mismo año (1755) se vuelve a reunir el cabildo general, ya en la nueva etapa de la hermandad, para realizar obras de ampliación, media naranja, adornos y retablo de la capilla del Santo Patriarca. Dichas obras de ampliación las costearon los hermanos en cuanto a la madera empleada y a la manufactura de la misma, y para el pago del resto se haría demandas entre los fieles, obligándose a pagar 500 reales el doctor Pedro de Arroyo, hermano de la cofradía, y a sufragar la colocación del santo una vez acabada la capilla y el retablo. De las descripciones que se realizan en el documento que nos da esta noticia, parece que la hermandad tenía una capilla propia, distinta de la capilla mayor de la iglesia, donde se venera la imagen de San José y el Niño, y que parece que estaba situada junto a la puerta principal de la iglesia.
Al año siguiente, el 29 de junio de 1756, aun no estaban terminadas las obras de la capilla y el beneficiado de la parroquia, Pedro de Arroyo, convoca a la hermandad en cabildo para ofrecerle una imagen de San José y el Niño, que él había mandado hacer a su costa y que ya estaba en la capilla mayor. Pidió que las obras se terminasen en el más breve plazo posible, porque la imagen estaba "fuera del sitio correspondiente", para lo que ofreció otros 500 reales.
La hermandad acordó en dicho cabildo no aceptar la urgencia en las obras que el beneficiado pedía y que estas se fueran realizando conforme a las limosnas que se iban recogiendo para ello, y que, asimismo había un benefactor que ofrecía construir la capilla con más extensión y en sitio más adecuado, que no estorbara la puerta principal del templo, por lo que el beneficiado retiró su oferta de donar la imagen de San José y el Niño, aunque dejó abierta la posibilidad de volver a ofrecer la imagen, si la hermandad concluía en breve la obra. En julio de 1757 las referidas obras de la capilla y camarín estaban aún sin terminar, aunque tenían nombrada una comisión para el desarrollo de las mismas.
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Imagen de San José y el Niño, titular de la parroquia. Realizada por Ruiz del Peral
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Lo interesante de estas noticias es que la imagen de San José y el Niño, costeada por el beneficiado Pedro de Arroyo, debe de ser la que realizara el escultor Torcuato Ruiz del Peral, que hoy preside el altar mayor de la iglesia, por lo que su fecha de ejecución sería la de 1755-1756, en que ya estaba en el templo y colocada en el altar mayor.
En esos años no estaría la hermandad de San José demasiado boyante de recursos, quizá por el esfuerzo que estaba desarrollando en las obras de la capilla, pues en el cabildo de 14 de octubre de 1759 rechaza la propuesta que le hizo el caballero veinticuatro de la ciudad, Pedro Pascasio de Baños y Ortega, personaje de gran relevancia social en la Granada del siglo XVIII y en ese año comisario de los festejos que organizaba la ciudad por la proclamación de Carlos III como rey de España. Dicha propuesta consistió en que la hermandad debía de proveer recursos para gastos en máscaras y arcos triunfales para el día de dicha proclamación. El cabildo resolvió por unanimidad no participar en dichos gastos, comunicándole que "esta hermandad y arte (de la carpintería), por sus muchos atrasos y pobreza, no podía concurrir con maravedíes algunos ni otros costos de dicha proclamación", nombrando a cuatro de los directivos para que en comisión trasladasen a don Pascasio el acuerdo de la hermandad (48).
En 1771, quince o dieciséis años después de que comenzasen las obras de la capilla y retablo, empezaba éste a estar finalizado y con el santo en él ("rematado en vista"), en el cabildo de 24 de febrero de ese año se propone dadas las muchas tareas que quedaban pendientes de realizar se propuso aumentar el número de mayordomos, nombrándose tres de ellos: Manuel Zamora, como hermano mayor, y a Luis del Águila y a Manuel González como mayordomos.
Por otra parte, el 16 de mayo de 1624 se envía al arzobispado licencia para fundar la Hermandad de Esclavitud de las Benditas Ánimas del Purgatorio de dicha parroquial, aprobación de constituciones que se realiza años más tarde, el 17 de marzo de 1628, por el Provisor de la diócesis, don Juan Martínez Carrascosa, en tiempos del cardenal-arzobispo de Granada don Agustín Spínola. Esta Hermandad de las Ánimas se verá con el tiempo unida a la del Glorioso Patriarca San José, aunque no he encontrado la época y fecha de esa unión.
Posteriormente se realizaría la unión con la otra hermandad de la parroquia, la Sacramental, quedando en una sola las tres hermandades más importantes, quizás las únicas, que tenían sede en la iglesia parroquial de San José. No se sabe la fecha de dicha unión, que bien pudiera haber sido tras la invasión napoleónica, cuando en algunas parroquias las sacramentales absorben a hermandades devocionales cuyas imágenes constituían la principal devoción de la feligresía, como ocurrió en la iglesia de San Andrés con la Sacramental y la del Cristo de la Salud. De hecho, se ha consultado un documento de septiembre de 1847 por el que la hermandad sacramental reforma sus constituciones, para, entre otras cosas, crear una sección agregada para atender el culto a San Miguel, al haberse suprimido su parroquia, y puede que en esta u otra de las agregaciones de esos años se determinara la de la hermandad de San José.
En la Hermandad del Cristo de la Misericordia (Silencio) se llegó al acuerdo de fusión con dicha hermandad sacramental en su cabildo del 24 de mayo de 1986 para lo que se reformó el título de la corporación, que en adelante se denominaría: Pontificia y Real Hermandad Sacramental del Señor San José y Ánimas y Cofradía del Santísimo Cristo de la Misericordia (del Silencio). Como insignia de su carácter sacramental se realizó un guion en damasco blanco centrado con una cartela antigua con escudo en plata de ley, que había realizado el insigne escultor José Navas Parejo.
Hacia finales del siglo
Un revuelo se provocó en 1988 en las cofradías de toda Andalucía la decisión del gobierno socialista de declarar la supresión del día de la Inmaculada Concepción como festivo. Una festividad de gran tradición en la Nación, especialmente, en
Andalucía y más concretamente en Granada, que tomó parte muy activa en las
controversias concepcionistas de principios del siglo XVII y que fue de las
primeras en admitir el dogma. La Ciudad y el Cabildo juraron el voto de defensa
del dogma en la Catedral el 2 de Septiembre de 1618 y fue defendido
ardorosamente por las hermandades y cofradías, incorporando su juramento a sus
respectivas Reglas.
En principio, la reacción de las hermandades granadinas fue el de no hacer estación de penitencia ese año, pero ante la promesa de volver a declarar el día como festivo, se decidió en la Federación , al igual que en otras ciudades de Andalucía, que salieran las procesiones de Semana Santa. Al final, solo dos hermandades decidieron no hacerlo: la de Jesús de la Paciencia y las del Cristo del Consuelo (Gitanos), que suprimieron su estación de penitencia dicho años, tampoco lo hizo la Hermandad del Cristo de los Favores, pero por distinta razón: había sido sancionada en 1987 por la Federación a no hacer su estación de penitencia por habérsele prohibido sacar el nuevo paso del Cristo que estaba en madera sin desbastar y, aún así, incumplió la orden. La del Cristo del Silencio, fue una de las que apostó por salir, una vez que se conoció la disposición del Gobierno de la Junta de Andalucía.
La hermandad seguía enriqueciendo el paso y los enseres y en 1989, realizó una nueva parihuela menos pesada que la anterior, muy conveniente dada la dificultar para subir desde la Cárcel Alta las cuestas albaicineras, cuando se dirigía a la iglesia de San José para su encierro. Dicha parihuela fue realizada por Caballero Farfán en Sevilla. También, se había estrenado el llamador, consistente en un querubín sosteniendo un pesado candelero, realizado por Manuel de los Ríos, más los cuatro hachones de madera adornados con aplicaciones en plata de ley, que portaban cirios color morado, y dos faroles de plata, realizado todo ello, asimismo, por Manuel de los Ríos (Sevilla), que enriqueció con dicho metal las capillas de las esquinas. Más luminosidad se dio a la mesa del respiradero, aunque era la tenue de unos faroles de plata y cristal, realizados por Manuel de los Ríos, que iluminaron esta zona en los laterales del paso a partir de dicho año.
Aunque hubo un intento de crear la cuadrilla de costaleros propios de la hermandad en 1986 formada por algunos de Ntra. Sra. de la Victoria, hermanos y devotos, pero aquélla no fructificó. Fue en el año 1990, cuando la junta de gobierno encargó al hermano Francisco Gamero mandar el paso como capataz con un grupo de costaleros que sustituyó a la cuadrilla de la Victoria. El Sr. Gamero no llegó a formar cuadrilla propia de la cofradía, pero rigió el paso durante los años 1991 y 1992.
Nueva modificación se produjo en 1990 en el número de hermandades de la noche del Jueves Santo, al abandonar este día la Cofradía de los Gitanos, para pasar al Miércoles Santo. Su vacío fue ocupado por la zaidinera Hermandad del Cristo de la Redención y Ntra. Sra. de la Salud (Salesianos), junto con esta cofradía, siguieron saliendo las cuatro hermandades del Albaicín (Pasión y Estrella; Amor y Entrega y Concepción, Perdón y Aurora y el Cristo de la Misericordia o Silencio). Con esta conformación ha seguido el Jueves Santo hasta nuestros días.
Los granadinos en estos años acudían masivamente en las primeras horas de la madrugada del Viernes Santo, a presenciar la procesión en la Carrera del Darro, Plaza Nueva y en todo el itinerario hasta la carrera oficial, por donde pasaba sobre las tres de la madrugada, provocándose verdaderas aglomeraciones detrás y alrededor del paso del Cristo, dificultando, así, su normal marcha. Para evitar tal inconveniente la hermandad optó por poner una sección de nazarenos tras el paso, así como, a los penitentes con promesas que arrastraban cadenas, para que ello sirviera de dique de contención de la gente.
En 1992, después de que en los últimos veinticuatro años la procesión se había encerrado en su sede de San José, volvió a regresar a la iglesia de San Pedro, dejando su recorrido por las calles albaicineras, paisaje urbano tan arraigado en la estación de penitencia de esta cofradía. Las dificultades que ofrecían las cuestas por la envergadura del paso del Cristo de la Misericordia, unido a no tener un cuerpo de costaleros propio y las dificultades de conformar cada año la cuadrilla, buscando personas que se ofrecieran para llevar el paso, podrían haber sido algunas de las causas que decidieron no llegar a la iglesia de San José y encerrarse la hermandad en la de San Pedro. El hermetismo y anonimato que se impone por las reglas a esta cofradía dificulta el conocimiento y los detalles de algunos acuerdos y vicisitudes de ella.
Ese año estrenó una de las preciosas joyas que posee la hermandad, tanto en su aspecto artístico como en el devocional, ya que alberga, desde 1996, como relicario una reliquia ósea del Santo de los Pobres y enfermos y foco de luz y misericordia de Granada, desde el siglo XVI, como es San Juan de Dios. Fue realizado por el orfebre granadino Rafael Moreno Romera en 1992 y completado con la teca del mismo cuando a la cofradía se le donó por la Orden Hospitalaria la reliquia del Santo el día de Pentecostés de 1997, a fin de que acompañara en todas las estaciones de penitencia al Cristo de la Misericordia en la parte delantera del calvario en su paso. El relicario, realizado en plata de ley, tiene una altura de más de medio metro y cuatro campanitas en las esquinas, cuyo tintineo acompaña el andar del paso, como único sonido, junto con el racheo de los pies de los costaleros, en el silencio que rodea al paso de la imagen.
Ante las dificultades de formar un cuerpo de costaleros propios de la hermandad, después de varios intentos para lograrlo, en 1993, se concertó con la Hermandad de Jesús Nazareno que su cuadrilla realizara el trabajo de portar el paso del Cristo de la Misericordia en la estación de penitencia, como anteriormente se hizo con la cuadrilla de la Virgen de la Victoria. Dicha cuadrilla de Jesús Nazareno, dirigida por José Ibáñez Suárez "Chico" y Antonio Dueñas, llevará el paso hasta 1995. No obstante un grupo de hermanos jóvenes de la cofradía venía estos años trabajando para crear la cuadrilla deseada y no tener que recurrir a costaleros foráneos, deseando que aquellas personas que llevaran al Cristo estuvieran más cercanas devocionalmente a la imagen. Para regular y dar más carácter formal a la actividad de este grupo joven se establecieron unos estatutos, que regularan sus actividades.
Con la cuadrilla de Jesús Nazareno, en 1993, la procesión vuelve a encerrarse en el templo de San Nicolás, con puerta más amplia que la de San José, que permitía que la imagen entrara en su paso a dicho templo, retomando su recorrido albaicinero. Ello, supuso alargar el horario y recorrido de la hermandad, modificando el itinerario en su acceso al Albaicín, para hacerlo por la Carrera del Darro, Paseo de los Tristes, Cuestas del Chapiz y de San Agustín, Carril de las Tomasas, hasta la Plaza de San Nicolás, donde se encerraría a las seis de la madrugada del Viernes Santo, cuando ya despuntaba el día. Recorrido urbano de especial belleza, teniendo por aquella cuestas a sus pies el valle del río Darro y, al frente, los palacios nazaríes de la Alhambra.
La hermandad había llegado a un acuerdo con el arzobispado para que la cofradía usufructuara el templo de San Nicolás, sede de la réplica del Cristo de José de Mora. Allí volvería la hermandad cada madrugada durante los siguientes quince años, hasta el año 2009, en que se volvió repetir, que tanto su salida procesional como su recogida las realizara en la iglesia de San Pedro, para lo que se suprimiría su recorrido por alto Albaicín. Con ello se descartaría uno de los itinerarios más singulares de la Semana Santa de Granada, acortándose la madrugada en más de una hora.
1995. La restauración del Cristo del Silencio
Desde que en 1968 se hicieron patentes los signos de deterioro de la sagrada imagen del Cristo de la Misericordia de José de Mora, la cofradía había procurado, en todo lo que estaba en su iniciativa y medios, de preservar lo mejor posible, no siendo propietaria de la imagen sino el arzobispado, dicha obra artística y devocional. Pero habían transcurrido veintidós años y la talla del Cristo continuaba el su capilla de San José en el mismo estado de deterioro sin que, apenas, se hubiesen realizado iniciativas relevantes para abordar su restauración. Sí se empezó a gestionar la restauración a través diversos contactos a finales de 1990 con responsables del patrimonio artístico andaluz, para que se hicieran los estudios tendentes a conocer el estado real de conservación de la imagen.
Sería la restauradora Aurora Mateos Pablos quién a finales de 1991 presentara un estudio detallado de dicho estado, más un informe de María José García Larios de la Delegación Provincial de la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía, que reconocía la necesidad de una intervención urgente dándole una prioridad absoluta, dentro de las intervenciones previstas para 1992. Después vendrían los diversas gestiones ante los organismos competentes en Sevilla, hasta que a mediados de 1994 se sacaron los trabajos de restauración a licitación pública, adjudicándose a finales de dicho año a la prestigiosa restauradora Bárbara Hasbach, que comenzó su labor a mediados del mes de enero de 1995. Casi cinco años después de iniciarse las gestiones, y eso que se habían declarado de urgencia los trabajos de restauración...
Comenzó el proceso de restauración con la colocación de la imagen en el sitio en el que se iba a restaurar. Empezó el proceso, como no podía ser menos en una corporación religiosa, con un acto eucarístico celebrado por el párroco de San José y consiliario de la hermandad, don Antonio Guerrero Álvarez, para que Dios guiara la mano de la restauradora para realizar el adecuado trabajo que la valía de la imagen requería (49).
Coincidiendo con la restauración de la imagen titular de la hermandad se presentó un libro en el mes de mayo de 1995 en el que se detallaban los informes de todos los técnicos que habían intervenido en del proceso restaurador de la talla escultórica y de su primitiva cruz de taracea mudéjar granadino o cartujano, formada por piezas de carey y marfil, aquella en la que José de Mora concibió que su Cristo estuviera crucificado, y que tras el paso de más de trescientos años se encontraba en malas condiciones de conservación, restaurándose la pieza por Leandro Seixas Díaz y Pilar Vicario Leal. Durante el proceso de restauración, un enigmático papel, del que se conservaba solo un tercio de su total texto, se encontró en el interior de la imagen, cuya firma incompleta se determinó que no se correspondía con la de José de Mora y que pudiera tratarse de un trozo de un sobre con una dirección, lo que, en definitiva, no viene a aportar ningún conocimiento relevante. También en el ensamblaje de la cruz en la zona del crucero se encontró una inscripción en abreviatura ilegible: P e M Fran, que según el informe de Teresa Gómez Espinosa, podría traducirse como "Padre M Francisco", quizá el autor de la cruz, que podría tratarse de un clérigo, posiblemente relacionado con la Cartuja granadina (50).
El libro fue presentado por el catedrático de Historia del Arte de la Universidad de Granada, Ignacio Henares, el día 22 de mayo de ese año, en el Salón de los Caballeros Veinticuatro del Palacio de la Madraza, antiguo Ayuntamiento de Granada.
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Cristo de Mora en su cruz, ambos restaurados. Fot. de la Hermandad del Silencio
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Entre algunos detalles de la imagen que se habían descubierto con su restauración, estaba la situación del paño de pureza o perizoma, que según la restauradora Bárbara Hasbach, Mora lo realizó en tela de lino encolada, cuyas colas estaban reblandecidas, lo que había hecho perder su rigidez y se hallaban zonas en las que la tela se había desprendido de la talla y había sido fijada con puntillas para su fijación; la cabeza presentaba, también, elementos metálicos que habían causado hasta 68 orificios rellanados con estuco, a los que se le reintegraría su policromía, que el autor la había empleado de una gran calidad y con un pigmento muy resistente: el blanco de plomo, para conseguir el rictus de la muerte que le da esa policromía marfileña.
A pesar de la acertadísima restauración de la imagen y de su cruz, los granadinos no volverán a admirar en las calles tan sublime escultura del Cristo de la Misericordia. Opiniones al respecto de su pocesionabilidad hay bastantes, en pro y en contra. Con toda pesadumbre se puede decir que la preservación de una obra de arte es misión prioritaria. Las restauraciones podrían ser cientos a lo largo del tiempo, pero ¿qué quedaría del original al final de dichas múltiples restauraciones? Ello no quiere decir, que de forma muy puntual, la imagen se procesione con sumo cuidado en acontecimientos relevantes, como ocurrió en la procesión de la Passio Granatensis, aunque la lluvia nos impidiera verlo en la calle, pues la imagen no traspasó las puertas de la Catedral.
En la Cuaresma de ese año de 1995 la imagen réplica fue la que presidió el tercer vía crucis oficial en la Catedral de la Real Federación de Cofradías, presidido por el arzobispo de Granada, siendo portado en posición inclinada por sus hermanos sobre las angarillas de traslados. Después fue portado por hermanos de diversas cofradías, como era costumbre. Los años anteriores los habían presidido las imágenes de Jesús del Rescate y Jesús de la Sentencia.
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Vía Crucis Oficial 1995
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En estos años en los que la hermandad recoge su procesión en la iglesia de San Nicolás (1993-2008), el tradicional traslado del Cristo (su réplica) del mediodía del Miércoles Santo, se hará con un nuevo itinerario, dirigiéndose desde dicha iglesia hacia Santa Isabel la Real y Plaza de San Miguel, para bajar por la Placeta de Cauchiles y San José, y desde aquí, tomar el itinerario tradicional de este traslado, por los Grifos de San José, Cuesta de San Gregorio y lateral de la Audiencia, hasta Plaza Nueva y Carrera del Darro, para subirlo al paso en la iglesia de San Pedro.
En 1995 se celebraba el V Centenario del Nacimiento de San Juan de Dios (1495-1995), para lo que la Orden Hospitalaria, hermanada con la Hermandad del Cristo de la Misericordia, preparó diversos y solemnes actos, entre ellos, la procesión en marzo de 1996 de las reliquias del Santo a la Santa Iglesia Catedral, para una función solemne en la que participaron cofradías y asociaciones religiosas, así como, diversos miembros de la Orden venidos de muchas de sus provincias eclesiásticas de gran parte del mundo. También, la Hermandad del Silencio organizó de acuerdo con dicha Orden una ceremonia religiosa especial en la Basílica de San Juan de Dios presidida por la imagen réplica del Cristo de la Misericordia, que fue colocado en el retablo mayor, delante de la urna con las reliquias, celebrándose ese año el quinario del Cristo en dicha Basílica.
En 1997, la hermandad, que había conseguido formar un cuerpo de costaleros para las andas, concierta con Antonio Méndez la dirección del grupo como capataz, procesionándolo en una madrugada primaveral que animó a miles de granadinos a acompañar al Cristo a su regreso por la Carrera del Darro y Cuesta del Chapiz, donde pasó después de las cuatro de la madrugada para llegar a San Nicolás cerca de las seis. Singular balcón del Albaicín es su plaza, universalmente conocida, donde se recrea la vista con la silueta de la Alhambra y la mole blanca de la Sierra Nevada en una hora en la que se recortan delante de las primeras luces del día Santo del Viernes, mientras la ciudad, a sus pies, va apagando sus últimas luces, de ese día del gran luto.
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1998. Traslado desde San Nicolás, bajando por Cauchiles (Albaicín). Foto Antonio Padial
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Ese año de 1997, el nuevo arzobispo de Granada, don Antonio Cañizares Llovera, desea ir a contemplar la salida de la Hermandad del Silencio a la puerta de la iglesia de San Pedro, donde es invitado a dar el golpe ritual a dicha puerta, señal para que se abra y comience la hermandad su estación de penitencia. Dicho golpe suele realizarlo, cada año, el hermano mayor de la cofradía.
José María Ortiz presentó al arzobispo en septiembre de dicho año su dimisión como hermano mayor de la cofradía, cargo que desempeñaba desde hacía catorce años. El acto de dimisión se debió a querer cumplir con los preceptos del Estatuto Marco para las cofradías, que el arzobispado había dictado, y que limitaba el periodo de duración de los mandatos de los hermanos mayores a un tiempo máximo de ocho años. Tras el acto de dimisión se nombra por el arzobispo, Monseñor Cañizares a Enrique González Gamero para regir la hermandad y hasta que se realizase el cabildo de elecciones. La hermandad había renovado sus reglas en 1996, para adaptarlas a dicho estatuto, siendo aprobadas por el arzobispado el 18 de septiembre de 1996.
Después de unos años de bonanza climática la Semana Santa de 1998 se presentó lluviosa, especialmente, en su segunda mitad. El Jueves Santo. Tres de las hermandades del día Aurora, Estrella y Redención) tuvieron que acelerar su marcha y refugiarse en la Catedral, que abrió sus puertas por ese motivo. Allí, permanecieron dichas cofradías, hasta el Sábado Santo, en que regresaron a sus respectivos templos. A la hermandad de la Concepción, que había salido ese año de San Pedro y discurría por Plaza Nueva, se le negó su refugio en la Audiencia y tuvo que guardar el paso del Cristo en la iglesia de Santa Ana, para una vez escampado, volver a la iglesia de San Pedro, de donde intentó salir por segunda vez, teniendo que regresar, también, en este segundo intento. Ante este panorama de inseguridad meteorológica la Hermandad del Cristo del Silencio optó por suspender su estación de penitencia. El Viernes Santo continuó la mala racha meteorológica, que afectó a todas las hermandades de ese día. Era la primera Semana Santa del mandato de Enrique González Gamero.
Ese año, se había elegido como presidente de la Real Federación de Cofradías a José María Ortiz Rodríguez, anterior hermano mayor de la Hermandad del Silencio y noveno en la historia de esta cofradía. Era el primer presidente, que en ese momento no era hermano mayor de una cofradía, también, siendo hermano mayor, fue vicepresidente de la Real Federación en el periodo 1985-1988.
En 1999, se cumplía el 75 Aniversario de la fundación estatutaria de la actual hermandad del Cristo (no olvidemos que la imagen tuvo, dos hermandades o asociaciones a lo largo de su historia, una en el siglo XVIII y otra en el XIX). Con motivo de este aniversario se programaron diversos actos religiosos y alguno cultural, como la edición de un libro sobre la cofradía, que se centra más en la imagen y el momento sociológico en el que surge esta hermandad, que en su aspecto histórico. Dicha publicación, realizada por diversos autores, fue presentada en el Salón de Plenos del Ayuntamiento de la ciudad y presentada por el cronista oficial de la misma, Juan Bustos y pregonero de la Semana Santa de ese año, el día 6 de marzo. El libro lleva el título de Misericordia y Silencio, y fue una de las primeras publicaciones extensas sobre una hermandad granadina.
Ese año, después de varias décadas en las que el célebre Quinario del Cristo se había celebrado en la iglesia de San José, éste se ofició en la iglesia del Sagrario de la Catedral, donde fue llevada por sus cofrades la imagen en posición inclinada. Finalizado dicho quinario, la función principal de instituto se celebró en la inmediata Catedral en la que fue colocada la efigie en un sencillo altar de cultos. Después de todos estos actos, la imagen fue devuelta con toda solemnidad a su iglesia sede de San José.
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La hermandad seguía con su proceso de renovación y mejora de enseres e insignias, que llevaba a efecto en los dos últimas décadas del siglo. Ese año 1999, se realiza una nueva cruz alzada con sus ciriales de acompañamiento, obra del orfebre sevillano Manuel de los Ríos. Sin embargo, estos enseres se realizaron no para la estación de penitencia, sino para el histórico traslado de la imagen desde San Nicolás a San Pedro para subirla al paso en esta última iglesia.
Ese año anunció el Arzobispo, don Antonio Cañizares Llovera que daría permiso a las cofradías para que pudieran éstas entrar en la Catedral en sus estaciones de penitencia de la Semana Santa del 2000, año jubilar del nuevo milenio. Con enorme alborozo acogieron las hermandades esta noticia, ya que se cumplían sesenta años del primer intento ante el cabildo catedralicio de obtener la licencia para hacer dicha estación en el Templo Metropolitano, como lo realizaban las antiguas hermandades en siglos pasados. Dichas antiguas cofradías de penitencia habían costeado, entre otras cosas, el dorado de la capilla mayor de la Catedral, como requisito exigido por la autoridad eclesiástica, para que se levantaran las reducciones y supresiones de hermandades ordenadas por el Arzobispo don Pedro de Castro a finales del siglo XVI.
En el nuevo Milenio XXI
La cofradías granadinas entran en el nuevo Milenio con un esplendor recobrado, teniendo el los años transcurridos hasta la fecha un crecimiento incesante en todos los aspectos: el religioso, con un incremento sustancial de los cultos y la liturgia de los mismos; en lo social, con nuevas formas más eficaces, numerosas y actualizadas del ejercicio de la caridad; en lo cultural, con proliferación de pregones de las cofradías, revistas, conferencias, tertulias, carteles, aspectos musicales...etc.; en lo artístico, con la realización de nuevos pasos y enseres, nuevas imágenes, sometimiento de la organización de cultos, traslados, archivos y estaciones de penitencia a una normativa más estricta y severa, y en lo sociológico, con la proliferación de casas de hermandad, donde guardar las pertenencias y centro de contacto entre los cofrades y con otros hermanos de diferentes cofradías.
Por estos años, esta Cofradía del Silencio, tuvo su casa de hermandad en la calle de San Matías nº 33-1º, derecha., (Placeta de las Descalzas). También la hermandad venía editando una revista, con el nombre de Divina Misericordia, para reflejar anualmente los acontecimientos y vida de la hermandad, que en estos años mejoró su calidad de impresión.
Por fin llegaba la satisfacción del anhelo largos años esperado, como era la entrada en la Catedral, aunque ese año 2000 se hacía a título de experimento, esta vez con todas las cofradías, pero la experiencia fue muy satisfactoria, entre otras cosas, porque era, también, la ocasión de que las estaciones de penitencia se hicieran con la participación episcopal con cada una de las cofradías, que serían acompañadas por el Arzobispo, rezando con los cofrades, hasta la capilla mayor de la Catedral. Asimismo, el Prelado tenía ocasión de dirigirse a los fieles congregados en la Plaza de las Pasiegas para darle una escueta homilía sobre el misterio que cada paso representaba. Todo eran aspectos positivos, que movieron al Arzobispo a prorrogar la estación de penitencia en la Catedral en los años sucesivos.
Pero esta novedad ansiada se vio empañada nada más comenzar en el Domingo de Ramos por la impertinente lluvia, que hizo que la Cofradía de la Entrada de Jesús en Jerusalén se refugiara en la Catedral, pero entrando por la Puerta del Perdón y, saliendo cuando escampó por la misma para ir a toda prisa a la iglesia de San Felipe Neri (Perpetuo Socorro), de donde había salido. Ninguna del resto de ese día pudo hacer su estación de penitencia.
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El Cristo de la Misericordia en la Catedral en la madrugada del Viernes Santo
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El resto de la semana mejoró el tiempo, aunque la Esperanza tuvo que refugiarse el Martes Santo en la Catedral, pero a partir del Miércoles Santo no hubo ningún incidente meteorológico, a excepción del Sábado Santo que hubo de suspender su procesión la Hermandad de Santa María de la Alhambra por igual causa, aunque no quedaron sin ver los granadinos a Nuestra Señora de las Angustias de la Alhambra el día 21 de mayo en el que fue coronada canónicamente en la Catedral. Con una madrugada sin incidentes en el tiempo salió la Hermandad del Silencio con la severidad silente acostumbrada marcando el andar de la cofradía el mítico tambor destemplado en señal de luto por la muerte del Dios hecho hombre, para padecer la miseria última del ser humano.
El recorrido albaicinero de la procesión de silencio se vio alargado en su horario puesto que la dificultad de las cuestas y las calles estrechas del Albaicín suponía una demora sustancial en los horarios, por ello, en el año 2000 la procesión llegó a encerrase en la iglesia de San Nicolás a las siete de la madrugada. Pronto nos veríamos privados de la belleza y recogimiento que suponía acompañar al Cristo por las recónditas callejas y esquinas de este barrio universal.
Dentro de los actos del nuevo milenio se conmemoraba el IV Centenario del nacimiento del artista granadino universal, Alonso Cano. Para este evento se inauguró una magna exposición en las naves de la Catedral de arte cristiano con el título de Jesucristo y el Emperador Cristiano. Allí se expusieron algunas de las obras más señeras de la pintura y escultura de los artistas de la Escuela Granadina, entre ellas, algunas imágenes de los siglos XVI, XVII y XVIII, titulares de hermandades de penitencia, como Jesús del Perdón, Señor del Descendimiento, el Cristo de la Misericordia del Silencio y Nuestra Señora de los Dolores de los Servitas (hoy Soledad del Calvario), ambas de José de Mora; el Señor del Rescate, Jesús de la Humildad, Nuestra Señora de la Esperanza de José Risueño; Nuestra Señora de las Angustias de Santa María de la Alhambra de Ruiz del Peral. También formaron parte de la exposición otras imágenes pasionistas, como el Nazareno de San Antón y el Cristo de la Columna de la iglesia de San Cecilio, procedente del Convento de Belén.
En esta magna exposición no podía faltar la talla original de José de Mora, que fue trasladada previamente a la Catedral el día 29 de junio, junto con la imagen de Jesús del Perdón (Diego de Siloé), ambas desde San José, en una procesión en la que participaron todas las imágenes de las cofradías que iban a formar parte de la misma. Allí permanecería el Cristo de la Misericordia varios meses, durante el tiempo que duró la exposición (desde el 8 de julio al 10 de diciembre), para después devolverlo a su capilla de San José de la que sólo ha salido en los siguientes años para ir a la Catedral cuando se celebró la Passio Granatensis.
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Traslado desde San Nicolás a San Pedro a principios del siglo XXI. Foto. Antonio Padial
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El especial impacto devocional que la procesión de penitencia del Cristo de la Misericordia causó al Arzobispo de Granada, don Antonio Cañizares Llovera, hoy Cardenal de la Iglesia y Arzobispo de Valencia, hizo que el Jueves Santo de 2001, acompañara a la imagen en su procesión durante parte del itinerario de ese año.
La sencillez y severidad hacía que la hermandad no fuera muy proclive a los estrenos si no los imprescindibles para renovar y mejorar sus enseres. Una de estas mejoras fue la del "Senatus populusque romanus" o S.P.O.R., para sustituir el que en 1984 había bordado el hermano mayor de la Sentencia, Miguel López Escribano. Para estrenarlo en la Semana Santa de 2002, en esta ocasión fue la insignia bordada en hilo de oro sobre terciopelo negro por la monjas clarisas del convento granadino del Santo Ángel Custodio, según diseño del también granadino Juan Jesús Juan Gómez. La vara que sustenta el "Senatus" la realizó ese mismo año el granadino con taller albaicinero, Manuel Martín Álvarez.
Ese año una instantánea fotográfica de Armando López-Murcia Romero, que con gran acierto y sensibilidad practica la fotografía cofrade fue la premiada como Cartel Oficial de la Semana Santa de Granada 2002. Se trata del Cristo de la Misericordia en su paso por la Carrera del Darro en su regreso a la iglesia de San Nicolás. El níveo resplandor de la talla rompe la oscuridad de la noche y del bosque sobre monte rojo que sostiene las torres iluminadas de la Alcazaba de la Alhambra, mientras el farol de forja da tenue luz a la escena.
En 2003, pese a un tiempo meteorológicamente adverso en casi todos los días de la Semana mayor, el Jueves Santo lograron realizar su estación de penitencia las cinco cofradías de ese día. El Cristo de la Misericordia fue llevado por su cuadrilla de costaleros que hacía algunos años (1998) se había consolidado entre el grupo de jóvenes de la cofradía, dejando el cargo de capataz Antonio Méndez y organizando la cuadrilla Joaquín Cros García-Villalba, cuyo cargo los desempeñará hasta el año 2013.
La cofradía que tuvo de abandonar la casa de hermandad de la calle de San Matías, con la capilla que allí tenía, donde los cofrades podían practicar la oración y cultos sacramentales. Entre las opciones con las que contaba estaba el trasladar la casa de hermandad a las dependencias de la iglesia de San Nicolás, donde se veneraba la talla del Cristo, réplica del original que realizó en escultor Antonio Barbero.
Un día triste y nublado fue el Jueves Santo de 2004 con amenaza de cerrarse en lluvia por la tarde, como así verdaderamente ocurrió. La única en atreverse a salir fue la hermandad zaidinera de la Redención, que ante los chaparrones tuvo que regresar al Colegio de los Salesianos. El resto de las cofradías, entre lágrimas de sus cofrades, suspendieron sus estaciones de penitencia, aunque abrieron las puertas de sus iglesias al público, después de actos penitenciales ante los pasos de sus imágenes. Llegadas las doce de la noche la lluvia no cesaba, habiendo la Hermandad del Silencio suspendido la salida y celebrado un acto íntimo penitencial, aunque anunció el traslado de la imagen en su paso procesional a San Nicolás para el Sábado Santo por la mañana.
Eran unas imágenes inusuales las que se ofrecieron el Sábado Santo a media mañana con la luz de un sol amable, aunque con nubes, con el traslado de San Pedro a San Nicolás del Cristo del Silencio en su paso, al que estamos acostumbrados a ver en la oscuridad de la noche del Jueves Santo. Mucha gente se arracimaba en el recorrido hacia la Cuesta del Chapiz y por las calles albaicineras que formaban el recorrido de su itinerario nocturno fallido por la lluvia del Jueves Santo. Todo el paisaje de esa Granada universal que se ciñe en el bucólico Valle de Valparaiso, por donde surca el río Darro, servía de escenario y arrope de la comitiva procesional matutina. Llegando a la Plaza de San Nicolás, de famoso mirador, Granada, su Vega y la Sierra Nevada hacían de pedestal y fondo de la escena. Jamás, la representación de la muerte de Cristo en la cruz surcaba por un escenario tan insólito y de tal belleza.
Estando la imagen del Cristo realizada por Antonio Barbero dándosele culto en la iglesia de San Nicolás, la hermandad repartía sus oficios religioso entre la iglesia sede de San José, donde se veneraba el Cristo de Mora, y la de San Nicolás. En esta última celebraba los cultos mensuales del primer sábado de cada mes y la Eucaristía de los domingos, y en la iglesia de San José, ante la imagen titular, realizaba el Quinario y Función Principal y las charlas de formación de los viernes de cada mes, así como la misa de Navidad y los cultos eucarísticos con las hermandades sacramentales, cuando correspondía organizarlos a esta hermandad.
Para celebrar el CL Aniversario de la proclamación del Dogma de la Inmaculada Concepción de María se determinó por la Real Federación de Hermandades que se procesionara la imagen de la Inmaculada, atribuida a Diego de Mora, que se venera en la iglesia de San José. Esta imagen fue la titular de la antigua hermandad gremial de San Crispín y San Crispiniano de los zapateros de Granada, cuyas imágenes están en dicha iglesia desde finales del siglo XIX. Fue la Hermandad del Cristo de la Misericordia la encargada de organizar esta procesión de traslado de la imagen a la Catedral en el paso de orfebrería de la Virgen de la Cabeza, para que presidiera la Vigilia y Función de la Inmaculada en esta conmemoración del Dogma. Al día 8 de diciembre por la tarde, terminados dichos cultos en la catedral, se realizó la procesión conmemorativa para reintegrar la imagen a su iglesia de San José.
Ese año 2005 sí que las cofradías del Jueves Santo pudieron realizar sus estaciones de penitencia con todos esplendor, abarrotando los itinerarios una muchedumbre de granadinos y foráneos, especialmente Plaza Nueva y sus alrededores, por donde pasaban cuatro de las cinco cofradías del Jueves Santo.
Dentro del proceso de renovación de enseres para la Semana Santa de 2006 se encarga al granadino Alberto Fernández Barrilao de diseñar unos nuevos seis ciriales para la comitiva litúrgica y sustituir a los que en 1983 realizara en Granada Oriol y completados en 1987 por Miguel de los Ríos con vara y regatón. Dichos ciriales sería encargada su realización al orfebre jienense Juan José López Pareja (51).
Los traslados previos de la imagen por las calles del Albaicín en la mañana del Miércoles Santo hasta la iglesia de San Pedro, siempre habían primado en ellos el respeto pero no se organizaban con un protocolo. Los hermanos llevaban la imagen a hombros y a su alrededor, guardando el debido silencio, iban los fieles acompañando dicho traslado de forma espontánea. Pero en 2006, sí se marcó un protocolo, organizándose una comitiva formada por los hermanos que pudieron asistir dispuestos en dos filas con traje oscuro y portando cirios de color "tiniebla"; detrás fueron los fieles y público que quisieron asistir al acto.
En nuestra ciudad se iba imponiendo a comienzos del siglo XXI la forma del costal para llevar los pasos en muchas cofradías. No era la forma tradicional de hacerlo en Granada, que siempre se habían portado a hombros, excepto las hermandades que llevaban los pasos con ruedas. En un principio, y en la mayor parte de las cofradías, los varales eran externos, soliendo llevar hábito las personas que los cargaban; después, se fue imponiendo en todas las cofradías que los varales o trabajaderas y sus cargadores se introdujeran en el interior de los pasos, pero cargando a hombros las mismas, no a costal. Era difícil de sustraerse, por parte de capataces y jóvenes costaleros, a la influencia sevillana en la forma del costal para llevar los pasos, que presentaba una atracción difícil de sustraerse a la misma en ese ambiente costalero y durante lo que va de siglo, prácticamente todas las hermandades granadinas lo han adoptado.
La Hermandad del Silencio con su cuadrilla consolidada adoptará el costal para la Semana Santa de 2007. Llevarán al Cristo marfileño con un andar cimbreante y contundente, acercándonos la muerte de un Dios en el Calvario, que se desliza por la cruz, tiñendo de luto morado los lirios de su pie, en contraste con claveles teñidos de rojo por la sangre de sus Cinco Llagas. Esa blancura de la efigie, única Luz que estalla en la oscuridad y silencio de la noche, es todo un compendio del misterio de la Salvación, nombre tan apropiado que tuvo la imagen cuando la realizó José de Mora; Luz vencedora sobre las Tinieblas para el rescate de la especie humana. La imagen, de blancura resaltada por el tradicional reflector, aúna en sí misma la muestra de la lívida muerte y la Luz de la Resurrección, que anuncia al inmediato tercer día.
Mucho se ha censurado en los ambientes cofrades, a veces, más guiados por las modas del tiempo que por la tradición, que la imagen lleve el reflector que la ilumina y resalta, para que solo los cuatro cirios de las esquinas creen la penumbra adecuada para la representación de la muerte de Cristo en la cruz. Sin embargo, no creemos que la luz del reflector se deba suprimir por respetar la tradición de esta cofradía y porque la imagen, tal como la concibió su autor en su blanca policromía, no representa solo a la muerte del hombre, también, y sobre todo, creemos que en ella nos quiere mostrar a quien no puede morir, porque es Dios Eterno.
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Cristo de la Misericordia. Foto de "Gólgota" de Fernando Daniel Fernández
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Pero ese año 2007, con una Semana Santa de las más lluviosas que se recuerdan, vio frustrado su Jueves Santo por la suspensión de las estaciones de penitencia. El paso del Cristo de la Misericordia se preparó en el centro de la nave de San Pedro para que la multitud que esperaba en la puerta entrara a venerar la sagrada imagen, que fue visitada hasta bien entrada la madrugada, y que quedó en la iglesia, como ocurrió en el 2004, esperando su trasladó a San Nicolás el Sábado Santo por la mañana en un devoto vía crucis muy participativo.
En el cabildo general de la hermandad del mes de enero de 2008 se acuerda, con la conformidad del arzobispado, que las hermanas de la cofradía pudieran ser admitidas para vestir el hábito y participar en adelante de ese modo en las estaciones de penitencia, cosa que hasta ese momento les estaba vedado. En las últimas décadas todas las hermandades granadinas habían estado adoptando este tipo de acuerdos, permitiendo a sus cofrades femeninos formar parte de la estación de penitencia con la vestimenta nazarena (vistiendo la mantilla sí habían participado desde los años veinte del pasado siglo en la mayor parte de la cofradías, aunque nunca en esta del Silencio). La Hermandad del Cristo de la Misericordia, siempre respetuosa con la tradición y con las normas eclesiásticas, se había resistido a permitir dicha participación, siendo la última de las cofradías granadinas en asumirlo. El acuerdo adoptado no necesitó de modificación alguna de las reglas de la hermandad.
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Madrugada Albaicinera
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Con la posibilidad de hermanas en las filas y costaleros con costal sí se celebró la estación de penitencia en la Semana Santa de 2008, aunque por la mañana del Jueves Santo, que llovió sin cesar, no estaban los cofrades muy seguros de que se celebrara la estación de penitencia. La tarde comenzó a aclarar y a las doce de la noche se abrieron las puertas de la iglesia de San Pedro y el destemplado tambor comenzó a dar sus sones destemplados y el Silencio se puso en la calle como lo había hecho desde hacía casi ochenta y cinco años. Sería la última vez que lo veríamos encerrarse en la iglesia albaicinera de San Nicolás, después de las seis de la madrugada, cuando la tímida luz de la aurora rompían las tinieblas de la noche. En esta iglesia había terminado la procesión en 1986 y, después, desde 1993 a 2008, inclusive ambos.
A finales de noviembre de ese año, la Hermandad solicito de las monjas agustinas, conocidas como las "Tomasas", con convento vecino a la iglesia de San Nicolás, que se acogiera a la imagen réplica del Cristo de la Misericordia en dicho convento, mientras se realizaran las obras de restauración de San Nicolas. En la capilla del convento permanecería la imagen en hasta la Cuaresma de 2010, para buscar nueva ubicación en la iglesia parroquial, también cercana, del Salvador.
La Semana Santa de 2009 será una de las que quedarán como de las más relevantes en los anales de la Semana Mayor de Granada. Se cumplían cien años de la llamada Procesión del Santo Entierro Antológico, germen de la Semana Santa actual, tal como la conocemos en la actualidad y cuando se empezó a pensar en procesionar a aquellas imágenes que los grandes escultores de la Escuela Granadina habían legado a la ciudad, que años más tarde empezarían muchas de ellas a ser titulares de las nuevas cofradías de Semana Santa, que aún perviven. Se recuperaba una Semana Santa Granadina con cofradías, como había sido en los siglos pasado desde el XVI, desaparecidas en casi su totalidad por los avatares históricos de la Ilustración y del inestable siglo XIX. Granada volvía a tener hermandades de penitencia.
Para conmemorar la efeméride la Real Federación de Hermandades y el Arzobispado decidieron realizar una procesión antológica de la Pasión de Jesucristo con los titulares de las cofradías, llamada la Passio Granatensis, en la tarde-noche del Sábado Santo de 2009, según el orden cronológico de los acontecimientos de la Pasión y Muerte de Cristo, empezando por el paso de la Entrada de Jesús en Jerusalén y finalizando con el Sepulcro de Jesucristo y la Soledad de la Virgen en el Calvario.
Ese año decidió la Hermandad del Silencio, me imagino que de acuerdo con la autoridad eclesiástica competente y por ser el Arzobispado la propietaria de la imagen, que fuera el Cristo de la Misericordia, original de Mora y titular de la cofradía, la que procesionara en la magna procesión de la Passio Granatensis. Esa autorización llevaría consigo la de procesionarlo, también, en la madrugada del Viernes Santo, puesto que la imagen había de trasladarse de todas formas a la iglesia de San Pedro para montarla en su paso. A esta iglesia se trasladó en la mañana del Miércoles Santo desde la de San José, su sede, para salir en la estación de penitencia de la madrugada y se encerró a las 4:20 en San Pedro, para al día siguiente por la mañana de Sábado Santo, trasladarlo a la Catedral, desde donde por la tarde iba a partir la procesión de la Passio Granatensis.
Al Cristo de Mora no lo habíamos visto en la calle desde la prohibición de procesionarlo. Nada más que por esta circunstancia, el año 2009 tuvo una Semana Santa memorable, si añadimos que también la Hermandad de Santa María de la Alhambra se procesionó en su día tradicional del Jueves Santo, ya que su día en las últimas décadas, el Sábado Santo, iba a participar, también, en la Passio Granatensis. Por lo tanto, ambas imágenes, como otras, procesionarían dos veces esa Semana Santa.
La mañana del Sábado Santo, con todos los pasos que iban a salir ubicados en la Catedral como un verdadero museo de Pasión, fue un incesante ir y venir de gentes, formando largas colas para entrar en la Catedral a contemplar montados en sus naves todos los misterios de la Pasión de Cristo. La ciudad bullía de propios y foráneos, que llenarían por la tarde las calles del itinerario de la procesión extraordinaria de la Passio Granatensis del 11 de abril de ese año.
La procesión magna se puso en la calle y comenzaron a salir los pasos, pero después de una mañana de extraordinaria temperatura y buen tiempo, comenzó a llover cuando casi todos los pasos habían salido de la Catedral, recurriendo las cofradías a tapar los pasos con plásticos. El Cristo de la Misericordia estaba en el dintel de la puerta principal de la Catedral y con su comitiva de hermanos en la calle, pudiéndose contemplar desde la Plaza de las Pasiegas. Allí, permaneció largo rato, pues se había convocado una junta extraordinaria de la hermandad, que decidió, con consulta y comunicado a la autoridad eclesiástica responsable, suspender, como era normal en estos casos de amenaza de lluvia, hecha realidad, la salida del paso procesional con la imagen del portentoso Cristo. Sí lo hizo la hermandad con su guion en el grupo de cofradías que no participaron con sus pasos. No pudo ser, el cielo no lo quiso, y, finalmente, la imagen no pudo participar en tan conmemorativa procesión del centenario del nacimiento de la Semana Santa actual de Granada.
Una joya de la imaginería granadina y de España, que merecían el máximo cuidado en toda circunstancia adversa, como la Soledad del Calvario, la Virgen Servita de Mora, que sí decidieron sacarla, y algunas otras más de excepcional mérito artístico. Como ocurre a menudo, determinados ambientes cofrades no llegaron a comprender la supresión de la salida de la portentosa imagen, orgullo del arte granadino del siglo XVII. La primera de ellas, el Cristo de la Misericordia, no se volverá a ver fuera de su capilla desde ese año 2009. Esperamos que se den las circunstancias idóneas para que lo volvamos a ver procesionar.
Pero sería el Cristo de la Misericordia, tal vez, en compensación de que la lluvia frustrara la salida de la imagen en la Passio Granatensis, el que constituyó el tema del cartel de la Semana Santa 2010. En esta ocasión fue una obra pictórica del artista granadino José Antonio Rodríguez Ruiz, que representaba el busto de la sagrada imagen sobre fondo negro, para que el espectador se centrara en la obra sin otro aditamento de distracción.
Tampoco, y hasta el momento presente, volverá a encerrarse la hermandad en su estación de penitencia de la madrugada del Viernes Santo en la iglesia albaicinera de San Nicolás, privándonos de las bellas estampas de su recorrido por el Albaicín en el preludio del amanecer primaveral, colofón artístico y devoto del Jueves Santo y despertar del Viernes Santo granadinos. Las obras programadas para efectuarlas en la iglesia de San Nicolás, en deficiente estado de conservación, impidieron el regreso de la Hermandad a dicho templo en todos estos años en la madrugada de todos estos años. La casa de hermandad continuó algún tiempo en San Nicolás, hasta que la hermandad pudo lograr otra, y el Cristo del Silencio pasaría a la albaicinera iglesia del Salvador, donde actualmente se le da culto en la capilla bautismal, y desde donde cada Miércoles Santo se hace el traslado a la de San Pedro.
Aquella Semana Santa de 2010, pese a que algunos chubascos, que hicieron suspender la salida del Cristo de San Agustín y alguna cofradía se vio sorprendida en la calle, la tónica general fue la del buen tiempo y una granada que se echó a la calle para ver sus procesiones. El Jueves Santo se celebró con sumo esplendor procesional en los cortejos de las cinco hermandades, aunque el frío de la madrugada se hizo sentir durante el recorrido de esta Hermandad del Silencio, que como se dicho regresó este año y también los venideros a la iglesia de San Pedro sobre la 4:30 de la madrugada con la severidad acostumbrada. El paso lo mandaba el ya veterano capataz de la hermandad, Joaquín Cros García-Villalba, acompañando al paso del Cristo el Rector de la Basílica de San Juan de Dios, como lo venía haciendo otros años.
En el mes de septiembre se procedió a la beatificación del capuchino, Beato Fray Leopoldo de Alpandeire, ceremonia que se llevó a efecto en la Base Aérea de Armilla, a cuyo lugar se llevó la imagen del Cristo de la Misericordia (réplica de Antonio Barbero), junto con el grupo escultórico de Nuestra Señora de las Angustias de Santa María de la Alhambra. Ambas imágenes presidieron la ceremonia multitudinaria, concelebrada por el arzobispo de Granada y varios obispos el día 12 de septiembre de dicho año 2010. La Hermandad mandó realizar al orfebre granadino Rafael Moreno un relicario de plata con reliquia con hueso del Beato Fray Leopoldo, para que figure en el frontal del paso procesional del Cristo, junto al relicario de San Juan de Dios.
El centro neurálgico oficial de la Semana Santa granadina sería trasladado en 2011. La Plaza del Carmen, ante el Ayuntamiento, se erigió desde 1942 en lugar de la tribuna oficial, salvo escasos años. Casi setenta años de permanencia, que en las últimas décadas había compartido con la gran tribuna ante la Catedral, en la Plaza de las Pasiegas. Las mayores dimensiones de los pasos actuales y la proliferación de bares en la estrecha Calle de Navas, que aunque daban un ambiente festivo a la zona no se consideró lo más adecuado para el discurrir de las estaciones de penitencia; aparte de esto, quedaba un tanto estrangulada la circulación de personas en estos años en los que la asistencia masiva de granadinos y forasteros, copaban los espacios del inicio de la Carrera Oficial. También, permitía ampliar de forma considerable el número de palcos de la tribuna. Por ello, la Federación de Cofradías acordó trasladar en 2011 la tribuna oficial a la Calle de Ángel Ganivet, con lo que la toma de las horas se realizaría en el inicio de dicha calle, junto a la Plaza de Mariana Pineda, para seguir las comitivas por Mesones, hasta la zona de la Catedral.
Ninguna de las cuatro cofradías de la tarde del Jueves Santo de 2011 pudo pasar por la nueva tribuna oficial de la calle Ganivet. Tanto la Hermandad de la Aurora como la de la Estrella, tuvieron que volver a sus templos por el aguacero intenso que se presentó al inicio de sus recorridos; la de los Salesianos del Cristo de la Redención, tuvo que refugiar sus pasos debajo las viseras del Palacio de Congresos, para regresar dos horas después a su sede de María Auxiliadora del Zaidín, y la hermandad de la Concepción no llegó a ponerse en la calle. Llegada la madrugada se abrieron los cielos y el Silencio salió de San Pedro con un itinerario lleno de gente ansiosa de ver las procesiones del Jueves Santo. Fue ésta la única hermandad del día que pasó por la nueva tribuna y llegó a la Catedral, pero, estando en su interior algunas gotas de lluvia la hicieron permanecer en dicho templo, dejando en él el paso, para regresar a la iglesia de San Nicolás en andas de traslado el Sábado Santo por la mañana.
Años de lluvias estos del comienzo de la segunda década del siglo XX. Para la Semana Santa de 2012, la Real Federación de Hermandades acordó acortar el horario del paso de las cofradías por el itinerario oficial, lo que supondría a la Hermandad del Silencio llegar a la Catedral y salir de ella por la Puerta del Perdón a las 3 horas del Viernes Santo, fin de la carrera oficial, es decir, 35 minutos antes que en madrugadas anteriores. A las 4:15, en realidad, quizá un poco más tarde llegaría la cofradía a la iglesia de San Pedro. Se acabaron los años en los que la cofradía se encerraba en San Nicolás después de las seis de la mañana, tras su bello e inigualable recorrido albaicinero.
Pero el Jueves Santo de 2012 la Hermandad del Silencio, ni ninguna de las del Jueves Santo pudieron realizar estación de penitencia por los aguaceros que cayeron por la tarde-noche de ese día. No aclaró en la madrugada, como había ocurrido el año anterior, en que pudo salir la procesión del Silencio. Las puertas de las iglesias de las hermandades de este día se abrieron para ser visitadas por gran cantidad de gente que esperaba ver sus pasos.
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Por el Albaicín con Sierra Nevada al fondo. Foto A. Gúzmám Ubeda
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La Hermandad dedicaba la mayor parte de sus esfuerzos a realizar obras de caridad, colaborando con la parroquia y convento de Santo Tomás de Villanueva de las agustinas del Albaicín, así como, con el Centro de hogares de Nuestra Señora del Pilar de dicho barrio y los hermanos de la Cruz Blanca, gestión de bolsa de trabajo...etc. Otros recursos los dedicaba estos años a la consecución de una casa de hermandad, puesto que tuvo que abandonar la de San Nicolás, por las obras de restauración que se han eternizado.
Con el año 2013 se iniciaron unas celebraciones procesionales de gran esplendor en todos los sentidos, y aunque hubo ciertas amenazas de lluvia el Jueves Santo, no se llegaron a materializar por haber descargado el día anterior.
También, ese año, en el mes de junio, la hermandad recibió una singular donación: la entrega de una Dolorosa de candelero. Centrada la cofradía en la devoción de su imponente Crucificado, a lo largo de su historia había desechado la idea de dar culto a una imagen mariana. La Dolorosa donada fue realizada, años atrás, por Antonio Ruiz Fernández, un discípulo del escultor granadino Aurelio López Azaustre . La imagen fue titular de una pro-hermandad que se fundó allá por 1995 en el convento de Ntra. Sra. de los Ángeles, en las Vistillas. Dicha pro-hermandad, a la que negó su aprobación la autoridad eclesiástica, le dio a la Virgen el título de Ntra. Sra. de la Humildad y daba culto al Crucificado de las Misericordias, talla del siglo XVI, de aquel convento de clarisas, hoy en el Monasterio de la Encarnación, de la misma orden franciscana.
La Hermandad del Silencio tiene depositada la imagen en la iglesia de San José sobre un pedestal en una hornacina, y, al parecer, no ha decidido por el momento procesionarla en Semana Santa. Ese año la Cofradía inaugurará su nueva casa de hermandad en la Gran Vía, nº. 51, 2º izqda., que estuvo acondicionando desde el año anterior.
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Ntra. Sra. de la Humildad en el Convento de Ntra. Sra. de los Ángeles
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Cristo de las Misericordias en el Convento de los Ángeles
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No se recordaba una Semana Santa más completa y participativa, con un tiempo casi veraniego, como la de 2014, en la que se amplió la ya casi consolidada nueva carrera oficial. La ampliación se completó con el inicio de la calle de Recogidas y las calles de la Alhóndiga, donde se colocaron dos tribunas y palcos delimitados en el resto de esta calle. Se suprimió de su itinerario la calle de Mesones y se realizó el acceso a la Catedral por la de Jáudenes, hacia Marqués de Gerona. A la Hermandad de Silencio esta ampliación del itinerario de la carrera oficial no le supuso más que un cuarto de hora de retraso, con respecto al año anterior, en el momento del regreso a San Pedro. Esta cofradía, como las demás, estaban consiguiendo agilizar su marcha en sus estaciones de penitencia respectivas.
Noventa años se cumplían de la aprobación canónica de la actual Hermandad del Santísimo Cristo de la Misericordia y fecha desde la que lleva esta advocación. Años durante los que la Hermandad, habiendo renovado y aumentado sus enseres, sigue manteniendo el mismo espíritu de su fundación, y su cortejo procesional, aunque enriquecido en patrimonio, sigue manteniendo las mismas señas de identidad que en sus principios. Ha variado de templos de recogida (su sede de San José, San Nicolás y San Pedro), pero siempre se su recorrido de ha finalizado en esta última iglesia.
Con la celebración de la efeméride se realizaron diversas conferencias en los últimos jueves de cada mes y el Quinario de 2015 fue oficiado por el jesuita Javier Peinado. Como todos estos años, se levantó para los cultos de Cuaresma un severo, aunque elegante altar de cultos, en la capilla mayor de la iglesia de San José, presidiéndolos la imagen titular delante de preciosas colgaduras de color granate, de las que pendía el escudo de la hermandad, y más de cincuenta cirios de cera sacramental a ambos lados de la imagen.
Terminaba el 90 Aniversario de la fundación de esta Hermandad y comenzaba en 2015 el Año Jubilar de la Misericordia de Dios, declarado por el Papa Francisco desde el 8 de diciembre de 2015 al 20 de noviembre de 2016, festividad de Cristo Rey. No podría tener en Andalucía en esta celebración una representación iconográfica más sublime que la del Santísimo Cristo de la Misericordia, una imagen que sin laceraciones ni signos de tortura, simplemente el Dios-Hombre clavado en la cruz, que va esparciendo su Silencio Misericordioso sobre las muchedumbres granadinas que se arracimaban a su paso en aquella madrugada especialmente cálida del Viernes Santo de 2015.
Muchos años tardó en solucionarse el problema que suponía la coincidencia en Plaza Nueva de la Hermandad de Santa María de la Alhambra a su regreso y la del Silencio a su salida, por lo que suponía de contraste entre la luz y músicas que requería la primera y el silencio severo y oscuridad que requería la segunda; problema que quedó definitivamente zanjado cuando la de la Alhambra pasó su estación de penitencia al Sábado Santo. Pero, nuevamente surgió con la aparición de la Hermandad de la Concepción "Concha", que a su regreso debía esperar largo tiempo en la calle de Elvira, para que pasara la del Silencio por dicha plaza, que se veía afectada por la luz y el bullicio reinante en la citada calle. La solución vendría en ese año 2015 con el paso de la Hermandad de la Concepción a ser la primera que transitara el Jueves Santo, con lo que a las salida de la Hermandad del Silencio, ya había pasado la de la "Concha" por Plaza Nueva y la Carrera del Darro y comenzado a encerrase en su templo de la Concepción.
En esa Semana Santa la Hermandad del Silencio estrenaría nuevas túnicas para nazarenos, para ir renovando su cortejo procesional, y los acólitos con doce roquetes de corte vaticana.
También, con vistas a celebración del Centenario de la Hermandad, en 2024, ésta se había propuesto realizar un grandioso proyecto: el dotar a la imagen de un nuevo paso procesional para sustituir el actual, que data de 1966 (canastilla) y de 1985 (respiradero). Dicho proyecto se planteó por la junta que estaba presidida por el hermano mayor, Enrique González Gamero, pidiéndose a distintos artistas, entre ellos, Juan Díaz Losada (según idea de Mariano Sánchez Pantoja), Manuel Prados o José Manuel Martínez Hurtado, que propusieron el diseño de dicho paso para someterlos a la consideración de la Hermandad. Sin embargo, con la entrada de una nueva junta de gobierno, presidida por el nuevo hermano mayor, Enrique Dabán, el proyecto pareció quedar paralizado a espera de tener medios económicos suficientes para abordarlo (53). Al parecer, en enero de 2017, la Hermandad pidió a los artistas que presentaron proyecto, que podían retirar sus dibujos. Con ello, no sabemos, en realidad, si se ha desechado la idea de nuevo paso o se piensa aplazarla.
En el Quinario de Cuaresma de 2016, muy concurrido, se pudo ganar el Jubileo citado, por declaración de la sede de San José como templo jubilar, celebrándose antes de dicho Quinario un vía crucis por el interior de la iglesia con la réplica del Cristo, que no se pudo realizar por el Albaicín por la inestabilidad meteorológica. Este vía crucis los presidió el Vicario General, don Francisco Espigares Flores, y actuó en él la música de capilla "Cristo de la Paz" y en el mismo se estrenó el Soneto a Cristo Crucificado.
Ese año la Hermandad consiguió el premio "Sánchez Mesa" al mejor cortejo procesional, que le fue entregado en el salón de plenos del Ayuntamiento de Granada. También un suceso triste para la corporación nazarena: el padre Francisco Javier Alaminos Pérez, tantos años párroco de San José y director espiritual de la hermandad falleció después de Semana Santa, vino a sustituirlo, don Francisco Novo Sánchez, nuevo párroco y director espiritual de la hermandad.
Venerándose en la iglesia del Salvador la imagen réplica que hizo el escultor Antonio para procesionar, se consiguió adecentar su culto con una ara o mesa de altar de estilo neoclásico que la Hermandad consiguió de las piezas que conservaba en su almacén de efectos muebles patrimoniales el Arzobispado de Granada. El frontal del altar, realizado en madera con imitación del mármol, típico del gusto neoclásico, lleva unas pinturas en su centro, que representa a la cruz de cuyos brazos penden el alfa y el omega, con dos ovejas a los lados, representativas del "pueblo fiel", según la concepción paleocristiana.
El año 2016 quedará en los anales de la Hermandad como el de más temprana recogida de su estación de penitencia, ya que finalizó ésta a las 2:40 de la madrugada del Viernes Santo por ser el propio templo catedralicio en que acogió a la hermandad como final de su recorrido. El Arzobispo de Granada, don Javier Martínez, había pedido a la cofradía que la sagrada imagen del Cristo de la Misericordia (réplica) presidiera los Oficios del Viernes Santo de la Catedral, para la celebración del Año Jubilar Extraordinario de la Misericordia, estando la imagen presente en su paso durante el discurrir de las hermandades del Viernes Santo por Iglesia Mayor.
La Hermandad entre sus actividades de carácter cultural venía publicando desde 1995, a iniciativa del "Grupo Joven", la revista o boletín anual "Divina Misericordia", para información, comunicación y guía espiritual de sus cofrades, que va año tras año, especialmente en los últimos, incluyendo artículos de interés cultural y cofrade sobre imágenes históricas que procesionan y son titulares de las cofradías y de la historia de la hermandad, de algunas devociones de la iglesia de San José y de la capilla de su titular. Publicación, que en los últimos años, reviste de una presentación editorial de gran calidad. Siendo la portada de 2017 una bella pintura de José Montes.
Se había adelantado un poco el horario de las hermandades del Jueves Santo por lo que la Hermandad de Silencio, con un discurrir más constante y seguido, que duró cuatro horas, pudo finalizar su estación de penitencia en 2017 a las cuatro horas de la madrugada, con el recorrido lleno de público, que acompañado de un tiempo inmejorable en esos días de finales de marzo, abarrotó todo el centro de la ciudad. La Hermandad seguía renovando los hábitos de sus nazarenos, conforme lo permitían sus posibilidades.
La Hermandad seguía renovando
los hábitos de sus nazarenos, conforme lo permitían sus posibilidades e,
igualmente. También, lo hará en los próximos años con los enseres procesionales, para
lo que se está comenzando con el Estandarte Sacramental, aprobándose por la junta general de la Hermandad el 16 de octubre de 2018, y en el que expresará su arte del diseñador y bordador granadino, Álvaro Abril. Probablemente, éste y otros artistas intervendrán en el futuro para llevar a efecto con sus
diseños esa renovación delicada en los años venideros, que estamos seguros que se realizarán de acuerdo con la
personalidad singular de esta Hermandad.
Un hecho insólito ocurrió en la madrugada del Viernes Santo
de 2018 y que no se había producido en los noventa y cuatro años transcurridos
desde la fundación de la Hermandad: El Ayuntamiento de Granada, presidido por
Francisco Cuenca, siguiendo las directrices de la Policía Nacional, prohibió
apagar las luces de recorrido de la Hermandad, a excepción de la Carrera del
Darro. Con ello, se privaba a la corporación silente de ese clima de luto,
recogimiento y éxtasis, que constituye una de las señas de identidad de la
Hermandad. El fondo de esta cuestión pudo estar en el ataque en esa Semana
Santa a algunas cofradías y pasos que determinadas personas, intolerantes con
los sentimientos religiosos ajenos, con una mentalidad totalitaria, aborrecen e
increpan a quienes no se alinean con sus parámetros ideológicos. No
obstante, la gente acudió de forma masiva a ver la procesión, manteniendo un
enorme silencio y respeto al presenciar el cortejo procesional y al cadencioso
discurrir del paso del Cristo de la Misericordia.
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El Silencio. Madrugada 2018. Plaza Nueva con las luces encendidas
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En la Semana Santa de 2019 se estrenó el citado Estandarte Sacramental, representando el primer titular de la Hermandad. La obra, inspirada en el arte manierista, se centra con un óvalo coronado con la Custodia de la Catedral como modelo, flanqueada por la vid y la espiga, símbolos eucarísticos, y enmarcado en bordado dorado, Recorriendo los bordes de la pieza una cenefa, inspirada según el autor, en un terno existente en la Catedral de finales del siglo XVI, realizado por el maestro bordador, Juan de Villalón. En dicha cenefa concebida con elementos vegetales, como el acanto, se intercalan ocho cartelas orladas, con pinturas Rafael Reina, con el Patriarca San José; San Gregorio Bético, iglesia conventual para la que José de Mora realizó la imagen del Cristo; San Pedro Apóstol, titular de la parroquia de donde comienza la Hermandad su estación de penitencia; las Ánimas del Purgatorio, titulares de la Hermandad; San Juan de Dios, copatrón de la ciudad de Granada, y el Beato Fray Leopoldo de Alpandeire, cuyas reliquias del primero y del segundo lleva el paso del Cristo de la Misericordia en la estación de penitencia.
En la parte superior del estandarte aparece una guardamalleta o baldaquino, a modo de palio de respeto de la representación inferior, es decir, la Custodia. El sostén o vara del estandarte se concibe como una cruz de Lorena en la que se emplean dos cañones a modo de brazos de cruz, todo de orfebrería que ha realizado el taller granadino de Alberto Quirós (54). Sin las alharacas que invaden a algunos diseños, a veces extravagantes, este estandarte mantiene un concepto clásico de la insignia, a la vez que innovador en algunos aspectos, destacándose su elegancia indudable, como corresponde a una cofradía del carácter severo como es ésta.
Jueves Santo marcado por la lluvia el de 2019, que hizo que las cuatro hermandades de la tarde suspendieran sus estaciones de penitencia, sin que por ello las gentes, que llenaban las plazas y placetas de las sedes de las cofradías, renunciaran a la esperanza de que pudieran salir alguna de ellas. No pudo ser, aunque después de los rezos y actos penitenciales, sustitutivos, en alguna manera, de las estaciones de penitencia, se abrieran para que los fieles, cofrades y granadinos, pudieran ver los pasos con sus imágenes.
Sorpresivamente, cercana la madrugada, se abrió el cielo, cabalgando por él nubes retrasadas, empeñadas por acompañar a la Luna, que esa noche quiso alumbrar con su lívida caricia silenciosa el cuerpo crucificado de Jesús de la Misericordia. En la lejanía de la Carrera del Darro anunciaba el ronco tambor que la Hermandad se había puesto en marcha entre gentes enmudecidas. Llegaron los nazarenos con el cirio en la cintura y al son único del rastreo de sus colas negras; y llegó el Cristo níveo, navegando sobre Plaza Nueva entre un mar de luces tintineantes, que en la oscuridad destellaban de los móviles voraces de captar la belleza de lo incongruente de un cuerpo abatido en su patíbulo en el que ya vibra poderoso el resplandor de la Resurrección.
Se apagaron las luces, tras la pésima experiencia del año anterior, y el destello del Cristo del Silencio y su Luna esquiva brilló en la madrugada del día de Parasceve, antesala de la Pascua cristiana.
La Semana Santa de 2020 fue suspendida por la terrible pandemia que asola en el mundo a nuestra especie, causada por el coronavirus "Covid19", iniciado en la ciudad china de Wuhan, quedando los actos de culto de la Cuaresma también suspendidos y a la espera de su evolución favorable los que se puedan celebrar en 2020. Este año se tendrían que haber estrenado los faroles de acompañamiento al estandarte sacramental, también diseñados por Álvaro Abril con realización de Alberto Quirós, si no se hubiere suspendido la Semana Santa.
No hubo Semana Santa en las calles, aunque sí la hubo en espíritu de muchos cofrades. En nuestra mente y en nuestros corazones revivimos cada uno de los ocho días, cada rincón del paisaje urbano de Granada significativo para el paso de nuestras cofradías. Sentimos la Semana Santa en nuestros ojos, oídos y olfato, con fotografías, ordenadores, videos o móviles. Vivimos la madrugada de la Carrera del Darro y de Plaza Nueva inmersos en ese Silencio de Luna llena, aplacado por el rumor lejano del Albaicín, donde su Madre es Estrella, Aurora y Concepción, subiendo por las callejas empinadas del barrio distraída en su aflicción por flores, ceras, brillos de las platas y músicas. Su Soledad llenaba la madrugada del Viernes Santo.
Granada y su área metropolitana se halla confinada en estos momentos de principios de noviembre de este año.
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HERMANOS MAYORES
Ha sido dificultoso poder ofrecer esta lista y las fechas de sus mandatos, aunque incompletas, de hermanos mayores de la hermandad, dado el anonimato que esta corporación mantiene en cuanto a sus miembros, cuyos nombres y periodos de los cargos de sus componentes difícilmente aparece en los medios, aunque se han dado a conocer por la prensa algunos datos en diversas ocasiones.
1924- 1925 José María Domínguez Nieto
1925- 1927 Nicasio Montes Garzón
1927- 1930 José Luis Valverde Márquez
1930- 1948? José Godoy Fonseca
1948- 1956? Inocencio Romero de la Cruz
1956?-1965? Diego Garzón Martínez
1965?-1974? José Alemán Marín
1974?-1983 Rafael Sabatel Bueno
1983- 1997 José María Ortiz Rodríguez
1997- 2005 Enrique González Gamero
2005- 2009 Juan Antonio González
2009- 2016 Enrique González Gamero
2016- Enrique Dabán Collado
Piezas musicales dedicadas a la imagen
No me mueve mi Dios para quererte de A. Peinado
Misericordia y Silencio de Ramón Lechuga Olmo 1994.
Silencio en Pasiegas J. Manuel Martín Puertas 2013.
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1. J.A. Díaz Gómez, "El Cristo de José de Mora (1688): nuevos datos para la historia de una obra cumbre y su vinculación con los oficiales de la Real Chancillería de Granada", revista De Arte, nº 17, 2018, pp. 59-76. Universidad de León.
2. Antonio Padial Bailón, "Datos para la historia del Crucificado de San José y antecedentes para su hermandad de penitencia", revista Gólgota nº 11, pp. 118-122,. Granada 1999, (Boletín de la Federación de Cofradías de Granada).
3. J.A. Díaz Gómez, op. cit, p. 65, 71.
4. Antonio Padial Bailón, op.cit, p. 118. y Boletín Oficial de la Provincia (B.O.P) de 10 de julio de 1837.
5. Diario de Granada de 3 de diciembre de 1847, p. 4.
6 . B.O.P., de 6 de octubre de 1845.
7 . Antonio Padial Bailón, op. cit. p. 121 y Periódico La Constancia de 3 y 10 de abril de 1853.
8 . Antonio Padial Bailón, op.cit, p. 121 y periódico Alhambra del día 20 de enero de 1860 y de 21 de marzo de 1863.
9. Periódico La Gaceta del Sur de 31 de marzo de 1918.
10. Antonio Padial Bailón, "Misericordia en Granada", revista Divina Misericordia, Cuaresma 2016.
11. Granada Gráfica en su número abril de 1924.
12. La Gaceta del Sur de 15 de mayo de 1924.
13. Ibídem de 27 de marzo de 1924.
14. Julio Belza y Ruiz de la Fuente, Miserere. Historia de la Cofradía del Silencio, p. 37. Granada 1990.
15. Varios autores, Misericordia y Silencio, documentos preliminares. Granada 1999.
16. La Gaceta del Sur de 6 de julio de 1924.
17. Revista Reflejos de abril de 1925 y Julio Belza, op. cit, p. 38.
18. La Gaceta del Sur de 1 de abril de 1926.
19. Julio Belza, opus cit. p. 38 y La Gaceta del Sur y El Defensor de Granada de 2 de abril de 1926.
20. El Noticiero Granadino de 5 de marzo de 1927.
21. Ibídem de 3 de mayo de 1927.
22. La Gaceta del Sur de 20 de diciembre de 1927.
23. Julio Belza, opus cit., p. 39.
24. El Defensor de Granada del 21 de marzo de 1929.
25. Ibídem de 19 de marzo de 1929.
26. Ibídem de 17 de abril de 1930.
27. Ibídem de 2 de abril de 1931, p.3, y Antonio Padial Bailón, La Semana Santa de Granada a través de la Federación de Cofradías, p. 112-113. Granada 2002, Real Federación de Hermandades y Cofradías de Granada.
28. Antonio Padial Bailón, La Semana Santa de Granada a través..., p. 115.
29. Ibídem, op. cit., 117-118.
30. José Gómez Sánchez-Reina Artículo en la revista
"Eco de Granada" de abril 1960.
31. Antonio Padial Bailón, op. cit., La Semana Santa de Granada a través..., 131-132.
32. Periódico "Ideal de Granada" de 28 de marzo de 1939.
33. Ibídem de 7 de febrero y 19 de marzo de 1940.
34. Ibídem de 29 de marzo de 1941.
35. Antonio Padial Bailón, op. cit., La Semana Santa de Granada a través..., p. 166.
36. Antonio Padial Bailón, op. cit., p. 161.
37. Periódico "Ideal de Granada" de 7 de abril de 1947.
38. Según el programa oficial del año 1948. Aún en el de 1952 se mantenía el horario de las 11 de la noche.
39. Antonio Padial Bailón, op. cit., La Semana Santa de Granada a través..., p. 190.
40. Acta de la Federación de Cofradías de 30 de julio de 1951.
41. Antonio Gallego y Burín, Guía artística e histórica de la ciudad, p. 389. Granada 1946, edición de 1982.
42. Antonio Padial Bailón, op. cit., La Semana Santa de Granada a través..., p. 235, y acta de la Federación de Cofradías de 20 de febrero y 16 de marzo de 1963.
43. Ibídem, p. 244.
44. Periódico Ideal de Granada de 2 de marzo de 1975.
45. Periódico Patria de 13 de abril de 1979.
46. Antonio Padial Bailón, op. cit., La Semana Santa de Granada a través..., p. 293.
47. Archivo Histórico Diocesano de Granada, legajo 11 f (b), pieza 6.
48. Archivo Histórico Diocesano de Granada, legajo 11 f (b), libro de cabildos de la hermandad.
49. "La venerada imagen del Santísimo Cristo de la Misericordia en proceso de restauración", el secretario. Revista "Gólgota" de 1995.
50. Del libro de la restauración del Cristo y su cruz, varios técnicos de sus diversas facetas, autores del mismo. Granada. Granada 25 de mayo de 1995.
51. Revista "El Despojado", p. 73, edición de Semana Santa 2006.
52. Ibídem edición Semana Santa 2014, p. 82.
53. "SER Cofrade Granada" de 17 de marzo de 2017.
54. Revista "Divina Misericordia", edición de Cuaresma de 2019.
Este blog es una maravilla.
ResponderEliminarAunque con retraso, muchísimas gracias, Pablo.
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