Vistas de página en total

sábado, 5 de marzo de 2022

PONTIFICIA REAL E ILUSTRE HERMANDAD DEL SANTO SEPULCRO Y NUESTRA SEÑORA DE LA SOLEDAD DEL CALVARIO (GRANADA)

 

             SANTO SEPULCRO Y SOLEDAD DEL CALVARIO

(1616-2022)

VIERNES SANTO

(Iglesia de San Gil y Santa Ana)








Antonio Padial Bailón

Se fundó en la iglesia de Santiago

Esta antigua hermandad se fundó en 1616 en la iglesia parroquial de Santiago (aún existente, aunque no parroquia), que está situada en la calle Marqués de Falces en su tramo que va desde la Gran Vía a la calle de Elvira. Frente a la misma, en aquella época, se elevaba el edificio del Tribunal de la Inquisición, que se servía de esta iglesia parroquial para sus funciones religiosas y autos de fe no generales. En el solar del edificio de la antigua Inquisición se construyó a principios del siglo XX la iglesia del Sagrado Corazón y dependencias de la residencia de los jesuitas.

La hermandad a lo largo de los siglos ha tenido tres sedes: Santiago (1616-1640), San Gil (1640-1878) y San Gil y Santa Ana (desde1879, hasta hoy). En la iglesia de Santiago tiene su sepultura en la capilla situada junto a la sacristía el insigne arquitecto y escultor Diego de Siloé y fue bautizado en 1628 Pedro de Mena.

La Hermandad se fundó ante el escribano público (notario) Rafael de los Ríos, el día 11 de abril de 1616, aunque parece que su constitución pudo llevarse a efecto de hecho en 1615, sobre la base de una hermandad de gloria anterior fundada en el siglo XVI, ubicada en Santiago y dedicada a Nuestra Señora de las Necesidades, agregándose esta nueva del Santo Sepulcro (1). La hermandad fue impulsada por el propio Provisor y Vicario General de la diócesis, don Diego de Molina, y aprobada por él mismo. Los fundadores fueron: el Doctor Ortiz Calderón, Vicente Ferrer y Robles, Juan Vila, Juan Tomás de Larrea, Damián Quixada y Juan Tomás del Arco.

Iglesia de Santiago, donde nació la hermandad.


Elevadas las Reglas a escritura pública, se presentaron a la aprobación del Provisor Diego de Molina, que las aprobó el día 16 de abril de 1616, con ciertas condiciones, como que cuando la cofradía se "desbaratase" los bienes debía quedar a distribución del arzobispo y aplicarlos a obras pías. 

Era, por lo tanto, una hermandad vinculada y mediatizada por la autoridad eclesiástica, que no era muy propicia al establecimiento de hermandades en las parroquias; de hecho ésta era la única con sede parroquial, a excepción de la de Ntra. Sra. de las Angustias, porque esta cofradía estaba fundada antes del establecimiento de la parroquia en su ermita. 

Calcografía de Ntra. Sra. de las Tres Necesidades de Miguel de Gamarra 1679. Museo Casa de los Tiros


La Procesión del Viernes Santo

El Provisor le da licencia en el mismo documento de la aprobación para salir de disciplina los Viernes Santos por la tarde, porque después de la Reducción de 1597, solo había quedado una hermandad en ese día: la de la Soledad del convento del Carmen Calzado, ya que la de la Expiración del Convento de San Agustín había dejado de salir, quedando el Viernes Santo "con comodidad de salir" las dos hermandades, debiendo hacerlo la del Entierro a la hora que lo hacía la Soledad, es decir a las tres de la tarde y detrás ésta (2).

Aquella Semana Santa de 1616, algunas cofradías vuelen a salir a realizar estación de penitencia, después de la reducción que decretó el Arzobispo don Pedro de Castro y Quiñones en 1597, solo autorizaba a salir las de la Vera Cruz, Angustias y Soledad, por ser las más antiguas y de más severidad. Tampoco, las autorizó su sucesor, don Pedro González de Mendoza, pero en 1615 lo trasladaron a Zaragoza, como arzobispo de su diócesis. Mientras nombraban sucesor, quedó al cargo de la diócesis granadina el Provisor y Vicario, don Pedro de Molina, que fue quien aprobó las reglas.

Otra condición que ponía el Provisor para levantar la suspensión, era que la hermandad debía ofrecer un peón para las obras que se estaban ejecutando en la construcción de la Catedral, como se les había exigido a las demás cofradías. En el caso de esta hermandad del Santo Entierro, moderaba la exigencia que se había impuesto a las cofradías de dar 100 ducados para el dorado de los Santos Apóstoles de la capilla mayor, que había terminado de realizar en 1614 el escultor Bernabé de Gaviria, en sólo 80 ducados. Los ducados los entregarían a un tal Antonio Carrasco, que había proporcionado el oro.    

En estos primeros tiempos formaban parte de la hermandad los escribanos públicos y familiares del Santo Oficio, según el cronista Enríquez de Jorquera. El libro de las reglas de la hermandad lo inicia un grabado en óvalo en el que se representa el Entierro de Cristo y bajo el unas conchas o veneras de Santiago, en alusión a la iglesia sede de la Cofradía y otra sobre la Resurrección Misterio al que también daba culto la hermandad y procesionaba, como veremos más adelante.
 
Portada del Libro de Reglas. Foto archivo del autor de este artículo

Inmediatamente de ser aprobadas las reglas el día 18 de abril de 1616 se reúne el cabildo de la hermandad para dictar las normas que habían de regir la procesión del Viernes Santo, y que estaba precedida de la ceremonia del Desclavamiento. Y de desarrollaban de esta forma:  

" ...primeramente se ha de poner el Juebes Santo a media noche en la iglesia de Sr. Santiago en la parte comodada tres cruces en forma de Calbario y en ellas Ntro, Sr. y los dos ladrones y el Biernes Santo a las tres de la tarde suba un predicador al púlpito y habiendo predicado media ora hará salgan de la sacristía tres sacerdotes rebestidos con sus estolas y suban a descender a Ntro. Sr. de la Cruz, quitándole la corona de espinas, dándola a la Birgen que está al pie de la cruz y a la misma de la forma haga a los clabos y el predicador baya predicando los misterios que pasó".  

La Virgen que estaba al pie del Calvario y recibía en sus manos la corona de espinas seria la imagen de Nuestra Señora de las Tres Necesidades, titular mariana de la hermandad; seguramente la imagen de la Cofradía a que se había agregado la del Santo Sepulcro, y preparada ya para la procesión  

Antes de conocer las reglas de la hermandad no se sabía ciertamente si hacía esta ceremonia del Desclavamiento y Descendimiento, aunque lo suponíamos por ser práctica corriente en este tipo de hermandades y en las de la Soledad. Creemos que la propia imagen del Cristo Yacente sirvió para realizar la ceremonia del Descendimiento de la Cruz después de estar clavado en la misma. Si observamos esta imagen se aprecia que los brazos fueron articulados, dadas las protuberancias que presenta en la articulación de los brazos con el hombro. En tiempos posteriores (siglo XVIII), cuando la hermandad dejó de celebrar dicha ceremonia del Desclavamiento, fue disimulada dicha articulación. También la postura de las manos abiertas y los pies cruzados sugieren, que dicha imagen fue utilizada antes de la mencionada ceremonia como imagen de Crucificado.


El profesor Smolka Clares apuntaba que tal ceremonia se podría haber realizado con el Crucificado del monasterio de la Concepción, atribuido a Jacobo Florentino, que presenta los brazos articulados. Pero, dadas las características del  Cristo Yacente del Sepulcro, que hemos señalado, creemos que no hay  que acudir a la imagen del Cristo del Monasterio de la Concepción, aunque es posible que también pudiera haber servido para una ceremonia de ese tipo, bien realizada por otra hermandad que desconocemos o por la comunidad y fieles del convento al que perteneciera en principio (seguramente las monjas de la Concepción lo recibieron, tras la exclaustración, de los Franciscanos Terceros del Convento de San Antón en 1836, que eran de la misma Orden religiosa y recibieron de dicho convento varias imágenes, como la de Santa Lucía).

Prosigue el acuerdo de aquel primer cabildo de abril de 1616, diciendo: 

"Luego baxen a Ntro. Sr. y lo pongan en el lecho adonde tiene que ir en processión hasta que llegue a la parte y lugar donde tiene que ser depositado y la processión salga en esta forma: Primeramente salga de la yglesia de Sr. Santiago, o de la parte donde estuviere esta hermandad en adelante, veinticuatro niños de la doctrina con sus hachas encendidas y la cruz que ellos suelen sacar en los entierros, luego bayan venticuatro bastoneros con sus túnicas negras y cubiertos los rostros y luego doce hachas amarillas delante del estandarte, ansimesmo los rostros cubiertos y luego a de ir el estandarte, que lo lleve el hermano mayor y en su aussencia el mayordomo y luego a de ir venticuatro hachas con el triunfo de la cruz (...) con sus bersos en latín (...) y al pie de la cruz la Muerte atada y luego an de ir sus caxas destempladas y dos pínfanos y sus pendones arastrados y un general con su bastón arastrado en forma que se representa la muerte de Jesús".

Una de las noticias que hay que destacar del anterior párrafo es que de la Hermandad del Santo Entierro o Santo Sepulcro de Granada, desde sus inicios llevaba el paso del Triunfo de la Cruz, como su homónima sevillana. Ese paso, que se conoce popularmente en Sevilla como la "Canina". Veamos cómo lo describe aquel acuerdo del cabildo.

El paso de la "Canina" de Sevilla al pie de la Cruz

Aquella música  de sones lastimeros, que llevaba el paso de la Muerte, es decir, cajas o tambores destemplados (con el pellejo poco tenso), que eran las que se utilizaban para conducir a los reos de muerte y los pínfanos como una especie de flauta. Los pendones que llevaban iban arrastrándose en señal de luto. La Muerte será un paso que también llevarán después otras hermandades como la de Jesús Nazareno de la Merced, aunque esta cofradía lo representaba con un hombre disfrazado de Muerte con su guadaña.

A continuación, iban doce niños vestidos de ángeles y Con los pasos de la Pasión iban cofrades con túnicas y capirotes negros y el rostro cubierto. Asimismo, al lado de cada paso de Pasión dos flámulas o gallardetes también arrastradas en señal de luto. Después, iban las cruces de todas las parroquias llevadas por los sacristanes y todas las órdenes religiosas masculinas de la ciudad por orden de antigüedad portando velas y otros cien clérigos con sus sobrepellices y estolas con velas encendidas; reis de armas con sus cotas puestas  y en ellas la Pasión de Ntro. Sr. Jesucristo delante del "lecho" con el Señor Yacente que lo llevaban clérigos y, cubriéndolo un palio negro portado por otros doce clérigos. Tras el Señor iban cuatro "caperos" con cetro de plata y tras ellos el preste que hacía el oficio.

Por último, iba la comitiva de la imagen de Ntra. Sra. de las Tres Necesidades (no nombran las reglas su advocación), que iba en andas " (...) a ombros de los hermanos y cubierta de luto". Y tras de ella, un coro de música  de sonidos destemplados como correspondía al misterio que representaba, es decir  las Tres Necesidades de la Virgen al pie de Calvario: no tener escaleras para descender a su Hijo de la cruz; carecer de sudario para amortajarlo y no contar con sepulcro donde enterrarlo.

Las mismas reglas fundacionales prescribían la austeridad con la que debía de salir los hermanos:

 "(...) con mui grande devoción, los rostros tapados, sin puños, ni valonas en las manos, ni petinas, ni medias blancas, ni zapatos blancos y en forma de penitente y en cuia forma a de salir por la ciudad y andar sus estaciones hasta llegar a la parte donde se a de hacer la forma de  depósito y entierro y allí a de estar puesto el sepulcro y en él se a de sepultar y el preste a de hacer el oficio y incensiar el cuerpo y luego la procesión a de ir a la yglesia de Santiago. Los hermanos con los capirotes caydos y en forma de tristeça y de esta forma se a de hacer el depósito, haciendo escritura de entrego en la yglesia donde se ubiere de hacer, tomando testimonio de todo (...)".  

 

La austeridad que se prescribía era extrema, como correspondía al misterio que la hermandad representaba. Los hermanos llevarían un capillo caído, negro como el resto del hábito, sin capirote y después de hacer las estaciones que prescribiera la directiva de la hermandad (a veces una de ellas era la catedral), llegaban a una iglesia, que solía ser a del convento de Santa Paula, de madres jerónimas, y allí depositaban la imagen del Cristo Yacente, previa firma de escritura ante el escribano público, que testimoniara el depósito de la imagen en su urna o sepulcro. Según la descripción en esos primeros años la imagen era portada por los hermanos sobre una cama o angarilla a hombros, para dejarla en el sepulcro o urna en la iglesia de destino, donde se hacía la ceremonia correspondiente y regresar a Santiago sólo con la Virgen de las Tres Necesidades.

Donde se hacía el depósito (Santa Paula), permanecía la imagen hasta el Domingo de Resurrección, en que se recogía procesionalmente por la hermandad:

" (...) luego la mañana de pascua de Resurición por la mañana, a las seis de ella, a de salir de la yglesia de Santiago la ymagen  de Ntra. Sra. vestida de blanco y bien aderesado encima un manto negro y en forma de procesión a de llagar a la yglesia donde a de estar depositado Nuestro Señor y hallando a su bendito hixo resucitado, salga en forma de procesión dando la vuelta a la yglesia de Sr. Santiago, llevando mui grande regocixo de música  y danças y chirimías con mui grande alegría (...) an de ir los hermanos con sus vestidos negros y con sus hachas en las manos, así lo hordenamos..."

Lo anterior nos indica que la hermandad representaba, no solo los últimos pasajes del descendimiento y la Soledad de la Virgen al pie del Calvario en su Tres Necesidades, sino también la Sepultura de Jesús, llevando su cuerpo al monasterio de Santa Paula, donde quedaba depositado, hasta el Domingo de Resurrección en que se iba a recoger en una procesión de gloria y regocijo con la Virgen vestida con saya blanca.

Posible primitiva imagen de Ntra. Sra. de las Tres Necesidades (iglesia de Santiago) 

No obstante, Henríquez de Jorquera en sus "Anales de Granada" nos dice que la primera procesión fue el Viernes Santo de 1615, un año antes de la fundación. No sabemos si por error, dado que este autor escribió dicha obra hacia los años cuarenta del XVII y lo traicionó su memoria o que la hermandad realizara antes de su fundación dicha procesión, cosa poco probable a mi juicio.

De todas formas, veamos la descripción de la procesión que él refleja, como del año 1615:

 “ (…) la cual salio el dicho viernes santo con la mayor autoridad y grandeza que se ha visto en procesión de Semana Santa. Sacó en ella el estandarte don Diego de Castilla con grandísimo acompañamiento de toda la caballería de Granada” al término de la procesión “Dexaron el santo Sepulcro, en el Monasterio de monjas de Santa Paula, para volverle resucitado (a la iglesia de Santiago) el día de Pascua por la mañana con grande solemnidad y fiesta que se hizo” (3).

En Granada y en otros lugares, como Sevilla, existían dos hermandades que procesionaban y daban culto al Entierro de Jesús representando una el traslado al Sepulcro y otra el Sepulcro mismo. Cubrían en nuestra ciudad estos dos momentos pasionistas la “Hermandad del Entierro de Cristo y Nuestra Señora de las Tres Necesidades” de la iglesia de Santiago y la de la “Soledad y Entierro de Nuestro Señor Jesucristo”, ésta de flagelantes o de disciplina, con sede en el Convento del Carmen, de Carmelitas Calzados. 

Era una cofradía con carácter oficioso, puesto que en ella participaban los estamentos civiles y religiosos de la ciudad, siendo probablemente la primera hermandad que incorporaba claramente a su procesión representaciones alegóricas de los personajes bíblicos y del Nuevo Testamento, que irán con el paso de los años, adquiriendo más esplendor barroco, tanto en número como en variedad de personajes.

No transcurrieron demasiados años desde su fundación, cuando le va alcanzar a la hermandad una de las suspensiones o reducciones que aquejaron a nuestras antiguas cofradías en esa época. En la Semana Santa de 1631, siendo prelado D. Miguel Santos de San Pedro, tras prohibir las demandas, el provisor de la diócesis Juan Palacios dictó un auto el Domingo de Ramos, por mandato del cabildo eclesiástico, por el que se prohibía la salida de las cofradías en su estación de penitencia bajo pena de excomunión y multa de doscientos ducados. Sólo se libraron de la prohibición, como de costumbre, las tres hermandades más antiguas: la Vera Cruz, las Angustias y la Soledad. Las dos primeras que salían el Jueves Santo y la última el Viernes Santo.  No le valió a la Hermandad del Entierro de Cristo y Ntra. Sra. de las Tres Necesidades, la más joven de todas, alegar para conseguir licencia, que ya, siendo Domingo de Ramos, tenía el gasto hecho.

Poco duró la prohibición, pues unos días antes de la Semana Santa de 1633 murió el Arzobispo, Mons. Santos de San Pedro, y el vicario general del arzobispado, provisor de la diócesis, volvió inmediatamente a dar licencia a las cofradías, para la estación de penitencia de ese año, y la del Entierro de Cristo y Tres Necesidades, para que, como de costumbre, saliera a las dos de la tarde del Viernes Santo y también a la hermandad de Jesús Nazareno del convento carmelita de los Mártires, para que saliese en la madrugada de ese día, que según H. de Jorquera “salieron muy lucidas y copiosas” (4).

Alegorías de Apóstoles y Sibilas

En los cinco años siguientes, la hermandad realizaría con su habitual esplendor sus estaciones de penitencia; aunque ya, en 1638, da síntomas de agotamiento, y ese año suspende voluntariamente su procesión por falta de medios económicos y por estarle aún prohibido realizar demandas. Además, “estaba empeñada”, seguramente por deudas.

A partir de ese año, la Cofradía resurge con su esplendor habitual, pues en 1640, “salió tan grandiosa que aventajó en grandeza a la de San Antonio”- Esta cofradía de San Antonio a la que se refiere Jorquera no es otra que la Cofradía de la Oración en el Huerto del convento de San Antonio Abad- “(...) y con tantas cosas nuevas de la escritura, cargada de tanto primor y con tantas banderolas como pasos”. La nobleza y los principales caballeros de Granada salieron ese año en la procesión llevando el estandarte de la Hermandad el Conde de Santisteban y las borlas del mismo don Juan Luis Ponce de León y otro caballero, todos ellos de la Orden de Santiago. Por su parte, acompañando al paso de Nuestra Señora de la Tres Necesidades iban todos los escribanos de número de la ciudad alumbrando con hachas (5).

Paso de la Oración en el Huerto de San Antón. Foto J. Martínez Rioboo

Tantas personas formaban parte ese año de la comitiva que tardó hora y media en pasar por la Catedral, a pesar de la prisa que le daba la Cofradía de la Soledad, que pasaba después.  

La ciudad aquel día estaba conmocionada por un libelo contra la virginidad de la Virgen que había sido clavado en la puerta del Cabildo de la Ciudad (en la Madraza, sede entones del Ayuntamiento) ese Viernes Santo, día seis de abril, y puede que ello contribuyera a tan abundante participación en la procesión del Santo Entierro. En los siguientes días gran número de cofradías realizaron al Triunfo procesiones de desagravio por dicho motivo.

Al siguiente año de 1641, dejó de salir la Hermandad por estar necesitada de gente; las guerras iniciadas en Cataluña, Portugal y Francia habían dejado muy mermada la nómina de cofrades. No salieron tampoco las cofradías de la Humildad y la de la Sangre de Jesucristo. Parece ser que en el fondo de la cuestión estaba el poco ánimo de sus mayordomos y hermanos mayores para costear los gastos de la procesión en unos años de recesión económica, así como de disensiones internas.

1640. Escisión de la Hermandad

A mi juicio, estas disensiones contribuirían a esta puntual decadencia de la Hermandad, pues ese año de 1640, la división entre sus hermanos motivaría la escisión de la Hermandad. Unos quedarían en la iglesia de Santiago con la imagen de la Virgen, quizás los componentes antiguos de su hermandad, reorganizándola. Otros, los del Santo Entierro o Sepulcro, buscaron sede en la cercana iglesia parroquial de San Gil, donde permaneció hasta la demolición de ésta en 1868-69.

La parte de la hermandad que quedó con la Virgen en Santiago se siguió denominando Hermandad de Nuestra Señora de las Tres Necesidades, que por las razones que diremos más adelante,  cambió el título a mediados del siglo XVIII, en que se denominaría solamente de las Necesidades, advocación consagrada por el Papa Clemente XIII por su Breve de  6 de febrero de 1760, mandando que no se llamase de la Tres Necesidades sino de las Necesidades, a la vez que concedía  indulgencias a quienes asistieran a su setenario.

Esta imagen de Ntra. Sra. de las Necesidades puede ser la Dolorosa que aún se venera en la iglesia de Santiago (de la que antes hemos puesto fotografía y que volvió a procesionarse restaurada en 1984 con el Santo Sepulcro, siendo Comisario don Juan Cobo).

 

La antigua Virgen como era primitivamente

Probable imagen de Ntra. Sra. de las Tres Necesidades de la iglesia de Santiago restaurada por Zúñiga en los años ochenta 

De la Hermandad de Ntra. Sra. de las Necesidades que quedó en Santiago

Esta hermandad escindida de la del Santo Entierro tuvo durante el resto del siglo XVII y en el XVIII cierto auge devocional. La advocación  de  Tres Necesidades la mantuvo durante el XVII y hasta 1760, en el que lo varía por el Breve Papal. Ambas hermandades mantuvieron la advocación de la Virgen, seguramente, de forma no pacífica, hasta que se sustituyera en la de Santiago por el de Necesidades simplemente, como se ha anticipado. 

En 1678, treinta y ocho años después de que la Hermandad del Santo Entierro pasara a San Gil, nos encontramos con un inventario de bienes de esa hermandad que quedó en Santiago, con el título aún de Tres Necesidades para la antigua Dolorosa, lo que podría llevarnos a confundirla, con las Tres Necesidades de San Gil.

"A pedimento de los hermanos de Ntra. Sra. de las Tres Necesidades de la parrochia de Sr. Santiago de esta ciudad de Granada se hizo inventario de los vienes de esta hermandad"(6).
El inventario es copioso debido a las muchas ofrendas de sus hermanos y devotos y, de él, se puede deducir la apariencia de la imagen, su capilla y algunas cosas interesantes.

La Dolorosa que quedó en Santiago se presentaba normalmente vestida con manto negro de felpa forrado de tafetán negro con puntas de igual color y saya blanca, tal como la describe en la procesión de Semana Santa las primitivas reglas. Poseía una pollera para descansar el manto en las procesiones, forrada de igual color y otra pollera sin cola, seguramente para cuando estaba en la capilla. Debajo del manto llevaba toca monjil blanca (poseía dos, una de Cambray y otra de gasa, ésta más basta sería para la capilla). Curiosamente, la de gasa, se la llevó como reliquia hacia 1685 el racionero don José Bazán y, a cambio, regaló lienzo para hacer otra nueva. También tenía, una colección de velos de distintos colores, posiblemente para ocultar la imagen a los fieles, cuando no estaba expuesta al culto, como era costumbre, según el tiempo litúrgico. 

Asimismo, contaba con varias sayas (de tafetán encarnado con franjas de oro, donación de Juana de Lara, que en 1680 se utilizó para hacerle a su altar un frontal. Otra de lienzo de Flandes, un manto de torcidillo...etc.

Como piezas de orfebrería la imagen llevaba una corona de plata con pedrería que costearon los hermanos que costó 1.680   reales, dándose para su hechura la antigua, más pequeña, que tenía la imagen. En las manos entrelazadas, llevaba una corona de espinas de plata de 9 onzas con tres clavos y cruz de cinco onzas de plata, regalo de los mayordomos Juan José Maldonado y Lorenzo García de Zaragoza y un sudario que caía de ellas y, a sus pies una media luna de plata, que, seguramente, se le pondría cuando no estaba vestida de Dolorosa "...con guarnición de madera para armarla". Eran los atributos que recibió la Virgen al pie de la Cruz: la corona de espinas, los clavos y el sudario. Otras veces, se le ponía en las manos un corazón grande de plata repujado en relieve, dice el documento, "en medio de los dedos". Sobre la cabeza llevaba la corona de plata, pagada por los hermanos.

Otros adornos y atributos llevaba la imagen en otras ocasiones, como un cetro de plata para las funciones letíficas; un corazón de cristal regalo de Dª Ana Jiménez; dos cables de plata para las manos, seguramente, para sostener los atributos que llevaba en ellas; varios rosarios, uno de marfil tallado, otro con flor de azabache, otro de granates, otro de plata repujada, otro de gemas, regalo en 1685 por D. José Vucán; también tenía una joya de diamantillos de Bohemia, regalo de Dª. Juana de Lara. Una pulsera de granates con perlas de dos vueltas que le regaló en una memoria Dª Jacinta Velasco y otra de azabaches.

La hermandad poseía una cruz grande de plata repujada, sin saber si esta se utilizaba para iniciar las procesiones o se ponía en el paso detrás de la Virgen. También tenía un palio forrado de holandilla roja, que no sabemos si era de los de "respeto" o incorporado, con cruz de plata, regalo de Dª María de Barrionuevo.

La Capilla de Nuestra Señora de las Necesidades en iglesia de Santiago

Probablemente era la que ocupa hoy la Dolorosa, la primera del lado del Evangelio, estaba adornada con diversas piezas de interés, como cinco lámparas de plata colgando del techo; una Cruz grande de pino regalo de Dª Jacinta Velasco el 12 de junio de 1679 por una memoria de misa cantada para su alma. Otra cruz de nogal labrado, regalo del mayordomo Lorenzo García de Zaragoza. No sabemos si estas cruces se ponían en la capilla o tras de la imagen en su altar.

También se adornaba su capilla con seis candeleros de madera pintados de negro, regalados en 1686 por el mayordomo casi perpetuo, Lorenzo García de Zaragoza, que no se debían prestar, excepto para el altar mayor de la iglesia de Santiago. Dicho mayordomo era persona relevante en Granada con el cargo de provisor de la Real Chancillería que, además hizo a su costa la reja que cerraba la capilla de la Virgen, realizada por el herrero Francisco Escudero y mandó restaurar las cinco lámparas de la capilla al orfebre Bartolomé Romero.  

También, adornaban la capilla un cuadro del Ecce Homo "muy milagroso", obsequio de Gabriela Campo, vecina de la placeta de Santiago, y otro del Descendimiento con marco dorado que donó Jacinta Velasco.

En 1686, se agregó para darle culto en la capilla una imagen de la Verónica, que la trajo el hermano Gregorio Varón y Velasco, como donación de una devota. Cabe la duda, si esta parte de la Hermandad que quedó en la iglesia de Santiago escindida de la del Santo Entierro, incluso con una imagen pasionista, como la Verónica, pudiera haber realizado procesión de penitencia en la Semana Santa, pero no hay documento para afirmarlo.

1640. La Hermandad del Santo Entierro en San Gil


Iglesia de San Gil destruida en 1869. Portada

Como antes hemos afirmado la Hermandad del Santo Entierro pasó en 1640-1641 a la iglesia de San Gil, situada en la Calle de Elvira, haciendo esquina con Plaza Nueva. Este templo fue levantado sobre la mezquita Hatabyn o de los leñadores entre los años 1543 y 1563, sirviendo la mezquita de parroquial hasta esa fecha. Su bella portada fue realiza por Juan de Maeda con traza de Diego de Siloé. Llegada allí la hermandad se le asignó la capilla en la que se veneraba la imagen de una Soledad, de poca calidad artística (era de pasta), a la que la corporación adoptaría como titular, cambiándole la advocación por la de Tres Necesidades, al igual que la que había quedado en Santiago.

Allí se le fabricaría por la hermandad penitencial un retablo barroco en blanco y pan de oro, que aún se conserva en la iglesia de Santa Ana, dónde se trasladó al demolerse la iglesia de San Gil en 1869. Tiene una hornacina horizontal en su primer banco, para albergar el Sepulcro. En la hornacina superior central se veneraba a la nueva imagen de Ntra. Sra. de las Tres Necesidades. También, en sus calles laterales, sobre repisas con dosel, las imágenes del Resucitado y de San Juan Evangelista, que procesionaba la hermandad, hoy desaparecidas.

 


La Cofradía en su nueva sede de San Gil se reorganizó, recuperando en el último cuarto del seiscientos el esplendor de los años iniciales. Prueba de esa magnificencia es el retablo antes mencionado y las numerosas donaciones de objetos de culto y de capilla, joyas, obras de arte y elementos procesionales que recibe la hermandad de devotos. 

También, le fue regalado un cuadro del Descendimiento. Este lienzo podría ser el realizado por el pintor Felipe Gómez de Valencia (1634-1679), noticia que descubro en el periódico “La Independencia” de 5 de agosto de 1882 en un artículo del especialista en arte Emilio Millán Ferriz, que lo describe como “Cristo Muerto sobre su sábana con dos ángeles” que existió en su capilla de San Gil, hoy en el Museo de Bellas Artes de Granada. 

Cuadro de Felipe Gómez de Valencia que estaba en la capilla de la Hermandad del Santo Sepulcro o Entierro de la iglesia de San Gil. Hoy en el Museo de Bellas Artes 

Ya en San Gil, la hermandad encarga en 1675 al artesano Manuel Valdés la bella urna sepulcral de carey, ébano, bronce y plata que todos conocemos. La urna fue después restaurada y enriquecida por el mismo autor en 1691, siendo hermano mayor Francisco Rodríguez de Hinojosa y mayordomo Joseph Márquez. Estos datos figuran en una inscripción en la misma urna.

"hicieron este sepulcro los hermanos de Ntra. Sra. de las Tres Necesidades el año de 1675 y este remate y su reedificación la hicieron don Francisco Rodríguez de Hinojosa, siendo hermano mayor y don Joseph Márquez,  mayordomo. Año de 1691 Manuel Valdés faciebat." 

La urna sepulcral lleva a los lados 10 asas para su transporte, lo que nos indica que no se llevaba a mano por diez hermanos, probablemente clérigos, sin que descansara en ningún tipo de parihuela o andas.

El cambio a una urna, quizás tuvo la finalidad de representar de forma más fidedigna y de acuerdo con las reglas el Sepulcro de Jesús, en lugar del traslado al mismo que se venía representando. Ello significaría, también, suprimir la ceremonia del depósito del cuerpo de Jesús en el convento de Santa Paula y su reintegro a la sede de la hermandad el Domingo de Resurrección. 

Urna de carey y plata de Valdés de 1675, reformada en 1691

1718. La nueva imagen de Nuestra Señora de las Tres Necesidades

A principios del siglo XVIII, 1a imagen de la Virgen que empezaron a venerar a partir de 1640, cuando llegó la hermandad a San Gil, presentaba un importante estado de deterioro, que la hacía inservible para el uso procesional. Ello, unido a la poca calidad del material en que estaba labrada, a su escaso valor artístico y a contar dentro de la hermandad con un escultor de valía, como José Risueño, hizo que la corporación tomara la decisión de sustituirla por otra. 

La imagen de la Dolorosa que encuentra la hermandad en la iglesia de San Gil, según se representa en la calcografía de Miguel Gamarra de 1679, presentaba una gran frontalidad, rostrillo monjil, con corona de espinas, tres clavos y sudario en sus manos.

El encargo confiado al escultor José Risueño Alconchel, discípulo de los Moras,  y que además en ese tiempo (1718) era mayordomo de la hermandad, lo tuvo finalizado ese año, realizando la nueva y bellísima imagen de Nuestra Señora de las Tres Necesidades, que hoy conocemos como Ntra. Sra. de la Esperanza, de la que, probablemente, hizo donación a la Hermandad como mayordomo que de ella era. También se le hizo un manto nuevo.  

La nueva imagen, hoy sabemos con certeza que la realizó el célebre escultor José Risueño Alconchel, pues en 1993, en la restauración realizada por la profesora Ángeles Rojas ésta descubrió en el candelero, mezclado con virutas de aserrín, un escueto papel amarillento y manchado de 9,1 por 10,50 cm. que dice “Joseph Risueño. Año 1718”.



Ntra. Sra. de las Tres Necesidades, hoy Esperanza. "Granada Gráfica"
en su número de 19 de febrero de 1929

De todas formas, desde antiguo, se venía atribuyendo la imagen a este escultor en el Diccionario de Ceán Bermúdez, como en otras fuentes cercanas a la época a la época. Más tarde, Emilio Millán Ferriz, probablemente conocedor de estas fuentes anteriores, la atribuye a Risueño en un artículo de 1882 y María Elena Gómez-Moreno, hija del insigne arqueólogo e historiador, D. Manuel Gómez-Moreno Martínez, refleja dicha autoría en varios de sus trabajos. 

Sin embargo, la nueva imagen no va a sustituir a la antigua en la procesión hasta dos años después, en 1720. Por un expediente obrante en el Archivo del Arzobispado, dado a conocer por Miguel L. López-Guadalupe Muñoz, se sabe que en el cabildo general de la hermandad celebrado el 26 de marzo de 1720 aprueba la sustitución de la imagen anterior para la procesión. En el documento se dice, acerca de la imagen sustituida y de la nueva, que: 

“respecto a su mucha antigüedad y ser la caveza y manos de pasta, está mui deteriorada y desconchado el barnis, de forma que no se puede descubrir para vestirla por estar yndecente, y respecto de la poca subsistencia que tiene dicha cabeza, está atravesado el cuerpo por una vara de yerro para que pueda mantener el mucho peso del manto nuevo(…). Por cuias razones y para mayor decencia se ha hecho una nueba ymagen con la caveza y manos de madera (…) más propia para el fin que tiene el titulo de las tres necesidades y mas dolorida y apropiada que la santísima Ymagen antigua”(7).

Litografía de la nueva Ntra. Sra. de las Tres Necesidades Sería la tercera imagen

La antigua imagen y la nueva se pusieron en la sacristía de la iglesia para que las examinara el Fiscal del arzobispado, que dio su aprobación como imagen más apropiada al "misterio" que representaba, y la cofradía aprobó que se colocara en la capilla de la hermandad y se le hiciera una urna para poner en ella la imagen antigua. 

Un curioso opúsculo de 1718 de exaltación a Ntra. Sra. de las Tres Necesidades en la procesión del Viernes Santo de ese año, que reproduce el periódico La Alhambra en su número de 15 de diciembre de 1913, nos dice, que en ese año de 1718 era mayordomo de la cofradía el escultor José Risueño Alconchel, junto con otros tres, que eran personas de prestigio (Juan de Aguirre, era ministro de Corte; Juan de Cuadros, escribano del Rey, y José Gómez, armero mayor de la fortaleza de la Alhambra). Después, ya en nuestra época, por otros documentos y el descubrimiento del pequeño papel en la imagen, también se ha corroborado esta autoría de Risueño. No cabe duda, que esa circunstancia influiría en el encargo al escultor Risueño de la nueva imagen de las Tres Necesidades (hoy Ntra. Sra. de la Esperanza). 

Dicho opúsculo anónimo describe con detalle lo que fue aquella procesión fastuosa y barroca de la hermandad granadina del Santo Entierro y Ntra. Sra. de las Tres Necesidades de 1718, con versos y prosa, en el que se describen los personajes simbólicos de los Siete Pecados Capitales y de las Virtudes Teologales, sus respetivas vestimentas y portando tarjetas en las que se describían; así como, los personajes de Judas Iscariote, José de Arimatea, Nicodemus; San Miguel y ocho Arcángeles; la Muerte con su guadaña; los siete Patriarcas de la Biblia; los cinco sentidos, las cinco reinas de Israel; pendones negros y tambores destemplados, más 56 "gallardos mozos capitaneados por Cristóbal Fernández", que iban con el paso del Sepulcro  ...etc. Esto último nos lleva a la idea de que dicho paso era portado por una numerosa cuadrilla de hombres. Además, describe que la Virgen de las Tres Necesidades llevaba un manto que era sostenido por una persona vestida de ángel. Muchos elementos más nos relata, que sería extenso de ofrecer en este trabajo. Normalmente, todas estas vestimentas que se lucían en el cortejo eran alquiladas a la Casa o Corral de Comedias, que estaba situada en junto a la Puerta Real de la muralla, en la calle de Mesones, esquina con la del Milagro.


Iglesia de San Gil en la Plataforma de Vico. Ocupaba parte del principio de
Plaza Nueva. Al Fondo Santa Ana.

Algunas noticias más se tienen de la hermandad en el primer tercio del siglo XVIII, como que tenía la propiedad de una casa en la collación de la parroquia de Ntra. Sra. de las Angustias, alquilada al sacerdote, Joseph de Alixarcio, que al fallecer dejó 500 reales de débito que fueron reclamados en pleito por los mayordomos de la hermandad, Juan de Alférez y Juan Morales, débito al que tuvo que hacer frente su hermano, también sacerdote, Luis de Alixarcio (8). 

También, en el año 1698, Juan de Vergara, granadino residente en Cádiz, da poder a su esposa, Petronila de Gallegos, y al canónigo, Juan Ortiz de Zarate, para que se funde una capellanía en el altar de Ntra. Sra. de las Tres Necesidades con una dote de 4.000 pesos, para que se dijera una misa cada día en dicho altar y costear el aceite de la lámpara y pagar al capellán. Asimismo, imponía una renta de 1.000 pesos para costear cera que se consumiera en la procesión y en las festividades que se celebraran a la Virgen de las Tres Necesidades (9).

La Procesión en pleno Barroco

La hermandad llega a su máximo esplendor a mediados del siglo XVIII, cuando el barroco llegaba a su fin. En un folleto de 1743, reproducido en el periódico “El Defensor de Granada”  de 2 de abril de 1896 describe minuciosamente la procesión de la hermandad del Entierro de Cristo: 

“La Hermandad de las Tres Necesidades era la más vistosa. Llevaba tres pasos, siendo el primero el del estandarte. Rompió la marcha el profeta Ezequiel, ricamente adornado y llevaba un simbólico libro, cuya significación explica una octava impresa en una tarjeta, a la derecha e izquierda marchaban dos individuos que eran esclavos de sus culpas y lloraban la pérdida de la patria celestial. Iban luego cincuenta linajudos caballeros granadinos con hachas encendidas de cera amarilla y un cabo de ellos portaba el estandarte, con el hermano mayor de la Real Maestranza de Caballería. Después el Arcángel San Miguel, la Fe, la Esperanza y la Caridad y la Emperatriz Elena adorando la Cruz por ella descubierta. Y un ángel a modo de paje con el Emperador Constantino que lleva en una bandeja el cetro y la corona.

  “El segundo paso es el del Sepulcro abierto por Jeremías y, tras él, en forma de batalla, batiendo al aire sus banderas, le seguían 40 soldados comandados por los emperadores Tito y Vespasiano y siete niñas con los ojos entenebrecidos por el llanto, simuladoras de las viudas de las que hablan las sagradas escrituras. Detrás de ellas, las sibilas Pérsica, Líbica y Sanmia. Proseguían 180 devotos portadores de hachas encendidas, sin contar la cera de  la clerecía que acompañaba a la cruz parroquial. Iban También dieciocho chías, tocando cajas destempladas, cubiertas con bayetas, correspondiendo los tristes ecos de la sordina. José y Nicodemo propiamente vestidos, conduciendo los instrumentos del descendimiento y bálsamo (esto nos puede reafirmar en la idea de que aun realizaban la ceremonia del Descendimiento). La muerte y el diablo sujetos con fuerte cadena con que un Ángel los aprisionaba”.

El paso de la Muerte aún se representaba, aunque en aquellas alturas del Barroco se hacía con figuras humanas, representando la Muerte, el Diablo y el Arcángel.

Sigue la descripción: 

"Después, el Sepulcro escoltado por cuatro soldados judíos. Centenares de hachas de cera daban comienzo al tercer paso denominado de Nuestra Señora. En primer término el judío sacerdote Simeón y seguíanle personajes simbolizadores del cautiverio de Sanites, de la viuda inconsolable, de la constancia en el sufrimiento, de San Juan, de la Magdalena y cerrando el paso y la procesión, dos llorosos ángeles e iba la imagen de Ntra. Sra. de las Tres Necesidades, siguiéndola la música de la Real Capilla".

Otro documento, no menos curioso, un folleto del año 1742, dice que “los pasos ese año fueron diferentes", lo que pone de manifiesto que los priostes y mayordomos de unos y otros años competían entre sí por el mayor lucimiento, para que quedara fama de ellos. La procesión de este año la rompía una ronca sordina.

En las relaciones entre los grupos que componían la hermandad a veces producían controversias. Así, en 1746, se produjo una con los horquilleros de los pasos, con motivo de realizar una procesión el Miércoles de Ceniza con el estandarte de la cofradía y diez hachas de cera, que lo debían de acompañar. Esta procesión con el estandarte, que se colocaba en la puerta de la iglesia, constituía una pública o anuncio de la estación de penitencia del Viernes Santo, que se hacía para recabar limosnas a los fieles, a fin de sufragar los gastos de la estación de penitencia.  

A dicha procesión de la "pública" se negaron algunos horquilleros a asistir y dar la cera correspondiente, a pesar de que habían acordado hacerlo en el cabildo previo de Canestolendas; así como, que aquellos que no lo hicieran pagarían doce reales. Ante esa negativa, los cuatro mayordomos acudieron al Provisor y Vicario, Juan Alonso Berruezo, a fin de que les impusiera la multa correspondiente, decretando dicha autoridad eclesiástica la imposición de la multa y que los horquilleros rebeldes asistieran al cabildo de elecciones, que se celebraba anualmente el domingo siguiente a la Pascua de Resurrección, bajo pena de dos ducados de multa (10). 

Discordias con la Hermandad de la Soledad y Entierro de Jesucristo

Serían previsibles los enfrentamientos entre ambas hermandades cuando las dos tenían como título el de Entierro de Jesucristo; las dos realizaban su estación de penitencia en la tarde del Viernes Santo y las dos pretendían ostentar el carácter de procesión oficial del Santo Entierro, a la que, seguramente, asistían las autoridades de la ciudad Pronto estas discordias aparecieron y algunas de ellas muy acaloradas, llegando los directivos y cofrades, a veces, a "las manos" en plena estación de penitencia. Cualquier excusa parecía válida, incluso cuando se encontraban en la calle para determinar cuál de ellas franqueaba el paso a la otra. Para ello, ya en el siglo XVII, se trató de resolver el conflicto mediante concordias ante la autoridad eclesiástica, firmando los consiguientes instrumentos públicos.

No finalizarían los conflictos entre ambas cofradías, continuando las trifulcas y su resolución, a veces, a golpes de cirio, entre los cofrades y devotos, trocándose sus estandartes de paz en banderas de guerra, y al final el Provisor del arzobispado lo resolvió en el sentido de que las dos hermandades contendientes procesionarán una cada año par  y otra el siguiente impar, simultaneándose de esta forma. Ello fue impuesto en 1770 por el arzobispo Pedro Antonio Barroeta y Ángel. 

Al año siguiente (1771), llegan a un compromiso en otros aspectos, a todas luces obligadas por la autoridad eclesiástica. Ese año se unen en una concordia nombrando dos comisarios, D. Francisco de Medina y Barrera y D. Alejandro Rubio por las Tres Necesidades y D. Vicente Aranda y D. Miguel Marín por la Soledad con poderes de sus respectivas hermandades para suscribir la concordia por la que se comprometían ante el fiscal del arzobispado, elevando dicho compromiso a escritura pública para prohibir "(...) perpetuamente escuadrón de armados, ni aún con el título de piquetes, para que por ese medio quitar inquietud de cuerpos y almas en dicho funeral" . Solicitaban del arzobispo que diera su aprobación (11).

Seguramente, ninguna deseaba prescindir de los "armaos", para no sustraer esplendor y público a sus comitivas procesionales y quedar disminuida ante la otra, por lo que no tuvieron más alterativa que suprimirlos las dos.

Aquellos años serían el final de este esplendor barroco en la procesión, Algunos de estos elementos, como los “armaos”, ya habían sido prohibidos en 1773, "por las muchas burlas que el atuendo de los mismos provocaba en el pueblo" y por las críticas que un informe diocesano sobre las cofradías de 1769, sobre el mucho gasto que ocasionaban estos armados, siendo gente humilde de clase trabajadora. Quizá, con cierta exageración, el informe arzobispal relataba este asunto de la siguiente forma:  

"En las mismas procesiones de Semana Santa, casi en todas la poca piedad y ninguna devoción que llevan los que las forman y los que concurren a verlas, pero sobre todo es ya muy notable el abuso que hay en los armados que van en la procesión del Santo Entierro de Cristo, que siendo ellos, por los regular, unos pobres trabajadores el gasto en cada persona es de 100 pesos, es irrisible en ellos la invención de turbantes, plumajes y penachos, que excediendo su altura de 6 o 7 varas y siendo el armamento de madera, además de que su vista solo causa risas, emulaciones, concursos de alborotos, a los que los llevan les es carga insuperable y exponen su salud y aun su vida. Se sabe de persona que salió así el presente año, que para prevenir fuerzas, estuvo sin ayunar y alimentándose de carne en toda la Cuaresma" (12).

No obstante, continuaron saliendo muchos años más en la procesión, porque las prohibiciones y normas de la autoridad eclesiástica normalmente eran incumplidas a la hora de ponerse en la calle la comitiva procesional. Normalmente, el enojo de dicha autoridad solía resolverse con el pago de una multa a los responsables de la organización de la procesión. La Real Cedula de 20 de Febrero de 1777 va a prohibir los disciplinantes y empalados y otros espectáculos en las procesiones de la Semana Santa y, con ello, los dispendios y competiciones de tiempos anteriores .También, la ceremonia del Descendimiento la realizaría la hermandad hasta su prohibición en el siglo XVIII.

La Guerra de la Independencia y la Exclaustración del siglo XIX llevarían a las hermandades a una postración de las que muchas no se recuperarían. Sin embargo, las hermandades del Entierro de Cristo, desde San Gil, y de la Soledad, desde la iglesia del Carmen, dentro de su gran penuria, seguirán procesionando los Viernes Santos del siglo XIX, salvo momentos de convulsión política o social.

Ntra. Sra. de las Tres Necesidades. Grabado de Jurado (1809) de Casa de los Tiros

Pasada la Guerra de la Independencia, la hermandad volvería a realizar su estación de Semana Santa en alternancia con la Hermandad de la Soledad del convento del Carmen, dejando de salir los años más conflictivos políticamente. Pero en 1827, después de varios años de convulsiones, hubo acuerdo de salir en estación de penitencia a la calle, correspondiéndole organizar la procesión ese año a la Hermandad de las Tres Necesidades y Entierro de Cristo de San Gil. Sin embargo, esta hermandad comunicó que no estaba en disposición de realizar la procesión por razones económicas, cediendo a la Hermandad de la Soledad el derecho para que lo hiciera ella ese año. Pero, cercana la Semana Santa le pidió a la Soledad que renunciara al derecho que le había cedido ese año, por estar dispuesta a hacerla ella (seguramente había solventado dichas dificultades económicas). La Hermandad de la Soledad le respondió que ya había realizado los gastos para la procesión, incluso realizado la "pública" para pedir limosna con las chías, y obtenido licencia para hacer la procesión, como era costumbre (13).

Después de algunas trifulcas el arzobispo, Mons. Álvarez de Palma, mandó al Provisor que reuniera a las dos hermandades y llegar a un acuerdo, "para evitar el escándalo y que no se resfriase la devoción de los fieles". Puestas de acuerdo, el Provisor lo ratificó y determinó que cada una de las cofradías realizase de forma alternativa su estación de penitencia cada Viernes Santo. A la Hermandad de las Tres Necesidades le correspondería los años impares y a la Soledad los pares.

Ese año las chías, reducidas a tres o cuatro, iban acompañando a la Comisión de la Hermandad de la Soledad que fue a visitar a la de las Tres Necesidades, como era costumbre, y aportó cofrades y horquilleros, también se les asignó a las chías la misión de acompañar a la Comisión del Santo Entierro para recabar fondos entre los granadinos para sufragar la procesión. Aquella comitiva de Chías constituía la "pública" de la Semana Santa, como en ese tiempo se denominaba.

Aún se mantenía en 1840 la alternancia en organizar la procesión del Viernes Santo. Ese año le correspondió a la Soledad, con sede ya en el Monasterio de Santa Paula, de donde salió a las tres de la tarde. Hasta 1844 no vuelve a haber procesión del Santo Entierro por los conflictos políticos y, ese año, parece que la organizaba la Hermandad de las Tres Necesidades.

Ambas hermandades del Viernes Santo entrarían en suma decadencia en esa década de los cuarenta del siglo XIX. Eran las únicas que hacían estación en Semana Santa en esa época, junto con la Real Hermandad de Nuestra Señora de las Angustias, y que habían subsistido a las grandes crisis que supusieron la invasión napoleónica, las sucesivas desamortizaciones, especialmente la de 1836, y los movimientos antirreligiosos que se fueron generando en la primera mitad del citado siglo.  

Será hacia 1855, cuando desaparece la alternancia en la organización de la procesión para crear una comisión mixta encargada de organizarla con una procesión única en la que participarían ambas hermandades, quedándose definitivamente en sus templos las imágenes de Ntra. Sra. de las Tres Necesidades y la del Cristo Yacente o de la “Sábana” de la Hermandad de la Soledad. Ésta acudirá cada Viernes Santo desde Santa Paula a Plaza Nueva para incorporarse a la procesión del Santo Entierro de San Gil, que procesionará todos los años con su Cristo Yacente de la Urna.

También, eran las dos únicas imágenes que quedaban en la Semana Santa, junto con la salida del Jueves Santo de Ntra. Sra. de las Angustias, que también abandonaría ese día, para salir el Domingo de Resurrección, día que se estimó más adecuado a su carácter de Patrona de hecho de la ciudad (de derecho lo seguía siendo la Virgen de la Antigua). 



1869 La Hermandad del Santo Entierro cambia de sede a la Iglesia de Santa Ana

La llamada "Revolución Gloriosa", en 1868, llevó consigo la destrucción lamentable del histórico templo de San Gil, para ampliar con su solar la Plaza Nueva y construir los edificios de su acera izquierda. Las imágenes y el retablo de la hermandad pasaron al cercano templo de Santa Ana, con cuya parroquia se había fusionado la de San Gil. En Santa Ana se ubicaron (imágenes y retablo) en la cuarta capilla del lado del Evangelio, junto al presbiterio, donde aún hoy permanecen.  

Las imágenes del Resucitado y San Juan Evangelista, que se situaban en las zonas laterales del retablo, que se habían suprimido para poder encajarlo en la capilla que se le había cedido en la iglesia de Santa Ana, fueron donadas por decreto arzobispal de 11 de octubre de 1869 a doña Mercedes Afán de Ribera, perdiéndose el rastro de dichas imágenes (14). 

Con dicha imagen del Resucitado, hoy desaparecida, la hermandad realizaría la procesión del  Domingo de Resurrección, que prescribían sus antiguas reglas o constituciones, según hemos expuesto anteriormente.

En la parte superior del retablo se abre el nicho donde se veneraba a Nuestra Señora de las Tres Necesidades y hoy está colocado un Resucitado, que no es otro que el Señor de los Dolores, titular que fue de otra antigua hermandad. Esta imagen fue transformada en Resucitado, bien, probablemente, en 1895, año en el que se celebró con ella una procesión de Resurrección el Domingo de Pascua de aquel año, o bien en 1928, en el que se vuelve a celebrar tal procesión con esta imagen. Aunque me inclino a pensar que la transformación se realizaría en 1895, pues el Noticiero Granadino de 3 de mayo de 1927 nos dice que la Hermandad del Santo Sepulcro, reunida en junta en el Círculo Comercial, acordó que el año próximo (1928) "saque la imagen del Resucitado que está en Santa Ana, única existente en Granada", luego en esa fecha la trasnformación estaba hecha.

Retablo de la Hermandad procedente de la iglesia de San Gil.
Se suprimieron en 1869 los laterales del retablo para encajarlo en esta capilla

Escasos hermanos compondrían entonces la hermandad, de la que no se conocen cultos en esta época, aunque en la prensa se seguía aludiendo a ella cuando llegaba la Semana Santa y a la comisión que organizaba la  procesión del Viernes Santo, formada, seguramente, por hermanos, benefactores y personas nombradas por el Arzobispo. 

Desde Santa Ana siguió saliendo la procesión del Viernes Santo a lo largo del final de la centuria de Ochocientos, formando con la Soledad, que sufría iguales penurias, la única procesión de la Semana Santa. A esta única procesión se le fueron sumando diversas imágenes de notorio mérito artístico y devocional, hasta formar, en 1909, lo que se dio en llamar la Procesión del Santo Entierro Antológico, por estar opuesto de los diversos pasos o escenas de la Pasión de Jesucristo, con imágenes de notable mérito artístico. Esa, hasta 1917, única procesión sería el inicio y germen de la recuperación de la Semana Santa de Granada que hoy conocemos.

Durante los años en los que se celebró la procesión del Santo Entierro Antológico (1909-1924) no faltó en él ella el paso del Santo Sepulcro de San Gil y Santa Ana, aunque también algún año, como en 1910, se procesionó el magnífico grupo escultórico de Jacobo Florentino El Indaco del Monasterio de San Jerónimo, encargado al artista por la Duquesa de Sessa, doña María Manrique de Lara, para la tumba del Gran Capitán en ese Monasterio (hoy en el Museo de Bellas Artes de la Alhambra).

Entierro o Traslado al Sepulcro de San Jerónimo de Jocobo Florentino (Hoy en el Museo de Bellas Artes del Palacio de Carlos V) 

Entre las novedades que concernieron al paso del Sepulcro o de la Urna: en 1908 se le realizó una parihuela nueva por el maestro de carpintería, José León Garrido en los talleres del Ave María. Ese año y siguientes el paso fue escoltado por 12 soldados romanos con la insignia del "Senatus" y junto al Palacio de la Real Chancillería, en Plaza Nueva, un fuerte aguacero hizo peligrar la celebración de la procesión, aunque cesó la lluvia y la comitiva continuó su itinerario. Asimismo, en 1910, los seises de la Catedral acompañaron al Sepulcro, cantando diversas piezas musicales y un coro dirigido por el Maestro Vila. 

En esos años era habitual que del paso del Sepulcro pendieran unos cordones que se llevaban por sacerdotes o autoridades y, detrás del paso iban los Caballeros del Santo Sepulcro, presididos por el Marqués de Dílar con su uniforme de maestrante También, en 1911, se confeccionaron trajes para representar a diversos personajes del drama sacro; ello constituía cierta reminiscencia del aquellos personajes de las procesiones barrocas y en 1914 se le añaden al paso cuatro candelabros de metal plateado del tipo de guardabrisas. Normalmente, todos estos años el paso del Sepulcro iba rodeado de los párrocos y de miembros de la Adoración Nocturna, seguidos de las autoridades de la ciudad, como procesión oficial de la Semana Santa. 

Los granadinos salían en masa a ver la procesión y era tanta la multitud que se tenía que utilizar la guardia municipal montada a caballo, para contener en algunos lugares la presión de la gente.

Dicho Santo Entierro Antológico se disuelve en 1925, por haberse reorganizado las dos hermandades subsistentes: Santo Entierro y Soledad en 1924 y 1925, respectivamente y haber empezado a fundarse otras más, como la del Santo Vía Crucis, la Humildad o la del Silencio.

Reorganización o refundación de la Hermandad del Santo Entierro o Santo Sepulcro. Su nueva imagen mariana de la Soledad del Calvario

Como se ha apuntado anteriormente, desde que a mediados del siglo XIX se produce la celebración de la procesión única del Viernes Santo con solo dos de las imágenes de las hermandades del Santo Entierro y de la Soledad; es decir, con la del Cristo de la Urna y la de Ntra. Sra. de la Soledad, las otras: la del Cristo Yacente y Ntra. Sra. de las Tres Necesidades, quedaron en sus templos sin apenas culto y olvidadas de la devoción del pueblo.

Pero será en 1924 el año de la recuperación definitiva de la hermandad con nuevas reglas, si bien, hubo otro intento de hacerlo en 1910, reflejado por la prensa de la época, pero resultó frustrado. Dicho intento de refundación llegó a contar con estatutos aprobados por el Arzobispo don José Meseguer y Costa el día 11 de marzo de 1910, pero la idea del prelado parece que era la de formar una corporación que se encargara de organizar cada año la procesión del Santo Entierro del Viernes Santo, dejada hasta entonces a una Comisión, que no estaba funcionando adecuadamente.

Por ello la reorganización definitiva de la hermandad se producirá con las nuevas constituciones de 1924, en las que ya no aparecería la advocación de Tres Necesidades, y unos años después la Hermandad consigue tener una titular mariana, que será otra imagen venerada en la iglesia de Santa Ana a la que da el título de Soledad del Calvario, imagen debida a la gubia del insigne escultor granadino, José de Mora. 

No se perdería para la Semana Santa, no obstante, la bellísima imagen de Ntra. Sra. de las Tres Necesidades de Risueño, pues en 1928 se fundó con ella la Cofradía de Penitencia de Ntra. Sra. de la Esperanza, dándole esta nueva advocación a la Virgen (hoy Hermandad de Jesús del Gran Poder y Ntra. Sra. de la Esperanza), en cuyo magnífico paso de palio nos embelesa cada Martes Santo con su sin par hermosura. Esta antigua Dolorosa de las Tres Necesidades, junto a la Soledad de Santa Paula ( hoy de San Jerónimo) han estado presentes en Semana Santa en las calles granadinas desde los siglos XVII y XVIII. Seguramente, otras Dolorosas que hoy procesionan también lo estuvieron, por pertenecer a alguna de las antiguas cofradías, como la hoy Virgen de las Maravillas, aunque no hay constancia documental directa de ello.

La Virgen de la Soledad del Calvario o de los Dolores Servita (José de Mora 1671)

Esta nueva titular y portentosa imagen de la Soledad del Calvario, procedía del Oratorio de San Felipe Neri (hoy Perpetuo Socorro) y había sido la titular de la Hermandad de los Servitas de Granada, congregación para la que José de Mora en 1671 realizó esta imagen con el título de Ntra. Sra. de los Dolores. En la Guerra de la Independencia, al ser ocupado el Oratorio de San Felipe Neri por las tropas francesas, la imagen pasó a la iglesia de los Santos Justo y Pastor, para volver al Oratorio una vez finalizada la contienda. 

Tras la exclaustración de los Padres del Oratorio de San Felipe Neri, en 1836, parece que pasó la imagen con su hermandad a la iglesia de los Santos Justo y Pastor, parroquia a la que pertenecía el Oratorio, y de allí a la de Santa Ana, donde hoy permanece (15).

La imagen de María en su Soledad, en actitud genuflexa al pie de la Cruz, lleva las manos cruzadas sobre el pecho, aunque no fue ésta la inicial postura con la que la concibió su autor, sino con las manos en posición orante; postura que no satisfizo a los filipenses del Oratorio porque ocultaba el sublime rostro de la imagen al contemplarla en su altar o camarín desde el nivel inferior en el que se situaba el observante. El cambio de las manos las realizaría el propio Mora a finales de 1706 o principios de 1707, pues ya en esta última fecha, decía Gómez Moreno, que la imagen presentaba ya las nuevas manos sobre su pecho (16).

Soledad de José de Mora con manos sobre el pecho. Fot. A. Padial 1997

Un testimonio escultórico de la primera posición de los brazos y manos de la Virgen nos ha dejado la propia iglesia de San Felipe Neri en su portada lateral; se trata de un medallón en relieve de la imagen, que preside el dintel del arco de la portada, en el que la Virgen Servita aparece con su primaria actitud orante.

Medallón con la imagen con sus manos orantes, que preside el primer cuerpo de la portada lateral de San Felipe Neri (Perpetuo Socorro)



Esta nueva titular de la Hermandad del Santo Entierro o Santo Sepulcro, de talla completa constituye una obra cimera del arte Barroco español, en la que José de Mora recoge magistralmente en escultura el diseño pictórico que Alonso Cano concibió en su cuadro de la capilla de San Miguel de la Catedral granadina. 

Capilla de San Miguel de la Catedral de Granada. Cuadro de la Soledad de Alonso Cano

Creemos que esta obra de Cano constituye su principal influencia; si bien, ese modelo de Dolorosa de luto tiene su raíz más antigua en la Dolorosa o Soledad que realizara en 1565 el escultor baezano Gaspar Becerra, pintor de cámara de la Corte, para el convento de Mínimos de la Victoria de Madrid, por encargo de la reina Isabel de Valois, esposa de Felipe II. 

Sobre la historiografía acerca de la Soledad de Becerra, imagen que llegó a alcanzar en su influencia devocional y artística a todos los territorios de la Corona española, se produjo una mezcolanza entre la realidad y la leyenda. Veamos una síntesis de tal mezcolanza, que deslinda con acierto el historiador Arias Martínez:

Para labrar la imagen, Becerra se inspiró en un cuadro que trajo la reina de Francia, su país, y que veneraba en su oratorio privado, para que Becerra lo reprodujera en pintura y destinarlo como regalo al convento de los Mínimos, del había sido la reina Isabel de Valois impulsora en Madrid. Pero, finalmente, se decidió que la imagen se hiciera de bulto y vestida de luto, como la condesa viuda de Ureña, camarera mayor de la reina. Luego vendría la parte más legendaria del asunto, que relata que el escultor le realizo, una tras otra, tres cabezas a la imagen ue se presentaron a la soberana que fue desechándolas por no ser de su agrado. Por fin, la tercera fue aceptada por la reina, no privándose la tradición de que en esta elección estuvo precedida de cierta intervención sobrenatural. 

La imagen contó, desde entonces, con una hermandad de penitencia que la procesionaba el Viernes Santo, pero desaparecido el convento de Mínimos con la desamortización de 1836, la imagen pasó a la Catedral de San Isidro. Hoy no existe esta histórica imagen pues fue destruida en la Guerra Civil de 1936, aunque se hizo posteriormente una réplica, que se venera en dicha Catedral.

Soledad de la Victoria de Madrid. Foto de Elías Tormo

El Señor Yacente del Santo Entierro o "Señor del Sepulcro" es la imagen a la que ha seguido dando culto y procesionando cada Viernes Santo, desde la fundación de la hermandad o, al menos, desde que se le realizara la urna por Valdés en 1671. Es una imagen de autor anónimo de la Escuela Granadina.

La  Virgen Servita de José de Mora no era la primera vez que se procesionaba en la comitiva del Santo Entierro, ya en los años de 1894, 1897, 1901, 1909, 1918 y, los años siguientes de 1919 y 1920 procesionó la esta imagen a los pies de la cruz del Cristo de Mora,   (17), celebrándose setenas previas en su devoción. Seguramente, esta relativa asiduidad de procesionarla en esos años de finales del siglo XIX y principios del XX y la gran valía artística de la imagen, impulsarán a la cofradía a adoptarla como titular de la misma en 1924 y desistir de la imagen de las Tres Necesidades (Esperanza). Quizá, también, en los más de cien años de declive de la cofradía, se había perdido la memoria del protagonismo de siglos de la imagen como titular de la hermandad.

No obstante, la Virgen de la Soledad de Mora parece que no se consigue adoptarla como titular de la Hermandad del Santo Sepulcro hasta 1927 o 1928; al menos no sale en su estación de penitencia hasta el Viernes Santo de ese último año. Una hermandad de señoras con el título de Nuestra Señora de los Dolores le venía dando culto, hermandad que aparece ya en el siglo XIX como señoras servitas. La última noticia de esos cultos la tenemos en 1927, dada por el Noticiero Granadino de 18 de marzo de ese año, en el que se anuncia: 

"La Piadosa Hermandad de Nuestra Señora de los Dolores establecida canónicamente en San Gil comienza hoy sus cultos mensuales. A las nueve misa y comunión general ante el altar de la Virgen y por la tarde, a las seis y media, salve, letanías, sermón, exposición del Santísimo, rosario y cánticos".


Don Antonio Gallego y Burín, refiriéndose a la imagen la calificaba bellamente, como "Aguda saeta de plata, que a través de los aires del Sur, va a clavarse en el Cielo".

En cuanto a la reorganización de la Hermandad del Santo Sepulcro o Entierro de Cristo, no será hasta el mes de marzo de 1924 cuando se dé la noticia de una primera reunión formal para la reorganización. El día 23 de ese mes se cita a las seis de la tarde en el Círculo Católico, que estaba en la Gran Vía, junto a la iglesia del Sagrado Corazón, a todas las personas participantes el año anterior en la procesión (eran esencialmente personas pertenecientes a la Adoración Nocturna) "a fin de constituir definitivamente la Cofradía" (18). 

En tal reunión no se reorganizó formalmente la Cofradía, pero parece que participaron los refundadores en la procesión del Viernes Santo de 1924, último año en el que se celebró aquel Desfile Antológico, pues habían nombrado ya un consejo directivo. La aprobación de las reglas fundacionales por el que pronto sería Cardenal-Arzobispo de Granada, Mons. Casanova y Marzol, fue el 16 de octubre de 1924, parece ser que por determinados inconvenientes se ratificaron el 18 de marzo de 1925, y el día 20 de ese mes se celebró el cabildo fundacional. 

La prensa del 4 de abril de 1925, decía que la Cofradía venía a suplir a la tradicional Comisión del Santo Entierro y que, dada su reciente constitución, su consejo directivo no había podido desarrollar ese año los proyectos que se habían ideado, revelándonos el nombre de su primer Comisario, don Fermín Garrido, catedrático de Medicina, Rector de la Universidad y persona muy influyente en la Granada de entonces (19). 

Granada Gráfica 1927


 
La primera procesión como hermandad independiente salió de la Catedral a las siete de la tarde, delante de la Hermandad de la Soledad, que lo hizo a las seis y media, desde Santa Paula, encontrándose ambas en la Catedral, desde donde siguieron juntas el resto del itinerario. El mismo periódico, unos días más tarde, decía que el Santo Entierro había salido de San Gil y Santa Ana, encontrándose con la Soledad en la Catedral. Esta parece que fue la última versión y lo que ocurrió realmente.

La procesión de ese año básicamente fue una reproducción de la del Santo Entierro de años anteriores e, incluso, de las últimas décadas del XIX, y seguía conservando algunos personajes alegóricos, como en la época barroca, aunque no con el esplendor de aquellos siglos pasados. Ese año la comitiva presentó niños con atributos de la Pasión; la Verónica; la representación del Pasmo de Sicilia; la Santa Vera Cruz...etc.

La procesión salió a las 7,30 de la tarde con el itinerario siguiente: Plaza Nueva, Elvira, Cetti Meriém,  Gran Vía, Zacatín, Bibrambla, Colegio Catalino, Pasiegas, Catedral, Marqués de Gerona, Mesones, Puerta Real, Reyes Católicos, Plaza Nueva a San Gil y Santa Ana. No variará sustancialmente este itinerario en esos primeros años.

En 1925 recibe el título de Pontificia, otorgado por el Papa Pío XI, según consta en el Registro de Concilio nº 3616 de 1925, y ese mismo año, el 20 de diciembre,  S.M. el Rey Don Alfonso XIII, acepta el nombramiento que le hace la Hermandad de Hermano Mayor Honorario y Presidente nato de la Hermandad , por lo que desde esa fecha también ostenta el título de Real. Poco después, se convoca por don Julio Martín Ramila, por ausencia del Comisario, Sr. Garrido Quintana,  un cabildo el 29 de enero de 1926 en el Círculo Comercial, para dar cuenta de la aceptación real y expresarle las gracias al Rey (20). 

La Hermandad adopta como escudo la Cruz de Jerusalén
o de Caballeros del Santo Sepulcro, más las coronas de Pontificia y Real

Aquel año de 1926 la Hermandad del Santo Entierro salió a las 7 de la tarde del Viernes Santo con los pasos de la Santa Cruz en andas y detrás los nazarenos vestidos de negro y capillo y capa roja; dos chías, una negra y otra roja; le seguían un grupo de niños representando a Jesús con la Cruz a Cuestas, la Verónica, el Cirineo y la Guardia Romana, detrás la Chía negra; los mayordomos, José Olmedo Villalobos, Miguel Olmedo Gones, Amador García Navarrete, y presidiendo el Comisario-Presidente de la Cofradía, don Fermín Garrido, que iba delante del paso del Santo Sepulcro, que lo escoltaban los gastadores de Infantería. Con el paso iban representaciones de otras cofradías, vistiendo sus respectivos hábitos, costumbre muy granadina, que se mantuvo hasta los años sesenta del pasado siglo, perdiéndose a medida que se iba sevillanizando la Semana Santa de Granada.

Según la prensa, dos secciones de la guardia romana acompañaron a los pasos, una a pie y otra a caballo, formada por distinguidos jóvenes de la ciudad y hermanos de la Cofradía, que lucían valiosas vestimentas También participaron los seminaristas, el clero, el cuerpo consular…etc. Entró la procesión en la Catedral, la única hermandad que tenía el privilegio de hacerlo, dándole la vuelta al crucero y finalizó en su iglesia de San Gil y Santa Ana a las nueve de la noche, donde se le cantaron saetas (21). Las cofradías en esos años andaban de forma continua, con las paradas imprescindibles, de manera que no cansaban a las personas ancianas, ni a los niños, a pesar de que las comitivas eran más largas que actualmente, pues solo dos horas tardó la hermandad en recorrer el itinerario, a pesar de que ese año alargó el recorrido desde Mesones a la Plaza del Campillo, para regresar por las calles de San Matías y Navas y subir a Plaza Nueva por Reyes Católicos. 

En ese año la junta directiva estaba formada por el Hermano Mayor o Comisario, Fermín Garrido Quintana; Vice-comisario, Julio Martín Rámila; Secretario, Pedro Amor Maldonado; Tesorero, Sr. Amigo del Olmo; Contador, Emilio Guijosa Contreras y los Vocales: Agustín Navarro, Guillermo Wilhelmi y Francisco Olmedo Villalobos. En las comisiones: José Pérez Sánchez, José Lobeira Garcés, Obdulio Jiménez, Francisco López Alonso. Miguel Rosales Valle y Salvador Quesada. Eran casi todos ellos miembros de la burguesía granadina. Asimismo, la hermandad contaba con cuatro clases de hermanos: de honor, de oficio, de la guardia romana y cofrades. Los cofrades de la Guardia Romana venían a constituir una hermandad aneja a la del Santo Sepulcro, que gozaba de cierta independencia con sus propios estatutos y estaba formada por jóvenes universitarios (22).

Granada Gráfica 1926. Guardia Romana del Santo Sepulcro

El paso del Santo Sepulcro se vio enriquecido, tras la reorganización de la hermandad, con un "trono" de caoba y plata sobre el que descansa la urna, realizado entre 1927-1928, por el escultor de la escuela neo-barroca granadina, don José Navas Parejo, natural de Álora, aunque desde su edad infantil vivió y se formó en Granada, estableciendo su taller en esta ciudad. El periódico El Defensor de Granada los describía así:

 "Proyecto de nuevo trono para el Sepulcro.- Convocado el concurso en 1926, fue premiado el boceto de Navas Parejo, que lo tiene a punto de terminar el trono y por importe de 55.000.- ptas., en estilo renacimiento (...).  Con decorativos de plata de ley y maderas de Guayana. Adosados a los ángulos cuatro figuras de niños de 45 cm., sosteniendo un farol. En el centro las caras de dos ángeles sosteniendo unos medallones de la Anunciación, Nacimiento, Muerte y Entierro de Cristo y, sobre cada medallón el escudo de España, de pontificia, de Granada, y de la Hermandad. Ocho hornacinas, cuatro por cada cara, con pilastras, rosetones y ángeles con los atributos de la Pasión en plata y un friso con basamento en plata de ley. Se piensa incluir a la Dolorosa de Mora proyecto acariciado desde hace tiempo. Dice que es la más antigua Cofradía. Firma: J.M.G.".


El Sepulcro con las andas o canasto que le hizo Navas Parejo. Fot. 1927. Torres M. Granada Gráfica 

Ese año de 1927, la hermandad nombra hermanos mayores honorarios, por mediación de don Antonio Gallego y Burín, que era hermano de la cofradía, al que fue Ministro de Bellas Artes, don Natalio Rivas Santiago, y a los Sres. Rodríguez Acosta. Era un afán común en aquellos años, que las hermandades hicieran estos nombramientos a personas relevantes con la idea de obtener de ellos determinadas ayudas y honores, con los que envanecerse ante los ciudadanos y otras hermandades.

Ese año se celebrará una exposición en el Centro Artístico con pinturas y esculturas de la Escuela Granadina en la que figuraron las imágenes de José de Mora del Cristo del Silencio y la Virgen de la Soledad o de los Dolores Servita de Santa Ana.

También, el Domingo de Ramos de ese año, día 3 de abril de 1927, tras solemne función, celebrada con asistencia del canónigo y consiliario de la Federación de Hermandades,  Sr. Gutiérrez Tienda, se bendijo la bandera de la cofradía en presencia del consiliario, don Daniel Fernández Albuera (23). También, se cambiaron ese año las capas de los mayordomos, eligiendo el color blanco y distinguirlas de las de color rojo de los cofrades. 

Será en el Viernes Santo de 1928 cuando la prensa se refiera más claramente a la Soledad de Mora en la procesión del Santo Sepulcro. Ese Jueves Santo había estado lloviendo fuertemente, suspendiéndose la primera procesión de la Santa Cena y por dicho motivo se había aplazado a la mañana Viernes Santo, pero la lluvia la volvió a impedir. Ya por la tarde, aclaró y pudo salir el Santo Entierro y, decía la prensa que lo hizo con el paso de la "Dolorosa al pie de la Cruz o del Calvario" con referencia clara a la Virgen de Mora, y que procesionaba delante del paso del Sepulcro, como desde entonces y hasta hoy, lo viene haciendo. La nueva sección de la Virgen iba presidida por el Marqués de Casablanca, que había sido alcalde de Granada y presidente de la Real Maestranza de Caballería.   

Soledad del Calvario. Foto de 1925 Granada Gráfica


En el año de 1929 se propuso por la Federación de Cofradías que la Hermandad del Santo Sepulcro organizara la procesión del Cristo Resucitado, aunque ya la Cofradía en un cabildo celebrado en el mes de mayo de 1928 había acordado sacar la procesión con la imagen existente en la iglesia de Santa Ana del Señor Resucitado. En realidad dicha imagen era el Señor de Dolores (Varón de Dolores), titular de una antigua hermandad extinguida con sede en Santa Ana. Finalmente sería la misma Federación la que organizó y sufragó la procesión por las dificultades que le suponía a la Hermandad del Santo Sepulcro. 

Se comisionó a don Miguel García Batlle, hermano mayor de la Santa Cena, a Ricardo Martín Campos, mayordomo mayor de la Cofradía de la Alhambra y a Joaquín Amigo del Olmo, directivo del Santo Sepulcro, para preparar la imagen y el arreglo del paso. Quizás, en ese año (1929), fue cuando dicha imagen del Señor de Dolores se reformó para convertirla en un Resucitado (24).

Ese año, la hermandad tuvo ciertas desavenencias con la Federación de Cofradías por el reparto de fondos recaudados. La Hermandad del Sepulcro era la única que recibía subvención de la Diputación, como procesión oficial de la Semana Santa, pretendiendo la Federación excluirla de la que aportaba el Ayuntamiento. Finalmente, la Federación dejó que participara en el reparto de esta última subvención, restándole lo que recibía de la Diputación. Tampoco, la cofradía participaba de la póstula general, provocando todo ello el enfado de los directivos de la hermandad, que estuvieron sin mandar representación a las sesiones de la Federación hasta febrero de 1931.

Por estos años finales de la década la hermandad celebraba sus juntas en el Colegio de Agentes Comerciales, situado en la Carrera del Genil, nº 45, y tenía la oficina en la calle Santos, dónde se entregaban los hábitos a los cofrades, seguramente sería el domicilio de algún directivo. 

Años de oscuridad. 1931-1940 

Terminada la Semana Santa de 1931, se instaura la II República en España y se inicia una época conflictiva política y socialmente. Inmediatamente, comenzaron determinados movimientos revolucionarios y antirreligiosos con los actos de la quema de algunas iglesias y conventos y el derribo de cruces, erigidas en determinados lugares, que expresaban la piedad popular desde hacía siglos. 

Ante aquella ola de irreligiosidad las cofradías, por temor a la producción de algún atentado contra sus imágenes titulares, optaron por no realizar sus procesiones de Semana Santa en 1932. La Federación de Cofradías, tras algunos debates, y barajando algunas posibilidades sobre el modo de celebrar la Pasión de Cristo ese año, determinó que el Viernes Santo se celebraría un Vía Crucis en el interior de la Catedral con las once cofradías por orden de antigüedad, procesionando por sus naves la portentosa imagen de Crucificado atribuido a los Hermanos García (entonces se atribuía a Martínez Montañés), que se venera en la Sacristía de la Catedral (25). 

El vía crucis comenzó a las seis de la tarde y la imagen de este Crucificado fue portada por las naves catedralicias con el paso repleto de lirios adelfas y claveles blancos y la capilla de música de la Catedral estuvo entonando plegarias y salmos. El paso del Cristo se detenía delante de los tapices del Vía Crucis, que señalaban las estaciones. El único acto externo que se celebró aquel Viernes Santo fue el rezo de la Adoración a las Cinco Llagas, ante el Cristo de los Favores en el Campo del Príncipe, que fue multitudinario, produciéndose solo un incidente por un arriero que arreó las bestias entre el inmenso gentío que provocaría cierta inquietud en los viandantes.


Vía  Crucis de 1934 con el Cristo de la Esperanza. Foto "Ideal de Granada"

Igual ocurrió en 1933 y 1934, en los que continuaba la inseguridad y amenaza de algún posible atentado, volviéndose a celebrar el Vía Crucis por la Catedral, aunque en esos años serían las imágenes del Cristo de la Misericordia, el Silencio, en 1933, y, en 1934, el Cristo de la Esperanza, del escultor Pablo de Rojas, que se venera en la Sala de Beneficiados de la Catedral. En el de 1934, que sería el último Vía Crucis en la Catedral, el Cristo de la Esperanza fue sobre el paso de plata en el que aún hoy procesiona Ntra. Sra. de las Angustias de Santa María de la Alhambra, que se había realizado por Indalecio entura y estrenado en 1931.  El Viernes Santo de 1933 las cofradías hicieron el Vía Crucis con sus respectivos hábitos, aunque la del Santo Sepulcro, junto con otras cofradías, que no estaban de acuerdo en celebrar la Semana Santa de aquella forma casi clandestina, no asistieron con hábito, aunque sí pudieron participar con su mera asistencia.

En 1935, con el acceso al gobierno de la nación de la derecha política, parecía que las hermandades perdieron su temor a salir a la calle y se atrevieron a realizar sus estaciones de penitencia en aquella Semana Santa. No todas las cofradías lo hicieron; aquellas que tenían su sede en los barrios más inseguros, como el Albaicín o el Realejo; ese era el caso de la del Silencio y la de los Favores, que estimaron más prudente no hacerlo. Ese año se repitió el Vía Crucis por la Catedral, pero en la tarde del Martes Santo, que fue presidido por el Arzobispo don Agustín Parrado, y antes de que saliera de la Catedral la Cofradía del Santo Vía Crucis. 

La del Santo Sepulcro sí lo hizo en la tarde del Viernes Santo. En esos años de dificultades, la Hermandad siguió celebrando su función de reglas, junto con la Hermandad de la Esperanza, que como sabemos tenía también su sede en San Gil y Santa Ana, y la imagen de la Esperanza fue la de Ntra. Sra. de las Tres Necesidades, la antigua titular de la Hermandad del Santo Sepulcro. La función principal de aquel Domingo de Pasión de 1935 fue de gran esplendor, con la asistencia del nuevo arzobispo, don Agustín Parrado. También, asistiría  a la procesión de la hermandad que saldría aquel Viernes Santo de la Catedral. Ese año, fue el primero en el que la Federación instaló tribuna oficial en la Plaza del Carmen.

En enero de 1936 falleció el hermano mayor de la hermandad, don Fermín Garrido Quintana, y se elegirá para ocupar dicho cargo al que había sido vice-comisario, don Julio Martín Ramila, que era el que de hecho regía la hermandad, por las muchas obligaciones y cargos que tenía el Sr. Garrido Quintana. El Sr. Martín Ramila había sido presidente de la Adoración Nocturna granadina, que como antes hemos referido, participó esta institución en la reorganización de la antigua Hermandad del Santo Entierro o Sepulcro y una de las personas más prestigio en la nueva Semana Santa Granadina. 

Soledad del Calvario, saliendo de la Catedral. Revista Iris de Paz 1931


Sepulcro, saliendo de la Catedral. Revista Iris de Paz 1931



Pronto se declararía la Guerra Civil (1936-1939) y las hermandades en aquellos años trágicos para el pueblo español, no salieron a realizar sus estaciones de Semana Santa. En esos años treinta, de tan aciaga memoria, muchas cofradías quedaron desorganizadas y tuvieron que reorganizarse a partir de 1939. En aquellos años de Guerra, la Hermandad del Santo Sepulcro siguió con algunos cultos internos, como la Función Principal del Domingo de Pasión, que en 1938 la celebró el que sería después arzobispo de Granada, don Rafael García y García de Castro. También todos los viernes del año se celebraba una misa en el altar de la imagen de la Soledad del Calvario (26).

Los años cuarenta

Finalizada la Guerra Civil, las cofradías no pudieron salir con sus procesiones hasta la Semana Santa de 1940, para la que ya tenían cierta organización. Sin embargo, el primer acto externo de la Hermandad del Santo Sepulcro fue su asistencia a la procesión extraordinaria de Ntra. Sra. de las Angustias, Patrona de Granada, el Domingo de Resurrección, día 9 de abril de 1939. Entre una inmensa muchedumbre, se llevó a la Virgen a la Catedral para ofrecerle cultos de acción de gracias por el final de la Guerra. En la Catedral permaneció la imagen hasta el día 16 de ese mes, en el que se devolvió a su Basílica con otra procesión multitudinaria.

La Hermandad realizó ya su estación de penitencia desde la Catedral el Viernes Santo de 1940, y lo seguirá haciendo en los años siguientes, para lo que previamente se trasladaban allí las imágenes después de los cultos de la Cuaresma, desde San Gil y Santa Ana. Aún en estos años  conservaba la Guardia Romana en la estación de penitencia y había reforzado su carácter de procesión oficial de la Semana Santa, con la asistencia de todas las cofradías y de las principales autoridades civiles y militares de la provincia y el alcalde de Granada, don Antonio Gallego y Burín. 

Virgen de las Angustias, Patrona de Granada

El itinerario se había reducido considerablemente, recorriendo la Plaza de las Pasiegas, Marqués de Gerona, Mesones, Reyes Católicos Gran Vía, Cárcel Baja, Capuchinas, Plaza de la Trinidad, Mesones y Marqués de Gerona, a la Catedral. Gran número de señoras vestidas de mantilla acompañaban al primer paso, el de la Soledad del Calvario. 

No sabemos hasta qué año dirigió la hermandad don Julio Martin Ramila, al que puede que sucediera como Comisario o Hermano Mayor, don Joaquín Amigo del Olmo. Pero lo que sí es cierto es que en el año 1949 era hermano mayor el Marqués de Cartagena, don José Luis Andrade Vanderwilde y Pérez de Herrasti. Los Marqueses de Cartagena eran feligreses de la Parroquia de San Gil y Santa Ana, pues su Palacio se levanta en la Cuesta de Gomérez, junto a la Puerta de la Granadas, que da acceso al recinto de la Alhambra.

En esos años, la Soledad del Calvario sería el tema pictórico de los carteles de Semana Santa de 1947 y 1950. En el primero de ellos, realizado por el pintor Maldonado, aparece la imagen en primer plano y, bajo ella, las torres de la Alhambra y capirotes de nazarenos; y en el segundo, realizado por Luis Ramos Rosa, la imagen aparece alumbrada por tres cirios y, al fondo, una comitiva de penitentes con el paso de un Nazareno. Ambos trabajos fueron impresos por la imprenta de Ventura Hita, situada en la calle de Mesones, de gran solera en la ciudad desde mediados del siglo XIX.






En 1941, la Federación acuerda implantar la obligación de que todas las cofradías solicitaran la venia para entrar en la tribuna oficial. La Hermandad del Santo Sepulcro, va a incumplir el acuerdo de Federación, negándose a solicitar la venia. Lo hará hasta tiempos relativamente recientes. Su excusa consistía en que, además de ser una de las cofradías más antiguas y con antecedentes de varios siglos, constituía su desfile del Viernes Santo la Procesión Oficial de la Semana Santa, con asistencia de las autoridades, civiles, militares y religiosas. Los conflictos por esta causa se van a suceder año tras año, a pesar de las penalizaciones que se imponían por incumplimiento del acuerdo de la Federación (27).


Una salida extraordinaria de Ntra. Sra. de la Soledad del Calvario se celebró el Viernes de Dolores de 1944, partiendo de la iglesia de los Santos Justo y Pastor, para terminar en la Catedral. Se trató de una procesión de rogativa, para implorar por el final de la Segunda Guerra Mundial y por las intenciones del Papa. Fue otra ocasión en la que los granadinos pudieron contemplar juntas en la calle a los dos imágenes cumbre del arte de José de Mora: la Virgen fue procesionada con el Cristo de la Misericordia (Silencio) a los pies del mismo, como visto que lo hizo en algunos años del principio del siglo. La procesión transcurrió  por las calles de San Jerónimo, San Juan de Dios, Gran Vía, Cárcel Baja, Capuchinas, Trinidad, Marqués de Gerona a la Catedral, donde se celebró un acto piadoso.

1944 Procesión de rogativa. Foto Fernando Mª. Abras Roca

Esta del Santo Sepulcro no era una hermandad que ofreciera cada año novedades, pero sí una comitiva atractiva para el pueblo granadino y de los pueblos de la Vega, por participar en ella las autoridades civiles, religiosas y militares, así como, el Ayuntamiento de la ciudad, compañías de soldados  y bandas de música del Ejercito. El itinerario se veía abarrotado y gran parte del pueblo, no presenciaba otra procesión en Semana Santa, que ésta; quizás quedaba aún el atavismo del siglo XIX y principios del XX, en que no existía otra procesión que no fuera la del Santo Entierro.

La hermandad seguía en esos años cincuenta sin cumplir el acuerdo de la Federación de pedir la venia para acceso a la tribuna oficial, al que se había unido otro de realizar los diputados que la solicitaban, una reverencia ante las autoridades del palco presidencial. Ello le costó una multa importante a la cofradía en la Semana Santa de 1951.

En la Semana Santa de 1952 se cumplía el 25 aniversario de la fundación de la Federación de Cofradías y, con ese motivo, se acordó celebrar una procesión extraordinaria de los Cinco Misterios Dolorosos, con pasos representativos de dichos misterios. Se había programado, en un principio, procesionar doce pasos que finalmente quedaron reducidos a cinco más el del Sepulcro y el de la Soledad de Santa Paula, por así exigirlo el Arzobispo don Balbino Santos Olivera. Todos ellos se reunirían desde sus distintos templos en la Plaza de las Pasiegas, menos el del Sepulcro, que saldría de la Catedral. La mayoría estaban formados por imágenes poco conocidas por estar en clausuras (el Señor de la Humildad del Convento de Zafra; el Señor de la Oración en el Huerto del Convento de San Antón; el Nazareno del Convento del Santo Ángel; Negaciones de San Pedro del Convento de San Jerónimo y el Cristo de la Favores.

Llegado el momento de la procesión y con los pasos en la calle para dirigirse hacia la Catedral, de donde partiría la procesión, empezó a caer una copiosa lluvia que hizo que los pasos que estaban en camino tuvieran que regresar a sus templos precipitadamente. Ante esas circunstancias, el Santo Sepulcro ni siquiera tuvo que salir de la Catedral (28).

1952 Paso de las Lagrimas de San Pedro de Pablo de Rojas de San Jerónimo

A mediados la década de los años de  cincuenta, las cofradías granadinas comienzan a manifestar ciertos síntomas de decadencia. No obstante, se fundarán en ella tres nuevas hermandades de penitencia (Ferroviarios, Estudiantes y Penas). La falta de recursos económicos era la principal dificultad que aquejaba a las cofradías por la falta de apoyo de las instituciones y del comercio e industria de la ciudad. Se debatió en la Federación la posibilidad de suspender las procesiones de Semana Santa de 1953, filtrándose tal debate en la prensa y provocando un revuelo en la ciudad, cosa que benefició a las cofradías, pues ante aquella velada amenaza se aumentaron las subvenciones y la hostelería y el comercio respondieron. 

La Hermandad del Santo Sepulcro fue una de las que optaron salir a toda costa, a pesar de que había pedido a la Federación en más de una ocasión, que se hiciera cargo de los gastos de la procesión por ser la oficial de la Semana Santa. La hermandad estaba pasando una situación insostenible a mediados de la década, encontrándose sin junta directiva, para cuya dotación el Arzobispado y la Federación procedieron a nombrar una comisión formada por el presidente de ésta, don Eladio Lapresa; don Francisco Cifuentes, hermano mayor de la Oración en el Huerto; Manuel Montesinos de la hermandad de la Esperanza y Francisco Villarejo Guerrero, por el Santo Sepulcro. 

Como resultado de la labor de esta comisión, poco después, es nombrado presidente o hermano mayor de la hermandad don Rafael Jiménez Romero, Marqués de Santa Casilda. El resto de la junta directiva estaba formado por el vice-presidente don Rafael Echevarría Jiménez; de secretario, don Francisco Galdeano Moreno; de tesorero, don Luis Molina Gómez, director de la Academia Isidoriana; de contador, don Francisco Ruiz Nieves; de depositario don Francisco Villarejo Guerrero; de Delegado de Romanos, don Manuel Guerrero Taboada, y de vocales: don José Tenorio Castilla, don José Villarejo Guerrero, don José Vílchez Illescas, don Ildefonso Moreno Cardona y don Manuel Carrasco Martín. Prácticamente, aquellos aristócratas granadinos, como el Marqués de Santa Casilda que aceptaban el cargo de regidores de una hermandad, lo hacían con un carácter más bien simbólico, para dar brillo a la cofradía; en realidad, la dirección efectiva de la misma la desempeñaba el vice-comisario y Sr. Villarejo, que ostentaba el cargo de depositario y uno de la refundadores de la hermandad. 

El Sr. Villarejo, en una entrevista del periódico Patria en 1958, daba algunos detalles interesantes sobre la hermandad, como que solo estaba formada por 150 cofrades varones y mayores de 18 años o que los cordones que pendían del paso de Santo Sepulcro los llevaban doce mayordomos (que eran comerciantes de la ciudad), en recuerdo de los doce Apóstoles, y que aun, los soldados romanos formaban una corporación de 50 jóvenes, que eran cofrades y tenían su representante en la junta de gobierno, habiéndose suprimido hacía algunos años la centuria romana a caballo por estética y para no causar molestias. Decía el Sr. Villarejo, que la  centuria ya la describía Federico García Lorca en su artículo sobre la Semana Santa y que ensayaban por Plaza Nueva y por la calle de la Colcha, aunque en ese momento lo hacían en los patios de la Academia Isidoriana (29).

Foto Diario Patria de 1958, aunque la foto debe de ser de antes de suprimir la guardia romana a caballo

El Sr. Villarejo declara en la entrevista que ese año la hermandad dejaría de salir de la Catedral, para hacerlo desde su sede de San Gil y Santa Ana, rebosando aun un optimismo en cuanto a que existían esperas para poder entrar los aspirantes como nuevos cofrades en los distintos grupos de la hermandad, hecho que se vería negado por los acontecimientos de los siguientes años.

Ese año de 1958 fue la única hermandad que salió el Viernes Santo, puesto que la lluvia impidió al resto de las hermandades de ese día su salida , y ésta del Santo Sepulcro tuvo que refugiarse en el edificio denla Real Chancillería. 

La crisis se fue agravando en los años siguientes y durante toda las décadas de los años sesenta y setenta y la cofradía, como gran parte de las hermandades granadinas, entra en una decadencia o crisis muy severa. Fueron tiempos de paralización en la hermandad que se limitaba cada año a realizar los cultos imprescindibles y su procesión del Viernes Santo, cada vez más mermada en su esplendor. 

Las causas de la crisis, que he analizado as exhaustivamente en otros trabajos sobre la historia de nuestras cofradías, fueron diversas, produciéndose un enfriamiento en el pueblo granadino hacia su Semana Santa. Los hábitos de la gente en los años sesenta habían cambiado considerablemente y una fuerte emigración de los barrios populares, cuyos vecinos conservaban un arraigo de la tradición cofrade se había desplazado hacia otros modernos o hacia otros lugares de España y del extranjero, dejando a aquellos barrios antiguos, como el Albaicín, Realejo y otros del centro de la ciudad, casi despoblados.


Dicha crisis se fue agravando progresivamente, también por otras causas, como la falta de medios económicos y el chantaje de las cuadrillas de costaleros profesionales. Todo ello, llegaría a su cúspide de gravedad en 1975, año en el que solo procesionaron doce cofradías, entre ellas la del Santo Sepulcro, y el condiciones lamentables la mayor parte de ellas.

El inicio de la recuperación

Al siguiente año de 1976, mejoraron algo las condiciones y volvieron a salir todas las cofradías, a excepción de la de los Ferroviarios, que había desaparecido temporalmente, por la crisis general y la suya particular,  en 1971. Igual ocurriría después, en 1978, con la Cofradía del Cristo de la Expiración (Escolapios), que desorganizada, desapareció hasta 1981. 

Cuatro años procesionando en el Sábado Santo

En 1977, pasa la Hermandad del Santo Sepulcro a procesionar al Sábado Santo, junto con la Cofradía de Santa María de la Alhambra (antes procesionaba esta última el Jueves Santo), realizando en ese día su estación de penitencia hasta el año 1980 inclusive. Sin embargo, la cofradía alhambreña seguirá haciéndolo en ese día hasta el momento presente.

Era la primera vez que el Sábado Santo se habilitaba como jornada procesional en Granada a excepción del año 1927 en que procesionó en esa jornada la Cofradía del Dulce Nombre de Jesús (facundillos),  que había salido en Semana Santa por primera vez, y al año siguiente de 1928, en el que procesionó por vez primera la Hermandad de Nuestra Señora del Rosario, que en principio se fundó con el apelativo de en sus "Misterios Gloriosos".  Entonces el Sábado Santo se consideraba día no pasionista, desnominándose Sábado de Gloria.

Ese año de 1977 la autoridad eclesiástica no permitió o, al menos, se pusieron grandes dificultades, para que la imagen de la Virgen de Mora saliera procesionalmente, por lo que la Hermandad tuvo que acudir a las monjas agustinas del Corpus Chirti (Magdalena) para que le prestara la imagen de la Soledad que veneran en la clausura del convento. Bella imagen de finales del siglo XVII o principios del XVIII cuyo autor, no cabe duda, que se inspiró en la Virgen Servita o Soledad del Calvario. La preciosa talla se ha venido atribuyendo a Agustín de Vera Moreno y más recientemente a Diego de Mora.

Soledad de las agustinas del Corpus Christi. Revista Gólgota 1978

La Hermandad continuó los siguientes años porcesionando en el Sábado Santo hasta 1980, inclusive, junto con la Cofradía de Ntra. Sra. de las Angustias de Santa María de la Alhambra. Esta última permanecería ya en ese día hasta la actualidad y la del Santo Sepulcro volvería a realizar su estación de penitencia en la tarde del Viernes Santo.

Por tercera vez desde la implantación del cartel de Semana Santa de Granada, en 1979, la imagen de la Soledad del Calvario será el tema que ilustre dicho cartel. Se trata de una obra de pintura de José Ortuño, uno de los más excelentes pintores granadinos del último cuarto del siglo XX, y del que se cotizan sus obras a nivel internacional. En la obra aparece Ntra. Sra. de la Soledad del Calvario en un primer plano, coronada con el Sudario por tres palomas blancas, y un paisaje de fondo con el Bajo Albaicín, la Alhambra y Sierra Nevada. La obra original no la conserva la Federación de Cofradías, porque, parece ser, que es propiedad de una familia cofrade.

Cartel de 1979, realizado por Ortuño

La cofradía, como el resto de ellas, van  a iniciar a finales de la década de los años setenta y hasta nuestros días un proceso de recuperación paulatina que las va a reponer a unos niveles de brillantez que no alcanzaron en épocas pretéritas. Esta cofradía también realizará una renovación y actualización de enseres, que comenzará a inicios de los años ochenta del pasado siglo; así, en 1981, a la Soledad del Calvario se le hace una canastilla de madera para su paso, cosa con la que jamás había contado desde que la procesionaba la hermandad. Su paso siempre había consistido en una randa de encaje, como respiradero, y en un calvario de flores blancas como canastilla. A partir de 1981 llevará de canasto una especie de cajón barnizado en color caoba, que se irá reformando o sustituyendo en los años siguientes. También, se le realizarían en 1983 los faroles de orfebrería de las esquinas por el orfebre Rafael Moreno Romera, que sustituían a los ramos de gladiolos blancos o de otras flores de ese color, que solía llevar en dichas esquinas.

Santo Sepulcro 1983, cuando salía de la antigua Real Chancillería. Revista Gólgota 1984



El Papa con la Virgen Servita

Un acontecimiento histórico se produce el 5 de Noviembre de 1982, cuando S.S. el Papa Juan Pablo II hace una visita apostólica a Granada. Se calculaba que unas 700.000 personas se concentraron en una gran explanada en el Barrio de Almanjáyar, donde se celebraron los más importantes actos litúrgicos de la visita, y dichos actos fueron presididos por esta imagen de la Soledad del Calvario o Dolores Servita, que tanto mérito artístico e historia devocional encierra. Otra imagen estuvo presente, presidiendo las ceremonias, la del Cristo de la Esperanza de Pablo de Rojas, que se venera en la Sala de Beneficiados de la Catedral.


Foto almanaque de la Hermandad de 2002 en 20 Aniversario


Aquellos años ochenta eran de un continuo nacimiento de cuadrillas de costaleros aficionados, que sustituirán a los profesionales, que tan pésimos resultados habían dado a las cofradías en los años anteriores y en el año 1983 se forma la cuadrilla de hermanos costaleros del paso de la Soledad del Calvario. El paso del Sepulcro de Cristo seguiría siendo portado con ruedas bastantes años más.

La Hermandad se verá ese año en la necesidad de encargar la realización de una nueva imagen de la Virgen, dado que por la antigüedad y valía de Ntra. Sra. de la Soledad de José de Mora, el Arzobispado propietario de la imagen decidió que la portentosa talla no debía de procesionarse en adelante, para evitar mayor deterioro del que presentaba en ese momento. Por ello, la Cofradía presidida entonces por don Juan Cobo Torres, contrató el 2 de marzo de 1983 con el escultor granadino, Antonio Barbero Gor, la hechura de otra imagen que reprodujera, de la forma más fiel, la imagen de Mora. La escultura fue finalizada e instalada en la casa del albacea, Sr. Ruiz Pérez, hasta su bendición el día 14 de abril de 1984 por el párroco de Santa Ana, don Joaquín Villena, para que se pudiera procesionar en el Viernes Santo de 1984 (30) 

Soledad de Antonio Barbero 1984

Sin embargo, al año siguiente, la hermandad va dar culto y procesionar una nueva imagen En esta ocasión será la Dolorosa de vestir de la iglesia de Santiago, aquella que, tal vez, pudo haber sido la antigua imagen de Nuestra Señora de las Tres Necesidades de dicha iglesia, donde se fundó la hermandad. La nueva junta de gobierno, presidida por don Juan Cobo Torres, puede que no estuviera  satisfecha con la imagen realizada por Barbero Gor o quisiera mostrar otra estética diferente para la representación del momento pasionista que representaba la imagen, deseando una Dolorosa a pie de la cruz, no genuflexa sino erguida y con unas escaleras del Descendimiento apoyadas en la cruz en su parte trasera. Eran años de gran influencia de la Semana Santa de Sevilla en las cofradías granadinas y las dos Soledades sevillanas, la de San Lorenzo y la de San Buenaventura, presentaban dicha estética. Fuere lo que fuere, a esta imagen de Dolorosa de vestir de la iglesia de Santiago le dio culto la Cofradía durante los años 1985 y 1986.

La imagen de la Soledad de Santiago después y antes de la restauración. Fotos A Padial

La imagen se encontraba en un estado de deterioro importante, siendo sometida a restauración por parte del escultor Miguel Zúñiga Navarro, discípulo de Domingo Sánchez Mesa. En la restauración se le suprimieron las manos originales, entrelazadas, realizándole Zúñiga unas nuevas abiertas, según los cánones modernos, y también se le realizó una nueva policromía, menos pálida que la original. Desafortunadamente, a estas intervenciones han sido sometidas muchas Dolorosas de la Escuela Granadina, suprimiéndoles con ello la impronta con la que las concibieron sus autores.


La antigua Virgen como era primitivamente


Viernes Santo de 1985. Soledad de la iglesia de Santiago. Foto Antonio Padial


Salida Audiencia 1986





La imagen restaurada se presentó a los fieles el día 1 de diciembre de 1984 y con ella se celebraron las estaciones de penitencia de 1985 y 1986; y en la primera de las cuales el paso de la Virgen estrenó en el canasto unos cuarterones de orfebrería plateada que aún lleva, realizados por el orfebre sevillano Moreno Medina. A partir de este último año, ya no se volvió a procesionar esta Dolorosa de la iglesia de Santiago por notables discrepancias entre los cofrades, que van a suponer la intervención de la autoridad eclesiástica para pacificar a la hermandad. 

A partir de 1987 será la Soledad realizada por Barbero la que volvería a salir en la estación de penitencia, con la excepción de la Semana Santa de 1990.  Ese año, como diremos más adelante, sería la Soledad de José de Mora la que se procesionó.

En enero de 1987, el Arzobispo Mons. Méndez Asensio, nombró al párroco de Santa Ana, don Miguel González Álvarez del Manzano, para que asumiera la dirección temporal de la cofradía, que delega, a su vez, en don Lorenzo Hernando González para que lo represente. Posteriormente, en mayo de 1988, éste es elegido por el cabildo Comisario-Presidente de la Hermandad. Durante su mandato se realizaría una gran diadema de orfebrería para la Virgen, que había realizado Barbero Gor. Esta presea se labró por el taller granadino de Moreno Romera y le fue impuesta a la imagen en el mes de mayo de 1987 por el consiliario don Miguel Álvarez del Manzano.

Soledad de Antonio Barbero en 1987

También la Cofradía va a efectuar a partir de 1987, con alguna excepción, su salida procesional desde la iglesia sede de San Gil y Santa Ana, después de haberlo hecho durante muchos años desde la Real Chancillería (Audiencia Territorial), por las dificultades que presentaba dicha iglesia debido a las escasas dimensiones de su puerta. Parece ser, asimismo, que motivos de seguridad, por ser el dicho edificio de la Audiencia  la sede oficial del Tribunal de Justicia de Andalucía determinaron la prohibición del montaje y salida de los pasos de dicho lugar.    

Otros proyectos se llevaron a efecto durante el mandato del Sr. Hernando, como los faroles de la cruz de guía; los ciriales de la comitiva litúrgica del paso de la Virgen; la restauración de los querubines y sus faroles del paso del Santo Sepulcro, que realizara Navas Parejo, y las cantoneras o remates de orfebrería de la Cruz del Calvario del paso de la Soledad. Todas estas piezas de orfebrería la se realizaron el taller de Moreno. 

Inmediatamente de ser nombrado para regir la cofradía, el 26 de mayo de 1988, se aprobó por la junta directiva la realización de un nuevo paso para la Soledad del Calvario, que se diseñó en estilo renacentista, pero por motivos económicos no fue iniciado hasta junio de 1992, pero no se llegó a terminar y el Sr. Hernando fallecería en enero de 1993.

Parece ser, que dadas las buenas relaciones del Sr. Hernando con el párroco de Santa Ana, se consiguió que en la Semana Santa de 1990 pudiera salir la imagen de la Soledad del Calvario de José de Mora. Una fotografía de Eusebio Rodrigo nos la muestra en el paso a su salida del Palacio de la Real Chancillería (Audiencia). La hermandad había restaurado los ángeles y faroles del paso, pero la lluvia, que se presentó después de la salida de la procesión, hizo regresar a la hermandad sin completar su itinerario. Esa lluvia inoportuna motivaría, seguramente, que no se permitiera procesionar la valiosa talla de José de Mora en los años siguientes, aunque se empezaba a considerar la posibilidad de hacer una copia de la imagen por la técnica de puntos.

 Foto  de 1990 de Eusebio Rodrigo (Revista Gólgota 1991). 

La cofradía dentro de sus escasas posibilidades económicas va a estrenar en 1992 un extraordinario estandarte en el que se utilizaran unos bordados del siglo XIX, que se pasaron a terciopelo granate. También, se estrenó el Senatus con vara del orfebre granadino Moreno, realizado y donado por Carmen Perales Nogueras, en una época en la que empezaba a proliferar esta insignia en nuestras cofradías. Sin embargo, el Senatus o S.P.O.R siempre lo ha llevado esta hermandad desde sus inicios en la guardia romana o "armados", cuando en el resto de las cofradías, ni siquiera se había imaginado integrarlo en su comitiva procesional.


1992 estandarte. Foto A Padial

Para suceder al difunto Comisario-Predidente, Sr Hernando, se eligió a don José Ruiz Pérez para dicho cargo en 1993. Durante su mandato se  llevaran a efecto importantes elementos auxiliares para el paso de la Virgen: ese año se estrenó la canastilla tallada, realizada por Antonio Díaz y barnizada en caoba, y en 1994, se estrenarán los nuevos ciriales del paso del Sepulcro, del orfebre Moreno Romera, y un juego de dalmáticas y, al año siguiente, cuatro ángeles lampararios, labrados en madera policromada por el granadino Jesús García-Ligero Puerta, para situarlos en las esquinas del canasto del paso de la Virgen, así como, los Apóstoles de dicho canasto, realizados por el tallista granadino Antonio Díaz, que van ocupando las capillas de  los cuatro costados y que los realiza entre 1996 y 1997. Ya se había estrenado en 1993 el canasto del paso de la Virgen, realizado por el mismo tallista.

La Cofradía el Viernes Santo de 1996 suspendió la procesión por un aguacero, que se presentó cuando ya el paso de la Soledad estaba en Plaza Nueva, teniendo que regresar a su iglesia. El resto de las cofradías del día suspendieron, también, sus procesiones.



Restauración de la Virgen de Mora

En 1996 se restaurará por el Taller de Moreno Romera la diadema antigua de la Virgen de Mora, realizada a finales del siglo XVII, como paso previo a la restauración de la valiosa imagen, llevada a cabo por la restauradora Bárbara Hasbach Lugo, que la finalizó para su presentación en la iglesia de Santa Ana el 18 de enero de 1997.

Del informe que presentó la restauradora se infiere que la imagen presentaba fisuras entre las piezas encoladas que la componen, con desprendimiento de policromía, y generalizados repintes en el manto y peana, así como, en la túnica blanca presentaba suciedad grisácea del humo de las velas. Por efecto de las temperaturas y cristalización de encolados algunas piezas, como el brazo derecho se hallaba suelto, observándose, también, ataque se insectos xilófagos en la peana, que producía inestabilidad de la figura. 

Además, se denotó la existencia de 384 orificios producidos por clavos y tornillos en la peana para estabilizar la imagen con motivo de las múltiples salidas procesionales a lo largo de los siglos, así como, para sujetar telas y aditamentos. Estas imágenes de talla sabemos que en la época barroca se las solía sobrevestir con mantos de tela y ponerle alrededor ráfagas de metal, que necesitaban su sujeción con clavos y otros elementos.

No obstante la magnífica restauración de esta histórica y portentosa imagen, la veríamos en la calle el Viernes Santo de ese año, pero en los siguientes no se permitió por la autoridad eclesiástica su utilización para las estaciones de penitencia, hasta pasados algunos de ellos.

1997. La Soledad Servita de Mora el día de su presentación restaurada. Foto A. Padial

Aquella salida procesional del Viernes Santo de 1997 con la Virgen de Mora, constituyó una de las más espléndidas comitivas que se recordaban desde hacía años, participando el nuevo Arzobispo Metropolitano de Granada, el hoy Cardenal don Antonio Cañizares Llovera; el representante del Rey, por el carácter de Real Hermandad que ostenta; la Real Maestranza de Caballería y Caballeros del Santo Sepulcro; representaciones de las hermandades, del Ayuntamiento, bajo mazas, y de las instituciones provinciales, así como, los soldados romanos, tan tradicionales en la hermandad desde el siglo XVII. También, acudieron los Seises de la Catedral, que también fueron invitados a la procesión algún año más, como a la de 1999.

Después de aquella Semana Santa, en junio de 1997, es elegida como Comisaria-Presidente a doña María Angustias Ortiz Sotomayor. Era la primera mujer que había sido elegida para este cargo en la cofradía. El paso de la Virgen estrenó en la Semana Santa de 1998 un respiradero de malla dorada y bordada en oro por el taller de la hermandad, pero ese Viernes Santo ésta tuvo que regresar apresuradamente a su templo por la lluvia; no salió la Cofradía de la Expiración; la de Cristo de la Buena Muerte se refugió en la Catedral y el resto regresaron a sus templos.

Soledad del Calvario de Barbero

En 1999 se cumplían los 75 años de la reorganización de la Hermandad (1924-1999), celebrándose diversos actos culturales y religiosos para tal conmemoración. Con ocasión de esa efeméride otra vez veríamos en las calles de Granada la imagen de la Soledad de José de Mora, para llevarla a la Catedral desde Santa Ana y presidir el Vía Crucis anual de Cuaresma de las hermandades granadinas. Se hizo una exposición y una exaltación a la imagen y una medalla conmemorativa.

El Viernes Santo de ese año, el paso del Santo Sepulcro, que estrenaba faldones de terciopelo negro, fue llevado a hombros de hermanos; era la primera vez, después de setenta y cinco años, que así se hacía. Eran también ese año las últimas ruedas que se suprimían para procesionar los pasos de la Semana Santa de Granada; todos ellos iban ya portados por costaleros, unos a hombros y otros a costal.

1999. Al Vía Crucis de las Hermandades

1999. La Virgen de Mora preside el Vía Crucis de las Hermandades. Fotos A. Padial




La hermandad en el inicio del siglo

Una Semana Santa especial fue la del año 2000; después de reivindicarse por las cofradías y la prensa desde 1940, e incluso antes, la entrada de las hermandades en la Catedral para hacer sus estaciones de penitencia ante el presbiterio del Templo Metropolitano, como se había realizado en siglos pasados. Sería ese año cuando lo autorizó el Arzobispo, don Antonio Cañizares, quizás el único Prelado que llegó a comprender verdaderamente, el posible instrumento y necesidad que puede tener la Iglesia en las cofradías, para desarrollar una misión cristiana, presente y futura, en una sociedad, como la española y europea, que con una actitud escéptica se descristianizaba aceleradamente. Venciendo todos los escollos atávicos don Antonio le dio tal licencia a las cofradías, aprovechando la celebración del Año Jubilar del Milenio que se iniciaba. 

Don Antonio Cañizares volvió a presidir, acompañándola en su procesión, la estación de penitencia de la Hermandad del Santo Sepulcro, que por otra parte, era una de las que más había estado presente en la Catedral a lo largo de su historia.

Pese a que la Virgen de Mora presidió el Vía Crucis de las cofradías, no estuvo presente en la estación de penitencia del Viernes Santo, por desautorizarlo la Delegación de Arte Sacro, sustituyéndola por la imagen de Barbero, como venía haciéndolo en los últimos años. La procesión discurrió con esplendor, ganando los hermanos el Jubileo, y yendo delante del paso del Señor del Sepulcro, un grupo de niños portando atributos de la Pasión. Una novedad musical se produjo: que el Cristo fue acompañado por una capilla de música, como en tiempos iniciales, y la Virgen, como es costumbre ancestral, por la Banda de Música Municipal. También, que todos los nazarenos volvieron a llevar la capa roja.

La hermandad continuaba actualizando sus enseres y en 2001 se renovó el guion o "bacalá", bordada por las monjas de San Gregorio Bético, según diseño de Juan A. Bolívar, bordado por las Esclavas del Santísimo,  y con la incorporación de una nueva insignia, el estandarte Real, como corresponde a este título de la cofradía. 

Estación en la Catedral de los Caballeros y Hermandad del Santo Sepulcro

Dadas las ejemplares estaciones de penitencia que realizaron las cofradías en el interior de la Catedral en 2000, se prorrogo la licencia para hacerlo en 2001, resultando consolidada en la fecha de hoy esa entrada en la Catedral de las cofradías, para hacer estación de penitencia.  Finalizaba ese año 2001 con la inauguración de una nueva casa de hermandad, situada en la calle Santa Teresa, que contaba con la amplitud necesaria para contener los servicios normales de la cofradía y un local-almacén, para la guardar los pasos y enseres.

En septiembre de 2002, el Príncipe de Asturias, don Felipe de Borbón y Grecia, aceptó su nombramiento como Decano de los Caballeros del Santo Sepulcro. En estos años, eran los capataces de las cuadrillas de costaleros de los pasos, Ángel Roldán López y Alberto Fernández Barrilao; éste último también diseñará enseres para esta cofradía y otras. Para el año 2002 diseñó el llamador del paso del Sepulcro, que fue realizado por el orfebre de Motril, Eleuterio Aragón. 

Y una novedad relativa para 2003, fue que se le pusieron unas escaleras apoyadas en la cruz de la Virgen en su parte trasera. Ya se habían incorporado durante el mandato del Sr. Cobo Torres, cuando se procesionó la Dolorosa de la iglesia de Santiago. Ahora, tampoco las escaleras duraron muchos años, pues en 2005 se le suprimieron.

Soledad de Barbero Gor con las escaleras. 

2004. La imagen de la Soledad (Dolores Servita) de José de Mora vuele a procesionar

La Hermandad y la insistencia de su Comisaria- Presidente, Dª. María Angustias Ortiz de Sotomayor con reiterados intentos, había por fin conseguido autorización del Arzobispado granadino para realizar en 2004 su estación de penitencia con la Soledad del Calvario del insigne José de Mora. Habían transcurrido veintiún años desde que fue sustituida por la Soledad de  Barbero y, después, solo dos años, de forma excepcional, la Virgen había salido  en la estación de penitencia: el Viernes Santo de 1990 y el de 1997, en este último, con motivo del 75 Aniversario de la reorganización de la cofradía. A partir de 2004 la Virgen de Mora no ha faltado en la estación de penitencia, excepto que la lluvia lo haya impedido y en estos años de pandemia de Covid-19. 

Precisamente, la lluvia insistente que se presentó el el Viernes Santo de ese año 2004 hizo que se suspendiera la procesión. La Virgen en su paso, la colocaron sus costaleros en el umbral de la puerta de la iglesia de Santa Ana, para que pudieran contemplarla los fieles, aunque, más tarde, se dejó que éstos entraran en el templo, para estar junto a las imágenes. Asimismo, el Arzobispo, don Javier Martínez, y el Alcalde de Granada acudieron para reconfortar a los hermanos en su desilusión.

La mayor parte de los jóvenes granadinos no recordaban haberla visto procesionar y, para gran parte de ellos, la titular mariana de la cofradía era la Soledad del escultor Antonio Barbero. Solo, algunos sectores de la juventud cofrade tenían noción de la relevancia histórica y artística de la portentosa imagen. Por fin, los granadinos podían contemplarla por las calles de la ciudad y embelesarlos con su mística y devota presencia.

Se había contemplado y aun no creo que no se haya desechado la posibilidad de que la imagen sea replicada por otra realizada por la técnica de puntos. Es una disyuntiva de difícil elección, dado que existen valores de complicada simbiosis: por una parte el deber de preservación para las generaciones futuras de una obra de arte señera del Barroco de la escuela granadina y de arte español. 

Pero hubo de esperar al año 2005 para poderla admirar en la estación de penitencia, surgiendo la bella imagen de un apretado calvario de iris morados, en contraste con las flores y claveles blancos que tradicionalmente llevaba.


 
No solo se trataba de ir completando los distintos enseres y elementos de la cofradía, también de restaurar el deterioro de algunos y del plateado de otros, que fueron realizados en el taller de José Luis Ruiz Vega. También, se adornó la cruz de guía con unas ráfagas  que se pusieron en la intersección de los dos brazos de la cruz, diseñadas por Fernández Barrilao.

Fueron estos años de cierto estancamiento en lo material de la hermandad, cuyo número de hermanos apenas llegaba a los 300 y con ello la falta de recursos económicos. Sin embargo, no falto compromiso y devoción de los hermanos activos para la celebración con solemnidad de la estación de penitencia, de los diversos cultos a los titulares,  el ejercicio de la caridad y la colaboración con la parroquia.

En 2008 ya había agotado la Comisaria-Presidente Dª. Mª. Angustias Ortiz su mandato tras una reelección y se convocó al  cabildo de la hermandad de junio de 2008, donde se eligió por mayoría abrumadora a don Javier Auriguiberry González médico oftalmólogo acreditado y que había desempeñado cargos en la junta de gobierno de la hermandad en años anteriores. 

Era el Sábado Santo de 2009 y habían transcurrido cien años de aquel 1909 en el que se comenzó la llamada procesión del Santo Entierro Antológico con imágenes de mérito o escenas de la Pasión de Jesús, reformando aquel Santo Entierro esquemático del siglo XIX con el Sepulcro, la Soledad y San Juan Evangelista, aunque a veces se sacaran otras imágenes (Señor de las Tres Caídas o Jesús ante los Tribunales). Pero a partir de 1909 serían procesionados 14 o 15 pasos con una representación prácticamente completa de las escenas de la Pasión, cuyas imágenes serían muchas de ellas los titulares de las cofradías que se fundarían pocos años después.  Por ello, esa conmemoración de 2009 se consideraría el recuerdo del inicio del renacer de las cofradías granadinas.

Veinticuatro pasos, casi todos de Cristo, desde el de la Entrada en Jerusalén hasta el Cristo Yacente de la Soledad y ninguno de ellos de palio, componían la procesión de la llamada Passio Granatensis. Previamente fueron trasladados a la Catedral en la mañana del Sábado Santo día 11 de abril, de donde saldría la procesión en la tarde del Sábado Santo, día 11 de abril de 2009. Las calles abarrotadas y granadinos y forasteros ponían el sello de bullicio, pero pronto se temió que la lluvia que empezó a caer al poco rato de salir los primeros pasos desgraciara la procesión. Algo de esplendor le quito a la celebración, por tener que colocar plásticos para proteger a algunos pasos, y el del Cristo del Silencio, el original de José de Mora, no pasó del umbral de la puerta de la Catedral, para evitar posibles deterioros.

Soledad del Calvario en la Passio Granatensis. Foto detalle Manuel Lirola. Revista Gólgota

Cerraban la magna procesión los pasos del Santo Sepulcro y de Nuestra Señora de la Soledad del Calvario, como últimos acontecimientos con los que finalizó históricamente el Drama Sacro de la Pasión y Muerte de Nuestro Señor Jesucristo, con su cuerpo depositado en la cueva sepulcral y la Soledad de su Madre después del entierro de su Hijo.

Ese año 2009 la hermandad hizo dos procesiones: la del Viernes Santo, que intentó refugiarse de la lluvia en la iglesia de las Carmelitas Descalzas, y la de la Passio Granatensis y el cartel anunciador de la Semana Santa tuvo como tema central a Ntra. Sra. de la Soledad, obra en pintura en la que la Virgen aparece como protagonista rodeada de imágenes granadinas de Cristo en referencia a la Passio Granatensis.

Viernes Santo de 2009




Pocas variaciones o novedades importantes había tenido el paso del Santo Sepulcro desde que en 1929 Navas Parejo le realizó el elegante canasto en caoba 
y plata sobre el que se posa la urna del siglo XVII. Desde entonces el paso no había contado con otro respiradero que unas randas de encaje más o menos valiosas o elegantes. Sin embargo, en determinadas etapas se habían proyectado diversos tipos de respiradero que no llegaron a hacerse realidad. Ya en el año 2010 un proyecto de respiradero y faldones parecía tener visos de hacerse realidad y que había diseñado el artista malagueño, Eloy Téllez. En dicho diseño de estilo renacentista se combinarán la talla con la orfebrería y los bordados.

Para el año 2011 se remodelan las trabajaderas del paso del Santo Sepulcro para la modalidad de costal y se reorganiza con una nueva cuadrilla de costaleros al mando del capataz Raúl López Herrera El anterior año hubo de utilizarse la cuadrilla de la Esperanza para procesionar el paso. El paso  de la Virgen lo llevará estos años el capataz Juan Carlos Rodríguez Nievas.

Dos Viernes Santos, los de 2011 y 2012, se vieron afectados y deslucidos por la lluvia. En el primero la hermandad quedó en su templo y el segundo, aunque las cofradías salieron a su estación de penitencia, incluso las cuatro últimas llegaron a la Catedral en los regresos a sus templos, tuvieron que acudir a utilizar los plásticos para proteger las imágenes. La hermandad había estrenado ese año los respiraderos de ambos pasos, aunque solamente lo que consistía en el armazón en madera barnizada, a falta de la orfebrería y bordados. Sobre los respiraderos del Cristo y de la Virgen, y en sus costados, iban unas tulipas de cristal tallado con pabilos morados y amarillos, respectivamente, con las que ya en años anteriores se habían adornado.

2012 Nuevo respiradero y faldones sin terminar

En 2013 se conmemoraba el primer centenario de la coronación canónica de Ntra. Sra. de las Angustias, Patrona de Granada, organizándose por la Federación de Cofradías una procesión magna que llevaría en sus pasos a las imágenes marianas desde la Catedral a la puerta de la Basílica de la Patrona, donde esta esperó en sus andas para ir recibiendo el homenaje de las distintas hermandades de penitencia de la ciudad, su copatrona, la Virgen del Rosario, y de las patronas de cinco pueblos (Motril, Ujíjar, Loja, Almuñécar y Alhama).

En la tarde del 18 de mayo de ese año se celebró dicho acontecimiento, con el centro de la ciudad abarrotado de personas naturales y foráneas, aunque la lluvia intermitente desluciría en parte la procesión. En ellas procesionó Nuestra Señora de la Soledad del Calvario, que dado el acontecimiento letífico, no llevó en su paso en esta ocasión la Cruz del Calvario tras ella, como ocurre en la estación de penitencia del Viernes Santo. Adornada con flor blanca y resaltada la imagen sobre una peana dorada sostenida por cuatro querubines iba la portentosa imagen de José de Mora detrás de la Soledad de Santa Paula, aunque por la lamentable circunstancia de presentarse la lluvia, se decidió no realizar el recorrido del itinerario completo, para regresar a la iglesia Santa Ana prematuramente. 

Soledad del Calvario en Magna Mariana. Foto de J. Bandera

Tampoco la lluvia había dejado de hacer acto de presencia en la tarde del Viernes Santo de 2013; tras un retraso en su salida la hermandad emprendió la marcha y al salir de la Catedral descargó un chubasco, que hizo que regresara la comitiva a su templo con las imágenes cubiertas por plásticos y sin las representaciones oficiales que la acompaña, lo que deslució lamentablemente la procesión en su etapa final.

Sin embargo, espléndida fue en todos los aspectos la Semana Santa de 2014, con buen tiempo y los itinerarios abarrotados de gente discurrieron todas las procesiones, estrenando el cortejo de esta cofradía nuevo muñidor con su campana. Ya, hacia 2012, había incorporado esta figura, que la hermandad tuvo en siglos pasados con carácter asalariado, para convocar a los hermanos a celebraciones y cabildos. En nuestros tiempos ha quedado como un personaje que simboliza esa convocatoria a la hermandad para la estación de penitencia y, por ello, va precediendo a la comitiva procesional. El cambio consistió en variar el estilo del ropaje, que antes presentaba una apariencia de los caballeros de finales del siglo XVI (época de Felipe II), por  otro, que se presenta según las concepciones del Barroco.

También, ese año se modificó el itinerario oficial de las cofradías, cambiando la calle Mesones por la de Alhóndiga, que ya se había reformado sustancialmente en 2011, con lo que se amplió algo el recorrido y se dio más comodidad y anchura al discurso de las hermandades por esta calle, evitando los numerosos letreros comerciales de Mesones, que dificultaban el paso de las cofradías. 

Santo Sepulcro 2015. Foto Fernando López

Junto a estos años de esplendor de la Semana Santa de Granada se venía produciendo en la histórica Hermandad del Santo Sepulcro un periodo de estancamiento. Es de pensar, que este estancamiento, principalmente, no ha sido causa de la acción de sus  dirigentes, sino más bien de elementos externos, como el cambio en las formas de pensar y sentir de un ambiente cofrade que está más atento o atraído por el gusto por la parafernalia y presentación externa (palios, bandas de música, vestimenta de imágenes, adorno de pasos...etc.) que por la sencillez de pasos y la visión austera y severa que caracteriza a esta hermandad. 

Asimismo, en su procesión el componente oficial y de representaciones del resto de las cofradías es mayoritario; lo que quita bastante protagonismo a los escasos hermanos que la componen. Esta escasez de cofrades determinará una falta de recursos económicos suficientes para presentar unos enseres y pasos como la hermandad y todos desearíamos, y más acordes con la enorme valía artística e histórica de sus imágenes, especialmente de la portentosa talla de la Soledad de Mora, aunque solo su simple contemplación nos embelesa y fuera suficiente. Sin embargo, al gusto o estética cofrade y del público, en general, puede que se necesite (sin prejuzgar que lo más importante es el sentido religioso y catequístico del momento pasionista al que la cofradía da culto) una más acorde y artística presentación de las andas procesionales. No obstante, la Hermandad pienso que es consciente de ello y se esfuerza por presentar nuevos proyectos para dar más magnificencia a sus enseres y pasos, que den realce a las valiosas imágenes que posee.

 

Precisamente, esa escasez de medios económicos ha motivado la lentitud en la renovación de enseres, la aportación de otros nuevos, así como, la restauración de la imagen del Cristo, cosa ésta ya conseguida recientemente por la Hermandad, como veremos. Todo ello, tendente a dar mayor esplendor a su procesión del Viernes Santo y conservación de su patrimonio, y que, en la medida de sus posibilidades, está llevando a efecto. Así, en 2017, se renueva la parihuela del paso de la Virgen, que se lleva con la modalidad de costal; se realiza nueva cruz trasera de esta imagen y nuevo sudario colgante de la misma; restauración de los respiraderos de ambos pasos; y parece que se proyectan unos pebeteros para el Santo Sepulcro y dos faroles para acompañamiento del Simpecado.
 
En 2018 la de los Ferroviarios tuvo que volver a su templo al poco tiempo de salir, debido a la lluvia. La Hermandad del Santo Sepulcro decidió no poner  en riesgo por dicha fenómeno meteorológico la integridad de sus  imágenes y enseres, regresando a su iglesia y abrir sus puertas a cuantos fieles desearan rezar y contemplar los pasos e imágenes. Las otras tres hermandades (Favores, Expiración y Soledad de San Jerónimo) sí pudieron realizar sus estaciones de penitencia al despejarse algo el cielo.


2019 se celebró un devoto vía crucis de Cuaresma por la vecina Carrera del Darro y el Bajo Albaicín, llegando hasta el Monasterio de la Concepción y portando al Señor fuera de su urna del Sepulcro sobre unas andas de madera color caoba y labradas con motivos vegetales, siendo alumbradas con los cirios amarillos de las tulipas del paso, entre las que se intercalaban los cuatro evangelistas del mismo. Hizo estación, además de en el citado monasterio, en la iglesia parroquial de los Santos Pedro y Pablo y en la Casa de los Pisa, lugar donde murió San Juan de Dios, siendo acompañando el Señor Yacente por los Caballeros del Santo Sepulcro, que iban tras la imagen, y por la capilla musical de Nuestra Señora de los Dolores.

2019. Vía Crucis en Albaicín Bajo. Foto Manuel Lirola (Revista Gólgota 2021)

La pandemia del virus covid-19, procedente de China, que se presentó en España en febrero de 2020, determinó la supresión de todos los actos de las cofradías para la Cuaresma y Semana Santa de ese año, dando lugar a un estado de reclusión de la población en sus domicilios durante los meses siguientes. No obstante, las juntas de gobierno de las cofradías y otros actos cofrades pudieron realizarse por medio de contactos por las redes sociales de internet o skype, permitiendo limitadamente por dichos medios la comunicación entre los hermanos.

En la Cuaresma y Semana Santa de 2021, con una mejoría de la pandemia respecto al año anterior se pudieron llevar a efecto ciertos cultos por las cofradías. La Hermandad del Santo Sepulcro celebró su tradicional triduo y función de Cuaresma en el que se colocó la imagen de Ntra. Sra. de la Soledad del Calvario en el tabernáculo del altar mayor con el Cristo del Sepulcro a sus pies.  Ya Viernes Santo por la tarde se celebró un acto de veneración de los fieles a sus imágenes titulares en la iglesia sede de Santa Ana que finalizó con el rezo del vía crucis en sustitución de la estación de penitencia. A ello lo siguió en el mes de mayo la tradicional ofrenda florar a la la Soledad del Calvario.

También se pudieron efectuar ciertas actividades para el cumplimiento de las normas estatutarias, como la celebración del cabildo de elecciones, que se realizó en junio de ese año. A él se presentaron dos candidaturas al cargo de Comisario-Presidente, que fueron las de Rafael García y la de Blanca Sánchez-Agesta, que ostentaba el cargo hasta ese momento. Como resultado de la votación fue reelegida esta última para seguir rigiendo la hermandad, misión que desempeña desde 2016.  


La iniciación de este segundo mandato se ha visto resaltada por el importante acontecimiento de la restauración en 2021 de la histórica imagen del Señor del Sepulcro, hecho que la corporación venía persiguiendo desde hace tiempo. No se conocen en la larga historia de la imagen otras restauraciones anteriores, aunque no se descarta que las haya habido. La intervención restauradora de la imagen se ha llevado a efecto por el taller de C.R.A, dirigida por José María Rodríguez-Acosta. El resultado se presentó el 18 de noviembre de 2021, como inicio de los actos del centenario de la reorganización de la hermandad, a lo que siguió un triduo a la imagen y conferencias.

No obstante, la cofradía parece que está empezando a dar ciertos atisbos de crecimiento en los últimos años, presentándose en sus postreras  estaciones de penitencia con más hermanos en sus filas. Es de desear que esta hermandad, tan significativa e histórica en la Semana Santa, de Granada recupere totalmente su esplendor.

Cartel de la Hermandad de 2021. Foto, José Velasco


 _______________________________

1616 Fundadores: el Doctor Ortiz Calderón, Vicente Ferrer y Robles, Juan Vila, Juan Tomás de Larrea, Damián Quixada y Juan Tomás del Arco.

Algunos hermanos mayores y mayordomos en la antigüedad

1675  Francisco Rodríguez de Hinojosa y Joseph                Márquez, hermano mayor y mayordomo.
1718  Juan de Aguirre, Juan de Cuadros, José                     Gómez, José Risueño.
 1720 Alonso del Castillo y Juan García Guzmán
 1721 Sebastián Acosta y Francisco Moreno
 1722 José Risueño Alconchel
 1734 Juan Alférez y Juan Morales
 1746 Fernando Ximénez, Pedro Pablo de Madrid,              Francisco González y Fernando Merlo
 1770 Juan Ortiz y Cristóbal Sánchez
1827 Francisco Ubago, Josef Canosa y Josef Arenas


Reorganización: Comisarios o Hermanos Mayores

Fermín Garrido Quintana                     1925-1936 
Julio Martín Ramila                             1936-1940     
Joaquín Amigo del Olmo?
Marqués de Cartagena                         1941-1953?
Marqués de Santa Casilda                   1955-1957?  
Francisco Villarejo Guerrero              1957-

Juan Cobo Torres                                 1983-1987
Lorenzo Hernando González               1987-1992
José Ruiz Pérez                                    1993-1997
María Angustias Ortiz de Sotomayor   1997-2005
 reelegida                                               2006-2008
Javier Auriguiberry González               2008-2012
reelegido                                                2012-2016
Blanca Sánchez-Agesta Ortega             2016-2021
   "              "               reelegida            2021

-----------------

1. De la Chica Benavides, Fray Antonio, Ya tenia hermandad este tierno simulacro (refiriéndose a la Virgen) cuando se le agregó el Santo Entierro de Cristo” , Gazetilla Curiosa o Semanero Granadino...Papel Nono 1764.

2. Archivo Histórico Diocesano de Granada, legajo 8 f, pieza nº 7.

3. Henríquez de Jorquera, Francisco, Anales de Granada, tomo II, p. 599. UGR serie "Archivum" 1934 

4. Henríquez de Jorquera, Francisco, op. cit., p. 801.

5. Henríquez de Jorquera, Francisco, op. cit., p. 846.

6. Archivo Histórico Diocesano de Granada, legajo 8 f, pieza nº 7 año 1678.

7. Archivo Histórico Diocesano de Granada, legajo 17 f pieza 46.

8. Archivo Histórico Diocesano de Granada, legajo 17 f, pieza 38.

9. Archivo Histórico Diocesano de Granada, legajo 17 f, pieza 12.

10. Archivo Histórico Diocesano de Granada, legajo 17 f, pieza 57.

11.  Archivo Histórico Diocesano de Granada, legajo 17 f, pieza 39

12.  Archivo Histórico Diocesano de Granada, legajo 96 f.

13. Archivo Histórico Diocesano de Granada, legajo 17 f, pieza 41.

14. Villena Delgado, Joaquín y  Antonio, Arte y Tradición en la iglesia parroquial de Gil y Santa Ana. Inventario de su patrimonio. Vol. II, Pág. 70.

15. Padial Bailón, Antonio, "Antiguas Hermandades. La Hermandad de Ntra. Sra. de los Dolores: los Servitas de Granada". Revista Golgota 25 (2004): 5-13, Federación de Hermandades y Cofradías de Granada; La Granada Eterna,http://apaibailon.blogspot.com/2013/03/ La Venerable Hermandad de la Orden Tercera de Servitas de Nuestra Señora de los Dolores. Granada.  

16. Diario La Alhambra de 31 de octubre de 1898. 

17. La Gaceta del Sur de 4 de abril de 1920 y diversos periódicos granadinos de esos años. Seguramente, lo haría algunos años más.

18. La Gaceta del Sur de 23 de marzo de 1924.         

19. El Defensor de Granada de 4 de abril de 1925 y 11 de            noviembre de 1925. 

20. Ibídem de 31 de enero de 1926.

21. El Defensor de Granada de 4 de abril de 1926 y el                  Noticiero Granadino de 1 de abril de 1926.   

          22. Antonio Padial Bailón, La Semana Santa de Granada a                      través de  la Federación de Cofradías, p. 73. Granada 2002

      23. El Defensor de Granada de 5 de abril de 1927. 

      24. Antonio Padial Bailón, op. cit., La Semana Santa de                             Granada..., pp, 101-102 y 108. Granada 2002.

      25. Ibídem de 26 de marzo de 1932.

      26. Ideal de Granada de 2 de abril de 1938.

      27. Antonio Padial Bailón, op. cit., La Semana Santa de                             Granada..., p. 161. Granada 2002.

     28. Antonio Padial Bailón, op. cit., 198-200.

     29. Diario Patria de 18 de marzo de 1958.

     30. Revista Golgota 94,p. 154. 

Otros: diversos periódicos y revistas de cada época


 

 

 



.



No hay comentarios:

Publicar un comentario