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domingo, 6 de diciembre de 2020

LA BUENA MUERTE Y AMOR Y DEL TRABAJO



 (Ferroviarios)

Viernes Santo

NUESTRA SEÑORA DEL AMOR Y DEL TRABAJO




FERVOROSA COFRADÍA DE PENITENCIA DEL SANTÍSIMO CRISTO DE LA BUENA MUERTE Y NUESTRA SEÑORA DEL AMOR Y DEL TRABAJO


Antonio Padial Bailón


Antecedentes

La primera noticia que tenemos de la existencia en Granada de esta advocación de Cristo de la Buena Muerte nos la da en 1764 el cronista trinitario calzado, Fray Antonio de la Chica Benavides en su Gazetilla Curiosa (1). Se trata de una imagen que nos dice que era muy antigua y que estaba en el convento de la Merced Calzada "desde su primer establecimiento", por lo que pudo tratarse de uno de los crucificados goticistas o renacentistas que se veneraron en Granada en la primera mitad del siglo XVI. Pero el Padre de la Chica no nos informa acerca de si tuvo o no alguna hermandad o asociación que le diera culto. En el mismo convento, cuyos edificios aún perduran junto a la iglesia de San Ildefonso, existía una imagen de la Virgen con el mismo título de Buena Muerte -quizá una Dolorosa asociada al Crucificado o, tal vez, se refería a la Virgen del Tránsito, que hoy está en la iglesia de San Ildefonso, y que, al parecer, procede del cercano Convento de la Merced, como otras imágenes que se conservan en dicha iglesia. 

En San Ildefonso, también, existió un altar o capilla dedicada al Cristo de la Buena Muerte, descrito en un inventario de esa iglesia de 1769 (2), devoción que coexistía en la misma época con la del Convento de la Merced. Tal vez, dicho altar e imagen sería el de la Hermandad de las Ánimas del Purgatorio, con un Crucificado de tamaño menor que el natural, que forma un Calvario con las imágenes en pintura de la Virgen Dolorosa y San Juan Evangelista. A dicho Crucificado se le conocía a finales del siglo XIX y principios del XX, con la advocación de Cristo de la Vida. 


Cristo de la iglesia de San Ildefonso


Tenemos que situarnos ya en los principios del siglo XX para encontrar en nuestra ciudad la advocación de la Buena Muerte dada por una Congregación de este título en la iglesia del Sagrario, que rendía culto a la imagen del Cristo Crucificado que hoy se encuentra en el acceso de dicha iglesia a la Capilla Real junto a la de Pérez del Pulgar. Esta imagen, la atribuye el profesor León Coloma al discípulo de Pablo de Rojas, Bernabé de Gaviria, y, probablemente, fuera el titular de la Hermandad de la Vía Sacra del Cristo de la Expiración con sede en dicha iglesia en los siglos XVII y XVIII. 

Desde principios del siglo XX también existió una Congregación del Corazón Agonizante de Jesús y de la Buena Muerte en la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús, que daba culto a la imagen del Crucificado de esta iglesia, que realizó para ella el escultor Pablo Loizaga hacia 1907. Desde entonces, lleva la advocación de Cristo de la Buena Muerte y se encuentra en la capilla primera de la derecha de la iglesia.  Esta congregación realizó en 1919 una procesión de rogativa por el fin de la terrible epidemia de gripe, llamada "española", y aún mantenía cultos a la imagen y a una Dolorosa a mediados de los años cincuenta del pasado siglo.  


Cristo de la Agonía y Buena Muerte de la iglesia de Sagrado Corazón

Cristo de la Buena Muerte (Iglesia del Sagrario)


Antecedentes de la Dolorosa del Amor y del Trabajo

Esta devota y bella Dolorosa del siglo XVIII, aunque tradicionalmente se la venía atribuyendo al círculo artístico de José de Mora, probablemente la labró la gubia del escultor esfilianés Torcuato Ruiz del Peral o a alguno de sus seguidores. La imagen con el título genérico de Ntra. Sra. de los Dolores la adquiere hacia 1770 el capellán de la ermita de San Juan de Letrán, don José Navas Ruz, situada en el Barrio de San Lázaro, en los extramuros de la ciudad (3). Con la adquisición de la imagen, se pretendía reforzar en la ermita y en el barrio la devoción mariana a los Dolores de la Virgen, ya iniciada con la imagen y hermandad de Nuestra Señora de la Consolación, aunque ésta última de carácter letífico. De esa fecha o poco antes pudiera datarse la hechura de la imagen.

Pronto, la Dolorosa de San Juan de Letrán comienza a tener una relevante devoción entre los vecinos del barrio, dedicados, primordialmente, en esa época a las tareas agrícolas en la circundante Vega de Granada, vecinos que eran adjetivados por el resto de los granadinos con el apelativo de "cebolleros", quizá por dedicarse muchos de ellos al cultivo de la cebolla.  Ya en esos primeros años de permanencia en la ermita se le adquiere una corona que será la que mantenga hasta la fundación de la hermandad de penitencia, en que se le realiza una reforma.



La devoción entre los vecinos tuvo que extenderse durante los años siguientes, pues en 1800, se amplía la ermita para construir a sus pies una capilla o camarín para venerar a la Dolorosa. Esta capilla rectangular sobresalía del templo hacia lo que es hoy Avenida de la Constitución, entonces Camino Real de Santa Fe, y tenía su entrada por donde hoy se sitúa el altar de la Virgen. Así se apreciaba en una fotografía del siglo XIX del fotógrafo Ayola. 

La capilla fue bendecida el día 15 de mayo de aquel año por el capellán de la ermita don Agustín González Gálvez y en ella se entronizó a la imagen previa celebración de un Rosario de la Aurora en el que se procesionó la Virgen Dolorosa entre vivas y aplausos, cuando la llevaban en andas los mozos del barrio. Después, se procedió a celebrar la Santa Misa y sermón por parte del capellán, siendo un gran día de fiesta para los vecinos, que finalizó con músicas y cohetería (4).


Ermita de San Juan de Letrán en el siglo XIX

La imagen estuvo cuidada por las mujeres del barrio, que le confeccionaron, según el archivo parroquial, un ajuar y solicitaron de varios obispos (Granada, Guadix, Cádiz y Mérida de Yucatán) la concesión de diversas indulgencias a quienes rezaren a la Virgen en su capilla. También, se estableció por el Capellán Mayor y con licencia del Provisor de la diócesis un vía crucis en la Cuaresma que se celebró el día 15 de marzo de 1817. Dicha licencia se concedió con la condición de que se diera cuenta al párroco de San Ildefonso, a cuya feligresía pertenecía la ermita, y que el ejercicio piadoso lo dirigiera un fraile franciscano, cuya Orden tenía tal privilegio. 

Asimismo, se estableció una fiesta anual a Nuestra Señora de los Dolores en el día de su advocación (Viernes de Dolores), solicitando del Arzobispo licencia en los años 1831 y 1832 para que ese día se pudiera exponer el Santísimo Sacramento (5)Esta fiesta anual de cuaresma a la Virgen Dolorosa de la ermita se completará, según la prensa de dicho siglo, con un septenario que la precedía, según se anunciaba en algunos años de dicho siglo que hemos consultado.

Como un prólogo al carácter penitencial que tendrá la imagen en sus procesiones de Semana Santa cuando se fundase su hermandad a mediados del siglo XX, hay que consignar que la Dolorosa de la ermita se procesionaba en el Domingo de Ramos por el Barrio de los "cebolleros".

Los vecinos o una asociación de los mismos la venerarán y le tributarán cultos anuales en la Semana de Pasión -para dicha semana se celebraba un setenario en 1860 y 1871-, con la intervención de reconocidos predicadores. No son éstos los únicos años en que se celebran estos setenarios de Cuaresma durante el siglo XIX, probablemente había una tradición de los mismos que vendrían celebrándose desde el siglo XVIII. En el diario La Alhambra se anuncia una función con sermón a la Virgen de los Dolores de San Juan de Letrán el domingo 8 de mayo de 1859, día de la Aparición del Arcángel San Miguel, entonces celebrada ese día. También, en algunas ocasiones se la procesionaba por los vecinos del barrio, como ocurrió en el viernes 23 de enero de 1885, para impetrar su protección en rogativa por los terremotos que asolaron parte de la provincia la Nochebuena de 1884 y la epidemia de cólera que sufrió la ciudad ese año (6).

En 1896, se instalan los frailes capuchinos en la ermita, cuyo provincial, el Padre Ambrosio de Valentina, declara que los frailes impulsarán el culto a las imágenes y hermandades de la ermita, pero poco tiempo estuvieron en ella ya que consiguieron regresar a su convento de San Juan de la Penitencia en el Campo del Triunfo en 1898, y del que habían sido exclaustrados en 1836. La ermita quedó durante los años finales del siglo XIX y principios del XX en cierta soledad, aunque aún había un capellán mayor (José Delgado García) y, de hecho, la Hermandad de Ntra. Sra. de la Consolación, que allí tenía su sede, celebraba sus cultos y procesiones del mes de octubre de cada año. No obstante, los capuchinos no la abandonaron del todo hasta 1914, año en el que se encargan de la administración de la ermita las monjas Trinitarias, que harán, para servirles de convento, la construcción del edificio de ladrillo que hoy conocemos, y que englobó dentro del mismo la antigua ermita, con lo que quedaron ocultos por él la nave, las capillas y su cimborrio cuadrado. Al destruirse con la obra la capilla de la Virgen la pasaron al altar que hoy ocupa, en el lugar aproximado por donde se accedía a su antigua capilla. 




Fundación de la Hermandad de Penitencia

La devoción a la Virgen continuará en el Barrio de San Lázaro durante la administración de la ermita por las Trinitarias y serán los empleados de ferrocarriles, muchos de los cuales habitaban en dicho barrio, por estar cerca de la estación de ferrocarril de la Avenida de Andaluces, y cuya iglesia más cercana era la de San Juan de Letrán.

Será la Hermandad Católica Ferroviaria, que englobaba en su seno a movimientos obreros católicos del personal de ferrocarriles, donde surge la idea a principios de los años cincuenta de fundar una cofradía de penitencia. Dicha hermandad ferroviaria nació con el nombre de Asociación hacia 1926, y en el mes de octubre de ese año se bendice por el Cardenal-Arzobispo, don Vicente Casanova, su bandera representativa, ceremonia que fue apadrinada por don Fermín Garrido, rector de la Universidad y alcalde de Granada durante unos meses en 1931. Era también vecino de la ermita, habitando un palacete situado enfrente de la misma.  

Pero pronto llegaron los conflictos de los años treinta del pasado siglo y la Guerra Civil, quedando dicha asociación desorganizada. Después fue recuperada en los años cuarenta, con la aprobación de unos estatutos el 14 de septiembre de 1948 con el título de Hermandad Católica Ferroviaria y que fueron ratificados el día 22 de dicho mes y año por el Arzobispo de Granada, don Balbino Santos Olivera. Este prelado la erige con sede canónica en la ermita de San Isidro, tal vez por ser en esos momentos la de San Juan de Letrán parte del convento trinitario femenino y en esos tiempos la autoridad eclesiástica sería reacia a ello (7)

Dicha hermandad nombra como patrona a la Virgen de los Dolores y como co-patrón a San Francisco Javier en el artículo 3º de sus estatutos, estableciendo como fiestas de la hermandad el Viernes de Dolores, el día de San Francisco Javier y la Navidad, así como, la celebración de una misa mensual para los asociados. También se va a procesionar por esos años a la Virgen Dolorosa por los alrededores del barrio en el mes de mayo.    

Desde entonces, por miembros de dicha Hermandad Católica Ferroviaria se decide fundar la cofradía de penitencia, solicitando a las trinitarias la imagen de la Virgen de los Dolores de San Juan de Letrán para darle culto y procesionarla en la Semana Santa, no poniendo inconveniente alguno dichas religiosas. No pareció bien a los fundadores de la cofradía seguir titulando a la imagen como Virgen de los Dolores y le cambian la advocación por el de Nuestra Señora del Amor y del Trabajo, esta última advocación, seguramente, se la dieron por ser sus cofrades trabajadores en el ramo del ferrocarril. 

Imagen de la Virgen tenían a la que venerar, pero no contaban con imagen de Cristo, acudiendo a la ermita cercana de San Isidro Labrador, donde provisionalmente tuvo su sede la hermandad en formación y la Hermandad Católica Ferroviaria, para solicitar la cesión del Nazareno Preso que preside el retablo mayor de ese ermita, propiedad de la Hermandad de Labradores, y conocido actualmente como "Cristo de las Eras". Fue el padre Molinero, párroco de San Ildefonso, a cuya jurisdicción también pertenecía la ermita de San Isidro, quien autorizó a los ferroviarios el préstamo de la imagen con la condición de que después de la procesión del Viernes Santo se devolviera a la ermita. Era la primera vez, que conozcamos, que dicho Nazareno sería procesionado en Semana Santa; luego en el año 1978 y siguientes lo hizo con la Hermandad de la Concepción "Concha", que fue la que le encargó la peluca que hoy tiene de talla al imaginero Antonio Barbero Gor, pues la imagen la tenía de pelo natural desde que su autor la labrara.


Nazareno prendido de la ermita de San Isidro

Los cultos de la Hermandad Católica Ferroviaria se celebraban en la ermita de San Juan de Letrán y ello sería decisivo para que nombraran a la Virgen Dolorosa de la ermita como patrona y centro de su devoción mariana y le cambian la advocación por la de Virgen del Amor y del Trabajo, como un azulejo de aquellos tiempos que está junto al altar de la Virgen así lo proclama: Nuestra Señora del Amor y del Trabajo, ruega por nosotros.

Casi inmediatamente que se reorganizó la Hermandad Católica Ferroviaria comenzó a procesionar a la Virgen con el título de Nuestra Señora del Amor y del Trabajo, y que lo ostentaba, al menos, desde 1950 o quizá algo antes (8),  ofreciéndole cultos y una procesión en el mes de mayo por los alrededores de la ermita. Quizá esta procesión era el colofón de los cultos de las flores de ese mes dedicado a María. También, ese año 1950 la Hermandad le ofreció a la Virgen una función de rogativa por la Paz del Mundo, celebrada el día 26 de marzo, procesionándola después por las calle a hombros de los hermanos ferroviarios y  escoltada por los soldados del Cuerpo de Ferrocarriles. A esta procesión asistió el Inspector Jefe de Renfe, José Caballero, y a la vuelta de la comitiva procesional a la iglesia de San Juan de Letrán se oyeron, en honor a la Virgen, los silbidos de las locomotoras de Renfe, tan cercanas a la ermita (9)

Desde esas fechas se comienza la preparación de la futura estación de penitencia, confeccionando a la Virgen un nuevo manto procesional en 1951, que fue bordado en hilo de oro sobre terciopelo negro por las Madres Adoratrices y que es el que actualmente procesiona, aunque ampliado y enriquecido. También le bordaron una saya negra con el peto tradicional granadino con un corazón traspasado por siete espadas, bordados en hilo de oro por las monjas trinitarias, guardianas de la ermita de San Juan de Letrán, y un estandarte bordado, también, sobre tela de raso negro. Dicho manto fue costeado, como benefactor, por el Gobernador Civil, don Servando Fernández-Vitorio y Camps. 

Amor y Trabajo. Foto "Patria" 1953

Por esas fechas (1950-1951), les serían cambiadas sus manos originales de dedos entrelazados por las que hoy tiene en actitud abierta, que fueron realizadas por Luis Fajardo y que, también, le hizo el "trono" procesional.

Esta rama penitencial de la Hermandad Católica Ferroviaria nace con gran impulso, alentados por los jesuitas, Padres Laraña y Felipe Alonso Bárcena, que sería el primer director espiritual de la Cofradía, y dependiendo del Secretariado de la Piedad de dicha hermandad, a cuyo mando estaba Antonio Rodríguez Fernández. De hecho, creemos que la rama penitencial se funda entre 1948 y 1950, aunque la aprobación canónica se realizará en 1953. En este último año ya tenía inscritos dicha rama penitencial a más de 600 cofrades.

Se instituyó una junta de gobierno, encargada de poner en marcha la cofradía penitencial y gestionarla, con miembros de la Secretaría de la Piedad de la Hermandad Católica Ferroviaria, junta que estuvo formada por Jesús Gutiérrez Tirado, que sería el primer hermano mayor; por el secretario Manuel García Abuín; el tesorero, Pedro Esteban, y los vocales: Enrique Garrido del Mármol, Tomás Hernández de Diego, Juan José Gómez Blázquez y José Pérez Pozuelo, Ingeniero Jefe de los Ferrocarriles de Sierra Nevada (F.E.V.E). Quizá esta sería la primera junta de gobierno de la Cofradía, aunque la carencia de actas de esa época no nos deja afirmarlo con seguridad.

De hecho, esta junta había solicitado en 1952 la autorización por parte de la Federación de Cofradías y de la autoridad eclesiástica para salir en estación de penitencia en la Semana Santa de 1953, autorizaciones que consiguió para la tarde del Viernes Santo de ese año, pero con la condición de que lo hiciese como una sección de la Cofradía del Cristo de la Expiración "Escolapios", no como cofradía de penitencia reconocida.

Quizá la nueva cofradía tuviera intención de salir en estación de penitencia el año anterior, pero aún vivía el Arzobispo don Balbino Santos Oliveras, bastante reacio a las cofradías de Semana Santa. Este prelado fallecería en febrero de 1953 y, tal vez con ello, la Cofradía vio allanadas las dificultades para solicitar las licencias para procesionar antes referidas. No obstante, la aprobación por parte de la Federación de Cofradías no dejo de causar ciertas tensiones después de Semana Santa con el consiliario de este órgano cofrade, Monseñor Fernández Arcoya, que afirmaba que con la salida ese año de las dos nuevas cofradía (Ferroviarios y Estudiantes) se había vulnerado el reglamento y contravenido lo que había dispuesto el Arzobispo fallecido, don Balbino.  La Federación, con una comisión nombrada por ella se entrevistó con Monseñor Fernández Arcoya, entrevista que se declaró secreta y no se formuló acta de la misma, pero parece que el resultado fue no reconocer a estas hermandades como parte de la Federación. Quizá, por ello, no fueron invitadas a sus sesiones hasta el año siguiente de 1954, año que en el día 11 de febrero se admitió a la Cofradía como miembro de tal Federación, asistiendo a sus juntas desde el 4 de marzo (10). Puede que con la toma de posesión del nuevo Arzobispo, don Rafael García y García de Castro, se solucionara el problema de admisión de ambas cofradías.  


1953. Primera estación de penitencia

La Cofradía en la Semana Santa de 1953, primer año de su estación de penitencia, aparece con el título de "Cofradía de Jesús de las Eras y Nuestra Señora del Amor y del Trabajo", incorporando el nombre del Nazareno de la ermita de San Isidro, conocido así por la eras que en la antigüedad estaban delante de la ermita, llamadas Eras de Cristo. Pero el nombre de Cristo no lo recibió de dicho Nazareno, sino por un Crucificado cubierto por un templete que existió en siglos pasados en dichas eras. Tal Crucificado era de piedra de Santa Pudia, traída de unas canteras de calcarenita de Escúzar.

Para la salida penitencial la Cofradía prepara 150 hábitos de tela negra con capillos y cintos  de raso color verde, vistiendo los mayordomos capas de raso negro con vuelta verde.

Con varios benefactores contó la nueva cofradía para iniciar su andadura, como el Gobernador Civil, don Luis Boix Ferrer, Jefe de Personal de R.E.N.F.E, y don Servando Fernández-Vitorio, al que nos hemos referido, y que fue nombrado hermano mayor honorario de la Cofradía, colaborando, junto con otros devotos, en la construcción del paso de la Virgen, realizado por Luis Fajardo (autor de las nuevas manos de la imagen). El "trono" del paso consistía en un canastillo, que hoy consideraríamos un respiradero de líneas rectangulares y talla barroca en pan de oro, concebido con volutas de motivos vegetales, y que iba iluminado en su interior, según el gusto de la época. Centrando el frontal del canasto o respiradero estaba tallada un águila imperial, también dorada en pan de oro, y unas cartelas en las esquinas con círculos tallados. El estandarte de la Cofradía llevaba un óleo de la pintora malagueña Araceli Olmedo Bernal.

Antes de la Semana Santa también se nombran algunos hermanos mayores honorarios, como a los altos mando de R.E.N.F.E. y al Delegado Provincial de Sindicatos, Sr. Jiménez Espadas, entregándole a éste un artístico pergamino y cuadro con la foto de la Virgen, que le fue dado el día 28 de abril de 1953, Sábado de Pasión, por una comisión formada por los directivos: Pedro Esteban Baile, el tesorero Juan García Trujillo y los vocales, Enrique Garrido del Mármol, Francisco Caballero Lorite y Tomás Hernández de Diego (11).


La Virgen del Amor y del Trabajo frente a la iglesia del Sagrado Corazón. Foto inserta en "Patria" 1953.

Pero la Virgen del Amor y del Trabajo salió procesionalmente al centro de la ciudad entre 1951 y la Cuaresma de 1953, pues en un número especial de Semana Santa de éste último año del diario "Patria", publicado el Domingo de Ramos, inserta una fotografía del paso de la Virgen ante la iglesia del Sagrado Corazón en la Gran Vía, que lógicamente se realizó antes de ese día. No pudo ser en la procesión de rogativa por la Paz del Mundo, pues ello ocurrió en marzo de 1950, y aún no estaba realizado el manto bordado y saya que lleva la Virgen en la foto, pues estos se hicieron en 1951. Tampoco puede pertenecer dicha foto a la primera salida procesional del Viernes Santo de 1953, porque ese día la venida al centro de la ciudad se realizó por las calles de San Juan de Dios y Duquesa y no por la Gran Vía y regresó por esta calle hacia su iglesia ya de noche.  Por ello, la procesión que revela la foto se tuvo que celebrar en el intervalo que decimos al principio, es decir, de 1951 a antes de la Semana Santa de 1953.

La situación económica de la Federación de cofradías, de algunas hermandades y la escasez de las subvenciones oficiales hicieron peligrar la celebración de la Semana Santa de 1953 con la amenaza de la Federación de suspender los desfiles procesionales si dichas subvenciones no se aumentaban. La intervención del Gobernador Civil, Fernández-Vitorio, el Sindicato de Hostelería y el comercio granadino hicieron presión ante las autoridades y Federación para que ésta el 26 de marzo aprobara la salida de las cofradías, permitiendo con ello a la de los Ferroviarios realizar su primera estación de penitencia.

Era el Viernes Santo, a las seis de la tarde del día 3 de abril de dicho año, cuando se puso en la calle la nueva hermandad de la antigua Dolorosa de San Juan de Letrán, Nuestra Señora del Amor y del Trabajo. La precedía Jesús Preso, llamado Jesús de las Eras, con melena de pelo natural y sobre un paso sencillo, consistente en una parihuela con faldones color burdeos y un respiradero formado por plantas y flores. La imagen iba sobre la peana de plata de Jesús del Rescate y cuatro grandes faroles de madera globulares colocados en las esquinas con pabilos iluminaban la imagen; estos faroles el día anterior habían iluminado al Cristo de San Agustín. Fueron prestados por la Cofradía de la Aurora, ya que eran los que alumbraban en ese tiempo a Jesús del Perdón, titular de esa hermandad.  El Nazareno Preso con diadema de espinas de plata coronando su frente, vestía con una túnica granate con pasamanería en las bocamangas y filo de la falda, y dos gruesos cordones de hilo de oro, terminados en borlones, le rodeaban el cuello y sus manos, para mantenerlas atadas.

Jesús de las Eras 1953. Detalle Foto de "Ideal".

La Virgen iba vestida con su saya y manto bordados, cubriendo su cabeza con una larga toca de mantilla blanca e iluminada por un bosque de cirios blanco y dos candelabros guardabrisas. Iba sin palio y sobre una peana alta de madera dorada, de las llamadas de carrete, sobre la parihuela provista de ruedas y velada por unos faldones de tela negra, que se decoraban en la parte superior por una guardamalleta con fleco, borlas y terminaciones curvas de pasamanería. Siendo el adorno floral en las jarras laterales con flor blanca y en los bordes del respiradero un friso de la misma flor. El paso iba custodiado por cuatro soldados de ferrocarriles con fusiles al hombro, según costumbre de la época, que también acompañaron a las imágenes de la Cofradía en los años siguientes (12)

En el Jueves Santo de 1953 salió por segunda vez en Semana Santa (lo había hecho en 1929) el Cristo de San Agustín, pero en esta ocasión con la idea de convertirse en titular de la Cofradía de los Estudiantes. El incumplimiento de las condiciones de cesión de la imagen hicieron que su antigua hermandad y las monjas del Santo Ángel Custodio, guardianas  de la imagen, no volvieran a ceder más al portentoso Crucificado. 

No se sabe con certeza en qué lugar se montaron los pasos de los ferroviarios ese primer año, ni del que salieron, puesto que las puertas de San Juan de Letrán y de la ermita de San Isidro son de pequeñas dimensiones. Según manifestaciones del hermano mayor, Sr. Gutiérrez Tirado, se montaron los pasos en las dependencias de la Estación de Ferrocarriles de la Avenida de Andaluces, aunque en el año 2003 el vocal de cultos de la cofradía, Francisco Medina García, recordaba haber oído a su padre contar que el paso del Jesús de las Eras se había montado en un local del Barranco de San Isidro, cerca de esta ermita, y trasladado para el inicio de la procesión a las puertas de San Juan de Letrán de donde partió oficialmente la procesión.  

Abría la marcha de la comitiva procesional la Banda de Cornetas y Tambores de la Cruz Roja de Granada, siguiéndola una sencilla cruz de guía acompañada por dos nazarenos portadores de faroles de artesanía granadina, y, tras de ella, iban unos 180 nazarenos, según declaraciones del hermano mayor. Parte de estos nazarenos portaban lo que era clásico en muchas de las hermandades de la época y que ésta sigue conservando aún: unos faroles, en vez de cirios, con hasta de madera y cristales verdes y rojos. Dichos faroles serán signo distintivo y tradicional en la hermandad, con la curiosidad de que se hicieron con las latas de queso y leche en polvo que proporcionaba la ayuda americana para sustento de la población más necesitada. Curiosamente, también, los báculos o varas de los mayordomos los había preatado la Hermandad de la Alhambra, sustituyéndose les sus sus emblemas para poner los de Cofradía Ferroviaria.  La Virgen iba acompañada de más de 50 hermanas vestidas de luto con la clásica mantilla y los pasos escoltados por soldados con armas al hombro, pertenecientes a la Agrupación de Móviles y Prácticas del Regimiento de Ferrocarriles.

La sección de la Dolorosa del Amor y del Trabajo la abría una bandera blanca, que habían realizado las monjas trinitarias con el emblema: "Alabado sea Jesús Eternamente", que iba escoltadas por dos trompeteros o vocineros, y delante del paso de la Virgen, en la presidencia de la procesión, el Delegado Provincial de Sindicatos, Sr. Jiménez Espadas, y representantes de la Hermandad Católica Ferroviaria y del Cuerpo de Ferrocarriles, cuyos soldados escoltaban el paso de Ntra. Sra. del Amor y del Trabajo. 

El itinerario que siguió la Hermandad en su primera estación de penitencia fue el siguiente:  Avenida de la Constitución, entonces de Calvo Sotelo, San Juan de Dios, Duquesa, Plaza de la Trinidad, Mesones, Puerta Real, Ganivet, Plaza de Mariana Pineda, San Matías, Navas, Plaza del Carmen (tribuna), Reyes Católicos, Gran Vía, Triunfo, y Avenida de Calvo Sotelo. A la ermita de San Juan de Letrán, llegó para finalizar la estación de penitencia a las 22:30 de la noche. Como se había ordenado, no pasó por la tribuna como cofradía independiente, sino como sección asociada a la del Cristo de la Expiración (Escolapios); por lo que, al pasar por la Plaza de Mariana Pineda se unieron ambas cofradías para pasar juntas por la tribuna oficial de la Plaza del Carmen, precediéndola la de los Ferroviarios.


Cristo de la Buena Muerte (Mediados del Siglo XVI). Atrib. Diego de Siloé. Monasterio de la Encarnación


La Cofradía en los años cincuenta. El Cristo de la Buena Muerte

No obstante haber realizado su primera estación de penitencia por el itinerario oficial, la Hermandad no fue admitida inmediatamente como miembro de la Federación de Cofradías; no lo fue hasta el día 11 de febrero de 1954. Creo que la razón de esta tardanza parece que estuvo en ciertos conflictos en el seno de la Federación de Cofradías. Este organismo cofrade estaba presidido entonces por don José Gómez Sánchez-Reina, hermano mayor de la Cofradía de la Santa Cena, cuyo mandato como Presidente de la Federación expiraba en mayo de 1953 (entonces la junta de gobierno de este organismo se nombraba anualmente después de Semana Santa), estando, también, vacante la sede arzobispal por haber fallecido en febrero su titular, don Balbino Santos Olivera, dejando paralizada la tramitación el nuevo Reglamento de la Federación de Cofradías, que otorgaba un mayor control en el nombramiento de cargos de dicha Federación al Arzobispado. Esta circunstancia provocó que se prorrogara el mandato del presidente, Sr. Gómez Sánchez Reina, con la disconformidad de muchas cofradías con el referido control y con la prórroga del mandato de su presidente.

Sería en esa sesión de 11 de febrero de 1954, a la que no asistió el consiliario de Federación, Monseñor Fernández Arcoya, enfadado por la creencia de que dicha Federación había admitido a las dos nuevas cofradías sin autorización eclesiástica (pues era nuevo arzobispo de Granada don Rafael García y García de Castro, aunque parece que aún no había tomado posesión). En dicha sesión se adoptó el acuerdo de aprobar la admisión de la Cofradía de los Ferroviarios como miembro de la Federación de Cofradías, pero "pendiente de aprobación eclesiástica". Con esta condición la Hermandad realizó su segunda estación de penitencia como entidad federada e independiente y ya asistió a la siguiente sesión de 4 de marzo, representada por Gabriel Rosario, aunque aún mantenía el título de Jesús de las Eras y Nuestra Señora del Amor y del Trabajo (13)

En estos primeros años, aunque nominalmente existía un hermano mayor, parece que el Sr. Gutiérrez Tirado, de hecho ejercían tal cargo también otras personas, como Gabriel Rosario Zaragoza, Francisco Caballero Lorite o Antonio Rodríguez Fernández, Secretario de la Piedad de la Hermandad Católica Ferroviaria. Será a partir de 1957, cuando el Sr. Gutiérrez Tirado ejercerá con cierta independencia de la Hermandad Católica su carácter de hermano mayor elegido por la Cofradía de penitencia.

Aún en el programa oficial de 1954 apatrece con el nombre de Jesús de la Eras, pero ese año no pudo sacar esta imagen. Parece que el hecho de no salir esa imagen en esa Semana Santa estuvo en que no se la quisieron prestar a los ferroviarios, bien la Hermandad de Labradores, su propietaria, o  el párroco de San Ildefonso, del que dependía la ermita de San Isidro, o la negativa pudiera haber sido de ambos. La Cofradía tuvo que buscar urgente una imagen para procesionarla aquel Viernes Santo y la encontró en el Monasterio de la Encarnación de religiosas clarisas; se trataba del Crucificado que presidía el altar mayor de la capilla de ese monasterio. 

La imagen representa  a un Cristo muerto en la cruz de los más antiguos que se conservan en la ciudad de Granada, y que la crítica artística atribuía al artista del Renacimiento de más significación en el arte de la arquitectura y escultura de la primera mitad del siglo XVI, Diego de Siloé, que ejerció en nuestra ciudad desde 1528 a 1563, año éste en el que falleció en Granada. Fue el arquitecto del Monasterio de San Jerónimo, tumba del Gran Capitán, y de la traza de la Catedral de Granada y de la fachada de su Puerta del Perdón, bajo cuyo arco finalizan hoy las cofradías sus estaciones de penitencia de la Semana Santa. 

El arte de Diego de Siloé combinaba los nuevos aires renacentistas con el antiguo gusto goticista y  estas influencias se ponen de manifiesto en esta imagen que se conoce como Cristo de la Buena Muerte. La fecha de su ejecución, pudiera señalarse hacia mediados del siglo XVI.


Cristo de la Buena Muerte, atribuido a Diego de Siloé, del Monasterio de la Encarnación. Foto. A. Padial

Tan precipitado tuvo que ser el cambió de la imagen de Jesús de la Eras por este Crucificado, que dos días antes de la salida procesional de la Semana Santa de 1954, la Cofradía hubo de poner una nota de prensa, diciendo "que uno de los pasos que precesionaría el Viernes Santo sería ese año el Cristo de la Buena Muerte y no Jesús de las Eras" (14). Quizá en la elección de este Crucificado estuviera el consejo del director espiritual de la Cofradía, el jesuita, Felipe Alonso Bárcena. Sabida es la devoción de los jesuitas de Granada al Cristo de la Buena Muerte, cuya Asociación tenía su sede en su Iglesia del Sagrado Corazón de Jesús, como hemos relatado en los antecedentes de este y trabajo. Asociación que en esos años cincuenta se encontraba en gran decadencia, aunque aún en enero de 1954 se anunciaban sus cultos en el periódico "Ideal" (15). Allí se veneraba la imagen de esta advocación del escultor Loyzaga, desde que se puso en culto aquella nueva iglesia, terminada en 1910, y que sería la imgen titular de aquella Asociación, con la advocación de Agonía y Buena Muerte. 

Ese año de 1954, en el que se procesionaría por vez primera el Crucificado atribuido a Diego de Siloé, la Hermandad preparó una parihuela con ruedas, que sirviera de andas procesionales a la que adornó con un calvario de flores y hojas de plantas en la que el Crucificado, de dimensión superior al natural, destacaba  de manera impresionante dejando apreciar la belleza y calidad de la talla. Cuatro cirios con otros cuatro faroles de forja constituían la iluminación del paso, portando cirios encendidos la sección de nazarenos que lo acompañaba,  en lugar de los faroles típicos de esta Cofradía. No se tienen noticias de que este genial Crucificado hubiera sido procesionado en ocasión alguna antes de 1954. 

Ese año la Federación de Cofradías había decidido montar la tribuna oficial en el Embovedado, aunque siguió instalando la de la Plaza del Carmen, pero dando su cara a la Calle de Reyes Católicos. Así que el itinerario oficial se inició en la Fuente de las Batallas y terminó en el edificio de Correos, que ocupaba entonces el solar de la hoy Plaza Isabel la Católica. Por este cambio la Hermandad de los Ferroviarios, tuvo que alargar su itinerario, ya de sí extenso, para ir por la Calle Duquesa y Plaza de la Trinidad, Alhóndiga, San Antón y Puente de Castañeda, iniciando allí su paso por la Carrera Oficial. Este extenso itinerario se compensó con un regreso muy corto, pues su estación de penitencia finalizó en la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús, en la Gran Vía. No cabe duda, de que la finalización de la estación de penitencia en esta iglesia jesuita se debió a que el director espiritual de la Cofradía era don Felipe Alonso Bárcena (jesuita), que abogaría para utilizar la iglesia del Sagrado Corazón para que allí se encerrara la Hermandad y no tener que seguir hasta la Estación de Ferrocarriles, donde los pasos se guardaban para su desmonte.  

La procesión, que partió a las seis de la tarde, la presidía ese año el que fue Ministro de  Obras Públicas y en aquellos momentos Presidente del Consejo de Administración de Renfe, Alfonso Peña Boeuf (16), acompañado del ingeniero de ferrocarriles, Sr. Pérez Pozuelo. Ese año, se enviaron por muchas cofradías directivos representantes de ellas, vistiendo los hábitos respectivos, como era costumbre en Granada. Detrás del paso del Cristo iba la banda de música de Churriana de la Vega, de mucha tradición musical en la Semana Santa de Granada desde inicios del siglo, tocando piezas musicales severas de acuerdo con el momento pasionista que representaba el Crucificado, y acompañó a la Virgen con sus marchas musicales la banda del pueblo de Nigüelas.

 Amor y del Trabajo. Fot. de mi libro La Cofradía de los Ferroviarios...

Igual ocurrió en el siguiente Viernes Santo de 1955, que volvió a regresar a la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús, pero atrasó una hora su salida (19:00). La tribuna oficial, adonde llegó la Cofradía con cierto retraso, con la protesta de la Hermandad de los Escolapios, había vuelto otra vez a la Plaza del Carmen y, lógicamente, el itinerario de la procesión fue más corto. Ese año la Hermandad aumentó la presencia de bandas militares en su procesión, que la abrían los gastadores del Batallón de Ferrocarriles y la banda de cornetas y tambores de la Policía Armada (hoy Nacional) y detrás del paso del Cristo la del Regimiento de Ingenieros del Ejército, acompañando a la Virgen la Banda de Música del pueblo del Lanjarón (16). El Cristo de la Buena Muerte llevó el "calvario" adornado con flores de Pasión.

Pero la Cofradía conoció la inclemencia del tiempo en su salida procesional de 1956, que volvió a realizarla a las siete de la tarde, pero regresaría este año a San Juan de Letrán. Pasada la tribuna oficial comenzó a llover y hubo que acelerar el paso con la consiguiente desorganización. Lo mismo le ocurrió a la Hermandad de la Expiración (Escolapios) y no llegó a salir la Soledad. Ese año, como personalidad más destacada del ámbito político militar, presidió la comitiva el General Saenz de Buruaga, al mando de la II Región Militar radicada en Sevilla.

La Cofradía había realizado un gran esfuerzo en los años iniciales de su andadura para ponerse al nivel de las restantes cofradías granadinas y ese esfuerzo lo culminaría en 1957 con la realización de un magnífico paso para el Cristo de la Buena Muerte. Entonces los pasos se realizaban siguiendo una estética, que podríamos llamar granadina, por iniciarla el granadino Luis de Vicente Mercado, que también lo hizo en Málaga, como creador de muchos de los grandes tronos barrocos malagueños, de gran riqueza ornamental y de formas. Este artista comenzó en 1922 con el trono de la Esperanza, el del Nazareno del Paso o  el de Consolación y Lágrimas de esa ciudad, tronos que labró en su taller de Granada, en la Cuesta de Gomérez, nº 34. Luis de Vicente dejó pocas obras por fallecer aún joven en 1929. Sin embargo, dejó su estilo y concepción de los pasos de Semana Santa en otros escultores que lo seguirían en Málaga y Granada, aunque en esta ciudad con tronos de menores dimensiones.

El trono del Cristo de la Buena Muerte granadino lo realizó el tallista Antonio Álvarez Rubio, según diseño de su padre, Vicente Álvarez Gálvez, que tenían su taller de la calle Concepción, en el Albaicín. Como era usual en Granada, estos pasos no se componía de canasto y respiradero, sino que constituían un sólo elemento que servía de ambas funciones. Estaba realizado con diseño de elementos vegetales dorados en oro y calados para que los que empujaban el paso pudieran respirar y dejar pasar la luz. Los cuatro paramentos eran rectangulares, que en su parte central se rompían con un arco flanqueado por dos granadas, en el que se albergaba una cartela circular de alabastro esculpida con una escena de la Pasión, siendo en la central el Prendimiento de Jesús, quizás en recuerdo de Jesús de la Eras; en la trasera llevaba las Tres Caídas y, en las laterales, la Piedad y el Encuentro con la Verónica. Estas cartelas, flanqueadas por una imitación de jarrones con azucenas, iban iluminadas con focos disimulados para que resaltara la blancura del alabastro y el dorado del paso y, en cada una de las esquinas, las capillas con la esculturas en alabastro de los Apóstoles, realizados por Antonio Álvarez, e inspirados en los de tiene en su friso la Basílica Vaticana. Los apóstoles aun se conservan en el paso actual del Cristo, así como, las cartelas, hoy policromadas.

Las capillas se remataban con una concha peregrina, sobre las que se erguían los hachones con su base en forma de trípode, que sostenían los cirios blancos; sobre los faldones y en todo el contorno del trono se adornaba con una guirnalda de madera tallada en elementos vegetales y dorada en pan de oro. Esta labor la hicieron los citados artesanos en las dependencias de la antigua estación de autobuses, que estaba donde desemboca el río Darro para unirse al Genil, sobre cuyo solar hoy se levanta el edifico llamado de Muebles Sánchez (17).  

Trono del Cristo. De mi libro sobre la Cofradía de los Ferroviarios

El trono se solía rematar con un calvario de cortezas de corcho, simulando rocas, y a los pies de la cruz unas plantas con flores; también, se solía adornar con calas blancas o "flor de pato", mezcladas con hojas de aspidistra, siendo curioso el rizo de los faldones a modo de cortinajes, terminados en pasamanería dorada. Sería el último gran paso que se realizara en aquella etapa que comenzó después de la Guerra Civil, aunque la Hermandad de la Sentencia proyectó en la década siguiente un paso de para su misterio, que quedó solo en ebanistería y se llegó a terminar.

En aquella Semana Santa de 1957, este paso fue el asombro del mundillo cofrade y el último suspiro de una Semana Santa popular, que pronto entraría en una larga decadencia de veinte años de duración; decadencia que, como veremos más adelante, afectó a esta hermandad con más severidad que a otras de la ciudad.

Los pasos de la Cofradía se seguirían montando en la Estación del Ferrocarril, bajo una carpa que se levantaba para su protección, y desde donde eran llevados antes de la procesión a la ermita de San Juan de Letrán, donde comenzaba la estación de penitencia de la Cofradía; luego, finalizada ésta, se trasladaban a la carpa de la estación de ferrocarril, donde se procedía a su desmontaje, devolviendo las imágenes a sus templos respectivos.  

La  Cofradía, a parte del nuevo paso del Cristo de la Buena Muerte, estrenó nuevos hábitos en aquella Semana Santa, necesarios para una nómina de hermanos cada vez más numerosa, acompañando a la Virgen del Amor y del Trabajo más de cien señoras vestidas con la clásica mantilla negra.

Pero el nuevo paso sirvió, también, aquella primavera para procesionar la Custodia de la Catedral de la Catedral de Murcia (1678). Fue en una procesión extraordinaria que se celebró el día 19 de mayo de 1957 con motivo del IV Congreso Eucarístico Nacional, que tuvo ese año su sede en Granada y al que asistió el Jefe del Estado, General Franco, y su esposa. Miles de peregrinos de toda España acudieron a la ciudad, celebrándose los actos externos en la recién estrenada Plaza del Triunfo, que surgió de la demolición de la antigua Plaza de Toros del siglo XIX. Desde la Basílica de la Patrona de Granada, la Stma. Virgen de las Angustias, partió la procesión de clausura del Congreso, hasta la explanada del Triunfo. En el nuevo paso del Cristo de los Ferroviarios iba la citada Custodia y el Cardenal Primado de España, Monseñor Plá y Deniel, de rodillas en un reclinatorio, adorando al Santísimo Sacramento.

Paso del Cristo en Congreso Eucarístico. Archivo Familia Álvarez

En noviembre de ese año (1957) se eligió por la Hermandad como hermano mayor de la misma a Jesús Gutiérrez Tirado, que fue después confirmado, quizá por vez primera en la Cofradía, por el Arzobispo, aunque, de hecho, venía ejerciendo dicho cargo anteriormente, jurando como miembro de la Federación el 29 de marzo de 1958 (18). Era un hombre joven y enjuto que procedía de la Hermandad de Santa María de la Alhambra, de la que fue mayordomo, y siguió perteneciendo a ella como albacea en los años setenta del pasado siglo. Durante su mandato se establece un triduo a la imágenes en sustitución del tradicional setenario a la Virgen, que finalizaba con la función principal el Viernes de Dolores, siempre oficiados esos cultos por los padres jesuitas.

La Hermandad había hecho un gran esfuerzo para contar con el nuevo paso del Cristo de la Buena Muerte y ya tenía el proyecto de realizar un rico peto bordado en oro para la Virgen, al modo tradicional de las imágenes Dolorosas granadinas. Eran muy comunes estos petos que iban, desde la riqueza de bordados y pedrería que ostentaban los de la Patrona de Granada, la Virgen de las Angustias o el peto rico en bordados de Nuestra Señora de la Soledad de Santa Paula, pasando por los más humildes de muchos pueblos y conventos de Granada. También, incluía el proyecto un nuevo trono y manto de más riqueza artística. Como veremos más adelante, estos proyectos no se realizarían por la crisis que en los siguientes años afectarían a la Hermandad y a la Semana Santa en general.

El Viernes Santo de 1958 salió la Cofradía a realizar su estación de penitencia, pero cuando iba por la calle de San Juan de Dios camino del itinerario oficial un fuerte aguacero sorprendió a la procesión, que sin poder encontrar refugio en ningún lugar, tuvo que regresar bajo la lluvia a su punto de partida con peligro de detrimento de las valiosas imágenes, sus pasos, así como, de hábitos y mantillas. Era el segundo año que se presentó el problema de la lluvia a la Cofradía con la dificultad de encontrar refugio, dada la envergadura del paso de Cristo, cosa que intentó resolver en 1959, tratando de conseguir mediante una carta al Vicario General que el cabildo de la Catedral que se le autorizara la finalización de la estación de penitencia en este templo metropolitano. La cofradía tenía garantizada su salida en esos años, desde una carpa que se montaba en los jardines del palacete de don Fermín Garrido Quintana, situado enfrente de la ermita de San Juan de Letrán, haciendo esquina con la Avenida de Andaluces. 

La Curia Eclesiástica, un tanto de espaldas en esta época a las manifestaciones de religiosidad popular, denegó la pretensión de la Hermandad de refugiarse en caso de lluvia en la Catedral, tampoco en los templos del camino encontraba facilidades para ello, con un clero que llegaba a comprender los valores de la religiosidad popular con sus pro y contras. 

Ese año de 1959, con buen tiempo en el Viernes Santo, la Cofradía realizó con esplendor su estación de penitencia. Era la primera de la tarde en pasar por la tribuna y se habían concedido 45 minutos para el paso por ella de cada cofradía (era el comienzo de un tedioso discurrir de las hermandades por la carrera oficial, pretendiendo con ello un falso lucimiento, que hacía que gran parte del público abandonara pronto las calles, teniendo en cuenta que las noches en la ciudad son frías en la primavera. Esa lentitud ha sido una constante en las cofradías granadinas, que desarrollaban escasos cortejos, hasta tiempos recientes en los que se ha mejorado algo más el ritmo de la marcha por el itinerario oficial.

La Hermandad era la primera en pasar por el itinerario oficial en aquellos años de finales de los cincuenta, por tener su templo más alejado del centro de la ciudad, siguiéndola la del Santo Sepulcro, procesión oficial de la Semana Santa. Al año siguiente (1960), pasa esta Hermandad de los Ferroviarios a ser la segunda de dicho día, estando la razón de ello en una protesta de la Hermandad del Santo Sepulcro por la lentitud en pasar de la Cofradía, que provocaba un retraso en la procesión oficial del Santo Entierro, en la que participaban las autoridades religiosas, civiles y militares de la ciudad. En aquellos años, si bien existía control en el horario de llegada a la tribuna oficial, no lo había en la salida de la misma, con lo que muchas cofradías se demoraban en el recorrido de dicho itinerario en perjuicio de las que venían detrás. El asunto se solía tolerar por parte de la Federación, pero no en esta caso en el que se demoba la procesión del Santo Sepulcro por ser la oficial de la Semana Santa y participar en ella autoridades antes mencionadas.

Buena Muerte saliendo del jardín de D. Fermín Garrido. De mi libro 
sobre la Cofradía de los Ferroviarios

La Federación de Cofradías, acordó otra vez en 1959 y 1960 trasladar la tribuna oficial a la calle de Ángel Ganivet. En esta ocasión tuvo la Cofradía que modificar su itinerario de vuelta a San Juan de Letrán, que lo realizó por la calle de San Matías, Plaza Nueva, Elvira, Cetti Meriem, Gran Vía, Triunfo y Calvo Sotelo, aunque en 1960 volvió a subir por Reyes Católicos, para continuar por la Gran Vía. No duró este cambio de tribuna nada más que esos dos años, porque en 1961 vuelve a instalarse la tribuna en la Plaza del Carmen entrando en ella por la calle de Navas. 

La Cofradía tenía ya prácticamente completos sus enseres procesionales y en 1962 estrenó unos farolillos para los nazarenos de cristales rojos, imitando a los que inspeccionan las vías de ferrocarriles. También, adquirió a la Hermandad de Santa María de la Alhambra cuatro faroles en metal plateado que habían sido realizados en 1945 por el escultor Nicolás Prados López. La Cofradía, pese a que se notaban ya los síntomas de la crisis que se avecinaba, seguía manteniendo su esplendor y numerosas representaciones de autoridades asistían a su procesión de Semana Santa, manteniendo las tres bandas de música, que en estos años solían ser : la de la Cruz Roja, la del Regimiento de Ingenieros y la municipal del pueblo de Dílar, ésta detrás del paso de la Virgen. Ese año de 1961, en la calle de Navas quedó varado el paso del Cristo de la Buena Muerte, debido a la valla de una obra que obstaculizaba su paso, dada la estrechez de la calle y la anchura del mismo. Hubo que demoler parte del vallado de la obra para que el paso pudiera seguir su recorrido hasta la tribuna (19).

En los varios años que la Hermandad pasaba por la calle de San Juan de Dios ante la Basílica y Hospital del copatrón de Granada, se fue creando un vínculo entre la Orden Hospitalaria y la Cofradía, que, afortunadamente, perduró a lo largo del tiempo. Concretamente, en este año que comentamos, un grupo de hermanos hospitalarios acompañó a la Virgen del Amor y del Trabajo en el recorrido de la estación de penitencia. También, porese tiempo el sacerdote de esta Orden, Fray Manuel Bravo, oficiaba los cultos de Cuaresma, si bien, en 1965 volverá a celebrarlos el jesuita, Padre Vílchez.  

Solo el acto multitudinario de las tres de la tarde del Viernes Santo se celebró ese día en 1963; una insistente lluvia hizo que se suspendieran las estaciones de penitencia de las cofradías de ese día y la Soledad de Santa Paula tuvo que volver a su capilla desde la Gran Vía a su capilla. Una primavera muy lluviosa dejó tintes catastróficos en la ciudad al hundirse centenares de cuevas, dejando sin vivienda a miles de familias humildes en el Sacromonte, río Beiro, y Barrancos del Abogado y de la Zorra, que tuvieron que ser alojadas durante bastantes años en barracones construidos en los barrios del Zaidín, la Chana y la Virgencica.

Años de decadencia. San Juan de Letrán se convierte en parroquia

En 1964, el hermano mayor, Jesús Gutiérrez Tirado, no sabemos por qué motivos, presenta a la Hermandad Católica Ferroviaria su dimisión en el cargo. Probablemente, empezaban a manifestarse los síntomas de una decadencia en la Cofradía de penitencia que se harían patentes con más crudeza pocos después. Se comunica la dimisión del Sr. Gutiérrez Tirado a la Federación de Cofradías, que escribe una carta al Presidente de la Hermandad Católica Ferroviaria, Francisco Caballero Lorite, que también había dirigido años atrás a la Cofradía, rogándole que no acepte la dimisión. La Hermandad católica tranquilizó a la Federación ,comunicándole que según su deseo, la dimisión no había sido aceptada. En vista de estos apoyos, el Sr. Gutiérrez Tirado acepta continuar en el cargo; seguramente hasta que se dieran las condiciones propicias para elegir nuevo hermano mayor, cosa que ocurrió dos años después, en 1966 (20).

sí, ese año, en el mes de marzo, se nombra nuevo hermano mayor de la Cofradía a Mariano López Martín, para sustituir a Gutiérrez Tirado. No obstante, parece que no permaneció en el cargo más que unos meses, porque al año siguiente de 1967, aparece Gutiérrez Tirado como reprsentante de la Cofradía en las sesiones de la Federación, situación que se oficializa con su reelección como hermano mayor en marzo de 1968. El año anterior la Hermandad del Cristo de la Buena Muerte y Ntra. Sra. del Amor y del Trabajo adquiere unos báculos a la de Nuestra Señora de las Angustias de Santa María de la Alhambra a los que cambia el escudo de esta hermandad por el de los Ferroviarios.

En 1964, las monjas trinitarias abandonan la ermita de San Juan de Letrán, para trasladarse al Zaidín, después lo harían al Camino de Ronda, donde hoy permanecen. Con la ida de estas religiosas y la Hermandad de Ntra. Sra. de la Consolación desaparecida años antes, sólo quedaba en la ermita la de los Ferroviarios, que tuvo que trasladar la imagen de Nuestra Señora del Amor y del Trabajo, después de que se produjeran en la ermita determinados actos de saqueo, a la inmediata parroquia de San Agustín. Desaparecieron del altar de la Virgen las volutas externas de hojas de acanto que tenían los capiteles coríntios de las columnas de retablo, obligando a la Hermandad a cambiar dichos capiteles por la parte interna de las dichas columnas, dando la vuelta a los capiteles.




Todas estas circunstancias contribuyeron, también, a la decadencia de la Cofradía, de la que no la libró ni la elevación de la ermita de San Juan de Letrán a iglesia parroquial, en mayo de 1969, cosa que se realizó por un decreto del Arzobispo Coadjutor, don Emilio Benavent Escuín. Ese año, se efectuó un nuevo nombramiento de hermano mayor, en la persona de Tomás Hernández de Diego, que sustituyó a Gutiérrez Tirado en su enésimo mandato como hermano mayor de la Cofradía. Sería Hernández de Diego el que propuso en la Federación que se creara una comisión para valorar cada año qué cofradía había realizado la mejor estación de penitencia y establecer un premio para la misma, cosa que fue aceptada (21). A este  hermano mayor y a su junta de gobierno le correspondería la organización de la estación de penitencia del Viernes Santo de 1969. Sería el último año que se viese en las calles de Granada al portentoso Crucificado atribuido a Diego de Siloé.

Eran años lluviosos aquéllos de finales de la década de los sesenta del pasado siglo. El año anterior la Cofradía  no pudo salir por impedirlo la lluvia, pero éste de 1969, pese a que estaba lloviendo y no salieron las cofradías del Viernes Santo, ésta decidió poner la procesión en la calle, y pese a que cayeron sobre cofrades e imágenes diversos chaparrones, se decidió continuar hasta completar su itinerario. La Cofradía iba estrenando nuevos farolillos y hábitos en una comitiva de más de 200 cofrades, presidiendo la procesión Jorge de Santamaría, Jefe de la III Zona de Renfe, radicada en Sevilla, y el Coronel Jefe de la Guardia Civil, Manuel Prieto-Álvarez Fernández, y representando a la Hermandad Católica Ferroviaria, Francisco Caballero Lorite, que también había estado al frente de la Cofradía en los primeros años. El Cristo iba adornado ese año con la flor procedente de Canarias, llamada Strelitzia, y la Dolorosa del Amor y del Trabajo, como era costumbre, con flor blanca (22).

Ese año no pasaría la procesión por la calle y Basílica de San Juan de Dios, sino que accedió al centro de la ciudad por la Gran Vía, Azacayas, Arandas, San Jerónimo, Universidad Escuelas, Duquesa , Mesones, Puerta Real, Ganivet, Navas y Plaza del Carmen, para regresar por la Gran Vía. 

Diez años de desaparición

La hermandad no saldría a la calle al año siguiente. Todo estaba preparado para la salida procesional de 1970, año en el que las cofradías volverían, después de muchos sin hacerlo, a pasar por la Plaza de Bibrambla a fin de que el Arzobispo, don Rafael García y García de Castro, que estaba enfermo, pudiera contemplarlas desde el balcón del Palacio Arzobispal, que da a dicha plaza. También, se retransmitían por Televisión algunas procesiones de ese día, entre ellas, ésta de los Ferroviarios. No pudo ser, un fuerte chaparrón se presentó a las seis de la tarde, hora de salida de la Cofradía, y su junta de gobierno no quiso repetir la nefasta experiencia del año anterior en el que le llovió abundantemente a las imágenes y tronos. 

Cristo de la Buena Muerte de Siloé en su última salida de 1969. Foto. A. Padial


Buena Muerte en 1969 por Avda. de Calvo Sotelo (Constitución) en su última salida. Foto. A. Padial


A partir de entonces, las clarisas del monasterio de la Encarnación, propietarias del Cristo de la Buena Muerte, no quisieron prestar la imagen a la Cofradía. Las razones de esta negativa, parece que estaban en el deterioro que pudiera padecer tan valiosa imagen en las salidas procesionales, dado que, había sufrido las inclemencias meteorológicas en las procesiones de los últimos años.

La Cofradía estaba muy escasa de recursos económicos, ya que no recibía cuotas de sus hermanos y sus ingresos consistían en las subvenciones de le daba la Federación de Cofradías y las aportaciones de la Hermandad Católica Ferroviaria, de la que aún dependía sustancialmente. Por otra parte, la Federación en esos años lluviosos había sufrido una importante merma en los ingresos que le aportaban las sillas y la tribuna, al quedar éstas desiertas de público por las insistentes lluvias de aquellos últimos años en Semana Santa. En otras ocasiones había asumido el coste de las procesiones de hermandades en apuros económicos, como ocurrió algún año con las hermandades de la Entrada en Jerusalén o Hermandad del Santo Sepulcro, pero ya no estaba en condiciones de hacerlo. Estas causas y otras más determinarían la desaparición de la Semana Santa granadina de la Hermandad de los Ferroviarios.

Las dificultades que se presentaron no las pudieron superar los directivos de la Cofradía, ni parece que la Hermandad Católica Ferroviaria estuviera en condiciones de hacerlo, como a principios de los años cincuenta en los que se fundó la Cofradía. La junta de gobierno presentó su dimisión a finales del año 1970 o principios de 1971, pues la Federación de Cofradías  adopta el acuerdo el día 23 de enero de ese último año, para comisionar al hermano mayor de la Hermandad del Silencio, José Alemán Marín, para gestionar con la Hermandad Católica Ferroviaria el nombramiento de una nueva junta de Gobierno, que rigiera la Cofradía, sin que la gestión diera resultado alguno. A partir de entonces, la Hermandad del Cristo de la Buena Muerte y Nuestra Señora del Amor y del Trabajo, quedó sin actividad durante los diez siguientes años. Comenzaban los años más duros de la crisis de las hermandades granadinas.

Ermita de San Juan de Letrán convertida en parroquia en 1969





1980. El renacer de la Hermandad

La Hermandad sin gobierno, sin vida activa y sin cultos fue el primer síntoma fehaciente de la profunda crisis en la que se sumergieron las cofradías granadinas y su Federación en la década de los años setenta del pasado siglo XX. La Semana Santa de Granada en su manifestación de religiosidad popular a través de las cofradías de penitencia se hallaba sin recursos económicos, humanos y sin apoyo efectivo por parte de las autoridades religiosas y civiles, del comercio y la industria, así como de los ciudadanos en general. Los hábitos de la población habían cambiado y la carestía de los elementos necesarios para las salidas procesionales (bandas de música, costaleros, ceras, flores...etc.) eran poco accesibles a los presupuestos de muchas cofradías. El punto álgido de la crisis se produce en 1975 en el que hicieron estación de penitencia solamente trece hermandades y algunas en situación muy precaria.

La situación va cambiando poco a poco a partir de dicho año y comienzan incluso a fundarse nuevas cofradías a partir de 1977 al socaire de varios movimientos de costaleros aficionados que van surgiendo a finales de esa década (Concha, Santa Cruz, Penas ...etc.). En 1977, el hermano mayor de la Cofradía de la Santa Cena y María Santísima de la Victoria, don José Gómez Sánchez-Reina, gran y fervoroso entusiasta de la Semana Santa, que había dejado de ser presidente de la Federación de Cofradías en 1975 (lo fue también en los años cincuenta), autoriza la fundación de un cuerpo de costaleros en febrero de 1978 con el nombre de "Costaleros de la Victoria",  que empezó su labor en la Semana Santa de 1979.

Este grupo de costaleros de la Virgen de la Victoria,  mandados por el capataz Antonio Méndez García, y entre los que estaban: Francisco Estarli, Carlos y Pedro Segura, José Carlos Pérez Guerrero, Gerardo Navarrete y otros, decidieron que había que intentar recuperar las hermandades que en aquellos años de crisis estaban desorganizadas, como la de los Ferroviarios o la de los Escolapios. Esta recuperación era una tarea primordial en esos años de finales de los setenta en los que se empezaban a fundar nuevas cofradías, una vez superado el pico más importante de la crisis.

Para llevara a cabo esta finalidad, comenzaron a trabajar para recuperar la Cofradía de los Ferroviarios del Cristo de la Buena Muerte y Nuestra Señora del Amor y del Trabajo, conectando con la Hermandad Católica Ferroviaria, matriz de dicha cofradía de penitencia. La propuesta de los citados costaleros fue bien acogida por dicha Hermandad, que prometió asumir el coste de la salida procesional de la Cofradía (23)No dio tiempo para poder realizar la procesión en la Semana Santa de 1980, porque la tarea de organizarla, como reunir cofrades, reparar enseres y hábitos, encontrar una imagen de Cristo Crucificado que representara a su Buena Muerte e iglesia o lugar de donde salir era laboriosa. 

No obstante, una representación de diez nazarenos de la Cofradía se prepararon para asistir el Viernes Santo a las tres de la tarde al Campo del Príncipe, al tradicional y multitudinario acto de la Adoración de las Cinco Llagas ante el Cristo de los Favores. Lo iban a hacer acompañando al paso de la Soledad de Nuestra Señora y vistiendo el hábito de la Cofradía Ferroviaria, con la novedad de que cinco de ellos lo harían con una túnica nueva de color negro y capillo color burdeos, que, en adelante sería la que vestirían los cofrades de las secciones del paso de Cristo, en contraposición de la túnica negra y capilla verde, como era la primitiva de la Hermandad, que llevarán los nazarenos de la Virgen. Sería el primer acto de presencia de la Cofradía en la Semana Santa, después de diez años. Pero no pudo ser, una lluvia pertinaz impidió la salida al Campo del Príncipe de la Soledad de Nuestra Señora y con ella la representación de las Cofradía Ferroviaria. 

Tedrían un año para reorganizarse hasta la Semana Santa de 1981. En ese año la Cofradía reformó sus estatutos para adaptarse a la nueva situación, que fueron redactados por Antonio Méndez García, principal impulsor de la recuperación. En esos estatutos se modifica el título de la corporación, llamándose Fervorosa Hermandad de Nazarenos y Cofradía de Penitencia del Santísimo Cristo de la Buena Muerte y Nuestra Señora del Amor y del Trabajo, añadiéndole lo de "Fervorosa Hermandad de Nazarenos" y remarcando su carácter penitencial. Aunque los términos de "hermandad" y "cofradía" se usan como sinónimos, quizá pueda haber una diferencia de hecho: que "hermandad" se usaba para designar a todo tipo de asociación religiosa de culto a una imagen con hermanos procedentes de todo tipo de estatus social, y el de "cofradía" se usaba para dichas asociaciones que englobaban a personas de una misma profesión. En esa época de nuevas fundaciones de cofradías casi todas surgen con el título de hermandad.

La acción más importante que tenían que realizar para la salida procesional de 1981 era tratar de que se les autorizara por las monjas clarisas de la Encarnación la cesión de la imagen que había sido titular de la Cofradía: el Cristo de Diego de Siloé, pero les fue negada por las religiosas.

La mayor parte de los enseres de la Cofradía los conservaba la Hermandad Católica Ferroviaria en su sede u oficina de la calle de las Tablas nº1 y los pasos o tronos en unos locales de la Carretera de Pulianas, frente a los cuarteles de Infantería. En la memoria de los organizadores estaría las buenas relaciones que mantuvo la hermandad con los jesuitas, que habían sido sus directores espirituales, y los que, seguramente, habían aconsejado a la cofradía cuando se fundó el título de Buena Muerte, por la imagen que ellos veneran en su iglesia de la Gran Vía con esta advocación que realizó el escultor Pablo Loizaga a principios del siglo XX. Como se dijo en los antecedentes de este trabajo, fue la imagen titular de las Asociación del Corazón Agonizante de Jesús y Buena Muerte.



Los padres jesuitas aceptaron ceder la imagen a la Cofradía para los cultos de Cuaresma y la procesión del Viernes Santo, trasladándola a la ermita de San Juan de Letrán, ya parroquia, para estar junto a la imagen de Nuestra Señora del Amor y del Trabajo; celebrar el triduo de la Semana de Pasión y prepararlas para la estación de penitencia del Viernes Santo. Estos cultos los ofició el párroco de San Juan de Letrán, Juan Camacho Triviño, allí en la antigua ermita, y que acogió con agrado la recuperación de la Cofradía. 

También, se presentaba a los organizadores el problema de buscar iglesia para la salida procesional. Ya se había demolido el palacete de don Fermín Garrido en la esquina de la Avenida de la Constitución con la de Andaluces, de donde algunos años salía (también lo hacía de los espacios de la estación de Renfe). La autorización del lugar de donde salir la consiguieron de las religiosas Siervas del Evangelio, que aceptaron que se montaran los pasos y saliera la procesión de los jardines de su colegio en la calle Obispo Hurtado (entre la Calle de las Tablas y la Plaza de Menorca).

A ese colegio-convento cercano, donde se montaron los pasos, trasladaron el del Cristo, reparado y limpiado. El de la Virgen, que en el verano de 1980 fue llevado a los patios de la estación de Renfe para su reparación, la primera noche que allí paso le fueron robadas sus piezas barrocas doradas en pan de oro, por lo que se tuvo que optar por construir una parihuela para la Virgen, que realizó "Pepe, el Carpintero" en su taller frente a la iglesia de San Andrés, en la calle de Elvira.  A dicha parihuela se le adicionó un palio negro con bambalinas, que diseñó Miguel López Escribano, hermano mayor de la Hermandad de la Sentencia, y confeccionó la madre de Antonio Méndez, concibiéndose así, por primera vez, un paso de palio para la Dolorosa del Amor y del Trabajo; no podía ser de otra manera, en unos organizadores que eran capataz y costaleros del palio de la Virgen de la Victoria, uno de los primeros palios de Granada. Por supuesto, se suprimieron, para siempre, las ruedas para procesionar a esta Virgen de los Ferroviarios y Señora del Barrio de San Lázaro.   

A las 16:15 del Viernes Santo, día 17 de abril de 1981, más de dos horas antes de lo que era costumbre en la Hermandad en tiempos pasados, se puso en marcha la procesión desde los jardines de las Siervas del Evangelio para realizar un extenso recorrido por el centro de la ciudad. Desde las calles de Obispo Hurtado y Tablas, pasó por la Plaza de la Trinidad y Cárcel Baja a la Gran Vía, Cetti Merien, Joaquín Costa y Sancti Spiritu, para bajar por San Matías a Navas y pasar por la tribuna de la Plaza del Carmen. Luego por la del Príncipe llegar a Bibrambla, Arco de la Cucharas, Mesones, Marqués de Gerona a las Puertas de la Catedral, regresando a las Siervas del Evangelio por el Pié de la Torre, Capuchinas, Trinidad, Tablas y Obispo Hurtado, llegando al punto de salida hacia las once de la noche.

Recorrió la Hermandad el total itinerario descrito, pero al subir por la rampa de la Catedral se presentó un chubasco, que estuvo a punto de que la Cofradía pidiera permiso para guardar los pasos en dicho templo. Finalmente, se decidió seguir hasta la Siervas del Evangelio, que se encuentran próximas, y allí guarecer los pasos en las carpas,  adonde se habían montado.

Siervas del Evangelio, espacio de donde salió la Hermandad el Viernes Santo de 1981

El Crucificado de los jesuitas fue sobre el paso que realizara en 1957 los tallista Sres. Álvarez, que llavaba los Apóstoles de alabastro en buenas condiciones de conservación, no así los paramentos de pan de oro del paso cuyo deterioro se cubrió con pintura dorada, lo que lo invalidaría en los sucesivo. El paso del Cristo caminó en silencio, sin los hachones que tradicionalmente lo iluminaran y sin banda de cornetas y tambores alguna; no así el paso de palio de la Virgen, que marchó con los sones de la Banda Municipal de Música de la cercana localidad de Churriana de la Vega. El palio negro, sin ningún bordado, contrastaba con el manto y la saya que bordaron en oro a principios de los años cincuenta las monjas Adoratrices. Dicho manto tuvo que ser ampliado en su parte delantera con un manto de capilla de la Virgen del Mayor Dolor (Cofradía de los Escolapios), hermandad que, también, estuvo desorganizada en los años de la crisis y que en 1981 se había recuperado. La Virgen del Amor y del Trabajo, ataviada por Pimentel, uno de los pocos vestidores que había entonces, lució ese año la corona de la Virgen de los Remedios de la Cofradía Universitaria y no sacó la suya del siglo XVIII. No sabemos la razón por la que no le pusieron su corona antigua (quizá, porque se entendiera que no era adecuada para un paso de palio, según el gusto de esos tiempos). 

Este acontecimiento cofrade, como fue la salida de una hermandad que se creía perdida, no mereció ningún comentario en la prensa local, más allá que el mero anuncio de su salida y el itinerario que iba a recorrer. Era exponente del desinterés de los medios de comunicación por uno de los acontecimientos más significativos de la vida de la ciudad, como era su Semana Santa. A partir de esos años se mostrarían esos medios más receptivos  e interesados en el empleo de cronistas cofrades para relatar los acontecimientos de nuestra Semana Santa.

Buena Muerte 1981. Realizado por Pablo Loyzaga 

En lo sucesivo, no volvió a realizarse la salida procesional desde el Colegio de las Siervas del Evangelio. Para la estación de penitencia de 1982 se habilitó una cochera adjunta a la ermita de San Juan de Letrán, que debido a su escasa altura, se tenían que bajar los zancos de la parihuela para que pudiera salir el paso de la Virgen, que lo  hacía arrastrandolo con unas ruedas. El del Cristo de la Buena Muerte, ni por dimensión ni por altura podía salir de la mencionada cochera, y dado, que no se encontraba en óptimas condiciones de conservación se optó porque saliera la imagen en posición horizontal en unas angarillas, en las que, también, salió en la Semana Santa siguiente de 1983.  

Ese año, se creo el Cuerpo de Camareras de la Virgen, que salieron en la estación de penitencia con la tradicional mantilla, que tan numerosas fueron en la primera etapa de la Cofradía. A su frente, se nombra como camarera mayor a Carmen Muro, cuyo primer acto como tal lo realiza en la ofrenda floral de septiembre a la Patrona, la Virgen de la Angustias,  a la que asiste representando a la hermandad, junto con la vicecamarera.

Todas aquellas circunstancias y dificultades en cuanto al estado del paso antiguo del Cristo y su considerable envergadura, llevaron a la junta a plantearse el dilema de restaurar dicho antiguo paso, que después de veinticinco años se encontraba en malas condiciones o realizar un nuevo paso. Finalmente, se optó, ya para la Semana Santa de 1984, por aprovechar determinados elementos del paso antiguo, realizando con ellos uno de más escasas dimensiones. Se aprovecharon de él las figuras de alabastro y las cartelas con su enmarcado, realizando el resto de la estructura del paso el tallista-escultor Antonio Díaz Fernández.

La imagen del Crucificado de Pablo Loyzaga, procedente de la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús solo fue procesionada en hasta 1983, porque el estado deficiente de la talla, después de haber pasado más de setenta años en que la realizara su autor, aconsejaba no procesionarla, a pesar de que en los dos últimos años se había hecho en posición tumbada. Otra vez, la Cofradía se veía en la necesidad de buscar una imagen de titular para darle culto y procesionar. En la búsqueda de una imagen, acudieron los directivos al párroco de la iglesia de San José para que se les cediera el Crucificado, atribuido a Pablo de Rojas, que remata la capilla mayor de esta iglesia. La negativa fue la respuesta del párroco, alegando la valía artística de esa imagen. De todas formas, la altura en la que se encuentra este Crucificado, hacía dificultoso su movimiento y devolución al mismo lugar.

También, se acudió a la iglesia de San Agustín, próxima a San Juan de Letrán, para estudiar el Crucificado de aquella parroquia, realizado hacia los años sesenta por Antonio Díaz Fernández, pero quizá safisfizo poco a los directivos de la Cofradía, aunque dos años después lo procesionarían. Por último, acudieron a las Hermanitas de los Pobres, que poseen un Crucificado que les realizó el escultor Domingo Sánchez Mesa en 1963 para su capilla, que fue del agrado de los comisionados. Se trata de un bello Crucifijo, que se conoce como Cristo del Buen Amor en el que Sánchez Mesa sigue los patrones de la antigua Escuela Granadina, sin apenas torsión y escasa sangre, que representa una muerte serena. Como sabemos, este escultor ya había dado en los años cuarenta a la Semana Santa de Granada otras bellas imágenes (Oración en el Huerto, Cristo de la Expiración, antigua Virgen de la Amargura).

La Cofradía quiso adquirir la imagen a las monjas, por 250.000.-Ptas.,pero las éstas no consintieron en venderla, solo prestarla para los cultos de Cuaresma y para la procesión del Viernes Santo, debiendo devolverla después a su capilla (24). La imagen fue trasladada a San Juan de Letrán el Viernes de Dolores de 1984 para la función principal y, después, pasó a la dependencias de la estación para colocarla bajo un tinglado de lonas en el nuevo paso, que realizó ese año Antonio Díaz Fernández. En dicha función principal se impuso una nueva corona a la Virgen del Amor y del Trabajo, realizada en el taller de Angulo en la ciudad de Lucena, con un coste de 100.000.-Ptas., que estrenó la Virgen en aquella Semana Santa.

Cristo de la Hermanitas de los Pobres. Función 1984



Amor y Trabajo. Día imposición Corona 1984

Con el esplendor que los escasos medios económicos permitían a la Cofradía, realizó la estación de penitencia de 1984, siendo el nuevo paso para procesionar al Cristo de las Hermanitas de los Pobres y nueva corona para la Virgen (la antigua del siglo XVIII la llevaría en su capilla) las novedades más importantes de ese año. Al regreso de la Hermandad, que oficialmente terminaba su recorrido en la ermita de San Juan de Letrán, se llevaban los pasos a su tinglado de la estación de ferrocarril, acompañados por gran cantidad de vecinos y cofrades. Allí, presenciaban la despedida de los titulares con encendido de bengalas, que no solía ser del agrado de algunos directivos de la Cofradía, por lo festivo que el acto representaba en un día de luto, como el Viernes Santo. No era la única hermandad que al regreso encendía fuegos de artificio (Gitanos, Soledad, Alhambra, Escolapios...etc.), siendo una costumbre granadina en festejos letíficos, que había sido adoptada en décadas anteriores por algunas hermandades de Semana Santa. Costumbre hoy desaparecida, si hacemos abstracción de la Cofradía de los Gitanos, por su especial peculiaridad y en su recorrido por el Sacromonte, lugar donde se encienden, junto a las hogueras.






Dentro de la organización de la cofradía en su nueva etapa se procedió a nombrar una junta directiva provisional, hasta que el Arzobispado aprobase la nueva normativa de la misma, rigiéndose, entre tanto, por sus reglas anteriores. En este orden de cosas, la Hermandad Católica Ferroviaria nombró a un hermano mayor provisional, nombramiento que recayó en Rafael Aguilera Lupión, cargo que ostentará de 1982 a 1984, y como secretario y tesorero a Manuel Hurtado y Manuel Carmona, que ostentaban respectivamente dichos cargos en la Hermandad Católica Ferroviaria. Poco tiempo después, el cargo de secretario lo desempeñará José Garzón Cervilla, y el de albacea, Carlos Pérez Guerrero, siendo el consiliario el párroco de San Juan de Letrán, el padre Camacho Triviño. Era tan escasa la disponibilidad de personas que algunos cargos se dejaron sin cubrir. Después, sería el 2 de agosto de 1983, festividad de Nuestra Señora de los Ángeles, cuando se aprueben las nuevas reglas por las que se regiría la Hermandad en adelante. 

En estos años ochenta del siglo pasado, las sesiones de las junta se realizaban en los locales de la propia parroquia, manteniendo buenas relaciones con el párroco de la iglesia y consiliario, don Juan Camacho, que fallecerá en 1984, y será el nuevo párroco, don Maximiliano Ferrer, el que le suceda. Después entre 1985 y 1988 se celebrarán las sesiones en el local de pensionistas de Renfe y en el de empleados de ferrocarriles. 

1984 Cristo de la Hermanitas de los Pobres
  



En el mes de septiembre de aquel año de 1984 se produce la dimisión del hermano mayor, Rafael Aguilera Lupión, que solo estuvo dos años al frente de la Cofradía, procediéndose a la elección de Helios  Campillos Lanzas en una junta que no llegó a la decena de asistentes, habiéndose presentado a la misma dos candidatos (el oponente fue el albacea José Carlos Pérez Camacho). Helios Campillos, del gremio de ferrocarriles y jefe de estación, fue uno de los implicados en la recuperación de la Cofradía y durante su mandato  conoció la corporación una indudable etapa de crecimiento. Como teniente de hermano mayor, designó a Miguel Hernández Lanzas; mayordomo a Andrés Belmonte García; secretario, Carlos Espallardo Pellín, creándose el cargo peculiar de esta hermandad de "Promotor Sacramental", en sustitución del de consiliario, que ostentó Maximiliano Ferrer Sánchez, párroco de San Juan de Letrán, y como tesorero, a Eduardo Millán Jiménez. También se nombraron varios priostes y vice-priostes, un diputado de gobierno y otro de caridad.

La Hermandad que deseaba contar con una imagen propia de Cristo Crucificado para evitar los inconvenientes de buscar una prestada, conseguida hasta el momento por escaso tiempo y con bastantes dificultades, acude a finales de 1984 a la Hermandad Católica Ferroviaria para solicitarle ayuda económica con la que afrontar este proyecto de imagen propia. Dicha hermandad recibe con agrado la solicitud, concretándose su colaboración en adquirir 750.000.-Ptas. de Lotería Nacional para repartirla entre los empleados y simpatizantes. También, otra vez, exploran a las Hermanitas de los Pobres, con las que se entrevistó el Presidente de la Hermandad Católica Ferroviaria, que solo consigue que su imagen se le preste a la Cofradía en la Semana Santa de 1985, con la condición de que se retirara del convento tres días antes de la procesión y se la devolvieran otros tres días después de la misma, eludiendo el asunto de su venta para tratarlo "más adelante" (25). Las monjas no deseaban desprenderse de su Crucificado y parece que fue una forma de eludir comprometerse.

La nueva junta, que se ve en dificultades para hacerse con algunos enseres y elementos procesionales, en poder de algún miembro de la anterior, consigue que se devuelvan, aunque no el techo del palio, del que no se sabía su paradero y se acuerda realizar uno nuevo con el escudo de la cofradía bordado en el centro. 

Otra vez, en la Semana Santa de 1985 la Virgen vuelve a salir de la cochera adjunta a San Juan de Letrán y recuperó el setenario tradicional dedicado a la imagen. Terminada la Semana Santa se devuelve la imagen del Cristo a las Hermanitas de los Pobres, intentando negociar con ellas la venta sin que se llegara a acuerdo alguno, ni, tampoco, que volvieran a prestar el Crucificado de Sánchez Mesa, por lo que la Cofradía se vería en la necesidad de buscar otra imagen para la Semana Santa de 1986. 

En el mes de septiembre se acuerda formar un cuerpo de costaleros propios de la Cofradía, habiendo tenido en 1985 dificultades para completar el número de costaleros del paso del Cristo de la Buena Muerte. Para su formación se conviene con Antonio Méndez García, que como capataz tenía bastantes contactos con en el mudillo costalero, el encargo de esa labor para poder contar con dicho cuerpo para la Semana Santa siguiente de 1986. 

Ante la falta de una imagen de Cristo para los cultos y procesión de ese año, la junta directiva dirige sus expectativas hacia el Crucificado que preside el altar mayor de la parroquia de San Agustín, a lo que consiente el párroco de dicho templo y será la imagen, que bajo el título de Buena Muerte, a la que de culto y procesione la Cofradía en esa Semana Santa y en las siguientes de 1987 y 1988.

Cristo de la iglesia parroquial de San Agustín.

Por la estación de penitencia del Viernes Santo de 1986 se le felicitó a la Hermandad por la Federación de Cofradías por la austeridad, seriedad y corrección con que fue celebrada, a pesar de los escasos medios económicos con los que contaba. Ese año se estrenó el guion de la Hermandad, que fue bordado por las religiosas Adoratrices de Málaga, según diseño de la camarera mayor, Carmen Muro.




En 1986 se decide llevar a cabo la restauración de la Virgen del Amor y del Trabajo, quizá la primera conocida de la imagen, desde que se realizara en el siglo XVIII. Para esa labor se encarga al escultor-restaurador, José María Cabrera Garrido, que realice un presupuesto del trabajo (26). Finalmente, no sabemos por qué razón ese escultor no llevaría a efecto tal restauración, porque en los libros de la Hermandad aparece como el autor de la misma el escultor Reyes Fernández, que la finalizó en 1987. La Hermandad Católica Ferroviaria ayudó económicamente a esta restauración con la cantidad de diez mil pesetas, de las cincuenta mil que tenía prometidas a la Cofradía.

La Hermandad, queriendo recuperar aquéllas procesiones de antaño en las que se procesionaba a la Virgen por el Barrio de San Lázaro, decide procesionarla en andas hasta el cercano de los Pajaritos. El antiguo de San Lázaro había prácticamente desaparecido para sustituir sus casas centenarias por otros edificios modernos, habiendo cambiado su población por otra de diferente "estatus" social, procedente de otros lugares de la ciudad y otras partes de España. Las costumbres y devociones de los vecinos del antiguo barrio habían desaparecido con él, por lo que la Cofradía, para aumentar el conocimiento y devoción a la Virgen del Amor y del Trabajo acuerda en 1988 (35 años de la fundación de la Hermandad) realizar una misa de campaña vespertina en una placeta lindante con las tapias de la estación de Renfe, en el Barrio de los Pajaritos, a la que llevó a la Virgen, con gran participación de cofrades y vecinos.

Al siguiente año y con motivo de las fiestas de dicho barrio se acuerda con su Asociación de vecinos que la Virgen sea procesionada en las fiestas de septiembre hasta el barrio. Fue en la mañana del domingo 17 de septiembre de 1989 con una misa de campaña rociera, procesión que se irá repitiendo en los siguientes años.




En la misa de campaña de 1988

Helios Campillos Lanzas fue reelegido hermano mayor por haber cumplido el periodo de su mandato, nombrando como teniente de hermano mayor a Carlos Espallardo Pellín, que sustituye a Miguel Hernández Hernández. En la junta de gobierno se trata de reducir el número de cargos y en su primera sesión celebrada el 19 de octubre de 1987 se acuerda encargar la realización de una imagen del Cristo de la Buena Muerte propia de la Cofradía, para evitar tener que pedir una prestada, como venía ocurriendo desde la fundación de la Hermandad. 

La realización de la talla se contrató el día 2 de mayo de 1988 con el escultor y tallista, Antonio Díaz Fernández (tenía el taller en la calle Conde de los Infantes, paralela a Duquesa), que debería tenerla terminada para la Semana Santa de 1989. Entre las condiciones del contrato se determinó que la imagen la realizaría "basada en el clasicismo y espiritualidad de la imaginería granadina, en talla de madera de primera calidad", por el precio de 700.000 pesetas, pagaderas, anticipando 200.000 y el resto en tres plazos, que finalizaron con la entrega de la imagen. El esfuerzo fue importante, si tenemos en cuenta que el presupuesto de la Hermandad en ese año era cercano al millón de pesetas.

Este Crucificado de Antonio Díaz, que ya había realizado unos años antes el Cristo de la Redención de los salesianos, presenta la particularidad de estas clavado en la cruz por las muñecas, quizás esto fuera una indicación expresa de la Cofradía al escultor, pues de esta forma está clavado el Cristo de Sánchez Mesa de las Hermanitas de los Pobres, que había sido procesionado por esta cofradía, como hemos relatado anteriormente, y de esa forma, según los expertos en la Sabana Santa de Turín o Síndone, estaba clavado Cristo en la cruz. La imagen apoya, sin dramatismo, la cabeza en el pecho y no tiene demasiados signos del castigo que Jesús sufrió en su Pasión.

Cristo de la Buena Muerte, realizada por Antonio Díaz Fernández 1989


La imagen fue bendecida en San Juan de Letrán en la función principal del Viernes de Dolores por la tarde, día 17 de marzo de 1989, correspondiendo bendecirla al párroco y consiliario de la Cofradía, don Maximiliano Ferrer Sánchez. A esta ceremonia asistió el Coronel Jefe del Regimiento de Ferrocarriles, Sr. Álvarez de las Casas y el Presidente de la Hermandad Católica Ferroviaria, Sr. Hernández Hernández, que había sido teniente de hermano mayor de la cofradía de penitencia hasta 1987. La imagen se colocaría para su culto en un pedestal de hierro y en el lado del Evangelio, junto al presbiterio, ya que la iglesia, de escasas dimensiones, no cuenta con una capilla para darle culto en ella.

En una Semana Santa tardía, en la que el Viernes Santo fue el día 24 de abril, se procesionó la imagen del Crucificado de la Buena Muerte propiedad de la Cofradía. Eran las seis y media de la tarde la hora de salida y llegó el paso del Cristo desde la estación del ferrocarril, en la que se había montado, hasta la iglesia de San Juan de Letrán, donde se le incorporó el paso de palio de la Virgen, que salía de la cochera adjunta a la ermita. Ntra. Señora del Amor y del Trabajo se elevó sobre los hombros de sus costaleros para andar al son de los cristalillos, que en forma de chupones mecían con su son la belleza serena de la Virgen al movimiento de las bambalinas. Esta "pasamanería" tintineante de cristal comenzó a llevarla el paso de palio en esta segunda etapa de la Cofradía, desde el momento en que se le incorporó dicho palio. Será una de las características de este paso, desde entonces, y en el nuevo que actualmente va estrenando por fases hay un recuerdo de ellas.


En estos años ochenta se estaba imponiendo en las cofradías de la Semana Santa de Granada una diversidad de actos culturales, entre ellos, la realización y presentación por parte de muchas cofradías de un cartel propio, que se presentaba en un acto público dentro de los días de Cuaresma. Esta Hermandad comenzó con su primer cartel en el año 1990. También ese año se le dedica a la nueva imagen del Cristo una marcha procesional, escrita por el director de la banda de música de Chauchina, Cecilio Gutiérrez Funes, a quién en gratitud la Cofradía le impuso su medalla. La marcha procesional fue estrenada el Viernes Santo de 1990 en la estación de penitencia de la Cofradía.

Ese Viernes Santo, cuando la procesión marchaba por el centro de la ciudad hizo acto de presencia la lluvia, tan consustancial a la Semana Santa, y la Cofradía tuvo que buscar refugio dentro de la Catedral. La del Santo Entierro o Sepulcro, que ese año procesionaba, después de muchos sin hacerlo, a la Virgen "Servita" de José de Mora, la Soledad del Calvario, tuvo que volver a la Audiencia o antigua Real Chancillería para refugiarse de la lluvia y con la imagen cubierta de plásticos. La Cofradía de los Favores hubo de regresar a su templo de San Cecilio y la Soledad y Escolapios suspendieron sus salidas procesionales.

Las deficientes condiciones de la salida de los pasos de la Cofradía, que como se ha relatado la Virgen lo hacía desde la referida cochera, por impedirlo las escasas dimensiones de la puerta de la ermita, movió a los directivos a buscar una solución, por lo que se pusieron en contacto con la comunidad de propietarios del edificio colindante con la iglesia, para que les autorizara montar los pasos en el patio que servía de linde con la ermita. Autorización que consiguieron. De allí, previo acondicionamiento del patio, hizo su salida la cofradía en la Semana Santa de 1991 y que será el inicio para la consecución de la nueva capilla de salida de la Hermandad. 

Cuando los costaleros de la Virgen de la Victoria dejan de sacar los pasos en la estación de penitencia, los sustituirán los Costaleros de María Auxiliadora, que lo estaban haciendo desde 1985. Pero el deseo de la Hermandad era que la cuadrilla de costaleros estuviese integrada en la misma, no como hermanada, tal como decía su capataz, sin querer renunciar a serlo de María Auxiliadora. Por el momento, no se llegó a realizar dicha integración total, y continuaron estos costaleros sacando el Paso del Cristo de la Buena Muerte, aunque las conversaciones para integrar dicho cuerpo continuaron en los años siguientes (27).

La Cofradía, una vez que contaba con imagen del Cristo propia, se dedicará a enriquecer algunos elementos procesionales, como el palio de la Virgen, al que se le bordará en 1991 en su techo unas estrellas y en su centro el escudo de la Cofradía, consistente en un corazón doloroso rodeado de la corona de espinas. Este escudo, flanqueado por dos granadas, irá también centrando las bambalinas delantera y trasera. Estas granadas se bordaron, asimismo, en las bambalinas laterales. Los bordados los realizará una señora llamada Carmen Martín.

Pero el estreno más significativo de 1991 fue el respiradero del paso de la Virgen. Como hemos comentado a lo largo de esta historia, la Virgen tuvo un paso barroco, dorado en pan de oro, que servía de andas procesionales y sin respiradero, ya que el paso de arrastraba con ruedas. Cuando en 1981 se suprime este paso antiguo y se incorpora el palio, necesitando costaleros al suprimir las ruedas, se ponen respiraderos, que consistían en una maya o randa de encaje blanco en la parte superior de la parihuela. En 1991, la Hermandad estaba en condiciones de realizar unos respiraderos de metal plateado que los realizó el orfebre granadino Sr. Martín Álvarez, bendecidos por el párroco de la sede de la Cofradía y estrenados aquel Viernes Santo de 1991


Salida de 1992 del patio anejo a San Juan de Letrán



Y al año siguiente (1992) estrenará los doce varales del palio, realizados en orfebrería repujada en dibujos vegetales y gran nudo central  por el mismo orfebre albaicinero, Martín Álvarez. Pero, además, será este año en el que se le amplíen los bordados del manto, suprimiendo algunos elementos del bordado antiguo, como el yugo y las flechas y las columnas del Non plus ultra, que erroneamente se cree, e interesadamente no se suele aclarar, que no son símbolos creados por el franquismo, ya que son emblemas de los Reyes Católicos y las columnas de Hércules simbolizan al estrecho de Gibraltar, final del mundo entonces conocido, que hace más de quinientos años (1515) que se incorporaron al escudo nacional.

En la ampliación de manto se suprimen: las estrellas que ocupaban la parte superior y media del mismo; el escudo con el águila de San Juan se sube al lugar medio, sin las columnas de non plus ultra, ni el yugo y las flechas, coronando dicho escudo unos cuernos de la abundancia. También, se enriquece la zona de la cola del manto con más bordados en forma de una gran greca, que sube hasta la mesa del respiradero. Con estas mejoras en el paso, que se realizan en 1991 y 1992, se comienza una total renovación y enriquecimiento del paso de la Virgen del Amor y del Trabajo, que durará hasta nuestros días, como se verá más adelante.

Los varales fueron costeados por miembros de la junta de gobierno y el nombre de cada donante aparece grabado en el basamento del varal. El manto, siguiendo una tradición de décadas en cuanto a estrenos importantes, se expuso antes de Semana Santa en los escaparates de la tienda "Cortefiel" en la Gran Vía, después, en el Centro Juvenil Salesiano, luciéndolo la Virgen en la función principal de aquel año y de los siguientes.



En la Semana Santa de 1992 se recupera el itinerario de regreso por la Gran Vía, al igual que la ida al centro de la ciudad. Pues en los años anteriores la hermandad regresaba a su sede por la calle de San Juan de Dios, realizando una parada o estación en la puerta de la Basílica de este Santo. Con el tiempo, se volvería a realizar su paso por la dicha Basílica, como se sigue haciendo actualmente.

Por otra parte, en  septiembre de 1993, ya estaba madurando aquella aspiración de las juntas de gobierno de contar con una cuerpo de costaleros propios de la Cofradía y que se incorporarán a ella como miembros. En esa fecha se hacía cargo de la cuadrilla Rafael Jiménez Martínez, con el que se llegó a un protocolo de vinculación, por el que se denominarían "Costaleros de María Auxiliadora y Cofradía del Santísimo Cristo de la Buena Muerte"; una solución un tanto salomónica que intentaba ser asumida por unos y por otros, asignándoseles a sus componentes una cuota especial de hermanos. Se nombraron para la comunicación dos portavoces: uno de la cofradía ante la cuadrilla, Francisco Medina García, y otro de la cofradía ante la junta de gobierno de la hermandad, que fue el capataz, Rafael Jiménez Martínez. Por ese acuerdo, los costaleros podrían procesionar los pasos de otras cofradías, excepto el Viernes y Sábado Santo. 

En el aspecto de los cultos, éstos se enriquecen con más solemnidad y se establece la misa mensual de la cofradía, primeramente se señalan para ello los últimos sábados de mes y, más tarde, en 1999, se  traslada a los últimos viernes de cada mes, y una misa al iniciar los ensayos de los costaleros, seguida de un refrigerio, elementos que podrían vitalizar el encuentro entre los costaleros del Cristo y los de la Virgen, y acercar a todos ellos a los cultos a los titulares. También se favorecen las relaciones con la parroquia, en cuyo consejo parroquial participa un miembro de la cofradía: el que ostentara el cargo de promotor sacramental, que en aquella época era el Sr. Ontiveros. Las relaciones, también, con la Hermandad Católica Ferroviaria eran estrechas, aunque la hermandad mantenía su independencia, y cada vez contaba con más hermanos no relacionados con la actividad ferroviaria. Dicha Hermandad Católica Ferroviaria llegó a ofrecer a la cofradía su capilla de la calle Lavadero de las Tablas como sede de la misma, cosa que no fue necesaria.

Con la salida desde el patio lateral a la iglesia, siendo la cancela de dicho patio bastante ancha, se piensa en ampliar la parihuela del paso del Cristo de la Buena Muerte, sirviendo el "trono" del paso como canastillo con los cuatro hachones en las esquinas y habilitando unos respiraderos más anchos que se cubrían de claveles rojos. Este respiradero de clavel sería provisional, pues el 1 de julio de 1992 se contrata la realización de uno de talla con  el tallista-escultor del Cristo, Antonio Díaz Fernández por 1.200.000.- Ptas. de precio. Con la modificación del paso, no solo ganaba en anchura, también elevaba más la imagen del Crucificado.

Buena Muerte 1992

En ese año 1992, la Cofradía tuvo que solucionar  la cuestión del lugar donde celebrar las reuniones de la junta de gobierno, pues en de los locales de la Asociación de Empleados de Renfe, donde se venían celebrando, fue invitada la cofradía a desalojarlos. El edificio que engloba en su interior a la iglesia de San Juan de Letrán tenía dependencias suficientes, por haber sido convento de las Trinitarias, pero no se pudieron utilizar por estar pendientes de unas obras, según el párroco. No obstante, la providencia quiso que Rafael Ramón García Valdecasas de la Cruz (parece que era registrador de la propiedad), le ofreciera a la cofradía un local de su propiedad en la Avenida de la Constitución, nº 22. Dicho local fue bendecido el 25 de octubre de 1992 por el consiliario y párroco, don Maximiliano Ferrer.

Con gran sorpresa de la junta de gobierno de la cofradía, el Sr, Helios Campillos Lanzas presenta, en 1994, su dimisión como hermano mayor, alegando razones personales, dimisión que es aceptada y al final de la sesión es ovacionado por los asistentes en reconocimiento de la labor realizada por él en la dirección de la corporación nazarena. Unos días después, se le homenajeó por su labor de diez años al frente de la Cofradía con una comida de hermandad. Habían sido diez años decisivos en los que había evolucionado de manera positiva la corporación penitencial. El Sr. Campillos fue sucedido provisionalmente en sus funciones, hasta la celebración de elecciones, por el teniente de hermano mayor, José Molina Gallego. Dichas elecciones no se podían realizar inmediatamente, por estar suspendidas para todas las cofradías, por la elaboración de un Estatuto Marco para las hermandades por el Arzobispado de Granada. No obstante, pronto se celebrarían.

La Semana Santa de 1994 se presentó con un Viernes Santo amenazante por la lluvia. La Hermandad salió a realizar su estación de penitencia, pero le sorprendió la lluvia en varios lugares de su recorrido por el centro de la ciudad, cosa que deshizo la formación de la procesión en algunas ocasiones. Siendo largo el recorrido y para evitar mayor perjuicio, el Sr. Molina Gallego decidió que la Cofradía regresara a la Catedral para proteger los pasos, asumiendo la responsabilidad de tal decisión. Fue en la mañana del Sábado Santo cuando los aquéllos regresaron a su sede de San Juan de Letrán.  

Ese año (1994) se estrenó el respiradero del paso de la Buena Muerte, que se había contratado con Antonio Díaz Hernandez en 1992 en talla dorada. Consistía en unas grandes molduras semicirculares que cubren las cuatro esquinas, y alojan un óvalo tallado en elementos vegetales, siendo los espacios central, trasero y laterales, que van entre los moldurones, rectangulares y de menor envergadura en los que se enmarca talla calada de decoración vegetal. También el paso de la Virgen estrenó ese año las seis jarras de orfebrería, costeadas por el benefactor, Sr. García Valdecasas,  y dos faroles entrevarales, realizado todo por el orfebre Martín Álvarez.


Paso completado con el respiradero en 1994


!994, estreno de jarras y faroles entrevarales

En estos años noventa se comienza a experimentar una independencia con la Hermandad Católica Ferroviaria, fundadora e impulsora de la Cofradía desde su nacimiento. Habían pasado más de cuarenta años y las circunstancias habían cambiado, tanto en una como en la otra. La presencia del ferrocarril en Granada había disminuido; el personal ferroviario era  más escaso que antaño; la presencia del estamento militar había casi desaparecido en la ciudad, con ello, la Unidad o Regimiento Militar de Ferrocarriles. A su vez esta disminución del personal de Renfe, había supuesto, también, una disminución de hermanos de esa procedencia en la cofradía, si bien los directivos solían ser o estar relacionados en su mayoría con el estamento ferroviario.

Todas estas particularidades hacían que la cofradía de penitencia y la Hermandad Católica Ferroviaria no presentaran la estrecha unión de épocas pasadas, sin que dejara de existir una colaboración y entendimiento entre ambas, parece ser, que empañado por ciertas divergencias, que, por otra parte, entraban dentro de la normalidad. 

Será en 1994, cuando el Presidente de la Hermandad Católica Ferroviaria, envía una carta a la Cofradía, reclamando su competencia en la convocatoria de elecciones a hermano mayor. alegando que ésta era parte o filial de la Hermandad Católica. En respuesta a esta exigencia el cabildo de la Cofradía le responde, rechazando la petición y manifestando que dicha hermandad ferroviaria hacía muchos años que no colaboraba con la Cofradía. 

La Hermandad del Cristo de la Buena Muerte y Ntra. Sra. del Amor y del Trabajo, en los estatutos hasta ese momento vigentes mantenía desde 1981 cierta independencia de la Hermandad Católica Ferroviaria en esa segunda etapa de la Cofradía, aunque sin negar su carácter ferroviario. El tiempo y las variaciones que comporta van trazando el camino de las corporaciones, aunque la colaboración no debía nunca de perderse entre ambas corporaciones por ser una la raíz de la otra. De hecho, en 1997, se nombra, en la persona de su Presidente, a la Hermandad Católica Ferroviaria como hermano mayor honorario de la Cofradía de penitencia. También se nombró en esa fecha a Helios Campillos Lanzas  hermano mayor Honorario. 

Una nueva normativa para las cofradías se presentó con el Estatuto Marco, para regular el desarrollo, un tanto desordenado, de estas corporaciones de la religiosidad popular, cuyas reglas debían de adaptarse a la normativa de dicho estatuto. Esa adaptación la realizó esta cofradía, enviado sus nuevos estatutos al arzobispado, que los devolvió para que se hicieran una serie de correcciones, siendo aprobados por el Arzobispo, Mons. Méndez Asensio, el día 29 de noviembre de 1996. Desde 1981 se venía rigiendo por unas normas de carácter interno.

Por otra parte, el paso de palio de la Virgen se iba completando de elementos, y en 1995, se estrena la peana de la imagen y las seis jarritas frontales, que fueron obras del mismo orfebre, Martín Álvarez, que, también, dos años después, en 1997, terminará la candelería sobre la que se elevan los cirios delanteros de la Virgen del Amor y del Trabajo. La situación económica de la hermandad se encontraba en buen momento, permitiéndole todas la realizaciones descritas y el acondicionamiento de una habitación en el edificio de la iglesia para guardar parte de sus pertenencias. Asimismo, se adecentó el lugar de veneración de la imagen del Cristo de la Buena Muerte, realizándole un baldaquino con dosel de madera dorada en pan de oro con tela encarnada, que no sabemos por qué razón, no siempre se utilizó, quizás por la estrechez del lugar donde se sitúa el Cristo.  
 


Como consecuencia de los nuevos estatutos de 1996, en 1997 se convocan elecciones para hermano mayor, presentándose dos candidaturas las de: José Molina Gallego y Francisco Merelo Bueno. El Sr. Molina Gallego, al dimitir Helios Campillos, había accedido al cargo interinamente, hasta que se convocaran elecciones, retardadas por la puesta en vigor del Estatuto Marco, y con esta reelección de 1997 de cumplían las exigencia de dicho estatuto en cuanto a la necesidad de las cofradías eligieran hermano mayor de conformidad con el mismo y en los plazos que se señalaban. El cabildo fue presidido por nuevo el párroco, don José Amorós Ros y se forma junta directiva, que como segundo cargo, el de teniente de hermano mayor, se nombra a Federico Sánchez Carrasco; se suprime el cargo peculiar de Promotor Sacramental y se crean nuevas vocalías, como las de la juventud, formación, camareras, costaleros de la Virgen y del Cristo, ecónomo...etc., siendo albacea, Ramón Martínez Díaz y prioste, Manuel Fuello.

En esas más estrechas relaciones entre la Cofradía y la Orden Hospitalaria, que desde 1992 se habían recuperado con el paso de la procesión por la Basílica de San Juan de Dios, en 1998 el cartel de la Cofradía se presentó en dicha Basílica ante los restos del Santo de los Pobres. Esa recuperación de relaciones suponía institucionalizar que cada año hacer estación el Viernes Santo ante las puertas de la Basílica. En reciprocidad, la Hermandad del Santo Escapulario de San Juan de Dios, aprueba la asociación con la hermandad de penitencia, solemnizándose este hermanamiento con una misa oficiada por el rector de la Basílica, don Juan José Hernández Torres el día 15 de noviembre de 1997(28).

Aquel otoño se suscita diversidad de opiniones sobre la presentación del Cristo de la Buena Muerte con cruz plana, que desde la fundación de la hermandad todas sus imágenes la habían llevado, o poner cruz arbórea, quizá más defendida por el elemento joven de la cofradía. También, se suscitó si el paso debía de llevar sus tradicionales hachones o candelabros guardabrisas o faroles de esquina. El asunto fue consultado a un profesor de Bellas Artes y un alumno cofrade analizando dicha consulta realizó un informe en el que se aconsejaba candelabros de guardabrisa y cruz arbórea. Cosa que se aceptó para realizar dicha cruz arbórea de forma inmediata, encargándola al escultor Espinosa Alfambra. El tema de los candelabros se dejó para años venideros, acordándose solamente que se le hicieran a los hachones unos platos más grandes, cosa que no se realizó, pero sí se estofaron las imágenes de los Apóstoles de alabastro y cartelas de escenas de la Pasión, que eran los únicos elementos que quedaban del paso primitivo.  

Algunos de los hermanos y miembros de la junta de gobierno de la Cofradía, que era una de las que más guardaban las esencias granadinas, había entrado en esa segunda etapa en un proceso, digamos de "sevillanización", cosa que, por otra parte, afectaba a la inmensa mayoría de las cofradías granadinas. De todas formas, se imprimía con dicha "sevillanización" más elegancia a la presentación en la calle de la hermandad, si bien, en los últimos años se le va incorporando gran calidad y gusto a sus nuevos enseres y elementos, basados en un estilo de raíces granadinas.  


Paso de la Buena Muerte con cartelas y Apóstoles policromadosAñadir título



En el año 1998-99 se estrenaban las potencias del Cristo y los remates o cantoneras de su cruz en metal sobredorado, que realizó el taller sevillano de Antonio Santos; era la primera vez que acudía la hermandad a Sevilla para sus piezas de orfebrería, que normalmente las realizaba el granadino Martín Álvarez. No fue el mejor Viernes Santo para estos estrenos, porque fue una tarde lluviosa. Aunque la cofradía se puso en la calle a su hora (16:30) con algunas gotas de agua cayendo de forma intermitente, al llegar a la calle Príncipe los chaparrones fueron de consideración, obligando a los costaleros andar en una "chicotá" para poner los pasos al abrigo de la Catedral, donde permanecieron hasta el Sábado Santo (29)

No fue la única cofradía que fue afectada por la lluvia, las de los Favores, Sepulcro y Soledad tuvieron que regresar a sus templos al poco tiempo de salir. Lo mismo ocurrió el día anterior, Jueves Santo, con las cofradías de la Aurora, Estrella y Redención, en el que se tuvieron que refugiar las dos primeras en la Catedral. La Semana Santa había calado ya en esta época en los granadinos, que no abandonaban las calles repletas de gente, pese a la lluvia, e intentaban entrar en las iglesias para contemplar los pasos.

La mejor situación económica de la Cofradía (en 1998 se aprobó un presupuesto de 3.358.000.- Ptas.) le permitió ese año empezar a afrontar un proyecto que acariciaba desde 1992, año en el que empezaron a salir sus pasos desde el patio anejo a San Juan de Letrán. Tal proyecto, aprobado en la junta de 18 de septiembre de 1998 y por el cabildo general de 26 de noviembre, fue la construcción de una portada de grandes dimensiones a dicho patio, a fin de que aparentara una salida más adecentada para la estación de penitencia, de manera que se hiciera de forma semejante a una capilla de salida.

La obra realizada según el proyecto del arquitecto cofrade, Luis Ignacio Fernández-Aragón, fue realizado por la empresa Granadalabor S.L., por un importe de 1.840.000.- Ptas., aunque no pudo estar finalizada dicha portada para la Semana Santa de 1999 por problemas de carácter técnico. Ese Viernes Santo, la procesión y sus pasos salieron enmarcados por los pilares y marco metálico de la puerta. Se habían suprimido los faldones plisados de los pasos, para realizarlos rectos y se encargan 10 palermos, pértiga del pertiguero, nuevas medallas y báculos de los cargos.


Salida procesional de 1999. Se estaba construyendo la portada de salida




La Semana Santa del año 2000 fue muy especial para las cofradías granadinas, que verían colmada una aspiración que partía, como mínimo, del año 1940: la entrada en la Catedral para realizar sus estaciones de penitencia, como ocurría cuando nacieron las hermandades penitenciales granadinas en el siglo XVI. 

Después de varios intentos en décadas anteriores, el Arzobispo don Antonio Cañizares Llovera, autorizó a las cofradías a entrar en la Catedral en acto penitencial. Anunció públicamente su decisión en el acto del Pregón Oficial de la Semana Santa de ese año, causando entre los asistentes gran satisfacción, que puestos en pie en el Teatro Isabel la Católica, le ofrecieron una larga ovación por el agrado y agradecimiento que les causó la noticia. Era un acontecimiento que entraba entre los actos con motivo del Jubileo del Tercer Milenio.

Como ocurre en buena parte de las celebraciones de Semana Santa, hubo algunas cofradías -aunque pocas- que por la lluvia no pudieron, de momento, hacer estación en la Catedral para ganar el Jubileo, aunque lo hicieron en otro momento, dentro de la Semana Santa. La Hermandad del Cristo de la Buena Muerte y Nuestra Señora del Amor y del Trabajo sí pudo realizar con sus imágenes titulares su estación en la Catedral aquel Viernes Santo del año 2000, día 21 de abril, con gran severidad y compostura, como venía siendo usual. Por este comportamiento, ya el año anterior le valió un premio por la Real Federación de Cofradías a su "seriedad y recogimiento en la estación de penitencia".

Por esos años, las relaciones con el párroco y consiliario, don José Amorós Ros, no eran las más adecuadas, produciéndose ciertos desencuentros en varias cuestiones, que algunas venían de tiempo anterior en los que la parroquia era regida por otros párrocos, como era el asunto de designar vestidor de la Virgen. Esta tarea, parece que le estaba vedada a la cofradía, como tema de competencia parroquial (la imagen era propiedad de la ermita) y el párroco  (no sólo el Sr. Amorós)  venía designado al vestidor. Este y otros desencuentros motivaron que se le designara otro consiliario a la hermandad, misión que recayó en el otoño de 2000 en el coadjutor de la parroquia, don Antonio Gutiérrez.



También en el ámbito costalero había algunos problemas, pues el capataz, Rafael Jiménez Martínez, había presentado su dimisión, que la junta directiva en junio de 2000 solo acepta en cuanto a su cargo de vocal  de protocolo. Pero estas cuestiones problemáticas no mejoraron en los meses siguientes y en marzo de 2001, con el consentimiento del consiliario, el Sr. Jiménez Martínez deja de ser capataz de la hermandad, nombrándose en su lugar a Julio Amigo Quesada, que era el segundo capataz. La salida del Sr. Jiménez provocó que también lo hicieran algunos costaleros del paso del Cristo, por lo que pasaron a éste algunos costaleros del paso de la Virgen (30).     

Con el Padre Gutierrez, que abogaba por una mayor integración de la cofradía en la parroquia, las relaciones con ésta mejoraron. Quizás esta nueva situación contribuyó a que la hermandad consiguiera la cesión de una habitación contigua a la puerta del templo para celebrar sus sesiones, reuniones y oficina de administración, a modo de casa de hermandad, cuyas obras de remodelación estuvieron terminadas en la Cuaresma de 2001.

Aquel Viernes Santo de 2001 la hermandad realizó una estación de penitencia a la Catedral con buen tiempo y sin más percance que en su camino de regreso unos coches aparcados dificultaran su paso por la calle de San Jerónimo. También la hermandad elevó ese año una protesta ante la Federación, pues según la directiva de la cofradía, la Hermandad del Cristo de los Favores, que iba detrás, no guardó los cinco minutos de separación entre ambas comitivas procesionales y adelantó su cruz de guía, sin guardar los cinco minutos de separación entre ambas, para plantarla ante la tribuna y no ser sancionada. Esta especie de triquiñuela ha sido corriente en las hermandades desde tiempos antiguos.

Esa Semana Santa la hermandad no pudo estrenar los cuatro ciriales que había encargado a su orfebre habitual, Sr. Martín Álvarez, pues éste comunicó que no los podía tener terminados para la Semana Santa de 2001 y se tuvo que contactar con el orfebre malagueño, Cristóbal Ramos, que los realizó según el diseño del hermano de la cofradía, Víctor Castellón. Dentro de este cortejo litúrgico, al año siguiente, se estrenó el ropón del pertiguero y las nuevas dalmáticas, realizado todo en el taller de la hermandad.

Salida 2002. Se pueden apreciar los bellos ciriales de Cristóbal Ramos y la portada terminada en 2000

Las elecciones para hermano mayor se celebraron en junio de 2001 a las que no se presentó el Sr. Molina Gallego, que aún ejercía este cargo, por impedírselo una enfermedad. Como resultado de dichas elecciones fue elegido hermano mayor Rafael Cuevas Fernández, que era licenciado en Derecho, empleado de Renfe y el anterior vocal de cultos de la hermandad, obteniendo el voto unánime de los 62 hermanos asistentes. El Sr. Cuevas no realiza, de momento, variación de personas que ejercían los cargos principales de la junta, continuando como vice-hermno mayor, Federico Sánchez Carrasco; de secretario, el Sr. Belmonte, y tesorero-ecónomo, el Sr. Millán  Jiménez, siguiendo de asesores, los Sres. García-Valdecasas y Ruiz Arenas; ocupando las vocalías de camareras, la histórica Carmen Muro y Victoria Carmona Guerrero. Como nuevo párroco se había nombrado ese año 2001 a don Antonio Molina Padial, que paso a sustituir a don Antonio Gutiérrez como consiliario de la hermandad. El asunto de elección del vestidor de la Virgen, parece que se había solucionado.

En la sesión preparatoria de la Semana Santa de 2002 se acuerda variar el exorno floral del paso de la Virgen, que normalmente lo constituía, tanto en jarras como en esquinas y friso, el clavel blanco. En esta ocasión se eligió la azucena blanca de varios tamaños, según las jarras donde se colocaran, sugiriendo un bello contraste entre el blanco de los pétalos y el verde amarillento del interior de la flor. Se habían suprimido las clásicas bolas de las jarras, cambio que fue muy felicitado, comenzando una nueva y más artística etapa en el exorno floral del paso de palio, que evitará la monotonía en la elección y colocación de la flor. 

La Virgen iba vestida por Esteban Cruz, que desde el año 2000, había sustituido al anterior vestidor, Salvador Garzón, si bien, éste podía estar presente en el acto de vestirla, según se había determinado (31). Pocos años después la vestirá Francisco Garbí, que pondrán de manifiesto toda la belleza con la que la concibió su autor. 


Salida 2002. Cambio de flor por de las azucenas

La Virgen del Amor y del Trabajo con su típico peto de las Dolorosas antiguas de Granada




2003. L Aniversario de la Fundación de la Hermandad

En el año 2003 se conmemoraba el Cincuenta Aniversario de la Fundación de la Hermandad (1953-2003), para cuyo acontecimiento desde el año 2001 se había nombrado una comisión que programará y preparará los actos de su celebración. Dicha comisión estuvo formada por el vice-hermano mayor, Federico Sánchez Carrasco; Alfonso Arias Navarro, vocal de costaleros de la Virgen; José A. García García, prioste de la misma; José M. Jiménez Blázquez, el albacea y Francisco Milán Rivas, vocal de protocolo.

En ese Aniversario se le quería ofrecer a la Virgen del Amor y del Trabajo una hermosa presea de devoción y amor a esta imagen de Madre Dolorosa, que fue el fundamento y pilar de la fundación de la Cofradía y que los ferroviarios habían elegido como su protectora. Devoción de siglos en la zona, ya que, como sabemos, los antiguos vecinos del Barrio de San Lázaro se encomendaban a Ella desde el Siglo XVIII, como la personificación de los Dolores de la Virgen en la Pasión de su Hijo. 

El presente elegido fue una nueva corona de plata de ley sobredorada, que se encargó al taller de Gradit de Lucena, ciudad de renombrados orfebres, por un presupuesto 1.700.000.- Ptas., equivalentes a 10.217 euros, moneda que funcionaría a partir de 2002. El regalo lo quisieron asumir los costaleros, que durante meses estuvieron reuniendo con sumo esfuerzo tan elevada cantidad, como ofrenda de devoción de aquellos que cargaban sobre sus hombros a los Sagrados Titulares. Junto con la corona se acuerda realizar los cuatro ciriales del cortejo litúrgico de la Virgen y el ropón del pertiguero con las dalmáticas de los portadores de ciriales, que se realizaron por el taller de sus camareras.

Se acordó, también, realizar una exposición con las distintas imágenes de Cristo que había procesionado la hermandad desde su fundación. En total eran seis, pero realizadas las diversas gestiones para conseguir el permiso de los distintos propietarios de dichas imágenes no se encontró más que negativas, por lo que se desistió de este proyecto, sustituyéndolo por una exposición de fotografías de dichas imágenes y otras antiguas,  así como de enseres de la corporación. También se celebró un concierto de marchas procesionales de la Banda Municipal de Granada, dirigida por el maestro Sánchez Ruzafa en la sede de San Juan de Letrán, y se realizaron, asimismo, medallas conmemorativas, que se impusieron el Viernes de Dolores, coincidiendo con los cultos de la cofradía.

Todos estos actos se celebrarían en la Cuaresma de 2003, así como unas charlas-colóquio que se impartieron entre los meses de marzo y de mayo. Como aportación histórica al Aniversario se realizó un libro sobre la historia de la hermandad, que me fue encargado, para cuya edición se investigó en la prensa, actas de la Federación y de la Hermandad, documentos de archivo...etc., y que fue presentado por el autor como acto de la conmemoración el Viernes de Dolores, día 11 de abril. Esta fue una de las primeras hermandades de Granada que empezaron a interesarse por su historia, raíz para comprender su carácter, su ser e idiosincrasia; el por qué se fundaron y adonde dirigen, siendo estas publicaciones una forma de preservar su conocimiento para las generaciones de la posteridad. 

Mi agradecimiento a esta Hermandad, que, sin saberlo, eligió para ello a un hijo del antiguo y castizo Barrio de San Lázaro, porque allí nací en el Altillo de las Eras, frente a la antigua Facultad de Medicina, lugar hoy ocupado por altos edificios modernos. Desde pequeñito me enseñaron a rezarle y a contemplar el bello rostro de la Madre de Dolores de San Juan de Letrán.  

Diseñó la portada Pablo Sánchez García


Asimismo, se presentó por el autor de este artículo el Cartel de la Cofradía. Todo se celebró en la iglesia de San Juan de Letrán, sede de la cofradía, donde finalizaron los actos con una solemne Eucarístia y procesión extraordinaria con la Virgen, prevista para el día 1 de junio de 2003, pero se adelantó al día 31 de mayo por tomar posesión aquel día el nuevo arzobispo, don Javier Martínez (32). Aquella mañana del sábado estuvo la Virgen en su paso, abriendose el gran portón de la capilla de salida, que fue visitada por innumerables personas.

Por la tarde, la Eucaristía citada, y, antes de la salida procesional, se realizó la Exaltación a la Virgen y Cartel Conmemorativo, que, otra vez, había querido la Hermandad encomendarme. Terminados estos actos, salió gloriosa a la calle en su paso de palio Nuestra Señora del Amor y del Trabajo, para realizar la procesión extraordinaria  en la que abría la marcha la Banda de cornetas y tambores de Jesús de la Tres Caídas, después numerosas representaciones de distintas hermandades, hermanos de la cofradía, autoridades invitadas y el paso de la Virgen, cuyos costaleros marcharon al compás de las marchas procesionales de la Banda Municipal de Cúllar Vega, que era la que en estos años acompañaba a la imagen en la estación de penitencia. La Virgen estacionó ante la Basílica de San Juan de Dios, regresando la procesión a su templo por la calle de este santo.

Tiempos de renovaciones y esplendor

La Hermandad había sentado, en esos más de veinte años desde su reorganización, las bases del posterior crecimiento y esplendor. Las dificultades de ese crecimiento ya serían semejantes a las del resto de las hermandades granadinas. La cofradía iba renovando, no solo sus enseres y pasos, también su estética en actos, cultos y estación de penitencia, aunque dejaba en el camino, determinadas esencias granadinas de antaño. Sin embrago, seguirá conservando y mejorando en estética y elegancia algunas de esas esencias. Es de las pocas hermandades que aún las conserva, aunque muchas de ellas durante este inicial milenio transcurrido, han vuelto inspirarse en el patrimonio artístico y cultural granadino.   

La segunda parte de la Semana Santa de 2004 fue muy lluviosa, especialmente el Viernes Santo. Se suspendieron las procesiones de Jueves Santo y, aunque la de los Salesianos se atrevió a salir, tuvo que regresar a su templo. El Viernes Santo todas las cofradías suspendieron sus estaciones de penitencia, entre ellas ésta de la Buena Muerte, que aprovechando un claro en la nubes sacó sus pasos a la Avenida de la Constitución, realizandose un "encuentro" entre la Madre Dolorosa y su Hijo muerto en la cruz. Inmediatamente después del rezo de los hermanos se abrió la puerta para que los devotos contemplaran las imágenes en sus pasos. El Arzobispo de Granada y el Alcalde de la ciudad visitaron las sedes de las cofradías, deseando mitigar el desconsuelo de los directivos y hermanos. 



2006 La Cofradía se refugia en la Catedral por la lluvia


Ese año se anunció que se estrenaban nuevos hábitos para los nazarenos de ambas imágenes, los del Cristo con capillo y cinturón burdeos y los de la Virgen con capillo y cinturón verde, como desde la reorganización se establecieron. Estos elementos tuvieron que esperar para su estreno al Viernes Santo de 2005, que el tiempo esplendido permitió la salida de todas las cofradías. Asimismo, ésta de los Ferroviarios alumbro ese año a su Cristo de la Buena Muerte con nuevos candeleros para soportar los hachones. Los realizó el escultor granadino Espinosa Alfambra en madera tallada y dorada en pan de oro, que parece que se inspiró en los antiguos que llevaba en paso de 1957 al concebirlos con trípode en la parte superior y conservando la idea de un nódulo en la inferior, como presentaban los candeleros desechados.  



Pero la nefasta incidencia de la lluvia volvería a aparecer por la tarde del Viernes Santo de 2006. La mayor parte de la hermandades estaban en la calle (Favores, Expiración y Buena Muerte) cuando fueron sorprendidas por la lluvia. A la Cofradía de los Ferroviarios le cayeron los chaparrones cuando estaba cerca de la Catedral, en la que tuvo que refugiarse, para permanecer allí sus pasos hasta el Domingo de Resurrección en el que regresaron con un cortejo de hermanos hasta San Juan de Letrán. En la Catedral permanecieron también los pasos de las hermandades del Cristo de los Favores y de la Expiración. Las del Santo Sepulcro y la Soledad de San Jerónimo habían suspendido sus procesiones.

La Hermandad de los Ferroviarios seguía procesionando a la Virgen del Amor y del Trabajo en las fiestas del mes de septiembre del Barrio de los Pajaritos, como verdadera imagen devocional de aquélla zona de la ciudad, que comprende el Barrio de San Lázaro y el los Pajaritos. La procesión, precedida de un besamanos, llegó ese año 2006, a una carpa montada cerca de la estación de ferrocarril para recoger los actos y recibir a la Virgen los vecinos de la zona que acompañaron a la imagen. 

Procesión de Septiembre de 2006 al Barrio de los Pajaritos



La preocupación por el patrimonio de la hermandad, hace que ésta haga gestiones en 2006 para que se le ceda el uso de un espacio en el edificio de la parroquia para poder guardar los pasos sin tener que desmontarlos cada año y así evitar el daño que podría causarse en los dorados y platería de dichos pasos.

Una nueva etapa de proyectos se iniciará en 2007 con el comienzo de la realización de un nuevo palio para la Virgen en terciopelo negro, cuyas bambalinas siguen en su parte superior para formar una crestería y pasamanería de bellota en hilo de oro, en la que se intercalaron algunos de los personalísimos chupones o cristalicos de cristal, que se idearon cuando a la Virgen se le dotó de palio. El diseño de éste palio le fue encargado a Álvaro Abril, que, asimismo, diseñará los bordados del mismo. Este palio nuevo será posteriormente reformado, como veremos, por la concepción integral que Álvaro hará de todo el nuevo paso de la Virgen. 

También, se inicia el enriquecimiento del manto por el bordador cofrade César Gómez-Hörn, restaurando las piezas existentes y pasándolas a nuevo terciopelo. Para la Semana Santa de 2007 se comenzó con el manto y con la confección del nuevo palio, que ya lo pudimos contemplar en la calle ese Viernes Santo. A la vez, se le estaba bordando una nueva saya de salida procesional por el bordador granadino Jesús Arco López, cofrade de la hermandad, que también realizó la cotilla de la Virgen estrenada en las fiestas del Barrio en el mes de septiembre. Todo el conjunto presenta una gran armonía con el manto, realzando la belleza de esta imagen dolorosa.


2007. Tocado de la Virgen por Francisco Garví

2007. Remodelación y enriquecimiento del manto por César Gómez-Hörn



Por la Avenida de la Constitución, en la que ese año 2007 se estrenó su bulevar, pavimentaciones, iluminación y mobiliario nuevos, iba la Virgen del Amor y del Trabajo con el Albaicín y Sierra Nevada al fondo. Fue una tarde de Viernes Santo impregnada de nubarrones y algunos claros, que causaron la consiguiente preocupación de la directiva. Ésta, finalmente, decidió la salida de la procesión, con acierto porque no llovió y salieron también el resto de hermandades, a excepción de la Expiración (Escolapios), que suspendió su estación de penitencia ante la incertidumbre del tiempo.

Siendo una de la cofradías de sede canónica más alejada del centro histórico de la ciudad, la salida de la hermandad y casi todo su recorrido de penitencia se veía lleno de público, hasta su regreso por la Avenida de la Constitución, donde llegaba al filo de la madrugada. La amplitud de la vía y la hora de recogida hacía que su recorrido por ella fuera un bastante desangelado, cuando escaso tiempo antes, en su recorrido por la calle de San Juan de Dios y la visita de la Basílica del santo estaba lleno de calor. Sin embargo, el panorama se hacía más cálido a la llegada de las imágenes a su sede, donde el vecindario y muchos e impenitentes cofrades arropaban la entrada en su capilla de salida, ante la que se solía realizar un acto de encuentro de la Virgen y el Cristo, que entusiasmaba a mucha gente que lo presenciaba.    

El Peto. En aquel proceso de dar una estética más brillante a las vestiduras de la Virgen, resaltando con ello su impronta granadina, en 2008 se le realizada por Jesús Arco un pecherín bordado en hilo de oro con un corazón doloroso en el centro del mismo. En mis contactos con algunos directivos de la hermandad en los años anteriores en los que estaba realizando el libro de historia de la misma, también en algunos artículos, ponía de manifiesto la raigambre histórica de los petos de las Dolorosas granadinas. 

La Virgen del Amor y su bello peto procesional bordado 

De ese peto tradicional, era seguro y más antiguo exponente, los que siempre ha llevado la imagen de la Virgen de las Angustias, Patrona de Granada, al menos desde el siglo XVII, y que la devoción del pueblo y de su hermandad, fue, con el tiempo, colmándolo de joyas, que a modo de exvotos se colgaban sobre él. Siguiendo ese ejemplo, muchas Dolorosas de la ciudad, tanto de conventos como de iglesias y, también, las de los pueblos, lo llevaban y aunque de estética más sencilla lo siguen algunas luciendo. 

En las Dolorosas de la Semana Santa granadina recuperada en los años veinte -a excepción de la Soledad de San Jerónimo, que ha llevado el pato siempre, y ésta del Amor y del Trabajo, que en su antigua saya lo llevaba- el resto lo perdieron o no se les puso nunca dicho peto. Quizás, en estas últimas, la causa fuera ese proceso mimético hacia los rostrillos y pecherines de encaje de las Dolorosas sevillanas, que desde el inicio de la Semana Santa granadina actual, ya en los años veinte y cuarenta del pasado siglo, se impuso en nuestras Dolorosas. Incluso en el momento que a principios de los años ochenta del siglo pasado la Virgen del Amor y del Trabajo llevó palio por vez primera, la saya bordada en la parte del pecho era ocultada por el pecherín sevillano de encaje unido al rostrillo.

La Virgen con uno de los petos que posee. Quizá el primero que llevó en esos años

Será el Viernes Santo de 2008, en una Semana Santa temprana, celebrada en la última decena del mes de marzo, se presentó un día apacible en el que Nuestra Señora del Amor y del Trabajo pudo resaltar su belleza con el peto bordado por Jesús Arco. La Virgen caminó con las marchas que le ofreció la Banda de Música de la localidad de Cúllar Vega, ya clásica en esta hermandad. Esta banda ensalzará uno de los más bellos momentos, como fue entrar la Virgen en la Plaza de las Pasiegas al son de la sentida marcha procesional "Callejuela de la O", de Paco Lola. El Cristo de la Buena Muerte, como en años anteriores, marchó con los acordes de la Banda de Cornetas y Tambores de Jesús de la Tres Caídas.

También, el Viernes Santo de 2009 la hermandad pudo realizar su estación de penitencia, pero con un final desbaratado y lleno de premura, porque la lluvia se presentó a la hora en la que todas las hermandades estaban  en la calle. Esta cofradía había salido ya de la Catedral e iba camino de su sede, por lo que su directiva decidió marchar con paso ligero hasta San Juan de Letrán. Eso no impidió que los pasos y comitiva se tuvieran que deslucir y sufrir hermanos y mantillas los avatares consiguientes.

Ese año la cofradía había cambiado totalmente en el acompañamiento musical con respecto a los años anteriores. Serán la  Agrupación Musical Dulce Nombre de Jesús, que lo hará con el Cristo de la Buena Muerte, y cuyo paso fue dirigido por el capataz, Víctor Castellón, y acompañaba a la Virgen, la Asociación Musical Virgen de la Cabeza de la localidad granadina de Zújar, mandando el paso de palio el veterano capataz del mismo, Alfonso Árias Navarro.

2009. Virgen del Amor y del Trabajo a su paso por la Placeta de los Peregrinos en Calle de San Matías




Dentro de su clásico exorno floral de flores blancas, en el paso  de la Virgen se iba evolucionando en este aspecto. Tradicionalmente, había llevado clavel blanco, pero en esos años de iban haciendo innovaciones siempre dentro de dicho color con azucenas o rosas. También, en la forma de los ramos de las jarras, dejando atrás las consabidas bolas, para darles una forma más alargada y finalizar en pico, como ocurrió ese año 2009, rompiendo la uniformidad del color, unas pinceladas de flor rosacea que formaban espiral,  tanto en las jarras grandes como en las jarrillas delanteras. La armonía del exorno floral se relajaba con unos farolitos de orfebrería, seguramente de Manuel Martín,  en los entrevarales de ambos lados de la Virgen.

Dos artistas y cofrades muy ligados a la hermandad, Jesús Arco y Álvaro Abril, serán los que en estos años que comentamos y, en los sucesivos, intervendrán con sus excelentes bordados y diseños en la realización de una renovación y aumento del ajuar de Nuestra Señora del Amor y del Trabajo. El primero de ellos realizó, para que la Virgen, que la estrenara en el besamanos y en las fiestas del barrio del mes de Septiembre, una saya bordada sobre tisú de oro, empleando piezas del bordado sobrante del manto primitivo de la Virgen. También, Jesús Arco bordó con diseñó Alvaro Abril en este tiempo una sardineta sobre tisú de plata celeste.

Pero, de estos dos artistas granadinos la obra cumbre, a mi juicio, de diseño y bordado para la cofradía en estos años ha sido la gran saya procesional de la Virgen del Amor y del Trabajo, que ya lució la imagen en la Semana Santa de 2010. Dicha pieza esta concebida a base de dibujos decimonónicos asimétricos con grandes hojas de acanto, muy acordes con el carácter de la imagen y el momento pasionista al que la cofradía da culto, es decir, cuando Jesús con su muerte ha abandonado la vida terrenal, quedando su Madre en soledad al pie de la cruz. 

La Saya Procesional

Paralelamente a la transformación del paso de la Virgen con el inicio del nuevo palio, la hermandad empezó a acometer la tarea de la restauración y reforma del paso del Cristo. Para llevar a efecto esta labor se contrató con el tallista y dorador granadino Cecilio Reyes, que terminará la primera fase de dicha restauración para la Semana Santa de 2010, consistente en la zona del paso relativa al canasto con sus cartelas pasionistas, pero sin dorar  aún la zona del respiradero. 

2010. Buena Muerte, estreno de la restauración del paso y dorado del canasto

Ese año, como en los anteriores, delante del Cristo de la Buena Muerte fue un sección de la Policía Nacional y los mandos iban con vara de la Hermandad. Hacía seis o siete años que dicho cuerpo venía asistiendo de forma ininterrumpida a la procesión y, en 2019, se le concederá el título de hermano mayor honorario. Después del acto de nombramiento, que coincidió con la presentación del cartel de la cofradía por Antonio Rodríguez, anterior hermano mayor, se disfrutó de un concierto de marchas procesionales por la Banda de Cornetas y Tambores de Jesús Despojado de sus Vestiduras.




Todos los años venía la cofradía realizando cierta innovación en la composición de el exorno floral del paso de palio y éste de 2010, respetando el color blanco de la flor, clásico en este paso, estaba compuesto por capullos de rosa blancos en todas las jarras, formando espiral con verde intercalado, forma de ramo que va siendo frecuente en este paso, y un friso innovador de calas o flor de pato blancas sobre el respiradero. Sencillez y elegancia, como corresponde a esta Dolorosa.

Vestía la magnífica saya, recién estrenada, que llamo "decimonónica de acantos", a la que antes nos referíamos, y que, al pie de la saya se rompe la monotonía del acanto y del hilo dorado con una gran flor de esta planta con pétalos abiertos de aristas interiores rojas. En el pecho, llevaba el peto triángular de rico bordado al que, también, nos hemos referido. Una novedad más la constituían los dos grandes faroles de cola, en una imagen en la que la parte trasera de su paso carecía de iluminación, pues nunca había llevado candelabros de cola.



Asimismo, Jesus Arco bordó el Simpecado de estilo rococó, con la originalidad de la asimetría de la parte inferior del diseño, que le ha imprimido en su dibujo Álvaro Abril. Todo el bordado se materializa sobre un terciopelo de azul "pavo real". En la parte superior, lleva una jarra en madera dorada con unas azucenas en orfebrería, trabajos de Cecilio Reyes y de Manuel Martín, respectivamente, que talla, también, en orfebrería la imagen de la Inmaculada que centra el simpecado. A su vez, Jesús Arco López bordó el estandarte del Sine labe Concepta, que parece que fue estrenado en la estación de penitencia de 2011. Era considerable el rico patrimonio en bordados, que estos años de la segunda década del siglo, estaba reuniendo la hermandad para homenaje de su patrona y deleite de los granadinos.




También era muy relevante el trabajo de la priostía en el arreglo de los pasos, que se había dividido en dos grupos  con gran acierto. Uno para el Cristo y otro para la Virgen, formado para el primero con tres priostes: Alberto Ramos, Daniel Barbero y Pedro Mora, y tres para el paso de la Virgen: José M. Jiménez, Antonio Bautista, Ruben Escobar y Ramón Carmona. 

Esa Semana Santa de 2011, ocurrió una relevante variación  en la carrera oficial de las hermandades: la tribuna principal se trasladó a la Calle de Ángel Ganivet, desechando la Plaza del Carmen. Esta vez parecía ser el cambio definitivo; se ganaba en número de palcos y en longitud de recorrido, y con ello, se suprimía el paso por la Calle de Navas, estrecha y repleta de bares, no muy acorde con la manifestación religiosa que discurría por ella. Ese año y los siguientes, hasta 2013 inclusive, seguía el itinerario oficial por la Calle de Mesones hasta Marqués de Gerona y la Catedral. 

Un Viernes Santo, aquél de 2011, en el que la Hermandad salió a la calle con meteorología insegura y que se confirmó en el recorrido, sufriendo varias lloviznas y un chaparrón insistente al pasar la Virgen por la tribuna, que hizo acelerar el paso para llegar a la Catedral, con el mérito de no descomponerse las filas de hermanos y mantillas, que soportaron la lluvia estoicamente, junto con una multitud de gente que no se arredró por las malas circunstancias meteorológicas. Los pasos fueron protegidos por plásticos y se esperó en la  Catedral hasta que la lluvia cesó y así emprender el camino de regreso a San Juan de Letrán. Ese año la Virgen estrenaba los bordados de las corbatas entre las bambalinas del palio.

Bajo la lluvia en 2011(fotos de A. Padial)


2011. Estreno de las corbatas bordadas por Jesús Arco. 


Los priostes volvieron a innovar la flor de las jarras, realizando en ellas pirámides de flor de cala, predominante sobre otras pequeñas color lila. El friso repetía las misma flor de la cala de la que la hermandad tiene antecedentes en los primeros años de su andadura. 


El público aguantó el agua y la lluvia de los pétalos no cesó en la calle Marqués de Gerona en homenaje a la madre Dolorosa del Amor y del Trabajo.



Se pudo hacer estación en la Catedral, acto religioso para el que históricamente las hermandades hacían su penitencia pública de reglas. En otras ocasiones la celebraban en diversos templos del itinerario, como ésta hermandad que en la actualidad también visita la Basílica del Santo de Granada, San Juan de Dios.


Y la Catedral de Diego de Siloé y bajo la portada de Alonso Cano abre sus brazos al refugio de la Hermandad y sus Titulares en la tarde gris del Viernes Santo de 2011.

Unos días después de la Semana Santa, la mañana del 4 de abril, la hermandad hizo peregrinación con la Virgen en andas a la Basílica del copatrón de Granada, San Juan de Dios, con un amplio cortejo de hermanos y devotos. La imagen se cubría con el manto de terciopelo color púrpura con cenefa bordada en oro, colocándose en el presbiterio ante el extraordinario retablo barroco, que preside la portada del camarín con la urna de plata que contiene los restos mortales de San Juan de Dios.



En ceremonia religiosa el rector de la Basílica, Fray Juan José Hernández Torres, colocó en la mano de la Virgen el relicario de plata que contiene una reliquia del Santo, realizado por el orfebre sevillano Juan Borrero. Esta donación de la reliquia del Santo de los Pobres era una muestra más de la vinculación tradicional de la Hermandad con la Orden Hospitalaria. La Virgen del Amor y del Trabajo llevará cada año en su mano el relicario con la reliquia de este gran santo. Después, partió la comitiva hacia su sede por el Triunfo y el paseo central de la Avenida de la Constitución.







La mala experiencia que se tuvo la hermandad con la lluvia el año anterior, tuvo sus consecuencias en el Viernes Santo de 2012. Amaneció un día soleado, pero se ennegreció con nubarrones por la tarde a la hora de salir la cofradía, y estando ésta por la Avenida de la Constitución empezó a llover, lo que determinó que la junta decidiera volver para atrás la procesión y no seguir la estación de penitencia. El resto de las cofradías del día retrasaron sus salidas con la esperanza de que escampara para iniciarla, y surtió su efecto porque salieron y realizaron sus estaciones de penitencia completas, a excepción de la Soledad de San Jerónimo y el Santo Entierro, que tuvieron que esperar en la Catedral, hasta que cesó un chubasco que en esos momentos se había presentado. Después, con normalidad, regresaron a sus templos ambas cofradías.

A punto estuvo de estropearse el Viernes Santo de 2013 por la amenaza de lluvia que se presentó al final de la jornada con la consiguiente aceleración de la marcha por parte de las cofradías para ponerse a resguardo en sus templos. La Cofradía se puso en la calle y realizó su estación de penitencia completa con el paso del Cristo de la Buena Muerte, que presentaba finalizada la talla del respiradero en la restauración y reforma que le había realizado Cecilio Reyes. Las sección del Cristo, como ya hacía varios años, lo alumbraban sus nazarenos de capillo y cíngulo color burdeos portando los tradicionales faroles. La Virgen, también, estrenaba un llamador realizado por el orfebre Alberto Quirós y diseño de Álvaro Abril, representando al Pelícano que da de comer con su carne a sus crías, como simbología, tanto eucarística como del Amor de Cristo a los hombres.



Pero ese año la Virgen saldría dos veces a la calle en su paso de palio; la segunda fue con motivo del Jubileo de la Patrona de Granada, la Stma. Virgen de las Angustias, por el centenario de su coronación canónica. Se celebró en la tarde del día 18 de mayo de 2013 una extraordinaria procesión, llamada Magna Mariana, que partió de la Catedral y finalizó en la Basílica de Ntra. Sra. de las Angustias, donde la Patrona se colocó en su puerta en su paso procesional, para recibir el homenaje de las hermandades con sus imágenes marianas. La casi totalidad de las Dolorosas de la Semana Santa de Granada y patronas de algunos pueblos formaron parte de dicha procesión, en una ciudad repleta de propios y extraños que inundaron sus calles del centro. 

Por orden de antigüedad de sus hermandades los pasos marianos hicieron el recorrido, con lo que la Virgen del Amor y del Trabajo pasó detrás de la Virgen de las Penas y antes de María Stma. de la Aurora. La Dolorosa de los Ferroviarios en su paso de palio, quizás por vez primera no iba adornado con flor blanca, sino con unos ramos piramidales en todas sus jarras con rosas de ese color, combinada con flor morada. La Virgen llevaba su magnífica saya y peto de Jesús Arco. Estando la imagen en la Plaza de las Pasiegas, recién salida de la Catedral, empezaron a caer tímidas gotas de agua, verdadera cruz que suelen padecer los cofrades y sus hermandades, pero no llegó a empañecer la grandiosidad de la jornada.   

Años de Brillo y Bonanza

Para la Semana Santa de 2014 se perfeccionó el itinerario oficial al suprimir su paso por la calle de Mesones, más estrecha y dificultosa por la proliferación de letreros de los comercios, por la de Alhóndiga, donde se contó con la instalación de nuevos palcos y sillas, y enlazar por la de Jaudenes con la Marqués de Gerona, para acceder a la Catedral. Por ese itinerario, indudablemente, se aprecia mejor y con más esplendor las estaciones de penitencia de las hermandades; máxime cuando sus pasos tienen actualmente mayor envergadura que antaño.

Después de varios años en los que la meteorología afectaba a muchas hermandades a lo largo de la semana, este de 2014 nos trajo una Semana Santa prácticamente inmejorable en todos sus aspectos. Las calles del centro histórico se llenaron de granadinos y forasteros; las hermandades demostraron una apuesta por la estética y corrección procesional y los artísticos estrenos abundaron, entre otras mejoras. La Hermandad del Cristo de la Buena Muerte y Ntra. Sra. del Amor y del Trabajo, llevaba varios años ofreciendo a Granada un notable resultado por esa apuesta que referimos. 

Un nuevo llamador en plata se estrena para el paso del Cristo, que fue realizado por el orfebre granadino Alberto Quirós, según diseño de Álvaro Abril.   Ese año la cofradía nos mostró, también, la culminación del tallado y restauración del paso del Cristo por Cecilio Reyes. La Hermandad parece que no había tenido demasiado claro el estilo de dorado completo para dicho paso, pues al año siguiente (2015) lo cambia por un barnizado en caoba, aunque conservando las cartelas y otros adornos dorados en pan de oro, en cuya modificación interviene el taller sevillano de Miguel Santana Morato.



Ese año 2014, el paso de palio es portado por los costaleros en la modalidad del costal, para lo que hubo de realizar una nueva parihuela de trabajaderas transversales, realizada por el cordobés José Carlos Rubio. También, ese Viernes Santo la Virgen llevará en su palio una crestería de madera tallada sin dorar aún, muy original en sus formas. La crestería en madera del palio de la Virgen, muy singular dentro de la Semana Santa Granadina y posiblemente de la andaluza, se debió al ingenio del diseñador, Álvaro Abril, y del tallista cordobés José Carlos Rubio, que en unos años más tarde veríamos su dorado en pan de oro.  La Virgen del Amor llevará en su pecho sobre la saya o peto un corazón de plata traspasado por la espada del infinito dolor, elemento pasionista mucho más granadino que la clásica daga, y que, también, es el motivo que representa el escudo de la cofradía.  

Se intercalarán entre las jarritas delanteras del paso de palio dos faroles cúbicos de orfebrería, más otros dos más grandes intercalados entre los varales traseros de cada lado y de la misma orfebrería. El paso de palio de la Virgen, se va en estos años, adornando floralmente con diversas flores de diversos matices, en la que predominará las rosas, que irán del rosaceo, púrpura, lila y morado, lo que imprimirá un bello contraste con la seriedad de la plata, el brillo de los bordados y el negro de los terciopelos. Ese año 2015 el adorno floral fue de rosas de ese mismo color con intensidad rojiza, que cambió en 2016 por la variedad de flor de la siguiente foto.   

Amor y Trabajo por la Gran Vía. 2016

Un caminar de los pasos más austero y marchas procesionales más clásicas y acordes con el momento pasionista representado por la Hermandad con sus imágenes, en una conmemoración del Viernes Santo de hace más de dos mil años, Pascua judía de Parasceve, en la que se inmoló al Cordero de Dios. La Cofradía estaba realizando en estos años, no solo una renovación y estética de sus pasos, sino también, una renovación de su idea sobre la estación de penitencia.  

Una Semana Santa muy cálida, más veraniega que primaveral, nos legó el año 2015 y con ello, niños, jóvenes y mayores se lanzaron cada uno de sus días a la calle para llenar las del centro de la ciudad, formándose verdaderas "bullas" en los pasos habilitados para cruzar las procesiones en los momentos en que éstas se detenían. Todas las cofradías vivían esplendores no conocidos en otras épocas, debido a multitud de causas, entre las que se puede destacar, la renovación de las hermandades por una juventud entusiasta e informada que se había introducido en las respectivas juntas de gobierno y fuera de ellas.

En 2016 se ofrece una nueva perspectiva adoptada para el paso de la Buena Muerte: a la imagen del Cristo se le colocara sobre nueva cruz arbórea y se labran dos ángeles infantiles para sostener la cartela frontal del paso, realizados por el joven escultor granadino, José Manuel Mesa Ocaña. Como recordaremos esa cartela es una de las que se realizaron en alabastro en el año 1957 por los tallistas Sres. Álvarez, que después fueron policromadas en la segunda etapa de la cofradía. También, en 2016, se policroma nuevamente el Cristo de la Buena Muerte por el escultor imaginero sevillano, José María Hurtado.

Álvaro Abril que ya había diseñado unos años antes la nueva concepción del palio de Ntra. Sra. del Amor y del Trabajo, en otoño 2016 realiza el diseño del paso completo como un "Aureum Solium" o "trono dorado o de oro con dosel", según la Real Academia de la Lengua. Con ello, quería recuperar las esencias granadinas en este paso, aunque con un sentido más coetaneo o actual. Para ello, se vuelve la mirada a tiempos del esplendor barroco granadino con una multitud de modelos inspiradores en los retablos de las iglesias y conventos de la ciudad, que servían de "altar dorado" a imágenes del siglo XVIII, época en la que surgió esta Dolorosa dieciochesca -el retablo de la Basílica de San Juan de Dios puede ser un ejemplo de esto-.

Diseño del paso de palio de Álvaro Abril Vela

En este proyecto se utiliza la madera tallada y dorada en pan de oro y una peana del mismo estilo y material, semejante a las de carrete, que elevan a la Virgen para ensalzarla como el tema central devocional. Los candelabros son de guardabrisas y se colocan en las esquinas. Ya algunos pasos de palio granadinos así se concibieron en los años cuarenta y cincuenta del pasado siglo, como el de la Esperanza o la Amargura. Antes, este estilo de pasos los había exportado a Málaga o Cartagena, el prematuramente malogrado Luis de Vicente y sus seguidores. Como colofón de ese proyecto, todo el conjunto se eleva sobre sobre la parihuela cubierta por unos faldones con bordados de estrellas que resaltan en la oscura noche del terciopelo negro, en el simbolismo mariano contenido de noche de estrellas y luna precursora de la luz del Sol, personalización del Redentor que iluminará la con su palabre y sacrificio de Salvación. Finalmente, a la Virgen la cubrirá el palio de bordados y crestería barrocos que se culminan con el cenit real de una corona de orfebrería.

Con este paso de palio la hermandad trae a la Semana Santa Granadina una devolución renovada de sus esencias, que esperamos sea difundido y nunca malogrado por modas estéticas foráneas, aunque no esté mal tomar de esas influencias lo que de válido se pueda adoptar y adaptar.

Se verá en la Semana Santa de 2017, la conclusión del paso del Cristo de la Buena Muerte. Pero a este paso la hermandad quiso añadir la presencia del apóstol femenino de la Pasión, la que junto a San Juan y la Virgen, estuvo en su último suplicio y nunca abandonó al Maestro. Para ello, en diciembre de ese año se encargó al escultor imaginero de Pilas (Sevilla), aunque afincado en Madrid, José María Hurtado, la imagen de Santa María Magdalena, que la tendrá finalizada para la Semana Santa de 2018. 

2017. La Virgen del Amor y del Trabajo  junto al antiguo convento de San Francisco "Casa Grande"

Un cambio del gobierno de la Hermandad se produce en mayo de 2017 con el cabildo general de elecciones, después de casi una década de regir la cofradía Antonio Rodríguez Castillo. En el cabildo, muy concurrido de hermanos, exponente de la vitalidad de la cofradía, se elige a Oscar Jiménez López como hermano mayor, cuya junta de gobierno tendrá que realizar en los años siguientes el gran proyecto del paso de la Virgen, ya en marcha.

Designa como miembros de dicha junta a José Nieves Hoces en el cargo de vice-hermano mayor y albacea; a Antonio Rodríguez, hermano mayor saliente, como secretario; de vicesecretario y ecónomo a José Manuel Liñán; tesorera, Inmaculada  García Guillén, y Manuel López Cruz, prioste. Como vocales de las distintas actividades de la hermandad a Ana Ruiz González, Rosario Carrasco Gómez, Victor Carmona Guerrero, Carlos Feixas Cañizares, Constantino Castillo Manzano, Mª. Ángeles Castro Illana y Jairo López Díaz. Será consiliario y para la dirección espiritual, el padre Mariano Catarecha Mora. También las camareras eligieron su vocal a primeros de julio de ese año , resultando elegida a María Ángeles Castro Illana, para que las representara en la junta de gobierno. Todas estas actividades se venían realizando en la casa de hermandad, que estaba situada en el Barrio de los Pajaritos, calle Mirlo nº 16, bajo.

Ese mes se septiembre falleció muy anciano Jesús Gutierrez Tirado, que tantos años fue hermano mayor de la cofradía  (1957-1966 y 1968-1969). Sería el primer hermano mayor efectivo, ya que en los cinco primeros años de vida de esta cofradía compartió esa responsabilidad con otros, bajo las directrices de la Hermandad Ferroviaria Católica, como se ha expresado al principio de este trabajo. 

El nuevo hermano mayor, Oscar Jiménez, confió la dirección como capataz del paso del Cristo de la Buena Muerte a José Román, que iniciaría el proyecto de formar una cuadrilla de costaleros, con los que había y con otros que se integrarían, basándose en  la idea de que todos fueran cofrades de la hermandad, a fin de lograr una más íntima unión a ella y a la devoción de sus Titulares.

Se estaba iniciando el primer trimestre cofrade en ese otoño de 2017, en el que se celebraron los actos de veneración al Cristo de la Buena Muerte con el besapies y la función de Cristo Rey. La imagen se colocó tendida delante del altar de Ntra. Sra. del Amor y del Trabajo, que se adornó con calas rojas y recibió el homenaje, durante todo el día, de los vecinos y devotos de San Lázaro y los Pajaritos. A estos cultos le seguirán los de Difuntos e Inmaculada con la Virgen ataviada por Álvaro Abril, que ya lo hizo para la estación de penitencia de 2017. A esta última función asistió la Banda de los Ángeles, que en los últimos años acompañará a la hermandad, para interpretar los "Gozos de María", que es un repertorio de piezas musicales para ensalzar a la Virgen. 



La Hermandad había acordado con el escultor imaginero José María Hurtado que la hechura de la imagen de Santa María Magdalena estuviera concluida para procesionarla en el paso del Cristo en la Semana Santa de 2018. Cumpliendo este compromiso la imagen llegó a Granada finalizada, siendo recibida en San Juan de Letrán por el consiliario la junta de gobierno y una representación de la Hermandad de Jesús del Rescate, que quiso estar presente como acto de cortesía y devoción a esta Santa, ya que tiene su sede en la parroquia de la que es titular.

En la imagen de Santa María Magdalena José María Hurtado Moya ha sabido expresar de forma magistral la unción serena e intimismo en la expresión de la tristeza de la Santa al pie de la Cruz en el Calvario. Esta Magdalena de Hurtado, se ha conseguido acercala, a mi juicio, a esa espiritualidad interior que se manifiesta en la antigua Escuela Granadina de escultura, que con tanta singularidad la ha distinguido dentro de la historia del arte español. La hermandad le realizó la vestimenta necesaria y un nimbo, que estreno ese año de la Orfebrería de Castilleja de la Cuesta (Sevilla).

Santa María Magdalena de José María Hurtado Moya


Entre los actos religiosos de la Cuaresma, esta cofradía realiza un vía crucis con la imagen del Cristo de la Buena Muerte, que recorre las calles de la parroquia como acto público devocional, que propicia el acercamiento devoto de sus vecinos a la imagen y la conjunción con su hermandad. En esa ocasión, la imagen es portada por sus costaleros en posición horizontal. 

Ese año, en la estación de penitencia, la Virgen estrenó el dorado de la crestería delantera y trasera del palio que realizó el onubense Manuel Rodríguez (Ayamonte) y el peto más reciente realizado en tisú de plata por Jesús Arco con bordados del XVIII, siendo el tema central de dicho peto un corazón ceñido por la corona de espinas, encaje y fleco de tirabuzón. El peto o pecherín iba sobre la saya dorada de las "Granadas", que había sido restaurada recientemente. 

Al Cristo de la Buena Muerte lo acompañó una representación de los Antiguos Caballeros Legionarios de Granada "Gran Capitán" y algunos soldados de la Legión de Viator de escoltas en los pasos. Al del Cristo ese año se le suprimieron los hachones tradicionales y estrenó para las esquinas unos candelabros guardabrisas de madera dorada en pan de oro. 

Pero será para al Viernes Santo de 2019 cuando consiga la cofradía una asistencia de la Legión a la procesión más nutrida. Estaba formada por la Unidad de la Brigada "Rey Alfonso XII", con sede en la localidad almeriense de Viator. Por la mañana de aquel Viernes Santo con una expectación extraordinaria que hizo asistir a decenas de miles de personas a su recepción, desfiló la Unidad desde la Estación de Ferrocarril por toda la Avenida de la Constitución acompañada de su banda de cornetas y tambores y la sección de gastadores, que recibieron del entusiasta público asistente numerosos vivas y aplausos. 


Buena Muerte 2019


Por la tarde, salió la procesión con un tiempo inestable entre nubes y claros, que aconsejaron retrasar la salida a todas hermandades del día. Finalmente, la Cofradía se puso en la calle y marchaba con normalidad, hasta que al final de la Gran Vía empezaron a prodigarse insistentes gotas de agua de forma intermitente y la consiguiente apertura de paraguas por el público. Todo esto aconsejó el cubrir las imágenes con plásticos hasta que mejoró la situación, pero los horarios se retrasaron y las hermandades finalizaron sus recorridos en la madrugada. 

En el palio se completó, para ese Viernes Santo de 2019, el dorado en su crestería con la terminación de sus laterales por el onubense Manuel Rodríguez. Bajo él se albergará la ternura dolorosa de esta Virgen tan granadina, que vistió ese día un peto cubierto de joyas y la saya púrpura bordada en oro, que lleva un corpiño al que remata un fleco de hilo de oro. Delante de ella una amplia representación de la Policía Nacional con sus mandos, que ese año fue nombrada hermano mayor honoraria de la cofradía.

2019








Pero la cofradía, terminada la Semana Santa, continuará con su idea de aprobar grandes proyectos, presentandose al cabildo uno de gran trascendencia: la realización de un paso de "misterio" para el Cristo de la Buena Muerte, para desarrollar en años venideros. El proyecto fue presentado en forma de maqueta o boceto y explicado al cabildo general por el artista que lo desarrollará, es decir, José María Hurtado, el autor  de la imagen de Santa María Magdalena, que con ella ya se habría iniciado de hecho tal proyecto.

La idea de la composición del "paso de misterio" se basa en desarrollar con una serie de imágenes y figuras, que estubieronn presentes en el Calvario en el momento porterior a la Expiración de Jesucristo en la cruz, teniendo su base en lo que nos han transmitido los Evangelios. Dichas imágenes estarán compuestas por María Cleofás y María Salomé, acompañando a Santa María Magdalena; bajo la cruz estará San Juan Evangelista erguido y alzando su mirada hacia el Redentor, siendo el único discípulo que no abandonó al Maestro, estando junto a Él durante la Crucifixión. Detrás de la cruz, realizando los preparativos para llevar el cuerpo inerte a la sepultura, están José de Arimatea y Nicodemo, mientras un centurión romano a caballo les entrega el pergamino de la licencia para descender y sepultar al Jesús. 

El cabildo de hermanos aprobó con entusiasmo el proyecto presentado, aunque el principal compromiso y lo más inmediato será finalizar el paso de la Virgen. También se aprobó por unanimidad de los presentes en el cabildo realizar nuevos hábitos, que consistirán en una túnica blanca de sarga de algodón, como símbolo de la pureza del amor de María, con capillo de terciopelo negro, simbolo de luto de la jornada en que se commemora la Muerte de Jesús en la cruz con un escapulario de terciopelo verde y cíngulo rojo, simbolo del amor. Todo se complementará con la novedad de capas blancas de saga de algodón para que la vistan todos los hermanos. Con ello se contribuirá a más correcta presentación de la cofradía en su estación de penitencia.

Proyecto de Paso de Misterio. De la web de la Hermandad

En los meses siguientes la Hermandad se aprestará a conmemorar el CCL Aniversario de la presencia de la Virgen en la ermita de San Juan de Letrán, allá por 1770, para lo que se programaron diversos actos religiosos y culturales. Se realizó una exposición de prendas del ajuar de la Virgen, como el manto, la corona primitiva del siglo XVIII, sayas, petos...etc. También se presentó un cartel único que anunció la estación de penitencia del Virnes Santo y la conmemoración del CCL Aniversario de la llegada de la Virgen Dolorosa a la ermita, que fue presentado por el cofrade Javier Tenorio Aguilera el viernes 17 de enero de 2020. En ese acto se celebró la Eucaristía de comienzo del aniversario. A estos actos asistió con su música de cámara la Banda y Unidad Ángeles de Granada.

Unos días después, la terrible epidemia de coronavirus que afectó a España de forma muy singular y grave, provocó que el gobierno de la nación confinara a toda la población en un estado de alarma que duraría hasta junio de 2020. La junta de gobierno de la cofradía el 13 de marzo aplazó todos los actos del CCL Aniversario; la presentación del boceto de la imagen de San Juan Evangelista por su autor, José María Hurtado; el Triduo de Cuaresma. La continuación del Estado de Alarma hizo que la Federación de Cofradías suspendiera las estaciones de penitencia de la Semana Santa de Granada. La ciudad y sus cofrades se quedaron si sus celebraciones, cosa que desde 1940 no había ocurrido.

Este año de la pandemia de virus la Hermandad intentaría realizar las labores para la vida de la cofradía permitidas con las medidas de seguridad adecuada. Pero el rebrote virulento de la pandemia a principios del otoño de 2020 hizo suspender la procesion extraordinaria con la Virgen que se pensaba celebrar el día 10 del mes de octubre, previa exaltación lírica de la imagen, que se trasladó a la cercana parroquial de San Agustín, por ser un templo más amplio que el de la sede de la Cofradía, donde se celebrarían los actos de clausura de Aniversario. Allí se celebró un solemne Triduo de Rogativas a la Virgen los días 8, 9 y 10 de octubre, con la Exaltación el día 9 por parte de Manuel Amador Moya, pregonero de la Semana Santa de este año, y el día 10 la Virgen estuvo en devoto besamanos hasta las nueve de la noche. 

Nuestra Señora del Amor y del Trabajo lució en estos actos el bello manto procesional de la Virgen de la Esperanza, como especial contribución de su hermandad a los actos celebrados, colocandose la imagen a los pies del presbiterio de la iglesia de San Agustín. La imagen estaba adornada a sus pies con un gran rombo de capullos de rosa color "pastel" y a sus lados candelería formadas por seis candeleros y cuatro jarras con bellos ramos de flores artificiales. También en el triduo se bendijo una nueva toca de sobremanto, donada como obsequio por la que fue camarera mayor y hoy camarera de honor de la Virgen, Carmen Muro Muñoz. La bella pieza fue realizada por la bordadora malagueña Alicia Vallejo, elaborada en hilo de oro sobre tul de seda y representando ramos de rosas con diversos elementos vegetales. El retablo mayor de la iglesia de San Agustín lo preside uno de los Crucificados que procesionó la cofradía en los años 1986 a 1988.


Por último, en el aspecto musical estas celebraciones, desgraciadamente disminuidas por causa de la epidemia de covid-19, ofrecieron a Nuestra Señora del Amor y del Trabajo dos bellas piezas musicales en forma de marcha procesional. Una de ellas, "Simplemente Tú", compuesta por el hermano José Hernández, expresión de sus sentimientos producidos por los padecimientos en la Pasión de la Corredentora, y "Costaleros del Amor" de David Torres, con amplio repertorio musical, dedicado a imágenes de Sevilla y Granada. 

Este trabajo de carácter histórico sobre esta Hermandad de los Ferroviarios es solo un hito, que no queda agotado en el tiempo, pues seguirá, también, su decurso histórico. Pero estos años  que corremos y los venideros constituirán, quizá, la etapa de mayor esplendor de esta corporación nazarena. Una cofradía que nació por el fervor cristiano que esta Dolorosa logró impactar profundamente en los corazones de unos empleados de Renfe. Una Virgen bella, impregnada con las esencias de los cánones granadinos de la escultura mariana del siglo XVIII, y que a todos los cofrades nos llena de unción y veneración.

La Virgen, principal núcleo de la devoción de un barrio y de unos cofrades, lo fue también en siglos anteriores, de los que los agricultores de San Lázaro que se postraban a sus pies, implorando su protección en la vicisitudes negativas de sus vidas. Se pretendió en el siglo XVIII crear en la ermita un foco de devoción mariana y, ciertamente, se consiguió, pues ese foco no se extinguió con el tiempo.



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HERMANOS MAYORES

1953- 1957     Jesús Gutiérrez Tirado, Antonio Rodríguez Fernández, Gabriel Rosario Zaragoza, Francisco Caballero Lorite (Hermanos Mayores de hecho nombrados, pero no elegidos por los hermanos ni ratificados por el Arzobispado).

1957-1966                    Jesús Gutiérrez Tirado

1966-1968                    Mariano López Martín       

1968-1969                    Jesús Gutiérrez Tirado

1969-1970                    Tomás Hernández de Diego

1970-1980                   (la Cofradía se desorganiza)

1980-1982  (de hecho) Antonio Méndez García

1982-1984                    Rafael Aguilera Lupión

1984-1994                    Helios Campillos Lanzas

1994-1997 (como interino) José Molina Gallego

1997-2001                   José Molina Gallego

2001-2007                   Rafael Cuevas Fernández

2007-2009                  ¿

2009-2017                  Antonio Rodríguez Castillo 

2017-2021           Oscar Jiménez López (reelegido en 2021)                  

    


Marchas procesionales


Buena Muerte en Granada (1995) F. Víctor González.

Amor y Muerte                             Cecilio Gutierrez

Luz que guía mis pasos (2012)    Felipe Cañizares

Buena Muerte (2008)                  Javier Calvo    

Madre de los Ferroviarios          Francisco Higuero

Reina del Amor y del Trabajo

Costaleros del Amor (2020)        David Torres

Simplemente tú... (2020)            José Hernández                       




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1. Antonio de la Chica Benavides, Gazetilla Curiosa o semanero granadino, noticioso y útil para el bien común, Papel XXV, septiembre de 1764.

2. Archivo Histórico Diocesano de Granada, legajo 90 R, 5, pieza 22 y Archivo de la Parroquia de San Ildefonso inventario de 1911.

3. José Amador Ros, San Juan de Letrán Ayer y hoy, p. 54, Granada 1998. Grupo Editorial Universitario.

4. Ibídem, op.cit., p. 34.

5. Ibídem op. cit., p. 33 y 35.

6. El Defensor de Granada de 21 de enero de 1985.

7. Antonio Padial Bailón, La Cofradía de los Ferroviarios. Buena Muerte, Amor y Trabajo. Reseña Histórica, p.p.33-34. Granada 2003, y Revista "Gólgota 2000", p. 131, "Albores".  

8. Diario "Patria" de 28 de marzo de 1950.

Antonio Padial Bailón, op. cit. La Cofradía de los Ferroviarios...p.39.

10. Antonio Padial Bailón, op. cit. La Cofradía de los Ferroviarios...,p.p. 40-41.

11. Diario "Patria" de 29 de marzo de 1953.

12. Antonio Padial Bailón, op. cit. La Cofradía de los Ferroviarios...,p.p. 49-50.

13. Antonio Padial Bailón, La Semana Santa de Granada a través de la Federación de Cofradías, pp. 209-210. Edit. Sevigraf, Granada 2002, y La Cofradía de los Ferroviarios...,pp. 54 y 55.

14. Diario "Patria" de 14 de abril de 1954.

15. Diario "Ideal" de 24 de enero de 1954.

16. Ibídem de 17 de abril de 1954.

17.Antonio Padial Bailón, op. cit. La Cofradía de los Ferroviarios...p.65.

18. Acta de la Federación de Cofradías de Granada de 30 de noviembre de 1957.

19. Periódico "Ideal" de 2 de abril de 1961.

20. Actas de la Real Federación de Cofradías de Granada de 7 y 21 de marzo de 1964.

21. Ibídem de 28 de febrero de 1969.

22. Periódico "Ideal" de 6 de marzo de 1969.

23. Según testimonio del capataz Antonio Méndez, que se entrevistó al realizar en 2003 el libro de la Cofradía citado.

24. Acta de la Hermandad de 20 de enero de 1984.

25. Acta de la Hermandad de 25 de octubre de 1984.

26. Acta de la Hermandad de 11 de septiembre de 1986.

27.Antonio Padial Bailón, op. cit. La Cofradía de los Ferroviarios...p.109.

28. Acta de la Hermandad de 26 de septiembre de 1997.

29. Periódico "Ideal" de 12 de abril de 1998.

30.Antonio Padial Bailón, op. cit. La Cofradía de los Ferroviarios...p.130. 

31. Acta de la Hermandad de 6 de abril de 2000.

32. Rafael Cuevas Fernández "Cofradía del Stmo. Cristo de la Buena Muerte y Ntra. Sra. del Amor y del Trabajo (Ferroviarios)", revista "Gólgota" de junio 2003, pp.56-58.

Otras fuentes: revistas, prensa, vivencias del autor y entrevistas en su día con algunos responsables de la hermandad.